🌃 Final 🌃

Ningún pilar podía hacer nada en ese instante. Todos habían quedado fuera de batalla en un solo segundo, junto a Inosuke, Zenitsu y Kanao.

Entonces, Tanjiro se puso en pie.

Sin embargo, Makomo no se dio cuenta de esto ya que en ese instante estaba centrada solo en Giyuu, quien parecía, al igual que sus compañeros, en un estado muy malo.

— Salvad su vida, por favor...— Susurró desesperada antes de desaparecer.

Su tiempo había terminado aquel día.

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— ¡Sabito, Sabito, despierta! ¡Tienes que ser rápido! ¡Sabito!— La joven sacudía al pelirrojo, moviéndolo de un lado a otro.

— ¿Qué pasa...?— Preguntó. Su voz sonaba ronca por estar recién despertado, pero a ninguno le importó eso.

— ¡Ve ahora, por favor! ¡Es tu momento Sabito! ¡Tomioka-san está al borde de la muerte!— Gritó desesperada. El pelirrojo la miró asustado.

— ¿Qué estás diciendo...?— Preguntó.— Debes estar bromeando, Makomo...— Dijo, poniéndome en pie.— No puedo... No puedo creer en esas palabras. Yo... Me niego.— Decía mientras retrocedía. La de cabello azul lo miró de forma triste.

— Sabito... Yo no podría mentirte.— Sinceró la joven mientras se ponía de pie.

— Dime que solo es una excusa para que vaya de una vez... Por favor.— Sus ojos estaban bañados en lágrimas.

Sabía que eso era algo que le favorecía a él personalmente, pero no le gustaba. Tomioka tenía toda una vida por delante, una que ellos no pudieron tener.

Él debería seguir. Conseguir a alguien más, ser feliz y llegar a ser mayor. Tener sus amigos, tener una vida feliz.

No podía morir a los veintiún años. Mucho menos de esa forma.

— No lo es, Sabito. Tomioka-san y sus compañeros están fuera de combate en estos instantes, en mal estado.— Informó mientras observaba preocupada a su mayor.

Y, cuando menos lo esperaba, Sabito corrió lejos de allí.

No, no iba a ver a Giyuu. Aún no. Esperaría un poco, solo un poco.

No quería verlo en ese estado. Herido, cubierto de sangre, al borde de la muerte. Pero... No podía perder la oportunidad de visitarlo mientras aún vivía.

Una vez que llegó a aquel lugar, se echó a llorar sobre la roca que tanto añoraba. El lugar en el que estaban era muy extraño: había réplicas exactamente iguales de lugares del mundo de los vivos. Y ese no era una excepción.

Era como si hubiera un mundo para cada uno. Uno en el que pudieran estar felices, como si volvieran a estar en su hogar.

El pelirrojo lloró. Se desahogó todo lo que pudo, hasta que sintió que ya no podía más. Entonces, se puso en pie y se marchó decidido.

Iba a afrontarlo de una vez por todas.

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— ¡Resiste un poco más, Tomioka-san!— Kanao trataba de animar un poco al chaval que tenía entre sus brazos. Sus manos estaban cubiertas de sangre, al igual que el paño con el que ejercía presión sobre una de las heridas del pilar del agua.

Los pilares habían sido llevados a un lugar un poco apartado de la pelea (aunque no mucho, por si alguno podía reincorporarse) y todos estaban siendo tratados urgentemente. Tras pararse por todos y cada uno de ellos, llegaron a Tomioka, que era quien parecía estar en peor estado.

Apenas tenía fuerzas, y lentamente se estaba rindiendo.

— ¡Sigue así, Kanao!— Gritó el demonio, que estaba tratando al joven junto a ella.— Joder, joder... Se nos está yendo...— Murmuró, frustrado.

Entonces, Sabito llegó, encontrando con la imagen que menos deseaba ver con sus propios ojos en el mundo.

— ¡Giyuu!— Gritó y corrió hacia él, pero en ese instante no se mostraba.— Oh, no...— Susurró.

Tomioka, que mantenía sus ojos cerrados, concentrado en otra cosa que no fuera el dolor, abrió estos mismos, haciendo que el corazón de Sabito latiera desbocado al ver esas orbes azules.

Se quedó observando atentamente, esperando alguna palabra por parte de Giyuu, sin ser consciente de que no se estaba dejando ver ante él.

— ¿Cómo está Kanroji?— Preguntó por su compañera.

Kanao observó en silencio a Yushiro antes de contestar, con una suave sonrisa.— Kanroji está siendo tratada, ella está bien.— Informó. Tomioka sonrió suavemente y observó a ambos en silencio. Su vista de volvía borrosa poco a poco y sus fuerzas iban desvaneciendo. Kanao pudo darse cuenta.

— ¡Aguanta un poco más!— Pidió.

Ahí fue cuando el pelirrojo fue consciente de la situación. Al instante de darse cuenta, se dejó ver.

Giyuu lo reconoció al instante, incluso cuando su vista fallaba.

— ¿Sab... Ito?— Preguntó, confundido por verlo ahí. Probablemente, estaría perdiendo la cabeza. Al fin y al cabo, estaba al borde de la muerte.

— ¡Giyuu!— Gritó, feliz de poder hablar con él. El pilar del agua soltó una suave carcajada, que terminó convirtiéndose en una fuerte tos. El joven pelirrojo lo miró asustado, sin embargo, Tomioka le sonrió, tratando de transmitir calma.

Esa era una de las sonrisas que te decía: “Hey, todo estará bien.” Incluso cuando sabes que no será así. Y eso fue suficiente para que Sabito supiera que las cosas iban a acabar mal, y que Tomioka tal vez había perdido la capacidad de hablar.

— ¡Giyuu, no... No mueras!— Pidió, con los ojos cristalizados. Tomó, con cuidado, las manos del contrario, para así entrelazar sus dedos. Giyuu lo observó en silencio.

“No me puedes pedir eso a mí.” Pensó. “No puedo evitarlo. Y si sucede, simplemente...” Un nudo se formó en su garganta.

Quería hacer algo, de verdad. Porque, incluso cuando faltaban personas a su lado, aunque Tsutako, Sabito, Makomo, lo hubieran abandonado, él quería seguir.

Quería vivir. Sí... ¡Eso fue lo que realmente quiso siempre!

Había conocido a personas increíbles. Tenía a Mitsuri, a Tanjiro, a Nezuko, a Inosuke, a Zenitsu y al resto de sus compañeros, si salían con vida de esa. Tenía a nuevas personas a su lado, que le habían ofrecido esa felicidad que había perdido en su camino.

¿Realmente quería abandonarlo? No. Solo tenía esa oportunidad. Una vez que muriera, otra vida distinta esperaría por él.

Aun así... Estaba dispuesto a aceptar ambos futuros. Porque era consciente, también, de que estar junto a Sabito era lo que más anhelaba.

Entonces, su fuerza comenzó a desvanecerse. Sabito se aferró a él, con miedo a lo que pudiera pasar.

Realmente, había ido en un mal momento.

— ¡Tomioka-san!— Gritó Kanao. Tomó su pulso, asustada, dándose cuenta de que ya era tarde.— Y-Yushiro-san, s-su pulso...— Titubeó. El demonio soltó un suspiro y luego observó el cuerpo sin vida del pilar.

— Se acabó, Kanao.— Dijo, con un nudo en la garganta. Habían sido muchas muertes aquel día.

— ¡N-No! ¿Acaso no puedes convertirlo en demonio?— Preguntó con desesperación, a la vez que dejaba el brazo de Giyuu sobre el suelo. Yushiro suspiró y desvió la mirada.

— Eso solo nos añadiría problemas. Además, no sabemos cómo podría tomar la sangre. Podría morir, y en el caso de sobrevivir, puede incluso que en un principio nos ataque. Y no es momento.— Informó mientras se ponía en pie.— Y, ya... Ya ha muerto. No lo forzaré a volver. Además... A veces es mejor morir que seguir viviendo como demonio. Es duro abandonar tu humanidad. Mucho más de lo que piensas, joven.

🌺

Sabito había comenzado a llorar y al aferrarse de esa forma al cuerpo de su antiguo mejor amigo, no se dio cuenta de que su alma abandonó ese mundo nuevamente.

Junto a la de Giyuu.

Sabito llegó solo a una clase de vacío completamente oscuro. Ahora se abrazaba a sí mismo, pero estaba tan sumido en su mundo que realmente no se dio cuenta de ello.

Mientras tanto, Giyuu llegó a aquel templo en el que Fukōshi trabajaba. La chica, que estaba preparada para su llegada, hizo rápidamente su trabajo y lo mandó con Sabito rápidamente.

— Sabito. No llores más,— El joven esbozó una sonrisa.— ya estoy aquí.— Dijo suavemente al llegar.

El pelirrojo lo observó mientras las lágrimas recorrían sus mejillas. Apartó las manos de su cuerpo y observó aterrorizado.

— G-Giyuu... N-No, no puede... Y-ya no estás herido... E-estamos en este m-maldito lugar...— Murmuró. El de cabello azul frunció el ceño extrañado.

— ¿De qué hablas, Sabito?— Preguntó, ladeando la cabeza.

Las ganas de envolverlo en sus brazos, besarlo, decirle lo mucho que lo amaba y también, lo mucho que lo extrañó se apoderaban lentamente de él. Pero antes debía lograr que se calmara.

— No... Tu destino no era morir ahora, maldita sea...— Comentó. Giyuu alcanzó a oírlo, pero se mantuvo en silencio.

Suavemente, deslizó su mano por la muñeca de Sabito hasta lograr tomar su mano. Entrelazó sus dedos y lo observó con los ojos centelleantes.

Sabito se quedó mirándolo en silencio. Había tantas cosas que quería hacer...

Entonces, pareció calmarse. Su mirada se suavizó, la expresión en su rostro se volvió, también, más suave, y observó en absoluto silencio a su acompañante, que esbozó una pequeña sonrisa.

— ¿Acaso importa? Además, el tuyo tampoco lo era. Ni el de Makomo. Pero, mira, aquí estamos.— Comentó, cerrando sus ojos.— La vida es así, Sabito.— Dijo. El pelirrojo lo observó en silencio antes de envolverlo en sus brazos.

Tomioka correspondió el abrazo que el joven le otorgaba. Colocó su cabeza en su pecho mientras sonreía suavemente.

— Ya estoy donde me corresponde, Sabito. No importa si estoy muerto o vivo, yo nací para estar junto a ambos. Junto a ti.— Comentó, mientras aceptaba en silencio las caricias del contrario.

Sabito soltó una carcajada. Una débil, que extrañó a Tomioka.

Entonces, cuando iba a preguntar, el pelirrojo se echó hacia atrás, tumbándose en el suelo y dejando a Giyuu sobre él.

— S-Sabito...— Murmuró.

— En ese caso...— Giyuu alzó la mirada para observar al contrario. Sus ojos brillaban por la emoción.— Bienvenido a casa, Giyuu.— Los ojos del antiguo pilar del agua se cristalizaron, y entonces obligó a Sabito a sentarse.— ¿Qué haces...?— Preguntó extrañado.

Y al instante, sintió unos labios sobre los suyos, que lo incitaban a continuar con el beso, cosa que hizo sin dudar.

Giyuu se sentó sobre él, dejando sus piernas a cada lado del cuerpo del pelirrojo y sus manos apoyadas en sus hombros. Sabito, por otro lado, rodeó la cintura de Giyuu con sus brazos, pegándolo más hacia él.

Entonces, el vacío negro fue desapareciendo lentamente. Ahora, una bóveda azul oscura, con brillantes luces iluminando el lugar, se alzaba sobre ambos jóvenes, que se habían encerrado en su propio mundo.

El beso era torpe, pero dulce, mezclado con el sabor de las lágrimas que ahora ambos derramaban.

En ese instante, eran tantos sentimientos los que estaban siendo transmitidos que no podían soportarlos.

Pero era el momento indicado. El infierno había acabado, ahora era el momento de ser felices. Felices, juntos.

Sin que hubiera nada que pudiera volver a separar sus caminos.

Al separarse, Sabito soltó una suave risa.

— Como se nota que en nuestras vidas hemos besado en serio.— Comentó divertido. Tomioka rio también, y es que Sabito estaba en lo cierto.

— U-Un momento... ¿Acaso este no es...?— Giyuu observó a sus alrededores curioso. Al final, pudo ver aquella roca que al final, resultó siendo tan importante para ambos.

— Nuestro refugio.— Terminó el pelirrojo su frase. El de cabello azul sonrió emocionado y se puso en pie, observando a su alrededor.

— ¡Es exactamente igual!— Exclamó, cuando pudo apreciar la aparición de todos aquellos bichitos de luces de colores. Sabito sonrió.

Estaba alegre de ver a Giyuu sonreír así de nuevo. Como cuando eran unos niños, y tenían una vida juntos. Eran felices.

Como en ese instante.

Tomioka se apagó tras su muerte. Era muy serio, demasiado para su gusto. Gracias a la calidez de Mitsuri, mejoró un poco pero su felicidad jamás se compararía a la que sentía con Sabito.

— Sabito.— Giyuu se acercó a él y tomó su mano. Entonces, esbozó una sonrisa y habló.— Te amo.— Confesó. El pelirrojo de puso rojo hasta las orejas y retrocedió un poco.

— ¿¡E-Eh!?— Exclamó, sorprendido ante tal confesión de golpe.— Y-yo... Yo también te amo.— Dijo, aún algo avergonzado. Giyuu rio y tiró de él, arrastrándolo hacia la gran roca.

Se subió de forma rápida y le indicó al contrario que se sentara junto a él, dando varios golpecitos en el hueco libre a su lado. Sabito esbozó una sonrisa antes de ceder y sentarse a su lado. Al instante, Giyuu puso su cabeza sobre su hombro y cerró sus ojos.

— Oye, Sabito.— Lo llamó suavemente.

— ¿Sí?

— Esta vez, hagamos una promesa de verdad.— Dijo decidido, separándose del contrario y poniéndose de rodillas en su lugar.— Como años atrás.

El pelirrojo imitó sus movimientos y se colocó frente a él. Sintió que la sonrisa de Giyuu irradiaba un brillo cegador. Era realmente hermosa.

— ¿Cuál?— Preguntó nuevamente. El de cabello azul sonrió.

— Que permaneceremos juntos para siempre.— Dictó. Una gran sonrisa floreció en el rostro de Sabito, que tomó las manos del contrario y las juntó, apretándolas de forma suave. Tras eso, juntó sus frente para observarlo fijamente.

— Está bien. Es una promesa.— Giyuu presionó su frente contra la contraria.

— Pero promételo.— El pelirrojo soltó una carcajada.

— Bien, lo prometo, Rodolfo.

Giyuu suspiró, para luego sonreír.— Yo también lo prometo, besa-suelos.— El pelirrojo soltó una suave risa antes de unir sus labios nuevamente, esta vez, en un beso inocente, sin muchas intenciones.

Giyuu correspondió. Ambos estuvieron así un poco, hasta que al final se separaron.

Pasaron la noche juntos. Jugaron, rieron, se divirtieron, como años atrás. Como siempre debió ser.

Hasta que al final cayeron rendidos.

Ambos acabaron dormidos ahí en medio, abrazados, siendo iluminados por la tenue luz de la luna.

En los rostros de ambos había una suave sonrisa dibujada.

No les importaba ir hacia el fin del mundo, si era por el otro, era algo que cualquiera comprendería fácilmente, sobre todo, tras apreciar todo aquello.

Ambos se amaban. De una forma tan pura y hermosa que nadie podía hacer nada contra ellos.

Ahora, era el turno de que los dos disfrutaran. De que fueran felices juntos, ahora que los dos eran conscientes de sus sentimientos y de que eran correspondidos.

Era el momento, de que su historia verdadera comenzara de una vez.


¡Saludos, nuevamente, de parte de la escritora! uwu

Hemos llegado al final >:D
Pero no se preocupen, habrá un epílogo, que no tengo ni idea de cuándo será publicado uwu

Simplemente, espero que les haya gustado este último capítulo, el cual, como habréis notado, ha sido más largo que todos los demás. Bueno, y la historia en sí, también xd

Y... Lamento si la cosa flojea un poco o si hay errores, ya es la tercera o cuarta modificación que sufre este capítulo y estoy algo cansada de cambiarlo x"d

Y, eso es todo. ¡Hasta la próxima!

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