VII.
Título: Sorpresa.
Palabras: 864.
Nuevamente la ciudad veía el resplandor de la esperanza, los héroes que pertenecían a la élite acudieron al rescate y recuperación del territorio dominado por una inesperada invasión de Nomus. Sin embargo, lo que parecía ser una situación sencilla de controlar terminó de cabeza, o eso era lo visible para los medios de comunicación que aguardaban impacientes detrás de la cinta amarilla policial, a pesar de que los profesionales no habían salido heridos de gravedad optaron por no dar información en ese preciso instante.
Las plumas carmesí se ocuparon de despejar la carretera, la mejor amiga de (Nombre) hablaba con algunos civiles que fueron afectados de manera mínima en el atentado y la recién mencionada, por su parte, presentaba a las autoridades detalles que podrían servir para la investigación llevada a cabo. Pero eso no duró demasiado, dejando al uniformado con la palabra en la boca corrió hacia la camilla donde de encontraba Endeavor, su estado no era nada del otro mundo y aún así ella estaba conmocionada por el agresivo impacto del enemigo contra el rostro de su... ¿pretendiente?
El fornido varón era atendido por una muchacha, que en vez de hacer bien su trabajo se dedicaba a asaltar con preguntas personales y eso molestó evidentemente a la fémina, que utilizando su expresión neutra e intimidante logró espantar a la extraña que intentaba captar la atención del jefe. Aunque sería sobre su cadáver, ella no admitía rivales puesto que no competía, (Nombre) siempre ganaba.
—¿Estás bien? —preguntó la de hebras verdosas, pasando un algodón con alcohol por el labio lastimado del Todoroki.
—Sí, no tienes de que preocuparte.
La subordinada suspiró, la mayoría del tiempo le fastidiaba el inmenso orgullo del pelirrojo, a pesar de que ese rasgo le hacía lucir más atractivo y seguro de sí mismo. No obstante, esperaba que compartiera su lado sensible con frecuencia.
—Puedo pedirle a Hawks que proporcione el informe de misión —afirmó, quitándole algunos mechones desordenados de la frente y mirándole con devoción— y te llevo a casa, necesitas descansar.
El de ojos turquesas gruñó, cambiando su semblante suave al serio que ya acostumbraba. No le gustaba que nadie le llevara la contraria—. Sabes perfectamente que soy capaz de...
—Enji, lo sé —cortó la de soñadores orbes, agarrando su mano y dándole un apretón para cohibirse de lanzarse a sus brazos—. Sin embargo, mi prioridad justo ahora es esa. Así que no quiero escuchar quejas, levanta ese lindo trasero para que nos vamos.
—Tampoco te tomes muchas confiancitas, eh, niña. Recuerda quien es el que manda aquí —murmuró el masculino, repitiendo esa condenada frase que la hacía temblar.
Shio se sonrojó, impresionada por lo repentino de su comportamiento y sonrió cuando le acarició el costado del cuello en forma de advertencia. Ubicó a Griss entre la gente, haciéndole unas señas bastante claras y poniéndola al tanto de sus movimientos. Rió cuando la azabache le guiñó el ojo y gesticuló un "suerte" sin sonido.
Porque sí, ella realmente la requeriría cuando llegaran a la vivienda de su pareja.
Lo primero que percibió la hija de los Todoroki fue el distinguible sonido de pasos, en su rostro se observaba la confusión porque correspondían a dos personas y chilló para sus adentros cuando atisbó por la rendija de la puerta a una mujer que ayudó a su progenitor a sentarse. Fuyumi respiró hondo, al borde de un ataque de emoción, de no ser por Shoto que cruzó el umbral como si nada y se quedó parado cual estatua, mirando a los susodichos que ni se percataron de sus iris sobre ellos.
—¡Oh, tú debes ser Shoto! Tu papá me ha comentado maravillas de ti y lo pude comprobar en el festival de la U.A —exclamó (Nombre), la felicidad se escapaba de sus poros y lo recibió con una preciosa sonrisa.
En ese momento, el bicolor pensó que su viejo había hecho un pacto con Dios para que le regalara un ángel a cambio de sus buenas acciones. Tal vez esa es la joven que tenía como loco a su padre.
—Papá, ¿todo salió bien en la misión? —interrogó la albina, entrando a la estancia y aparentando serenidad que no poseía.
Enji contestó cortamente, haciendo una especie de rápida presentación y que conllevó a un abrazo efusivo, la protagonista le expresaba lo bonita que era en persona mientras que ella casi lloraba por la conmoción, casi nadie la halagaba de esa manera.
—Es un placer, tenerte aquí, (Nombre)-san. Les traeré un poco de té y galletas —avisó la fémina, corriendo a la cocina y arrastrando al menor con ella.
Dios escuchó sus plegarias y ahora harían el baile de la victoria.
—¿Por qué hay tanto ruido? —cuestionó Natsuo, apareciendo por el corredor y quedándose pasmado al visualizar la escena frente a sus ojos.
Está demás decir que los adultos aprovecharon la privacidad que tenían para compartir un cariñoso beso, él le sujetaba la nuca en gesto dominante y mordió su labio inferior antes de separarse, dándole una previa a su dulce niña.
—¿El viejo con Shio? —susurró el ajeno a la atmósfera, aguantando las ganas de gritar y golpearse contra la pared.
El pobre estaba a nada de desmayarse.
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