Hay un beso, hay problemas ¿Cómo lo resolverán? (+18)
Una sensación cálida se encontraba cubriéndome del frio de la noche, como ya había dicho antes siempre me gusto que me abrazaran para contratacar el frío, me gusta más que una manta o un abrigo, vaya uno a saber por qué.
Al abrir los ojos me encontré con el brazo de Jotaro alrededor de mi cintura, no tenía su chaqueta puesta, lo cual me permitía mejor ver aquel magnifico cuerpo que el poseía. Me separe de él un poco para refregar mi ojo con la manga de mi chaqueta, pero al darme cuenta no era mi chaqueta, sino suya.
La mire con atención, el sueño aun me carcomía en mi lento despertar así que pude quedarme no sé cuánto tiempo admirando aquella chaqueta. El perfume masculino de Jotaro rodeaba todo mi cuerpo, a pesar de que su olor se mesclaba con el repugnante aroma del tabaco no pude evitar inspirarlo un poco, era relajante a la par de raro, pero a él no parecia molestarle.
"Estabas temblando anoche." Solo al aire con aquel timbre tan grave que hay en su voz, lo que me hizo sobresaltar un poco por el susto.
"Gracias." Fue lo único que pude decir.
Una vez más el silencio se instaló entre nosotros. No era desagradable ni incomodo; era tranquilo y acogedor. Un silencio dulce que podía tranquilizar el corazón, sin palabras que expresar ni la necesidad de rellenarlo, era un silencio simplemente perfecto.
"Ti voglio piccola stella." Pronunciaron mis labios antes que mi cabeza. Al no parecer entender lo que había dicho, simplemente me recosté en su hombro para dormir un poco más.
Jotaro no había despegado su mirada de mí hasta que escucho mi respiración ser tranquila y continua. "Olvidaste que se hablar un poco Italiano ¿Verdad?" Pregunto al aire sin esperar respuesta en realidad.
Con tranquilidad tomo mi mentón para poder mirar mi rostro, memorizando cada pequeño detalle, como si pensara que me desvanecería sin dejar rastro y en el único lugar que pudiera estar serían sus recuerdos.
Sin pensarlo mucho o por mero instinto acerco su rostro a mío mientras aun dormía para juntar nuestros labios una vez más. Aquella dulce sensación lo embriagaba, lo volvía un adicto que deseaba jamás tener que separarse, pero la falta de aire se hizo presente y debió alejarse. Se maldecía para sí mismo en sus adentros, dejarse persuadir y tentar de aquella manera no era propio de él, pero se había transformado en una necesidad que debía saciar y ya se había estado reteniendo demasiado.
El tiempo transcurrió y por fin llegaron a un pequeño pueblo en donde decidieron parar a comer. El viejo era quien manejo las riendas al final del camino mientras que su nieto escuchaba aquellas absurdas historias de su juventud, siempre con una pequeña sonrisa que de vez en cuando se le escapaba de los labios.
"Disculpe, ¿podría darnos seis porciones?" Pregunto Joseph con una enorme sonrisa en el rostro.
"No tengo hambre." Dije mientras me restregaba un nudillo por mis ojos, esperando despertarme con más facilidad.
Una mano fue puesta en mi frente, estaba fría y era agradable al tacto. "No parece tener fiebre." Dijo Polnareff entre preocupado y asombrado. "_______(Camelia) ¿Cuántos dedos ves?"
"Estoy preocupado por ella, no se ve muy bien." Respondió Kakyoin al igual de preocupado.
"Digo, mírala, no se ve muy bien." Siguió el francés con aquel rostro repleto de preocupación.
"¿Qué?" Pregunte mientras me bajaba de la carroza. "Estoy perfectamente bien."
Polnareff bajo de un salto, y se colocó a un lado mío tomando mis mejillas. "Es lo que todos dice, y luego se encuentran boca arriba. ¡Muertos!" Los tres chicos parecían analizar bien mi rostro apretado, que, parecia un pez dando un beso por como achuchaba mis mejillas.
"Ahora que lo veo, te ves terrible." Dijo Jotaro acercándose para inspeccionar bien mi rostro y cuerpo. "¿No la notan más delgada?"
"¿Quieres sentarte?" Pregunto Kakyoin guiándome hacia el interior de la carroza para poder sentarme con tranquilidad.
"Bueno, a decir verdad tengo una punzada en el cuello." Dije masajeando un poco la zona adolorida, parecer que había dormido en una mala posición. "Tampoco he dormir muy bien, y tiene razón, no sé cuánto hace que no como como normalmente lo hacía ¿En serio estoy más delgada?" Pregunte mirando mi cuerpo con algo de precaución, me puse algo triste al ver que en efecto, estaba más delgada. "Necesito que me apapachen." Dije al aire sin pensar en las consecuencias.
Polnareff fue el primer en rodearme con sus brazos, para que le siguiese la cereza y luego la estrellita. De pronto me sentí muy querida y afortunada, ósea, ¡Tres hombres buenorros me estaban abrazando! Si esto es un sueño, no quiero despertar.
"Oigan chicos, compre *Kebabs" Al escuchar el nombre de la comida automáticamente dio hambre. Y siendo sinceros, casi lloro al ver como el viejo tiraba la bolsa al suelo sin querer. "¡Oigan, la vieja despertó!" Pronuncio el anciano mientras apuntaba con su mano el interior de la carroza, donde se encontraba Enyaba.
Todos miramos a aquella anciana quien parecia asustada de golpe. "Yo. . .Yo. . .Yo no he dicho nada ¿Qu-que haces aquí? ¿Realmente piensas que podría revelar el secreto del Stand del amo DIO?"
Giramos nuestro rostro para ver con quien hablaba esa loca mujer, y nos sorprendimos al ver que el vendedor que posiblemente había estafado a Joseph, se quitaba parte de sus ropas para mostrarnos a un chico más joven de lo que aparentaba con aquel traje.
Algo comenzó a brotar de Enyaba, varios tentáculos que salían de sus orificios, lo suficientemente fuertes como para destrozar por completo la carreta en la que estábamos.
"¡Esos tentáculos!" Grite al recordar de que se trataba, no era un Stand, sino algo mucho peor.
"¡¡¿Por qué has venido a matarme?!!" Pregunto la anciana en su desesperación.
"Parece ser que el amo DIO no confía en nadie." Contesto como si nada mientras se quitaba aquel turbante. "Me asegurare de que no vuelvas a hablar." Y finalmente se giró, mirándonos a cada uno con una sonrisa tranquila, demasiado confiado a mi parecer. "Ustedes cuatro, no saldrán vivos de esta. Un punto extra para mi es que poder llevarme sin problemas a aquella muchacha que tanto quiere DIO."
Enyaba gritaba por su horrible muerte. Me acerque lo más que pude a ella para tratar de quitarle aquel paracito, pero por más que lo cortara o buscara en donde estaba aquel brote de carne no lo encontraba. "Resiste Enyaba." Dije mientras seguía tratando de cortar aquellos tentáculos.
"Me llamo Dan, Dan of Steel. Mi Stand es correspondiente a la carta de los enamorados. Correrán la misma suerte que Enyaba." Tome la cabeza de la anciana, quien moriría de una forma inevitable.
"¡¿Cómo te atreves?!" Pregunto Polnareff indignado. "La anciana es su compañera ¿No?"
"El amo DIO nunca me haría nada así ¡Mientes! ¡Mientes!" Repetía una y otra vez aquella anciana cuya vida se estaba acabando en mis manos. Con sus últimas fuerzas tomo la chaqueta de Jotaro, que yo estaba usando en ese momento. "Poder morir en sus brazos, señorita ¡En los brazos de un familiar del amo DIO! Gracias por tenerme piedad."
Piedad. No, no le tengo piedad si es que muere de esta forma pero. . . "Descansa, vieja." Y con aquellas palabras me acerque a aquella frente arrugada y la bese.
De pronto parecia cansada aquella mujer. "Tiempo señorita, lo único que quiere mi amo, es el tiempo." Y con aquellas palabras la anciana cerró los ojos pocos segundos después, por lo menos la anestesia local no le dejara experimentar aquel horrible dolor que tuvo en su muerte.
Me levante, dejando aquel cuerpo inerte ser devorado por aquel brote de carne. Una risa nos llamó a todos la atención. Dan estaba sentado en una pequeña mesa, no muy lejos de donde nos encontramos, tomando una taza de café mientras se reía con tranquilidad al ver a la anciana muerta.
"A pesar de que Enyaba estaba ligada a la muerte de mi hermana y tengo sentimientos encontrados, te matare." Vocifero molesto Polnareff.
"No nos contendremos a pesar de ser cinco contra uno." Siguió Kakyoin.
Pero a pesar de todas las ganas que tengo de matarlo a golpes, algo me dice que no es buena idea. Tengo un mal presentimiento de todo esto, por lo tanto mantengo un poco mi distancia contra este Dan.
"Levántate." Le ordenó Jotaro, pero el otro ni se inmuta. "¡Oye imbécil! ¡No trates de hacerte el duro en esta situación. Pelearemos aunque no nos ataques."
"Adelante." Contesto sin preocuparse en lo absoluto. "Sin embargo, ninguno de ustedes podrá ponerme un dedo enésima." No le dejaron terminar siquiera. Star Platinum le atino un fuerte golpe, mandándolo a volar al igual que ¡¡¿Joseph?!! ¿Por qué el salió volando? ¡¿Qué está pasando doctor García?! ¡¿Qué está pasando?!
"¡¿Qué?!" Pregunto Jotaro mirando como su abuelo era atrapado por mí.
"Señor Joestar ¿Qué le sucedió?" Pregunto Polnareff igual de confundido y alertado que nosotros. "Salió volando al igual que ese sujeto."
"Debe tener un Stand que refleja los ataque." Dije yo. "Significa que, debe ser alguien invencible ¡Impresionante!" Y tras decir aquellas palabras mes acerque a paso lento y tranquilo hacia donde aquel hombre había aterrizado para ofrecerle mi mano. "Tener una habilidad así, es impresionante, Dan." Un tono lento, con voz un poco más suave y aguda. Las mejillas de aquel muchacho se ruborizaron un poco.
Carisma y seducción. Utilizadas como se deben, no hay nadie ni nada en el mundo que pueda resistírsele. Sangre salía de su boca, me acerque y lamí un poco de aquel líquido que estaba en su mejilla. ". . ." No dijo nada pero parecia a gusto con eso.
"Me gustan los hombres fuertes, pero tú eres fuerte y guapo. ¿Podemos dejar a estos idiotas atrás y divertirnos un poco tu y yo?" No parecia disgustado ni un poco por aquella idea.
"Ni una palabra a DIO, preciosa." Y tras colocar una mano en mi cintura me tuve que poner de puntillas para besarlo, los demás que estaban mirando no podían creer lo que veían y escuchaban. Uno estaba cubierto por una negra y extraña neblina de odio puro, mientras miraba aquella escena.
Dan de pronto cayó al suelo, pero el viejo no sintió el fuerte golpe que este se dio, lo que significaba que había caído dormido. "Por la luna y mis estrellas, que imbécil." Y tras decir aquellas palabras le patee el rostro notando como su sangre salpicaba el lugar.
"________(Camelia)" La voz de Jotaro me llamo por detrás, un tono frio y terrorífico hizo que mi piel se erizara por completo. Gire mi cabeza con el mayor terror que había experimentado en mi vida, y no era para menos. Los muchachos debían alejarse del azabache para que aquella aura negra de enojo no los aplastara. Solo podía ver uno de sus ojos, el otro estaba oculto en la sombra que creaba su gorra, como si las tinieblas lo hubieran engullido.
"¡A-Antes de que te enojes! ¡Lo hice por el bien de Joseph, no quería hacerlo lo juro! Solo que era la única forma de que el viejo no muriera de dolor." Se acercó a mí, cada uno de sus pasos parecían retumbar bajo de él, y una vez que estuvo a mi lado simplemente me tomo de la cintura para subirme a su hombro; era igual a cargar una bolsa de papas. "¡O-Oye! ¡¿Qué diablos crees que haces?!" Sin contestar a mi pregunta comenzó a caminar hacia quien sabe dónde.
"Renten un televisor y vean si ese idiota dejo algo en la cabeza del viejo." Fue lo único que les ordeno a el resto de muchachos que parecían confundidos de golpe por aquel cambio repentino de Jotaro. Decidieron atar a Dan y llevárselo con ellos, ya que pensaban que aquel azabache querría saldar cuentas después.
"Jotaro ¡Bájame! Lo lamento ¿Si? ¡Enserio lo lamento! Pero no se me ocurrió otra cosa." Decía mientras trataba de bajarme de aquel armario ambulante con problemas de ira. "¿Cuánto más vas a estar en silencio?" Pero seguía sin decir nada, y no parecia que su enojo se esfumara.
Star Platinum se manifestó de golpe, y me tapo tanto mis ojos como mi boca, algo que me enojo bastante a decir verdad. Las personas que pasaban a nuestro lado me miraban de forma extraña, ya que caminaba sin saber muy bien a donde ir al no poder ver ni hablar, simplemente deje que Jotaro me guiara a quien sabe dónde.
Una pequeña campanilla me hizo entender que entramos a un negocio, aunque no sabía que era. "Cinco horas." He de admitir que me perdí completamente al escuchar esas palabras salir de la boca de Jotaro, más el ruido de unas llaves y que la mujer a cargo le pedía una firma antes de proceder a la habitación.
Jotaro me tomo de la mano y quito a Star Platinum y finalmente pude ver. "(¿Esto es un motel?)" Me pregunte a mí misma. De pronto mi corazón salto dio una gran giro, a pesar que estaba acostumbrada a este tipo de lugares por mi trabajo en la mafia y todo eso. "Jotaro." Pero volvió el silencio una vez más, abrió la puerta que tenía el número de la llave y entro conmigo, obligándome a pasar al cuarto y tirándome a aquella cama que allí nos esperaba.
– Clic – Fue el primer sonido que escuche tras haberme recostado en aquel lugar. Mire a mi compañero, el cual se apolo sobre mí en aquella cama, evitando mi huida de aquella confusa situación. "Estoy harto, _______(Camelia)." Fueron las primeras palabras que había dicho desde que llegaron a aquel lugar, dirigidas a mí, claro.
Mi vista bajo, algo apenada. Si bien entendía – o eso quiero creer – el por qué está enojado, no le encontraba el sentido por completo. "Ya te dije que lo siento."
Pero aquella escusa no pareció funcionar. Cerré mis ojos para no tener que ver aquel rostro enfurecido suyo. "Mírame ________(Camelia)." Pero solo cerré los ojos más fuerte que antes, no me atrevía a verlo, a verlo así de enojado. Verlo en esta posición, en estos términos hacia que mi corazón latiera indudablemente rápido y que mi mente se disparara para cualquier otro lado sin dejarme pensar con claridad. "Te he perdonado muchas veces, ______(Camelia). ¿La primera? Cuando conocimos a Kakyoin, tus constantes coqueteos con él, todo eso me molestaba pero no dije nada. Que posaras para Polnareff de esas maneras, ese día no te perseguí porque tu Stand me tirara, sino porque quería gritarte a la cara lo mucho que me disgustaba que otros te vieran así. En muchas otras oportunidades me contuve lo mejor que pude, a veces yo mismo me sorprendía por la paciencia que te tengo, ________(Camelia). Juegas con mis sentimientos, con los de Kakyoin y cualquier otro que se cruce en tu camino, estoy harto." Seguía sin abrir los ojos, simplemente no podía mirarlo, creía que si lo hacia el peso de la culpa me rompería en mil pedazos. "Siempre que dices que me amas, que quisieras formar una familia conmigo de alguna manera. . . soy feliz." Ahora era yo quien tenía los ojos abierto, finalmente lo miraba y el me devolvía el gesto. Por extraño que suene o parezca sus mejillas estaban levemente rojas. "Odio hablar de más. Seré directo; te amo _______(Camelia). ¿Tú que sientes? Dímelo y esto termina aquí."
Esto termina aquí. Que dolorosas pueden ser aquellas palabras. Silencio, no se escuchaba nada de nada, solo nuestras respiraciones relajadas. Él no se movió ni un centímetro, aunque quisiera escapara, no podría. Tome una gran bocanada de aire, sentía que en cualquier momento me vendría completamente abajo. Tan nerviosa me sentía que en algún momento de aquellos silenciosos minutos mis piernas perdieron toda la fuerza y se desplomaron. "Yo. . .No lo sé, Jotaro." Mi respuesta pareció desconcertarlo un poco, pero antes de dejarlo replicar volví a hablar. "Entiéndeme, por favor. Nunca estuve en una –relación– en el sentido estricto de la palabra. No conozco el amor que te puede dar una pareja, por eso, no sé cómo afrontar este tipo de situaciones." Tome su mano, algo sorprendido accedió en silencio el ser llevada hacia mi pecho. "¿Lo escuchas? Ese es mi corazón." Cerró los ojos por un momento, concentrándose en aquel sonido hipnótico. Un ritmo irregular acelerado retumbaba y él podía sentirlo con total tranquilidad. "Jamás había latido así por nadie más, jamás, ni siquiera en los innumerables momentos que estuve al borde de la muerte. No sé cómo tratarte, tengo miedo a meter la pata por qué; creo que te amo. Mi confianza y seguridad se desvanecen, y a pesar de que no hablamos mucho entre nosotros te conozco muy bien. Tus miradas, gestos, actitudes, gustos. Lo se simplemente con mirarte. Si estas feliz, triste, enojado, frustrado. Yo lo sé, y me encanta saberlo, a pesar de todo lo que pasa me siento feliz y segura a tu lado."
¿Eso fue todo? ¿Solo admitir mis sentimientos por él? ¿Esperar que mi cuerpo dejara de temblar? Cinco horas me recordó mi cabeza ¿Qué planeaba hacer en esas cinco horas?
"Descansa ¿Quieres? Pareces gelatina." Y con aquellas palabras me dejo vía libre, separándose de mi cuerpo para recostarse al otro lado de la cama para intentar dormir. Lo mire confundida, persistentemente hasta que el levanto un poco su vista. "¿Qué?" Pregunto de cierta manera molesta.
"Nada, solo que. . .Creí que. . ." Dije sin saber muy bien como continuar.
"Que sucia tienes la mente." Respondió algo enfadado mientras se volvía a acomodar para tratar de dormir.
"Prefiero el término 'mente sexy' para tu información." Dije en un tono travieso y juguetón, volviendo a mi normal confianza. "¿Vas a dormir?"
"Para eso rente esta habitación, no has dormido en un lugar decente durante mucho tiempo. Ni comido, ahora que lo recuerdo, después te llevare a cenar." Comento mientras su cuerpo se relajaba.
"(Así que pensó en mi todo este tiempo)." Pensé un poco conmovida por su atención. Me quite el sombrero y la pesada chaqueta de mi compañero, aquella dorada cadena de metal podría molestarme a la hora de dormir. Me quede solamente con mi playera blanca descotada y el pequeño pantalón negro que cubrí debajo de la nalga y apenas los muslos. Gire la cabeza, lo atrape viéndome de reojo pero se hizo el tonto y cerró los ojos de golpe. "(Tierno)" Pensé mientras lo miraba descansar.
Me acerque un poco a su rostro, admirándolo un poco, Jotaro era realmente guapo. No tenía que envidiarle nada a nadie, y creo que lo que más me gusta de su rostro son aquellos preciosos ojos verde agua que el posee. Mis labios se sintieron atraídos por los suyos, como si de imanes se trataran para besarlo que la mayor suavidad y ternura que llegue a tener en mi vida, como si se pudieran romper en cualquier momento.
Abrió los ojos sorprendidos, pero nunca alejo su rostro, simplemente se dejó besar. Una vez que nos separamos, volvimos a unir nuestras bocas, cada beso más violento que el anterior dejando escapar una pación reprimida a ratos.
Una pequeña y suave mordida en mi labio fue suficiente permiso que necesite para dejar que su lengua pasara por mi boca.
La saliva se mesclaba con cada nuevo beso, ambos explorábamos la boca de nuestro contrincante y luchábamos por tener el control de la situación. Una batallas que yo tenía más experiencia, o eso pensaba.
No recuerdo en que momento fue que me encontraba debajo de él, respirando con irregularidad mientras Star Platinum me quitaba mi camiseta. "Buena manera de usar un Stand." Dije al bromear, pero aquellas palabras se ahogaron en un leve gemido cuando sentí como sus dientes de clavaban con cuidado en mi cuello. Besando, mordiendo y lamiendo, dejando aquella zona con un pequeño tono rojizo.
Sin querer quedarme atrás comencé a desvestirlo a él también, pero en un momento de debilidad por su parte los papeles se invirtieron, cambiando de lugar. Ahora, yo me encontraba sobre él. Honey Honey apareció, creando unas pequeñas lianas alrededor de sus manos para atarlas en la cama. "Tramposa." Fue la primera palabra que salió de sus labios. Moví mis caderas, sintiendo su erección crecer bajo mío, un gruñido se escapó de sus labios.
"Pero no pareces molesto." El pequeño jugueteo de burlas y bromas por mi parte continuo. Era lindo tenerlo debajo de mí, con aquel rostro salpicado en rojo mientras leves gruñidos salían de su boca.
Desabroche el cinturón de mi pantalón, estos comenzaron a deslizarse lentamente hasta llegar al a la cama y ahí el ser retirados por completo. Mis manos se paseaban por todo su tonificado cuerpo, acariciando cada centímetro con cual llegaban a encontrarse. Su piel se erizaba bajo mi toque, mientras que un camino de besos estaba siendo formado desde su boca a su cuello, del cuello a morder un poco aquella musculosa clavícula y seguir bajando por su marcado abdomen con mi lengua.
Aquel enorme bulto parecia molestarle, estar encerrado contra aquel pantalón de doble cinturón (vaya uno a saber por qué usa dos). Jugando un poco más, baje sus pantalones junto a sus bóxer, al mirarlo por completo he de admitir que me sorprendió. "Muy grande para ser Japonés ¿No crees?" Dije con sorna mientras bajaba mi boca.
Quería replicar, insultarme, lo había visto en su expresión pero, al sentir mi lengua jugando en su punta debió ahogar un pequeño gemido que quería escapar de sus labios. Sonreí al escucharlo, juro que fue el gemido masculino más hermoso y encantador que había odio en toda mi vida.
Con un ritmo despegadamente lento comencé a bajar más y más, haciendo un vaivén acompañando aquel lento procedimiento con mi experimentada lengua literalmente parecia derretirse ante mi toque. A veces me rogaba que fuera más deprisa, o trataba de zafarse para tomar el la situación entre manos, pero ni Honey ni las lianas se lo permitirían.
Aleje mi boca con una risilla, lo cual no pareció gustarle mucho que digamos. "No rías, sigue chupando." Aquella orden me lleno de ternura.
"¿Realmente crees que tienes el control? Es-tre-lli-ta~" Y tras decir aquella frase lo tenía sobre mí de alguna manera, masajeando mi clítoris sobre la tela negra que me cubría. Un gemido fuerte por la sorpresa se me escapo de mis labios.
Por más que quisiera pelear mis muñecas estaban sujetas por su enorme mano, la otras se estaba encargando de atenderme. Mi ropa interior fue completamente despojada, exponiéndome por completo. Jamás había sentido tanta vergüenza junta en mi vida.
"Sumisa." Se burló de mi estado emocional, y tras decir aquello me cayó al bajar hasta mis muslos. Los besaba con tranquilidad y cariño, cada caricia que me hacía era simplemente gloriosa. De pronto mordió con delicadeza uno de ellos, lleve una de mis manos hasta mi boca tratando de callarme. Lo sentí sonreír mientras acomodaba su cabeza entre mis piernas.
Su legua comenzó con un ritmo lento, jugando como yo lo había hecho con anterioridad. "¿Esta es tu venganza?" Pregunte con una sonrisa aunque ya sabía la respuesta. Su lengua se introdujo dentro de mi vagina con rudeza, solté un alarido para luego tomar su cabeza y recorrer su cuero cabelludo con cariño.
Siendo sincera, fue la primera vez que no supe bien qué hacer con mis manos. Aquel hombre me volvía loca y un poco tonta a mi parecer. Una lamida mucho más honda que las demás me erizo por completo la piel, mi cuerpo temblaba por completo y mis piernas se sentían flojas.
En unos minutos que parecieron segundos, una opresión apareció en la parte baja de mi cuerpo, mi respiración ya irregular de por si empeoraba a cada paso que me acercaba mas al clímax. Y cuando estaba a punto de sentir mi liberación se detuvo por completo. Exclame mi disconformito con un gemido de decepción, al ver que él tenía una reluciente sonrisa.
Me hice la –enojada– en cuanto se acercó para besarme, pero no duro mucho ya que acepte aquel beso a los segundos. Rodee su cuello con mis brazos, profundizando aún más nuestro beso mientras lo tiraba a la cama nuevamente.
Tome un condón, y con las manos más rápidas del oeste lo coloque en 0,5 segundos. "¿Estás seguro?" Pregunte al verlo nervioso, solo un poco.
"Estúpida, eso normalmente lo pregunta el hombre." Respondió levemente irritado, lo cual me causo bastante gracia a decir verdad.
No pude retener aquel suspiro en cuanto mi cuerpo se deslizo por su circunferencia. Jotaro hiso lo mismo, logro sacar todo el aire de sus pulmones en cuanto entro por completo. Si ya había tenido relaciones antes, ninguna se comparaba a esta, aquel pensamiento era compartido. Estar dentro de mí era mejor de lo que su mano hubiera podido simular. Y finalmente lleno por completo cualquier vacío que podría llegar a existir, por primera vez en mi vida temblé de verdadero placer no solo carnal sino también sentimental.
Fue tanta la emoción que no pude evitar que un par de lágrimas resbalaran por mis mejillas, en ese momento me sentía completa, amada y protegida. "¿________(Camelia)?" La preocupada voz de Jotaro me hiso abrir los ojos, coloco una de sus manos en mi mejilla para limpiar aquellas pequeñas lagrimas que caían por ella.
"Gracias, Jotaro." Aquella sonrisa, aquel angelical rostro de felicidad. Jotaro no pudo negar lo linda que me veía y me había puesto durante los años. Su cuerpo lo guio, moviéndose con lentitud y cuidado. Necesite abrasarme a él, saber que está aquí para mí, saber que esto no es ningún sueño me llenaba de felicidad.
Con mis piernas temblantes aun por la anterior estimulación y negación, estar encima de el en este momento me daba la oportunidad de vengarme de él, de ir a mi antojo. Negarlo un par de veces, escuchar como maldecía de vez en cuando al ver mi divertida sonrisa en mi rostro.
Cansado ya de mi juguetona actitud, me quito aquel poderío que había tenido tanto tiempo. Si la primera vez me había perdonado por negarlo no soportaría una segunda vez mucho menos una tercera. Empujando con todas su fuerza se encontraba en un frenesí donde los dos podríamos llegar a terminar en cualquier momento, siendo yo la primera en llegar a la cima del éxtasis. Y tras unos empujes más el término, y yo me desplome sobre él.
Cansada y agitada, con una leve capa de sudor que cubría todo mi cuerpo. Me recosté a su lado, abrazándolo con tranquilidad. Él se reclino un poco y encendió uno de sus cigarros, algo que me molesto de sobre manera. "Tienes que dejar esa porquería."
"Cuando tu dejes de ser sexy." Respondió.
"Amigo, eso es imposible." Dije mientras le quitaba aquel palito del demonio y lo apagaba. Me miro severamente, pero no dijo nada. "Si los dejas te recompensare~"
"Trata de convencerme." Parece que ambos estábamos listos para una segunda ronda, que inicio con un salvaje beso.
-----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
"Tengo hambre~" Dije mientras me vestía nuevamente. Las cinco horas ya se habían gastado y lo último que hice fue dormir. "Ay. . .Mierda duele." Dije al masajear mis caderas, juro que nunca antes esto me había pasado.
"Es tu culpa por no dejarme fumar. No te quejes." Pero por más que diga eso, parecia un poco preocupado. Me cargo como una princesa y abrió la puerta. "¿Qué quieres comer?" Pero antes de que pudiera contestar, Jotaro pareció tropezar con algo. Se dio la vuelta y vio a una mujer tirada en el suelo, roncando. Tenía un cabello marrón demasiado claro y algo grisáceo, además que vestía con un piyama amarillo con cabeza de piakchu o algo parecido.
"¿Ágape?" Dije al aire sin poder creerlo realmente.
Los ronquidos cesaron y aquella mujer alzo la vista. Aquel rostro de perdida me indicaba que efectivamente era mi compañera de trabajo. "¿________(Camelia)?"
-----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
*Kebabs: El Shawarma (en árabe) o döner kebab (en turco), es un plato originario del Medio Oriente que consiste en finas laminas de carne de cordero, ternera, pollo o pavo (condimentadas) asada en un asador vertical y consumidas como bocadillo en pan de pita junto con vegetales (cebolla, perejil, tomate ...etc.) y salsas ( tahina, yogur....etc.).
El término "döner kebab" significa ( carne a la parrilla que da vueltas ) , ésta forma, no es apropiada para hacerla en casa por la complicada maquinaria que necesita y porque hace falta mucha cantidad de carne para realizarla. Sin embargo se puede preparar un plato exquisito de shawarma casero que sale tan rico o más que el industrial.
Ingredientes: (4-6 Personas)
· Pierna de cordero de 1 Kg. sin hueso.
· Una cebolla grande cortada en juliana
· ½ taza de perejil fresco picado.
· ½ cucharadita de pimienta negra molida
· ½ cucharadita de pimienta blanca molida
· Una pizca de nuez moscada
· Una pizca de clavo molido
· 1 cucharadita de cilantro molido
· ½ cucharadita de canela molida
· ½ vaso de aceite de oliva extra
· Zumo de un limón o 2 cucharas (soperas) de vinagre
· Sal al gusto
Preparación:
Paso 1:
Limpiar la carne de grasa y nervios y cortarla en láminas finas pequeñas.
Paso 2:
Mezclar la carne, con los otros ingredientes y marinar unas 12 horas mínimo.
Paso 3:
En una sartén, calentar poco aceite y rehogar la carne marinada durante 3-5 minutos. Si se forman grumos mientras rehogar la carne, deshacerlos con un tenedor.
Paso 4:
Servir con pan de pita, ensalada (tomate, aros de cebolla y perejil) y salsa (tahini, yogur o mahonesa).
Variaciones
Se puede añadir al bocadillo de shawerma, queso fresco o patatas fritas.
¡Qué nivel Maribel! Con clases de cocina y todo vienen mis historias. Es que escritores como yo no hay estos días. *hace pose diva* Nha mentira.
¿A que venía? A si ¡Sorpresa! ¡Lemon! No soy realmente buena en eso, pero hice lo mejor que pude.
Siendo sinceros ya me estaban entrando las ganas de hacer que la relación de estos dos comenzara pero la pregunta importante será: ¿Cuánto tiempo durara? ¿Un día? ¿Una semana? ¿Muchos años? ¿Eternamente? ¡Quién sabe!
Quien: Pero yo no sé.
Ya, ya, que fue muy malo el chiste. Solo es que estaba súper depresiva el día que escribí el –Interludio- pasan demasiadas cosas en un corto lapso de tiempo.
¿Qué pasara con el buen Kakyoin? ¿Lo aceptara o su corazón será completamente destrozado? ¿Por qué Ágape estaba durmiendo junto a la puerta de la habitación que estaban usando Jotaro y _______ o Camelia? Enserio, eso es raro. ¿Se imaginan salir de una de esas habitaciones y ver a una mujer maso menos entre 30 y 40 años dormir al lado de su puerta con un piyama de pikachu? Yo llamaría a la policía. . .
Bueno, sin más que decir los amo etc etc.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top