Dulces pesadillas (Parte 2)
Mire para mis alrededores, una y otra vez y aun así, no le encontraba sentido a esta situación.
Me encontraba en una alta torre de un castillo salido de un cuento de hadas, a mis alrededores había un enorme parque de atracciones y al fondo podía verse una rueda de la fortuna girar lentamente.
"¿Qué le pusiste a la sopa tía Chenchis? Que estoy alucinando." Dije mientras me frotaba la cien tratando de recordar en que momento llegue aquí si es que la última cosa que hice fue sentarme en una avioneta para viajar hacia Egipto. "¡Ya se!" Exclame mientras me estiraba. "Esto debe ser un sueño." Y sin hacer esa típica escena cliché de pellizcarse la mejilla y que al final no pueda despertar salí por la puerta de ese lugar.
Abrí una puerta que era jodidamente pesada, y eso que lo dice una chica que en su capítulo de fanservice logro levantar una grúa-stand solo con sus brazos, así que podían darse una idea de lo pesada que era. Ni s.h.i.e.l.d. tiene esta seguridad, papú.
Y finalmente cuando vi el pasillo note que no tenía mis ropas normales, más bien un vestido jodidamente raro. . . como que dije esa frase dos veces seguidas, necesitaría buscar algún adjetivo ¿No creen?
"¿No te parece raro hablarle a los lectores?" Pregunto una voz cercana a mí.
"Nha. . . . . . .¡¡Espera!! ¡¿Quién carajo hablo?!" Pregunte alterada mientras buscaba aquel causante de ese sonido, un espejo comenzó a saludarme. Por suerte yo era la que se reflejaba y no uno de esos monstruos japoneses con el pelo larguísimo que salen de las pantallas de la tele, juro que me cagaba si eso aparecía ahí.
Por más que tratara de hacerle hablar no dijo ni mu, así que me rendí y comencé a admirar mi belleza divina. Tenía un vestido puesto, cosa que odio ya que no me gusta usar faldas pero tenía que admitir que estaba bonito.
Realmente parecia Alicia del país de las maravillas, con un vestido azul y blanco, con una bincha que tenía cartas de póker para adornarlas, unos guantes negros con líneas celestes que me llegaban un poco más arriba de los codos. Mi cabello había vuelto a ser castaño, estaba trenzado y lo peor de todo; no encontraba mi sombrero por ningún lugar. Sin duda era el tipo de vestimenta que a mi hermanita le encantaba hacer.
". . . Como les extraño." Dije en un susurro mientras miraba mis pies, estaba usando unos tiernos zapatos oscuros con pompones en las puntas. "Me siento tonta." Dije mientras me comenzaba a quitar la ropa, prefería estar desnuda a usar ese traje de princesita Disney.
Al levantar la vista pude ver un conjunto de encaje celeste y negro, el corpiño era algo transparente con unos diseños de flores sobre una delgada tela oscura al igual que las bragas, estas estaban unidas a unas medias oscuras con una hebilla de luna para sujetarlas.
"Bueno. . .esto está mejor." Comente al verme en el espejo de manera más detallada, delineaba mis curvas con mis propias manos. "Juro que es el sueño más raro que he tenido nunca." Escuche un silbido al darme la vuelta.
Me gire lo más rápido que pude hacia atrás, el espejo me reflejaba con total normalidad pero estaba segura de lo que había oído, así que como persona no sensata que soy golpe aquel espejo viendo como este se rompía en millones de trozos para caer al suelo, junto con gotas de mi propia sangre.
Mire la herida, esperando a que se curara, cosa que hizo con total normalidad. Tome del suelo la ropa que había tirado para doblarlas y dejarlas en una silla cercana. Un rechinido llamo mi atención, y una vez más me prepare para atacar tratando de invocar a Honey Honey.
"¿Honey?" Pregunte en voz alta al ver que no respondía a mi llamado; algo extraño estaba sucediendo aquí, algo que no me gustaba y mucho menos me daba un buen presentimiento.
Mire atentamente donde había escuchado el ruido. Vi un estante en medio del pasillo que antes no estaba allí, con ropa y una rosa sobre él, me acerque lo más lentamente que mis pies me daban.
Eran las ropas que normalmente usa, mi camiseta blanca con la gabardina negra, el pequeño pantalón y las medias largas con mis botas cafés y lo más importante; mi sombrero. También había una rosa roja, como antes había dicho, y al tomarla entre mis manos esta se decoloro por completo hasta volverse negra. No se había marchitado, más bien parecia haber sido pintada de negro.
El viento soplo, deshaciendo la trenza de mi cabello, dejándome con perfección lo rubia que se había vuelto de un momento a otro.
Aplaste aquella flor en mi mano, sin importarme en lo más mínimo el hecho de que me haya lastimado por completo con sus espinas. Simplemente me empecé a vestir lo más rápido que pude.
"Supongo que es un Stand. Ágape tenía un efecto parecido con esto." Dije mientras me colocaba la mano en el mentón para pensar. Si era uno de los seguidores de DIO, sabía que no me haría daño ¿Por qué? No lo sé, no tengo idea porque aquel hombre me quiere tanto en su poder pero ninguno de sus hombres había tratado de hacerme daño (solo secuestrarme). Si era miembro de nuestra mafia enemiga, pues, estaba jodida si no podía salir de aquí.
"Lali-ho" Escuche a mis espaldas, demasiado lejos de aquí. Mire por la ventana hacia la rueda de la fortuna, creyendo haber escuchado un grito de Polnareff. Podía ver a Kakyoin y al francés allí, gritando, mientras que un Stand trataba de cortarle la cabeza con su guadaña pero a tiempo desapareció.
Salte de la torre para tratar de ir hacia allí, no me importaba que mis piernas se rompieran por el impacto, podría estar bien con solo un par de minutos pero tenía que ayudarlos. A él. Si algo le pasaba a Kakyoin. . .yo. . .sentía las lágrimas acumularse en mis ojos al solo pensar en perderlo, a él, a cualquiera. Al viejo, a Avdol, a Pol, Jotaro. . . No quería perder a mi familia otra vez.
Y ya estaba por llegar al suelo.
"________(Camelia)" Alguien me estaba despertando con suavidad, se trataba de Jotaro quien me miraba con su típica expresión de seriedad.
"¿Qué pansa calabaza?" Respondí con total tranquilidad mientras me frotaba una de las cuencas de mis ojos. Pude verlo, con un poco de dificultad, pero vi como su rostro se tornaba ligeramente de rojo al haber escuchado ese mote. De golpe me sentí fatal, mis piernas me dolían de una manera horrenda y un amargo sentimiento se escurría por mi garganta mientras sentía los segundos lentos.
Sentí una mano en mi hombro que me sobresalto. "¿Estas bien?" Pregunto el francés con un rostro de preocupación.
"No es nada." Respondí restándole importancia con un gesto de mi mano. "Creo que tuve una pesadilla, solo es eso." Dije para una vez más frotar uno de mis ojos. "¿Para qué me necesitan?" Pregunte con las manos en mis rodillas, dándome cuenta de que ya no tenía al pequeño en mis piernas, sino que se encontraba en las de Polnareff con el pañal mal cambiado.
Su cara que rogaba por piedad fue suficiente para hacerme entender que necesitaba ayuda con esto, y con maestría corte uno de los pedazos de la tela que usábamos como pañal para el pequeño y comencé a cambiarlo sin ningún inconveniente.
"Vaya, eres buena en eso." Dijo el alvino sorprendido con los ojos bien abiertos mientras una gran sonrisa se asomaba por su rostro. "Serás una buena esposa." Al escuchar esas palabras lo mire con una enorme expresión de felicidad, mis ojos brillaban con fuerza mientras que Jotaro estaba tratando de ocultar su rostro.
"Aquí vamos otra vez." Dijo el viejo, ganándose un pequeño golpe de mi parte, pero en vez de enojarse comenzó a reír fuertemente. "¿Por qué te ocultas, Jotaro? Polnareff jamás especifico que fuera tu esposa."
El rostro del azabache se había sonrojado por completo mientras que Pol yo lo acompañamos con un ohhhhhhh~ al unísono. "Yare yare daze, no molesten trio de idiotas." Al haber dicho eso cabo su propia tumba ya que no parábamos de molestarlo, haciendo bromas de vez en cuando para pasar el rato.
Un gruñido nos sacó a todos de ese ambiente tranquilo que se había formado entre nosotros. Kakyoin de un momento a otro comenzó a moverse de manera frenética mientras gritaba todo pulmón que algo se alejara.
Una patada fue dirigida al rostro del viejo, mientras nosotros tratábamos de despertarle de aquella horrible pesadilla, lo que hizo que la avioneta se desestabilizara y comenzara a dar vueltas en el aire mientras caía en picada.
"Maldita sea ¡JOSEPH CONTROLA ESTA PORQUERIA!" Grite tratando de cubrir al pequeño de los golpes frenéticos de nuestro dormido amigo.
"¡Que alguien lo tranquilice!" Grito desesperado mientras trataba de controlar aquel aparato de la muerte.
"Sabía que esto pasaría." Comento Jotaro mientras trataba de sostener al pelirrojo por las piernas.
Un olor muy conocido para mi inundo mi nariz, sangre. Mire para todos lados, primero al pequeño para saber si Kakyoin le había hecho daño; nada. Polnareff también estaba intacto, al igual que ambos hombres por lo tanto quedaba solo una opción; Noriaki.
Lo mire de reojo, logrando ver cómo es que su brazo goteaba aquel líquido con una enorme herida en su brazo. Paro de gritar pero seguía moviéndose, algo malo le sucedía.
Algo quemo mi pierna, haciéndome pegar un pequeño chillido. El Stand del viejo lo estaba llenando de Hamón para controlar la caída, cosa que hacía que todo tuviera aquella energía que era igual al sol. "Aguanta por favor." Rogo el viejo mientras tiraba el panel para atrás, y finalmente consiguió estabilizar el la avioneta. "¡Lo logramos!" Exclamo eufórico el viejo mientras que Polnareff festejaba en voz baja. "¿Estas bien chamaca?" Pregunto mientras me miraba atentamente, algo no muy bueno al haber palmeras frente nuestro.
"Oye, viejo." Dijo Jotaro llamando la atención de hombre mayor, pero de nada sirvió, la maquina se había estrellado sin deparo contra aquel árbol.
La noche había llegado finalmente, nos encontrábamos varados en la mitad del desierto con un hermoso cielo estrellado sobre nuestras cabezas. Kakyoin se estaba comportando de una manera extraña desde que se había despertado, y todos lo notábamos. Estaba literalmente paranoico, y eso que yo solía tratar con uno a diario.
Cada uno ayudaba como podía, algunos traían leña para la fogata, otros descargaban el combustible para encenderla y yo me encargaba de la comida, o eso había dicho ya que ninguno de los hombres sabía dónde me había metido en realidad.
"Como tarda esa mujer." Dijo Polnareff sentándose en un tronco caído a modo de silla. A su lado se encontraba el viejo mirando como el fuego danzaba con elegancia por cada una de las secas ramas, consumiendo por completo cada rastro de ellas.
Se había perdido en sus pensamientos, recordando aquella época de juventud que la tenía. Estar así, reunido con los demás le daba aquella extraña felicidad que sentía cuando estaba con su buen amigo Caesar y la abuela de _______(Camelia), quien ya había dejado el mundo hace un par de años.
A decir verdad, el quería disculparse por todo lo que le hizo sufrir, pero jamás encontró las palabras. Y el día de su muerte no podía creerlo, aquella mujer que decía que eso no le asustaba porque mientras la pensaran ella seguirá viviendo, era lo que solía decir. Fue su amiga, su hermana, su maestra, y fue la mujer que no lo odio de por vida al haberle quitado a quien más quería.
El fuego le recordaba a ella, y debió frotarse los ojos para evitar que esas lagrimas que amenazaban con salir lograran su cometido.
"Achi echa." Dije con la boca llena. Todos los hombres abrieron los ojos con sorpresa al ver las gallinas muertas en mi cavidad oral. Las deje en el suelo mientras las empezaba a desplumar, pero nadie dejaba de verme. "¿Qué?"
"¿De dónde la sacaste? ¡Mejor aun! ¡¿Por qué rayos la trajiste con tu boca?!" Pregunto asqueado Polnareff mientras se preguntaba si le iba a dar el 'súper sida' o algo por el estilo por haberse llevado una. . . . .polla 7w7 a la boca.
"No es mi culpa, son mis instintos." Casi todos me miraron confundidos, menos el viejo que sabía de lo que hablaba ya que él lo había vivido, va, se lo contaron.
"Cuando un "dios" tiene una cría a cargo suelen protegerle demasiado, le llevan regalos y ofrendas a sus respectivas parejas como muestra de amor. O eso entendí. A veces lo hacen sin siquiera saber que están o no, embarazados." Automáticamente Pol miro con una cara asesina a Jotaro, quien solo rodo los ojos, aunque juraría haberlo visto rezar para que sea mentira lo de mi supuesta 'bendición'.
Golpee el suelo, haciendo crecer platas con ayuda de Honey para que los hombres tuvieran algo que comer. "A ver. A ver, tú puedes hacer crecer comida ¡¿Pero siempre te mueres de hambre?! ¡¿Cómo es esto posible?!" Pregunto el alvino mientras me veía preparar café para todos.
"Poniendo un ejemplo, si yo puedo adelantar el tiempo 10 segundo, no me serviría de nada si es que yo no soy inmune a ese poder. Tendría que tener la capacidad de moverme en aquel 'tiempo borrado', si le afecta a los demás y no a mí sería perfecto. Lo mismo me pasa a mí con Honey, tratar de comer algo que ella crea sería igual que Kakyoin comiera una esmeralda, simplemente no puedo." Y tras aquella explicación le entregue una taza de café y me aleje para entregarles a los demás su bebida.
Él bebe de golpe empezó a llorar, Kakyoin lo estaba sosteniendo, casi ahorcando. Joseph fue el que más rápido acudió en su rescate, mientras que Polnareff le seguía. Jotaro había dado un paso a delante pero se quedó mirándome de una manera extraña mientras esperaba a que yo reaccionara de alguna manera. "¿Estas bien?" Pregunto colocando una mano en mi hombro, sacándome de aquella extraña ensoñación que había tenido.
"Si, tranquilo." Respondí mientras me acercaba a la escena con un sentimiento de pavor. No hacia él bebe, sino por Kakyoin. Por alguna razón, era a él a quien buscaba proteger. "(¿Sera por qué me recuerda a ella?)" Me pregunte a mí misma al verle, es verdad, se parecia a mi hermana.
Es malo hacer eso, pero. . .me recuerda a ella. Caeli.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top