🌃 16 🌃
El suave tacto de una mano sobre su brazo, por encima de su ropa le hizo escandalizarse. Sabito observó jadeante a Giyuu, que parecía también cansado de correr, pero había logrado alcanzarlo, lo que hizo que una sonrisa burlona se colara de su rostro al instante.
— ¿Sigue en pie?— Preguntó divertido mientras tomaba al contrario por la muñeca y comenzaba a andar tirando de él.— Aunque me da igual. Sé que retirarías lo que has dicho, Sabito. Pero ya es tarde.— Comentó mientras observaba por encima de su hombro al otro joven, que, en silencio y avergonzado, miraba el suelo.
Había sido muy tonto. ¿Cómo podía haberlo olvidarlo? ¡Giyuu era el más rápido de los tres!
Tras su estúpido error, asumió las consecuencias y no se quejó, pero los jugueteos no faltaron. En varias ocasiones trató de zafarse del agarre de su acompañante; cosa que logró, pero el de cabello indomable, tal y como él le decía, siempre lo atrapaba de nuevo. Al final, Sabito llegó entre risas, mientras Tomioka evitaba soltar una carcajada para mantener su imagen seria; pero acabó derrumbada una vez estuvieron dentro, ya que como el pelirrojo iba despistado, tropezó y cayó de bruces al suelo. Por suerte, antes de ir junto a él, reaccionó soltando su muñeca, por lo que pudo apreciar cómo recibía el golpe en toda la cara.
Fue inevitable no echarse a reír.
Sabito apoyó su mano derecha en el suelo para poder levantarse, e inconscientemente, observó con una sonrisa a Tomioka.
— ¿Te gusta verme sufrir?— Preguntó mientras se ponía en pie y se acercaba a su acompañante, quien retrocedió, aún riendo.
— No... Es solo... ¡Fue muy ridículo!— Comentó mientras lo señalaba con su dedo índice. Sabito soltó una risa y lo agarró por la muñeca para acercarlo a sí mismo. Una vez lo tuvo cerca, lo envolvió con fuerza rodeando su cintura con sus brazos. Tomioka sintió su corazón latir desbocado y por poco cayó ante la sorpresa, pero, por suerte, logró poner su pie para mantenerse antes de que eso sucediera.
Tras eso, se mantuvo unos instantes estático, hasta que optó por devolverle el abrazo pasando sus brazos por su espalda, hasta que estos hicieron contacto y logró entrelazar sus dedos. Ambos cerraron sus ojos y se dejaron llevar por el momento.
Pasado un rato, se separaron.
— Ahora, a cumplir tu castigo.— Dijo Tomioka, rompiendo completamente el ambiente.
— Mierda, creí que lo habías olvidado.
Giyuu rio y se quitó sus sandalias, dejándolas en la entrada.— Vamos.
Juntos entraron en la cabaña. Sabito caminaba con algo de miedo; Tomioka no tenía piedad cuando debías hacer lo que decía. Podía llevarte al cielo o a las profundidades del infierno, eso dependía de lo que él tuviera ganas, cosa que le ponía el vello de punta.
Sabito vio a Giyuu acercarse a un mueble y comenzar a husmear en busca de algo. Sus ojos se paseaban de un lugar a otro mientras murmuraba palabras inentendibles para él.
Y lo que más le pilló desprevenido fue la luz cegadora que sintió de golpe, haciéndolo salir de su ensimismamiento. Entonces, vio como Giyuu sostenía una foto entre sus manos.
— ¡¿Q-Qué?!— Exclamó al darse cuenta de aquello. El joven de hebras azules rio divertido y colocó la foto dentro de su kimono, asegurándose de que quedase ahí fijo.— ¡Giyuu!
— Me dijiste que podía hacer lo que quisiera.— Comentó antes de soltar una carcajada.— Venga, solo quiero tener una foto tuya. Dame ese placer.— Exigió. El de cabellos naranjas soltó un suspiro de derrota, cuando apenas se había esforzado.
— Está bien. Tampoco es para tanto. Solo es una foto.— Dijo en un suspiro.— ¿Eso es tod-...
— No.— Giyuu lo interrumpió, poniendo su dedo índice en sus labios.— Hoy dormirás conmigo.— Sentenció. Sabito sonrió suavemente, sin separar sus labios.
— Está bien. Como desees.— Dijo divertido, tomando de forma suave los dedos del contrario con los propios y tirando de él.— Pero ahora, tengo hambre.
🦋
El tiempo parecía pasar más lento de lo que le correspondía. Los últimos días Giyuu había estado mejorando y ya debía estar de vuelta para seguir con su trabajo.
— ¡Muchas gracias por todo, y, hasta la próxima!— Exclamó animada Mitsuri mientras hacía una exagerada reverencia. Giyuu soltó una risa antes de despedirse él también de su antiguo entrenador.
Entonces, se fue junto a Kanroji de allí. De vuelta, ella comentaba alegre lo satisfecha que había quedado y le decía que Urokodaki era muy amable, que deseaba volver cuando pudiera. Giyuu se limitaba a asentir, pero había una suave sonrisa en su rostro.
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— ¡Zas, en la boca!— Exclamó Sabito mientras escabullía entre las sábanas. Giyuu se lanzó sobre el futón en el que el joven se había escondido, introduciendo su mano bajo las mantas y empezando a hacer cosquillas al joven, que comenzó a reír sin control.
Ambos habían estado discutiendo un rato, hasta que Sabito dejó algo que le hizo callar. Solo por eso habían acabado así.
El pelirrojo salió de entre las sábanas aún riendo, provocando un fuerte sonrojo en el contrario. Su cabello estaba despeinado, su ropa revuelta —y algo abierta, mostrando gran parte de su pecho, principal motivo de su sonrojo— y mostraba una sonrisa despreocupada. ¿Cómo podía verse tan bien en ese momento?
Giyuu soltó un quejido antes de ocultar su rostro en la curvatura del cuello del contrario.
— ¿Eh? ¿Sucede algo, Giyuu?— Preguntó Sabito mientras su expresión cambiaba de golpe, mostrando ahora su preocupación. Este negó con su cabeza.
— Es solo... Ugh, olvídalo, señor que se ve bien siempre.— Sabito soltó una carcajada.
— No lo digas cómo si tú te vieras mal.— Comentó despreocupado mientras sentía como el peso sobre él disminuía hasta ser nada. Vio a Giyuu tumbado a su ladoz dándole la espalda.
— No mientas...
— Eso es porque no te has visto.
Tomioka apartó la mirada avergonzado, cuando fue abrazado por la espalda.
— Vamos, debemos descansar para tener energías mañana.— Comentó. Entonces, el mundo de Giyuu se vino abajo por un momento.
Lo había olvidado...
🎴
Giyuu observaba en silencio absoluto como el joven de pendientes hanafuda hablaba con inocencia con el pilar del viento.
Tras irse de su antiguo hogar —que por cierto, se había llevado la carta, la katana y la foto de Sabito que años atrás había olvidado—, había seguido con su aburrida y repetitiva rutina. Mitsuri y él se habían separado y ya llevaba un tiempo sin verla.
Y, antes de que se diera cuenta, acabó metido en una pelea contra Sanemi. Pero era normal, Sanemi era como el caos en persona.
Tanjiro se había interpuesto y de cierto modo había vuelto el ambiente algo más agradable. Hasta que recibió un puñetazo.
Sanemi se marchó de allí irritado, por lo que Tomioka tuvo que ir a ver cómo se encontraba el de cabellos burdeos. Tras asegurarse de que estuviera bien, se sentó a su lado y se mantuvo en silencio.
Desde lejos, alguien lo observaba. Llevaba un tiempo queriendo acercarse y decirle algo, pero no se decidía.
¿En ese mismo instante? ¿Realmente era lo correcto?
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