¿La muerte definitiva?
No hay precio tan alto a pagar. Esas palabras estaban grabadas prácticamente a fuego en su piel, en su mente y lo que le quedaba del alma. Pero ese precio, podía llegar a ser muy alto en una pequeña ocasión. La primera vez que uno lo ve, piensa que tal vez y solo tal vez el precio es justo para un poco de goce. Para tal vez poder quitarse una pequeña frustración que lo carcomía desde hace mucho tiempo. Pero luego, cuando pasa el tiempo uno se arrepiente, no era necesario y lo que pagaste por ello era tal vez demasiado incluso para ti.
Avaricia. Ira. Celos. Lujuria. Soberbia. Pereza. Gula. Ella se lo había dicho, podía contar sus pecados con las manos, no eran pocos, eran imperdonables. Él sabía que si moría ardería eternamente en el infierno; se lo merecía.
Un poco de aceite, un poco de fuego, un poco de piel expuesta y un pequeño cuchillo para la cena. Todos podían verlo, todos se encontraban aterrorizados ante las vistas que había ante sus ojos. Pero, tal vez no demasiado, siendo el francés el más 'a gusto' con su destino.
Ese cabello rojizo lo reconocerían en cualquier lugar, esos ojos azules suplicantes de cualquier piedad aunque no fuera digno de merecerla, no después de las atrocidades que había hecho durante tantos años, tanta sangre en sus manos, tantas lágrimas que él había ocasionado, tantos bastardos que seguramente tenía por culpa de su maldito gusto por someter mujeres. Ese era el castigo que se merecía por una vida de crímenes.
No hay precio tan alto a pagar. Pero ese hombre había hecho una de las peores atrocidades sobre la faz de la tierra. Ese hombre se había burlado y reído de la sangre DIO, de su única y preciada familia, y él no era la clase de hombre que perdonaba. Ese hombre viviría, pero con la vergüenza tatuada a fuego caliente sobre una olla de aceite que poco a poco de iba calentando sobre su cuerpo. Las palabras que estaban escritas en sus brazos, pecho, piernas, no serían quitadas por el paso del tiempo. Cargaría con esas marcas el resto de sus días, y tampoco es que los llegara a vivir en libertad.
Lo dejaron allí, suplicando que lo mataran con tanta fuerza que posiblemente había desgarrado su garganta. Ninguno giro su rostro, estaban demasiado concentrados en lo que habían visto.
Tal vez los dos rubios eran los que más emocionados estaban. Esa niña, que había llegado un día junto a Dante con los ojos rojos por las lágrimas y manchas de sangre bajo sus piernas, esa mujer, que solía reír de manera estrepitosa mientras le buscaba siempre lo absurdamente divertido a todo, esa mujer que era tan importante para los que tenían el placer de ser sus amigos seguía viva.
Él más afectado por la noticia seria, ta vez, el vidente que hablaba de una manera tan peculiar. ¿Cómo había sido que el destino cambiase de esa manera? Para él siempre había sido un camino recto, sabia su destino, el de todos los demás con solo verlo a los ojos. Sabia a la perfección quienes debían perecer bajo el filo del tiempo el día de hoy, no pudo evitar mirar a los mencionados con una fuerte duda en ellos.
Tal vez era demasiado pensar, que si había realmente un dios ahí arriba que le deparaba un destino a cada uno, cambio de decisión. Se lo había mostrado, las imágenes de un hombre siendo tragado por el vacío, de un fiel amigo salvando la vida del otro, de un joven que nada tenía que ver dando su vida para la victoria de sus compañeros. Cruel, eso es lo que dios es. Un ser cruel que ahora mismo le estaba mostrando cuantas decisiones podría tomar.
¿Cuánto afectaría esto al futuro? Si, tenía en sus manos el poder de salvarlos, pero no lo lograría, ese era el destino que le había encomendado a la soberbia. Su ojo izquierdo finalmente seria debelado, el cruel destino que el diablo había marcado en cada uno de ellos en cuanto decidió cortarle la cabeza a su más fiel seguidor.
Una pequeña sonrisa salió de sus labios en aquel momento en que la vio allí, sentada en un trono rodeada de las más bellas mujeres y hombres más atractivos, cada uno rogando por sus placenteros servicios para venderles su lealtad. Dos hombres se destacaron entre las hambrientas personas, uno miraba a los intrusos con frialdad mientras que el otro (mucho más joven) se concentraba en custodiar a la hermosa joven sentada tan aburrida allí arriba.
Ocre lo sabía, sabía que era lo que el futuro le había deparado tras meditarlo y meditarlo. Dios no quería verla sufrir tanto, le había salido un doloroso cariño hacia ella y por eso no acababa con su sufrimiento. Ella era una de las favoritas de dios.
_______(Camelia) simplemente se veía majestuosa sobre aquel enorme montículo de carne humana que rogaba por ser el siguiente. Esos ojos tan verdes como la pradera en primavera simplemente se habían apagado levemente con una confundida mirada. Sus labios estaban pintados de roja sangre que escurría de los cuellos de algunos a su alrededor. Pasaba sus ojos de un lado a otro, buscando tal vez a alguien. Parecia aburrida, incompleta sin haber hecho ningún gesto en cuanto el francés corrió hacia ella recriminándole el haber desaparecido de esa manera, el haberlos dejado, el haber dejado tan mal a un amigo suyo, Jotaro, él estaba destrozado.
Ese nombre hizo que los muertos ojos de su ex amiga brillaran con extraña felicidad. Había algo latente dentro de ella que le hacía sentir una descarga eléctrica de diferentes emociones recorriéndole por la espalda.
El joven hombre que la custodiaba tuvo la osadía de colocar una de sus manos en su hombro, preguntándole que era lo que le sucedía a su señora. No lo sabía, pero le dolía, ese nombre había hecho que sus lágrimas descendieran silenciosas por sus mejillas hasta caer al suelo.
Furia. Eso era lo que habían sentido todos los enemigos de esa zona. Uno a uno, los bellos hombres y mujeres que aclamaban el ser elegidos se levantaron de una forma casi anormal. Había demasiados, incluso los cuerpos que habían creído muertos hace un par de segundos se levantaban con grandes heridas que mostraban que habían abandonado ese mundo hace mucho; zombis, tan fríos y escalofriantes se alzaban con molestia contra los hombres que habían hecho llorar a su maestra.
Ocre los vio, Vanilla Ice y Johngalli A se habían marchado con la que una vez había sido su amiga. La única persona que había logado que riera por su absurdo sentido de humor, esa muchacha despreocupada que era una maraña de nervios cuando se trataba de ese joven que le sacaba el sueño por las noches. La extrañaba, sabía que era lo que sucedía si él no lograba alcanzarla, también sabía lo que sucedería si lo lograba, pero por una vez en su vida dejo ese orgullo soberbio que tanto caracterizaba a su persona para ir a salvar a alguien importante para él. Giotto, su amado, amado Giotto le había seguido el paso veloz, siendo el tanque capaz de lograr cortar cabezas disfrazado de bestia gracias a la habilidad de su Stand.
El vegetariano le sonrió a su amado rubio, quien le devolvió tenuemente el gesto mientras que ambos en compañía del herido gato subían escaleras arriba para tratar de alcanzar a su amada compañera que tantas lagrimas había derramado la ira la otra noche.
No estaba preparado para ver lo que seguiría, ni en un millón de años había logrado adivinar que el guarda espaldas de la joven rubia hubiera estado armado con una habilidad abrumadoramente simple.
No logro ver con su visión futura la bala que había atravesado el aire con tanta facilidad, cortando su mejilla hasta impactar en medio del cráneo de su amado que había empujado al más alto de los dos un par de centímetros a la derecha. La sangre no tardo en caer, pero el tiempo había parecido detenerse en aquel mismo momento. Su cuerpo golpeo contra las escaleras con un fuerte estruendo, sus ojos ta abiertos y confundidos como platos no habían logrado asimilar la situación. Giotto, había caído así de fácil. Tan fácil como una bala había atravesado la corteza de su cráneo hasta salir por el otro lado.
Ni siquiera el pequeño gato que miraba el cuerpo inerte de su cuidador por tantos años había logrado asimilar lo que sucedió en realidad. No importaba cuanto tratara de mover su mano con su cabeza, desesperado por una de sus salvajes caricias mientras trataba de calmar su respiración irritada, nada, él ya estaba muerto y en sus ojos amarillos solo podía verse un vacío sin brillo.
El sonido de otra bala siendo disparada alarmo al felino, quien con ayuda de su stand logro manifestar un escudo lo suficientemente grueso como para hacer que la bala rebotara cayendo en el vientre de quien la había disparado por el rebote que había ocasionado.
Nada de eso importaba ya, el futuro no era algo que le hacía preocupar a Ocre Log ni un segundo más. Él lo había visto, su muerte mucho tiempo después, una bella tarde de Italia en la que los dos ya eran demasiado mayores como para seguir en ese demacrado empleo. Habían decidido morir una bella tarde, juntos, tras haber descansado una última noche en la cual los dos tomarían una píldora que acabaría con su sufrimiento del paso del tiempo. Esa era la vida que él había aceptado, el destino que él había querido y visto, por eso era entendible su furia mal retenida al haber manifestado aquella pluma que servía como su arma más preciada en estos momentos.
Quería salvarlos, cambiar el destino de uno solo aun que pudiera, y ella era la única a quien tenía delante y con realmente una oportunidad de vivir. Lo lamentaba por DIO, lo lamentaba incluso por los compañeros que él había dejado detrás, pero un pequeño cambio en el futuro de una persona era capaz.
Tu no vivirías al lado de ese hombre, no ahora, no tendrías lo que él te puso en el vientre. Tu destino seria levemente diferente, con solo una acción, el sería capaz de cambiar ese destino cruel de una prisión de la mente, pero todo se lo dejaría a la estrella de platino que en estos momentos luchaba por la supervivencia de su pelirrojo compañero.
No importaba que el vacío tragara sus brazos, era un intercambio justo según él. Había dado su vida en cambio del mago de fuego que abajo se encontraba luchando con esmero junto a la pequeña Zeppeli y el carismático francés. Un segundo, solo un segundo había sido suficiente tiempo como para que el pudiera morir sonriendo, sabiendo que su destino había cambiado. Esa jugarreta Dios no se la había esperado y rechinaba sus dientes con molestia mientras cómo veía al resto de sus compañeros subiendo con desespero las escaleras.
Ocre Log podría descansar finalmente en paz una vez que vio el bello futuro que se avecinaba por delante. Tal vez una vez que la luna y las estrellas se mezclen el ciclo de dolor desaparecerá eternamente. Le hubiera gustado haber conocido a los hijos de su querida amiga _______(Camelia), le hubiera gustado ver como finalmente era feliz, pero aquella imagen de todos en florida había sido suficiente alivio.
Cerro los ojos viendo con tristeza como su nombre era gritado por su rubia compañera, Rose no tardaría en encontrar su verdadero propósito en esa vida. Estaba muy contento el haber escuchado las palabras de dios, "felicidades" le dijo "me hiciste cambiar de opinión, tal vez y solo tal vez, ella no perezca. Ira, soberbia y avaricia, serán la sangre que fue derramada en Egipto." El trato estaba hecho, un alma por otra alma. _______(Camelia) escapo siendo guiada por el joven súbdito de DIO, mientras que Vanilla era usado como un muro extra antes de encontrarse con el vampiro.
Había sido tardío, doloroso, incluso pensaron que llegarían a morir en cierta ocasión contra el gran fanático del vampiro, pero la suerte les había sonreído finalmente. Pero aquellas expectativas tan bellas desaparecieron en cuanto vieron al pequeño perrito acariciando el cuerpo mal herido de su gatuno amigo a quien le costaba incluso respirar.
Iggy no se fue del lado de Ms. Jackson hasta la hora en que sus bellos ojos se cerraron poco a poco, siendo lo último que vio la triste mirada del pequeño que había sido su compañero de travesuras en este corto tramo de tiempo.
Los recuerdos eran algo doloroso en esos momentos. No solo por la pobre Zeppeli que lloraba otra muerte de a quienes consideraba una familia más que la suya propia. Verlos a esos tres que no eran para nada normales, con sus personalidades tan misteriosas y disparejas que era difícil no lograr encariñarse de ellos.
No logro evitar llorar a mares, había comenzado a perder todo en tan poco tiempo. Su mejor amiga había hecho la misma locura que había hecho su abuelo y ella solo pudo ver mientras sufría sin poder hacer nada para evitarlo. Los brazos de Polnareff la rodearon con calidez, sabía lo que era perder a personas importantes de la nada misma. Pero tras cruzar una mirada con su buen amigo Avdol ambos supieron que era ya momento de continuar.
La separo con delicadeza, se le partía el corazón con ver las lágrimas de una bella chica como lo era ella, por eso termino diciendo una cosa tan estúpida que no solo hizo que Avdol se golpeara el rostro irritado mientas lo insultaba en voz baja por su idiotez e Iggy lanzándole uno de sus típicos gases en su rostro logrando sacarle una pequeña sonrisa a la muchacha.
Pero al mirar a su derecha sintió como las lágrimas volvían a sus ojos. Tan amarillas como el atardecer a sus espaldas, tres hombres se despedían en un nueve con un pequeño gesto y una sonrisa. Por más que su mano se alzara para tratar de atraparlos, la triste realidad es que esa nube amarillenta se desplomo en su mano, siendo soplaba por un cálido viento que poco a poco comenzaba a refrescar mientras que el sol baja con delicadeza por el horizonte.
Caminar por las oscuras escaleras de un palacio prácticamente en ruinadas le daría miedo a cualquiera, salvo a aquellos dos hombres, mujer y un perro que miraban con desdén a el apuesto hombre bañado en tinieblas que los miraba desde la parte superior de las escaleras.
"Así que, aquí es donde termina la historia." Una risa casi burlona salía de los labios de la rubia. Esto no hacía más que empezar, le contesto al hombre que la miraba con rabia al recordar en ella al hombre que había entrenado a su querido hermano en la maldita arte del Hamón que tantos problemas le había causado antes.
Era definitivo, el próximo encuentro dictaría el futuro de esta familia. Una enemistad que había durado tanto tiempo llegaría a su final, ¿Cuál sería el final? ¿Cuál de los dos tendría la suficiente fuerza como para cumplir con su más anhelado deseo?
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