🌃 18 🌃
Sabito observó con cuidado, desde la distancia, el lugar en el que Giyuu estaba parado, descansando un momento tras la pelea contra la Luna Superior Tres, Akaza. Estaba muy herido, pero podía mantenerse perfectamente frente al fuego. Pensó entonces que sería bueno acercarse, pero nuevamente volvieron todos esos pensamientos que lo volvían loco. No, no era un buen momento.
O al menos eso pensaba él.
De hecho, anhelaba acercarse de una maldita vez. El joven estaba ya en mal estado tras ir contra la Luna Superior Tres y aún quedaba ir por Muzan, lo que era mucho peor.
Un nudo se formó en su garganta, entonces, las palabras de Makomo comenzaron a resonar en su mente, repitiéndose de forma constante y de una manera tortuosa. Quiso acercarse, pero, joder, sentía que las cosas no iban a terminar bien.
Giyuu había mejorado. Parecía que por fin comenzaba a estar mejor con su recuerdo y empezaba a aceptar que él no estaba a su lado, y aunque era consciente de que no iba a dejar de aferrarse a su memoria porque lo amaba, estaba bien. Porque esa era la mejor opción y lo sabía. Solo quería que Giyuu lo superara y avanzara.
Cuando escribió esa carta era un niño; no era consciente de que olvidar a alguien es lo peor que uno puede intentar hacer, y algo imposible ya que, ¿cómo podría hacer eso? ¿Olvidar a alguien que de verdad amas, de verdad es posible? Si lo fuera, no sería amor. Eso fue algo que fue notando con el paso de los años, algo que su familia le hizo comprender bien después de no haber podido hacerlo mientras vivían, cosa que agradecía de verdad.
Por un momento, el pelirrojo cedió. Dio un paso hacia delante, pero el joven de pendientes hanafuda pareció despertar, lo que le hizo retroceder. ¿Cuántas veces lo había hecho ya ese día? Se preguntaba.
Entonces fue consciente de algo: nuevamente, le quedaba poco tiempo para pasar en el mundo de los vivos, y lo peor, su tiempo para mostrarse hacia una persona en específico también acababa. Probablemente debería marcharse y volver una vez que estuviera preparado.
O cuando Giyuu estuviera peor.
Siempre solían hacer cosas así: iban o cuando estaban muy heridos, inconscientes —como la familia de Tanjiro— o inclusive antes de que esa persona muriera. Ir así de repente era extraño.
Entonces, se marchó decidido.
🌻
— ¿Aquí de nuevo?— Makomo observó con el ceño fruncido, extrañada.— ¿No que te habías decidido de una vez?— Sabito rio nervioso.
— Mi tiempo estaba acabando.
— Ya se acabó hace años.
— Calla, no me refería a eso.— La joven rio suavemente.
— Lo sé, soy consciente de ello.— Dijo mientras se ponía en pie.— ¿Qué harás entonces?— Preguntó curiosa.
— Esperaré a que esté como en la antigua pelea.— Comentó, decidido.— Ya está.— Sonrió de forma inocente. Makomo soltó un suspiro, no estaba del todo convencida de ello.
No era una luna superior, no era un demonio cualquiera. Era Muzan, el inigualable Muzan, con una fuerza y resistencia excepcional, y contra Akaza, junto a Tanjiro, ya había acabado mal. ¿Qué iba a pasar ahora, que estaba malherido e iba a enfrentarse a él? Aunque fuera junto a más personas, eso no pintaba bien.
Pero nada.
Makomo decidió dejar de darle tantas vueltas a eso y olvidar lo que había oído hacía ya un tiempo.
— Bueno,— dijo mientras se ponía en pie.— Iré un rato allí. Llevo un tiempo sin salir de este lugar.— Comentó, comenzando a andar.— Tú quédate hasta que sea el momento.— El pelirrojo asintió en silencio y se mantuvo estático en su lugar.
Makomo se fue de allí. El lugar estuvo en silencio durante varios instantes, cuando Sabito escuchó unos pasos que se aproximaban al lugar.
El pelirrojo alzó la mirada al instante, siendo un lazo lo primero que llegó a ver. Un lazo que le era imposible no reconocer.
— Tsutako-san...— Susurró, extrañado por la visita de la hermana mayor de Giyuu. La chica lo observó y sonrió suavemente, tomando asiento frente a Sabito.— ¿Qué...?
— No te preocupes, solo vengo a acompañarte.— Dijo suavemente.
🦋
Cuando Makomo llegó, pudo apreciar aquella masacre. Muchas personas habían muerto, había un cuervo sobrevolando el lugar y, entonces, pudo ver a Giyuu junto a Tanjiro. Ambos corrían, sin detenerse para nada.
Ni siquiera se detuvieron cuando el cuervo se acercó y dio la noticia de que Muichiro y Genya habían muerto. Tanjiro lloró; pero siguió hacia delante junto a Tomioka.
A Makomo no se le hizo difícil seguirles el ritmo. No podía sentir el cansancio, así que no tenía ningún problema con eso.
Los dos siguieron juntos. Hasta que estuvieron ahí. Frente a él.
Frente a Muzan.
Pudo ver al de cabellos burdeos enfurecer. Empuñó su arma, parecía dispuesto a atacar. Hacer algo. Sin embargo, una voz lo detuvo.
— Tanjiro. Cálmate.— Dijo Giyuu.— Tienes que calmarte.— Continuó. Makomo lo observó en silencio.
Lo sabía.
Sus ojos irradiaban puro odio. Probablemente, su sangre ardía y no podía contenerse. No obstante, parecía que su mente podía permanecer en su lugar.
— Resiste, Tomioka-san.— Susurró la joven mientras juntaba sus manos, entrelazando sus dedos.— Solo un poco más...
Pudo escuchar la voz de Muzan. Era irritante, ni ella pudo evitar sentir ira.
Jamás creyó que iba a reaccionar así con tan solo escuchar su voz. Especialmente, las cosas que decía.
Para ella eran estupideces. Era como si quisiera aplastar a Kamado con sus palabras, arrastrando así a Giyuu también.
— ¿No te basta con seguir vivo?— Fue la frase que soltó la gota; la gota que colmó el vaso. Pero no fue suficiente con eso, sino que ahora comenzó a pisotear los trozos hechos añicos, esparcidos por el suelo.— ¿Qué importa si toda tu familia fue masacrada? Al menos, yo me sentiría afortunado y continuaría con mi vida...
La charla siguió. Cada palabra conseguía enfadar aún más a la joven, que pareció perder el control sobre sí misma un instante. Giyuu lo notó en medio de la conversación. Mientras ambos “hablaban” alzó la cabeza para mirar hacia el lugar del que procedía aquel brillo que había visto por el rabillo de su ojo.
Entonces la vio a ella.
Era tal y como había abandonado su mundo. No había ni un solo cambio en su físico.
Sin embargo, aquella expresión no le gustó nada. La joven cubría su rostro con ambas manos, mientras se mantenía de cuclillas con cuidado.
Probablemente todo eran imaginaciones suyas y todo eso era porque estaba en mal estado, lo que en parte le preocupaba, pero decidió ignorarlo. No le importaba si fueran lo anteriormente mencionado, se sentía alegre de verla nuevamente.
La joven notó la mirada sobre ella. Separó sus manos de su rostro y observó al pilar del agua, que la observaba fijamente. Entonces, se asustó. ¿Se había dejado ver?
Quiso huir. Pero Giyuu le dedicó una sonrisa; una pequeña y suave sonrisa, sin separar sus labios. Una apenas perceptible, pero que ella vio sin problemas.
Entonces, una enorme calidez invadió su pecho.
— Tomioka-san...
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