VI.

Título: Deseo.
Palabras: 915.
Aviso: Lime! / Lenguaje obsceno.

Su mejor amiga siguió riendo, acomodando sus voluminosos rizos cuando captó la expresión taciturna de (Nombre), que se deslizaba en aquellos bonitos zapatos altos—. ¿Nerviosa?

Ella arqueó una ceja, señalando el leve temblor de su ojo. A ese paso seguramente se comería las uñas o rasparía por completo el esmalte de ellas, quien sabe qué sucedería primero.

—No sé si moriré de la ansiedad o me desmayaré de la emoción —respondió, inflando las mejillas y adquiriendo un bermellón que le hizo ver tierna.

—Adelante, puedes hacer el papel de fangirl loca o... —reflexionó la azabache, una sonrisa perversa tirando de sus labiales pintados de vino— aprovechas la oportunidad y te comes ese caramelito de miel.

Fuyumi observaba entretenida la escena frente a sus ojos, le divertía a grandes escalas que su padre estuviese probándose las diferentes camisas que poseía con el propósito de decidir por la mejor, aunque le había dicho que eso no importaba ya que lucía igual de increíble y guapo, éste seguía sin hacerle mucho caso. Así que suspiró, revoloteando los ojos cuando escuchó las intermitentes quejas de Natsuo, quien alegaba que eso era completamente perturbador y descabellado.

La fémina le pidió a los dioses que su hermano también se le presentara la oportunidad de estar en esa encrucijada, porque le parecía ridículo que él viese como algo extraño que su padre, un adulto hecho y derecho, se diera el tiempo para conocer y cortejar a una mujer. De no ser porque Shoto había interrumpido su cantaleta, aún estaría escuchándolo.

Enji optó por vestir de negro, yéndose por lo segura y recibiendo consecutivos piropos de la menor que sonreía emocionada, deseando que ésta vez todo saliera bien. A pesar de que sabía de la personalidad desvergonzada y boca floja de Takami Keigo, el héroe alado podría jugar un papel fundamental en el coqueteo de su progenitor.

—No conozco a esa mujer, pero debo suponer que le falta un tornillo si está enamorada del viejo —habló el bicolor, cruzado de brazos a su lado.

Repasaba la imagen del contrario a través del espejo, dándose los toques finales al peinarse los cabellos rojizos rebeldes y aplicarse una considerable cantidad de perfume.

—No seas tan cruel, él debe tener sus encantos ¿o no? —contestó, apretando el hombro del adolescente e invitándole a que fueran a la cocina.

—¿Qué tal me veo? —interrogó Endeavor, sonriendo como pocas veces lo había hecho y esto produjo una mueca en sus descendientes.

—Como un cuarentón que está de vuelta en el mercado —el de hebras blancas dijo con rapidez, llevándose un churro a la boca y escabulléndose hacia el otro extremo de la vivienda.

Esto produjo una risa contenida en el contrario, que observó a su hermana con expresión taimada—. Él es peor que yo.

Y luego estaba el interpelado, que se tapaba la cara abochornado por los comentarios burlones de sus hijos.

Se suponía que el aire acondicionado de la estancia los mantendría frescos, pero eso cambió cuando Enji empezó a tocarla de manera pasional y tentadora, encendiendo cada fibra de su ser con las caricias que proporcionaba a la piel sensible de la fémina. (Nombre) sentía que ardía, que terminaría derretida entre los fuertes brazos del mayor si continuaba besándola y agarrándole el cabello, sujetándola para que no se separara de él.

Y esa actitud dominante le calentaba aún más, viéndose reflejado en los suaves gemidos que caían de sus labios cuando el pelirrojo se perdió en el escote. Le amasaba los muslos, embriagándose con la esencia de la muchacha delirante, sus ojos brillando por el deseo en la intimidad de la habitación. Los corazones latían desesperados, los cuerpos pegándose en busca del alivio para calmar la necesidad en ellos y quizás, saciar el descontrolado hambre que tenían uno del otro.

Ella roroneó, sintiendo las escurridizas manos del héroe situarse en sus caderas y los dedos enterrarse en la piel tierna, invitándole con una mirada furtiva a que le reclamara como su mujer. Por eso el hombre de fríos orbes turquesas gruñó, abrumado por el placer cuando su pareja se inclinó y le mostró todo lo que deseaba ofrecerle.

—Pídelo de manera adecuada y puede que tenga misericordia de ti —expresó el Todoroki, pasando las experimentadas manos por las nalgas ajenas.

—Hazlo, Enji, por favor...

Sonrió al escuchar las palabras en forma de jadeos, seduciéndolo con los provocativos movimientos que hacía para convencerlo de que ambos lo anhalaban de la misma manera. Aún cuando estaba prohibido y estuviera mal visto, ya se encontraban en la zona de peligro.

—Te ves tan hermosa así, nena —confesó el varón, mientras le quitaba las bragas de un jalón y rozaba los pétalos de su flor—, pero tienes que llamarme como habíamos acordado.

(Nombre) tragó grueso, creyendo que moriría por el bermellón que cubría su rostro y cuerpo expectante, abochornada y excitada. Descansó su rostro contra la superficie acolchada de la sábana—. Daddy, dámelo y no te detengas.

Un escalofrío sacudió la anatomía de Endeavor, la adrenalina le crispó las extremidades cuando por fin se sumergió en el lugar más privado de la femenina, gimiendo su apodo y hallando alivio en apretar el edredón. No tardó en soltar sonidos de satisfacción, sintiendo la calidez y humedad que rodeaba su gran virilidad, amando las sensaciones vigorosas que corrían por su sistema y le incitaban a arremeter con ímpetu, haciendo que ella corroborara que mientras mas arrugada la pasa, más dulce es.

—Solo estamos comenzando, niña, así que prepárate para una larga noche...

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