🌃 13 🌃
La noche fue cayendo lentamente, el cielo nocturno fue haciéndose presente en el lugar, pero la niebla permanecía por muchas zonas.
La nieve comenzó a caer suavemente, cosa que pudieron apreciar los tres desde la cabaña de Urokodaki.
— ¿Te parece si salimos luego, Kanroji?— Preguntó Tomioka sin despegar su mirada de la ventana, apreciando cada copo que caía. La chica lo observó y meditó unos instantes.
— ¡Sí! ¿A dónde iremos?— Preguntó emocionada mientras comenzaba a tomar, por fin, de su comida.
— A mi refugio secreto.— Comentó. Desde la muerte de Makomo y Sabito, aquel se había vuelto, oficialmente, el refugio secreto de Tomioka, aunque Urokodaki también lo conociese.
La de cabello bicolor sonrió suavemente y asintió emocionada; cosa que Giyuu vio pues tuvo que volver su vista al frente para poder comer.
Sabito cosía lentamente el haori de Tomioka mientras este aguardaba en silencio en el otro lado de la habitación, con sus labios y puños apretados.
— ¿Cómo es que rompiste tu haori, Tomioka?— Inquirió Sabito curioso mientras daba por finalizada su labor. Tras eso, acomodó todo y se levantó para devolverle el haori a Tomioka; no obstante, una vez que estuvo frente a él se puso de rodillas y lo encaró, abrazando el haori para evitar que se le fuera arrebatado.
Tomioka lo observó con ojos tristes, y, aunque a Sabito se le hacía imposible resistirse a esa mirada, aquella vez se opuso, molesto. Le preocupaba Giyuu y no le iba a permitir salirse con la suya en un momento así, ya que todo aquello le había llevado a deducir que le había sucedido algo malo.
— Giyuu.— Dijo firmemente mientras lo observaba de manera seria. El contrario levantó la cabeza y lo observó de forma suplicante.— ¿Por qué no me lo dices y ya? No te va a pasar nada.— Comentó, esta vez de una forma más suave. El contrario se quedó en silencio.
— ¿Y por qué insistes en que lo diga? No va a pasar nada.— Sabito lo observó molesto, pero Giyuu no retiró lo dicho, al fin y al cabo, era la verdad.
— ¿Podrías simplemente decírmelo?— Pidió lo más tranquilo que pudo. Tomioka le sacó la lengua.
— No quiero.— Dijo infantilmente. Sabito pareció molestarse más; así que sin pensarlo lo tomó de los hombros con ambas manos.
— ¿Me lo dirás por las buenas?— Inquirió.— Solo quiero saber cómo acabó roto. No es nada del otro mundo.
Giyuu desvió la mirada en silencio y con su dedo índice acarició suavemente la palma de la mano del contrario.
— Suéltame.— Pidió. El pelirrojo no hizo caso y mantuvo sus manos en el lugar, a lo que Tomioka se molestó. Puso sus manos en las muñecas del contrario y forcejeó para poder zafarse del persistente agarre en sus hombros, pero aunque consiguiera deshacerse de las manos del contrario estas volvían a sus hombros antes de darse cuenta.
Al final, por esa estúpida pelea, ambos acabaron en el suelo, quedando Giyuu tumbado en el suelo y Sabito encima de él, apoyándose con sus rodillas, las cuales estaban a cada lado del cuerpo del contrario.
Pocos segundos después, fueron conscientes de cómo habían acabado, lo que provocó que un fuerte color rojo se apoderada de casi todo sus rostros, llegando hasta sus orejas.
Pensaron en separarse; pero Sabito tomó esa situación y la puso a su favor. Sin pensarlo dos veces se sentó encima de Tomioka, volviendo a abrazar su haori.
— ¿Me lo contarás?— Preguntó mientras subía sus pies al pecho del contrario, quien desvió la mirada asqueado.
— ¡No me pongas los pies ahí, guarro!— Espetó mientras cubría su rostro con una mano.— Eh... Lo siento por eso, pero... ¡Quita tus pies!— Pidió.
— No hasta que me lo digas.— Dijo Sabito. El contrario se rindió y suspiró.
— ¡Está bien, está bien! ¡Un demonio me atacó por el camino!— Confesó alzando su tono de voz más de lo deseado. Sabito sintió su mundo detenerse y observó aterrorizado a Tomioka, retirando sus pies de aquel lugar, provocando un gran alivio en Giyuu.
— ¿Q-Qué...? ¿U-Un demonio te...?— Sabito se acomodó en el suelo, cerca de Tomioka, quien había vuelto a sentarse. Este asintió en silencio.
— No quise decírtelo porque siempre te preocupas más de la cuenta... A-Además, estás enfermo, no quería preocuparte...— Confesó avergonzado mientras bajaba la mirada. Sabito ladeó su cabeza y entonces, actuó.
Alzó el haori del chaval y lo pasó tras su cuerpo, cubriéndolo por completo. Tomioka alzó su mirada y se encontró con Sabito de rodillas, cerca de él, concentrado en lo que estaba haciendo.
— Póntelo.— Pidió suavemente. Giyuu lo observó con los ojos centelleantes y entonces, hizo lo que el contrario pidió. El chaval introdujo suavemente sus brazos en las mangas, así que Sabito soltó el haori y pasó sus brazos por la espalda de Giyuu, apoyando su cabeza en su pecho.
Tomioka lo observó sonrojado, algo sorprendido por aquello, pero trató de disfrutar del momento. Con cuidado, tomó ambos lados del haori y envolvió al contrario en un abrazo, tapándolo con su haori al mismo tiempo.
Y así estuvieron durante un buen rato, hasta que se cansaron de ello y buscaron algo que hacer.
Ambos jóvenes se encaminaban hacia el lugar que Giyuu había dicho hacía un rato, mientras hablaban tranquilamente.
— Entonces, ¿ese haori está hecho por tu hermana y por Sabito?— Preguntó Mitsuri mientras señalaba el haori que el chaval portaba. Este sujetaba una parte con una de sus manos, la de Sabito, para ser exactos, mientras la observaba atentamente.
— Exacto.— Afirmó entonces mientras lo soltaba y volvía a dirigir su vista al frente.— Lo hice solo por ellos dos. Realmente los quería.— Kanroji lo observó enternecida sin dejar de caminar. Tras eso, siguieron hablando hasta llegar al lugar.
Una vez que estuvieron allí, la chica observó sorprendida el lugar, era un área bastante aislada y con gran vegetación, la cual de podía apreciar incluso estando cubierta de nieve.
Había incontables bichos tan pequeños que parecían simples lucecitas de colores que adornaban el lugar lleno de extravagantes plantas.
— Este... ¿Este era vuestro lugar secreto?— Inquirió la chavala mientras iba y se sentaba en una gran roca que había ahí cerca. No había ni una sola cabaña ni creación del hombre, cosa muy extraña, además de que a su alrededor habían varias plantaciones de glicinas, no muy abundantes pero había la suficiente como para proteger aquello de los demonios.
Giyuu se sentó a su lado y contestó.— Exacto. Solíamos venir mucho, de hecho, el día antes de la Selección Final ambos visitamos por última vez este lugar juntos.— Informó nostálgico, recordando aquel día.
Entonces su mente volvió de forma inconsciente al día de la promesa. En su rostro se pudo ver reflejada la tristeza, pero sin embargo, sus ojos no se cristalizaron. No sintió las ganas de llorar que solía sentir siempre al recordar aquel día.
Y esa tristeza no tardó en convertirse en otro sentimiento; y esa expresión tampoco tardó mucho en volverse una más suave.
Una suave sonrisa floreció en su rostro. Su expresión se volvió más suave, entonces, esa calidez volvió a invadirlo, por lo que se dio cuenta de algo.
Había comenzado a superar su pasado y aceptar su presente.
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