1. Florentina
Un espíritu grande y esplendoroso atrapado en un simple cuerpo común y roto hecho pedazos por la sociedad; así se sentía Florentina desde pequeña, hasta ahora en estos momentos en los que vistiendo ropas que al parecer de todos eran grises y no muy glamurosas, se hacía paso entre la entrada y los camerinos del mejor y más refinado concurso de belleza en su país.
El guardia de seguridad no la quería dejarla entrar debido a su aspecto, le había dicho que por esa puerta solo entraban las modelos. Florentina sin saber que hacer le dijo que ella venia como asistente para una de las modelos, y solo de esa forma la dejó entrar.
Se sentía indignada por tener que mentir a pesar de que tenía todo el derecho de encontrarse ahí.
Ya adentro, las personas se le quedaban viendo preguntándose como una mujer de su clase se encontraba ahí, y no es como si ella fuera de clase baja o pobre, simplemente tenía una forma de vestir "normal" o casual; más que todo las personas la veían por su rostro.
Algunos años atrás, cuando Florentina era una adolescente, había sufrido lo que la mayoría de los adolescentes normales sufren en su pubertad, acné, pero había sido un acné severo, su rostro actualmente se lo recordaba muy a menudo con muchas marcas y manchas en él, por eso nadie pensaba que Florentina podría realmente convertirse en una famosa modelo y actriz, e incluso cantante; no tenía el aspecto de alguien digno de aparecer en la pantalla.
Ella había hecho todo lo posible por ocultar o eliminarlas, nada le había funcionado; ni siquiera cuando era joven. Usó cremas, jabones, tratamientos estéticos y nada le había brindado verdaderos resultados, algunos incluso lo habían empeorado.
Hubo un tiempo cuando todo eso la detuvo, se empezó a creer lo que todos a su alrededor le decían. Esas personas opinaban cosas como: –Tú no eres hermosa porque tu rostro parece un queso– –Tienes una cara deformada. – –Eres un monstruo en el cuerpo de una chica– Y muchas otras frases que solo le provocaban dolor.
Un tiempo después de esa etapa de caída emocional, se anunció en la institución donde estudiaba, que se iba a realizar un show de talentos; cualquiera podía participar y el premio era bastante grande y valía la pena.
Consistía en una cierta cantidad de dinero, un curso completo de lo que el ganador quisiera, y además 25 puntos extra en una materia de elección también del ganador.
A Florentina no le iba muy bien en una materia en específico, el idioma complementario, por lo que esos 25 puntos serian su salvación para pasar el año y poder graduarse.
Faltaban casi dos meses y medio para el show de talentos y Florentina decidió preparar una coreografía de baile y canto que deslumbrara a los jueces. Se preparó y entrenó muy duro en todo momento.
Con el tiempo su cuerpo también lo demostraba ya que debido al duro esfuerzo en la rutina había perdido un poco de peso y su cuerpo se había tonificado un poco, ella ni siquiera lo había notado, pero los pocos amigos que tenía sí y se lo habían hecho notar: -Un gran cambio Flora‐ -Realmente te ves mucho mejor- le decían.
Ella se sentía muy feliz consigo misma, pero aún seguía avergonzada de su rostro, más aún cuando en su propia casa le pasaban recordando incesantemente lo "fea" que era; incluso su propia madre le decía que dejara de hacer esto o aquello para que su acné disminuyera, lo cual nunca había funcionado y solo la hacía sentirse mal consigo misma al sentirse impotente.
Volviendo al show de talentos, la fecha de este se acercaba y Florentina estaba más que preparada para ese día. Ya tenía todo preparado, incluso su vestimenta estaba lista, ella misma la había confeccionado.
Unas semanas antes había visto un programa de modas donde una de las modelos llevaba una elegante y hermosa mascara que cubría un lado de su rostro, después de ese día a Florentina se le había ocurrido una grandiosa idea: Usaría una máscara el día de su presentación.
Así no se sentiría insegura con ella misma, nadie tendría que enterarse que su rostro estaba rojo, repleto de marcas y brotes de acné adolescente.
Buscó en todas las tiendas que pudo encontrar una máscara que le gustara y combinara con su acto, no la encontró. Ni siquiera con la ayuda de sus amigos y padres encontró un antifaz perfecto, todos eran muy simples o muy infantiles y no concordaban con su vestimenta.
Un poco triste, Florentina se dirigió al show, pero sin rendirse aún, entró a una tienda japonesa que se encontraba cerca. Ahí la encontró, en una de las estanterías, colgada en la pared, se encontraba su máscara. Estaba partida a la mitad, dividida con una grieta, un lado era blanca y el otro era rojo; también tenía unas pequeñas orejitas en la parte de arriba,de igual forma, rojo y blanco. Inmediatamente la compró y se dirigió al show de talentos que estaba por empezar. Cuando llegó todos la miraban tristes de no poder haber encontrado su máscar, pero al ver la cara de felicidad en su rostro ellos entendieron lo que sucedía y se alegraron por ella, su vestuario estaba listo y su presentación sería perfecta.
Al subir al escenario con su máscara puesta sus miedos desaparecieron, ella estaba completa y lista para darlo todo. Desde ese día lo supo, no era verdad que su sueño no podía cumplirse; al contrario, apenas estaba iniciando.
Florentina no ganó el show de talentos, pero los jueces le habían dado un reconocimiento por su gran talento y espíritu. Cuando Florentina estuvo en el escenario de nuevo, comentó que su sueño era ser modelo, y como si fuera una gran coincidencia, una de las jueces, que al parecer también era una modelo extranjera, le aseguró ahí, frente al público, que si en un par de años seguía pensando lo mismo ella sería la primera en brindarle una mano y abrirle el paso.
Muy emocionada por aquellas palabras, Florentina quiso hablar con ella a solas, pero cuando la mujer vio a Florentina sin su máscara cambió de opinión radicalmente, le dijo que el problema que ella tenía era algo que la alta sociedad de la moda no vería con buenos ojos porque ella no era como esa nueva modelo que padecía de una rara enfermedad que le producía manchas blancas en la piel, y lo de ella era un simple acné adolescente, asqueroso y desaseado.
Llorando, Florentina llegó a su casa; no estaba rota como sus padres pensaron, ella lloraba de rabia y furia, esa era su forma de expresar esos sentimientos tan malévolos en algunas personas. Su cólera radicaba en las palabras de la mujer. –Eres fea por desaseo y falta de cuidado personal– esas habían sido sus palabras, cosa que no era cierto, el acné era un problema genético, sus padres habían sufrido de ello y también algunos de sus primos, pero al ellos ser hombres era algo que no les preocupaba. Ellos no tenían que ser "perfectos" para verse bien; solo a ella le pasaban diciendo cosas dolorosas que le recordaban sus defectos.
Esa mujer no sabía sobre todo esto, esa mujer no conocía a Florentina ni el esfuerzo y trabajo que tuvo que realizar sólo para llegar ahí a su lado, habían sido sacrificios demasiado exorbitantes como para que ella fuera tan indiferente y le dijera eso.
Pasaron los años, Florentina se graduó. Empezó a trabajar y estudiar en la universidad al mismo tiempo, no había dejado su sueño atrás, pero sí sabía que quería ser una profesional estudiada, su pasión no le daría de comer por siempre, sabía que tenía que ser realista con su vida y no volar en las nubes.
Buscó varios concursos de modelaje y canto, lograba ganar uno que otro, siempre usando una máscara, cambiándolas en cada uno de los eventos; tenía de todos los colores y tipos, incluso había conseguido un lugar donde las fabricaban a medida y por ser una cliente frecuente le daban un buen precio, cosa que para Florentina era muy bueno, ya que su trabajo no era el mejor y también debía pagar sus propios estudios.
Por el vestuario y lo demás no debía preocuparse, había conseguido un buen estudio fotográfico que cubría todos los gastos de los concursos y casi todo lo referente a ellos a cambio de que Florentina fuera su modelo estrella. La patrocinaban cada vez que lo necesitaba, por lo que Florentina se había convertido casi en su marca.
Florentina era una joven hermosa, desde joven se había esforzado por cuidar su cuerpo y debido a todos los tratamientos y cuidados que debió mantener para intentar "arreglar" el aspecto de su rostro, se había vuelto muy delicada y estricta con todo.
Florentina conoció al dueño del estudio en uno de los primeros concursos en que participó y el hombre había quedado fascinado con ella, incluso después de conocerla sin su máscara. Él creía que era perfecta, todo en ella resaltaba naturalidad, y sus "disfraces" como Florentina los llamaba, eran el resultado de una vida, una vida que no era como todos se la podían imaginar en una modelo. Florentina había vivido una vida de mujer, una mujer fuerte que sabía lo que quería y no aceptaba un no como respuesta.
Obviamente Florentina no pudo negarse a lo que aquel hombre ofrecía, él la entendía y se maravillaba por sus defectos, cosa que en esos momentos ella no podía ni pensar, para ella sus marcas eran solo cargas que debía arrastrar por el resto de su existencia.
Más de una vez Florentina había tenido problemas con el dueño del estudio, él quería mostrarle al mundo la verdadera Florentina, pero ella se negaba rotundamente, cosa que el hombre no se resignaba a aceptar de no muy buena gana.
Pero un día, por un fallo de un chico en el estudio, una de las fotografías donde el rostro de Florentina era el centro de atención fue publicada, y todos la conocieron por primera vez. Al inicio Florentina creyó tener alivio, ya que no habían usado su nombre real sino su apodo y nadie sabía quién era ella realmente, mas esa única y solitaria fotografía en una revista muy popular fue suficiente para que las redes sociales explotaran. Habían comentarios de todo tipo, aunque la mayoría no eran muy agradables. Decían cosas como: ‐Esa no es una verdadera modelo, es solo una chiquilla que no sabe lo que hace– –¿Qué es esa cosa en su cara? Parece una pizza podrida– –Personas como esas no saben lo que es belleza-– –¿Esto es una broma? Es una ofensa a todas las modelos decentes–
Esta vez el alma de Florentina sí se partió en dos, no, mejor dicho, en miles de pedazos; un pedazo por cada cruel comentario que las personas decían sobre ella, porque incluso algunos de sus de compañeros en la universidad y trabajo la reconocieron y se burlaron de ella, fue tal el abuso y pena que sintió que no tuvo otra opción más que renunciar, no soportó sentirse así.
Como toda foto viral que se encuentra en internet, en algún momento todos se olvidaron de ella y la tiraron a la basura para continuar con lo siguiente al que burlarse, pero esto no alivió la carga emocional en la mente de Florentina. Ella seguía sintiendo ese peso y dolor sobre su propia presencia. Podían haberse olvidado de ella por ahora, pero siempre existiría en alguna parte del mundo aquella fotografía de ella con toda su monstruosidad a la vista de cualquiera.
Florentina no dejó de ir al estudio fotográfico, era el único lugar donde realmente se sentía segura; seguía realizando sesiones de fotos como solía hacerlo, enfocándose en otras partes del cuerpo y cubriendo su rostro de distintas maneras.
La que a Florentina más le gustaba aún seguían siendo sus máscaras pero también se sentía segura cuando llenaban sus pómulos y algunas partes de su frente con pétalos de flores y hojas porque así sus ojos se resaltaban un poco más.
Así pasó algún otro tiempo, hasta que llegó una carta. Provenía de una mujer de la alta sociedad, a la que le decían ¨La reina de la moda y alta costura¨ supuestamente había visto a Florentina en uno de sus últimos desfiles, y la mujer averiguó que el estudio la patrocinaba como "La mujer de la máscara" ya que nadie sabía quién era realmente. Esta mujer creía que su estilo y elegancia hacían de aquella persona todo un misterio y un reto; por esto, quería saber si Florentina era capaz de lograr lo que ella reflejaba con su estilo, que estaba lista para estar bajo los verdaderos reflectores y volverse una modelo de las mejores en las ligas mayores.
Le ofrecía un campo para participar en el concurso de belleza y modelaje más prestigioso que había en su país con la oportunidad de que si lograba impresionarla lograría cumplir su sueño y todo lo que desease.
Ese día fue todo un salto y bajo de emociones para Florentina, quien también se había enterado que su madre había fallecido; ya era una mujer muy vieja y su corazón no logró recuperarse y volver a cumplir su función vital nunca más.
La tristeza inundó el corazón y el espíritu de esta joven mujer que había amado a su madre desde que había nacido, incluso cuando ella no estaba de acuerdo con su forma de hacer las cosas. No sabía cómo proseguir con su futuro, la tristeza de su pérdida no la dejaba pensar correctamente y aunque todos sus allegados le habían sugerido que aceptara la invitación, sus recuerdos y memorias por otra parte le decían que era una mala idea, solo volvería a pasar un ridículo y esta vez no podría ir a llorar con su madre como lo había hecho antes.
Después de mucho pensarlo con la almohada aceptó, le envió una carta de confirmación y agradecimiento a la mujer para que supiera que estaba lista para dar el salto y hacer lo necesario.
Florentina aún no sabía cuáles eran todos los requisitos y especificaciones del concurso, en todos los que había participado las dinámicas eran distintas.
Investigó lo más que pudo y descubrió que este año la tendencia era la naturaleza de los animales. -Un tema muy sencillo- pensó Florentina; los del estudio fotográfico se pusieron manos a la obra inmediatamente, confeccionando los atuendos y efectos para la gala. Todavía el tiempo no era un problema y eso tranquilizaba el ambiente, pero entre el concurso y el trabajo habitual todos se sentían electrizados.
Los días pasaron y la fecha llegaba, desde hacía una semana todo lo esencial había quedado listo y solo faltaba esperar pero los nervios y la ansiedad de Florentina estaban por reventar, tanto así que desde hacía unos pocos días había vuelto a sufrir de un brote de acné que la obligaba a tener todo el rostro rojo e hinchado, había vuelto a ver al dermatólogo para saber que sucedía y cómo podían resolverlo ya que el acné se había extendido a otras partes de su cuerpo tales como las espalda y los hombros y esto podía afectar a Florentina en el concurso, pero una vez más no pudieron hacer mucho por ella; le enviaron unas cremas e inyecciones que prometían desinflar las partes coloradas pero nada más.
Y así se encontraba Florentina en los vestidores de las modelos, buscando por todas partes un rostro conocido y empezar a prepararse para el gran momento.
Reconoció a más de una de las modelos que estaban ahí; alguna vez habían participado en los mismos concursos y galas mas ellas claro, no la recordaban o no sabían quién era ella al solo conocerla con su máscara. Un momento antes de encontrarse con su maquillista, escuchó a unos chicos comentar algo que le llamó la atención:
—Sí, también lo escuché. Muchas personas han venido solo a verla, también anda el rumor de que usa mascaras porque es una modelo famosa y no quieren que la reconozcan.
—Algo tonto, considero yo.
—Yo más bien lo veo ingenioso, participa con las novatas para así evaluarlas más de cerca.
—¿Hablas de compararse?
—Algo así; aun eres muy nuevo en esto como para entenderlo, es algo así como para identificar a su competencia y/o buscar a sus aliadas.
—Lo haces ver como una guerra.
—En el mundo de la estética la guerra es constante.
Ambos chicos miraron a Florentina cuando pasó junto a ellos, uno de ellos no le ofreció una buena cara y luego le susurro a su amigo que no entendía como dejaban entrar a cualquiera. -Auch- Florentina volvió a sentir un dolor en el pecho, pero luego recordó la razón por la que estaba ahí y siguió caminando.
Faltaban solo unos minutos para iniciar y ya se podía escuchar el bullicio de las personas en la parte de afuera.
-Que nervios- pensó Florentina. Se sentía aún más nerviosa que aquella vez que tuvo lugar su primer desfile ¿Será porque en esta ocasión hay alguien esperando a que aparezca?
Todo listo, era hora del momento de lucir aquellas piezas tan espectaculares y mostrarse ante el mundo. El concurso constaba de tres partes; la primera era un desfile de trajes de baño.
Florentina vestía un vestido de dos piezas verdes con muchas hojas de plástico y algunos adornos tanto en sus piernas y brazos como en el cabello, haciendo alusión a las algas y corales. Anteriormente habían tenido problemas con este diseño, ya que se suponía que las algas y corales no son animales y no podían tomar el riesgo de que no fuera aceptado, pero luego de una exhaustiva investigación decidieron arriesgarse, Florentina era la más emocionada por esto ya que tenía la máscara ideal para el conjunto, una máscara de rostro completo, rugosa y con detalles que la hacían parecer un trozo de océano; Florentina había decidido que este concurso debía ser especial y que no habría nada más especial que utilizar mascaras que ya había utilizado antes, así que junto a las diseñadoras crearon conjuntos maravillosos que se ajustaban a aquellas mascaras que Florentina había seleccionado.
Toda la primera fase resulto muy bien; tanto las otras chicas como Florentina sabían lo que hacían, por esa razón se podía notar porqué todas se encontraban en donde estaban. Ninguna se permitiría un error ante los jueces o el público, cada una de ellas tenía un propósito, hacerse notar ante los demás, mostrar todo su ser, y resplandecer como estrellas.
La presión subía, el tiempo transcurría y la segunda prueba comenzaba. Este concurso era particular ya que para los jueces y organizadores hasta los pequeños detalles contaban, por eso en la segunda fase además de desfilar con un acompañante también debían mostrar un talento de clase y elegancia. Florentina después de muchos ruegos y suplicas logró que el dueño del estudio fotográfico desfilara con ella, asegurándole que no importaba que él no supiera como hacerlo, ya que solo a ella la evaluarían y él solo estaría de compañía. Florentina estaba muy agradecida con aquel hombre que, aunque a veces tuvieran sus diferencias nunca la había abandonado, incluso cuando Florentina había provocado que muchos asociados dejaran la compañía después de no haberla despedido por la "fotografía", además que había sido gracias a su apoyo que había conseguido los medios para participar en aquel concurso donde esa mujer la había visto. Sin él no estarían aquí en estos momentos.
Desfilaron con un tema de osos salvajes, llevaban abrigos grandes y pesados, al igual que unos gorros rusos; una de las diseñadoras creyó que sería un toque especial que relacionaría al animal con el hombre y a todos los demás les gustó y se quedó. Ambos llevaban el rostro pintado con colores tierra, expresando el bosque y la naturaleza de este animal, llevaban una gota de sangre que parecía caer del ojo, recordando a todas aquellas bestias incomprendidas que son asesinadas por personas que creen que es divertido cazarlos o piensan que sus pieles se ven mejor como ropa o decoración.
Para la sección de talentos hubo otra gran diferencia de opiniones, todos le decían a Florentina que cantara, pero ella se negaba con la excusa de que la mayoría de ellas lo harían, que en cambio prefería tocar el piano o el violín ya que sabía tocar ambos instrumentos a la perfección, pero como nunca lograron ponerse de acuerdo, los diseñadores tuvieron que confeccionar dos atuendos diferentes, uno era un vestido largo con cola y unas hombreras de plumas que sobresalían; el otro era un vestido abierto de un lado, largo y color rosa pálido con algunos detalles violetas y celestes, cintas colgaban de los hombros y llegaban hasta las muñecas.
Al final de todo, Florentina decidió hacer ambas cosas y tocó un trozo de una canción de piano sencilla además de cantarla. Esta canción fue My heart will go on, o como algunos la relacionan: La canción del Titanic.
La tercera parte del concurso no era nada más y nada menos que una serie de preguntas sobre ética y conocimiento sobre el mundo actual. La primera vez que Florentina leyó sobre esto se puso a reír con auforia y grito un par de veces: "No todas son lindas por fuera y tontas por dentro".
Las preguntas habían acabado, Florentina se sentía muy segura de sus respuestas, no las había ensayado, no se podían, de hecho, los organizadoras las mantenían en secreto hasta el día del evento pero según Florentina todo lo que le habían preguntado le había resultado muy fácil de responder; ahora ya solo faltaba la ceremonia de premiación y todas las modelos se encontraban en el escenario, vestidas con un mismo vestido negro de encaje ajustado al cuerpo; lo único que las diferenciaba eran sus tonos de piel, a excepción de Florentina, quien usaba su primera mascara. La misma que había utilizado hace muchos años en el show de talentos.
Los nervios eran evidentes en cada una de las modelos, no solo el dinero del premio era lo que las hacia sudar, sino también el prestigio y la fama que podría otorgales ser la ganadora de este concurso, a cualquiera de las chicas que se encontraban ahí y fuera ganadora tendría la oportunidad de trabajar en alguna renombrada revista o diseñadora. Las enviaría directo al siguiente escalón de tan dura guerra donde las cosas podían convertirse en un Edén o un páramo despiadado, y caer con solo un paso en falso.
Los jueces descartaron las primeras tres modelos, dos chicas rubias y una morena de gran estatura. Los nervios de Florentina se incrementan en vez de disminuir al notar entre el público aquel rostro que había estado buscando desde hacía varios meses en internet; una mujer ya mayor, mirada rígida y de cabello atado en un moño bien alto. Dolores Bertín, la directora de una gran revista en Paris. La misma mujer que le había otorgado su participación en ese preciso concurso.
La miraba desde la primera fila, casi detrás del jurado. Sus nervios crecían con cada segundo que transcurría y los jueces con su lento y aburrido discurso de agradecimiento e inspiración solo lo hacían peor.
Cuando quedaron solo tres participantes Florentina sentía que sus piernas eran gelatina, creía que en cualquier momento flaquearían y caería al piso con un gran estruendo.
En esos momentos solo podía pensar en qué estaría haciendo su padre y el resto de su familia. ¿La estaría viendo por televisión? ¿Habrán aceptado las entradas que Florentina les había enviado y abrían venido a verla? Algo muy dentro de ella se revolvía sin control, creando una duda y un amasijo de alegrías y tristezas.
Y ahora, frente a todas esas personas que no la conocían y solo la veían desde la lejanía no se podía imaginar en un futuro.
Si ganaba sabía que las cosas cambiarían, pero no sabía en qué manera. Aquella mujer nunca la había visto de frente, siendo ella misma, siendo la Florentina que todos en su familia rechazaron y su temor por continuar siendo rechazada le quería jugar una mala pasada. Pero si perdía en este concurso las cosas no serian mejor, podría volver a su cotidianidad, eso lo sabía, lo había discutido antes con el hombre del estudio; pero se quedaría estancada, no cumpliría su sueño solo por haber tenido miedo avanzar.
¿Avanzar en la cuerda floja con el riesgo de caer al abismo que tanto pavor le habia provocaba toda su vida o quedarse estancada para siempre en el mundo en que había padecido todo este tiempo?
Una sola frase, un nombre y miles de millones de reacciones diferentes llenaron el auditorio en el que Florentina se encontraba.
Había encontrado una respuesta tan clara que sabía que solo ella podía tomar; ya no era aquella chica indefensa que se había encerrado en su habitación luego de que una mujer egoísta e hipócrita le había dicho que su futuro sería gris y sin vida solo porque ella así lo creía; ahora era una mujer que había llegado a grandes alturas, había superado muchos miedos y dificultades con la espada en la mano, abriéndose camino en una de las más crueles junglas creada por el hombre.
No podía dejar de ser quien era, nunca lo haría, ella era la mujer de la máscara, alguien que había vivido su vida dentro de un mundo de bestias imperfectas.
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