III.
Título: Miedos.
Palabras: 975.
Por primera vez en la vida, sentía que sus fantasías comenzaban a tomar forma en la realidad y aquello le aterraba, porque pensaba que si se trataba de conjeturas sin sentido su corazón se rompería en pedazos. No deseaba alimentar su ilusión a base de esperanzas que realmente le lastimarían y por eso mismo es que se encontraba en medio de un dilema, rodando a lo largo del colchón.
La tenue iluminación natural entraba por el ventanal, dándole una ambientación casi mágica que le hacía suspirar y recrear escenarios imposibles en su imaginación, pero la verdad es que le encantó la manera en que Enji le había mirado toda la noche... Jamás se sacaría de la mente esos brillantes y profundos ojos turquesas que le hacían la persona más vulnerable del mundo.
Sentir sus grandes manos sujetarla con firmeza como si no quisiera que se marchara, los giros en el baile que le transportaron a otra dimensión, la respiración caliente del hombre chocando contra su mejilla y los labios rozando la oreja. Sin mencionar qué no le había soltado en ningún momento, concentrando su atención en ella y las sonrisas que pasaban desapercibidas, no lo hicieron para la fémina.
—Demonios, no puedo creer que haré esto —murmuró, su voz amortiguada por la sábana.
Había una característica especial de su particularidad, de la que nadie sabía, pero que atisbó con sus rasgados orbes al empezar a percibir las capas que protegían el centro del mayor. Lo único que pudo distinguir, antes de que sus escleróticas ardieran, era una profunda abertura en las entrañas y de la cual brotaban miedos sin detenerse.
Ahí supo que Enji Todoroki era un hombre que poseía secretos, de los que probablemente, nunca le revelaría. A menos de que ella decidiese investigar por su propia cuenta.
El pelirrojo suspiró, creyendo que tal vez había tentado al destino y jugado una mano demasiado riesgosa, eran alrededor de las nueve de la mañana cuando los recuerdos arrolladores del sábado le sacudían e impedían que mantuviera su semblante serio, imperturbable. Se rascó el cuero cabelludo, siendo dominado por las sensaciones traicioneras de su cuerpo al percibir oleadas de calor y las cuales no pertenecían a su particularidad.
Bebió de su taza de café, cerrando los archivos privados y decidiendo que un descanso le vendría bien. Por lo mayorcito que estaba, no se consentía la desbocada y ferviente pasión que nacía en su interior, mucho menos al saber que no quería que fuese una simple aventura. Se volteó a mirar los cuadros que reposaban sobre la superficie de metal, algunos con fotos de sus retoños, hasta que llegaba al más peculiar de todos...
—Ojalá pudieras ver en lo que me estás convirtiendo, (Nombre) —dijo Endeavor, admirando la imagen donde su subordinada relucía como estrella.
No podría olvidar ese día, ella se encontraba tan feliz de conocerle y trabajar con el héroe que insistió en tomarse una fotografía para guardarla. Tampoco borraría de su memoria la sincera sonrisa que pintaba su rostro cuando confesó que era su favorito, haciéndole sentir eso de lo que All Might le había dicho, consiguió descifrar en la transparencia de sus iris la adoración y entusiasmo que solo la muchacha profesaba en cuanto a él se refería.
Quizás accedería a conversar con su hija, quien le insistía para que se abriera con ella y tuviese la plena confianza de contarle lo que sea que estuviese ocurriendo, tanto en su mente como en su atolondrado corazón. ¡Y vaya que sorpresa se llevaría! Si es que no lo sospechaba ya, porque Enji conocía muy bien a la albina y lo suspicaz que podía llegar a ser... Aunque claro, para eso debería tomarse bien la noticia y no escandalizarse por unos años de diferencia.
Se frotó las sienes, maldiciendo en voz baja. Si permitía que sus pensamientos dieran rienda suelta, sería un caos, así que ahuyentando el tema que de por sí le consternaba, dejó de adivinar qué sabor tenían los provocativos labios de (Nombre). Sin embargo, eso le molestaría cuando se refugiara en la comodidad de su habitación.
—¿De verdad piensas que ella te juzgará si se entera de todo lo que hiciste en el pasado? —cuestionó Hawks, quien había entrado sigilosamente al despacho y al observar la afligida expresión del pelirrojo supo que le aquejaba.
Se pasó las manos por el cabello, viéndose en la tentación de tirar de ellos para ahogar su frustración y temor con algo. Cargar con la culpa le pasaba factura—. Es lo menos que puedo esperar, mi soberbia y orgullo me han costado lo que más he querido en la vida.
El rubio se quitó las gafas, ni en los escenarios más locos se había planteado que estaría en esa extraña situación. Así que no quedaba ni rastro de su sonrisa burlona, que era reemplazada en ese momento por una cara bastante neutral y a lo mejor, comprensiva.
—No importa que ocurrió, eso no te define como persona —agregó, repasando la foto del equipo que también acaparó su atención—. Que seamos héroes no nos exhime de cometer errores, es lo que aprendí de ti y es momento de que tú lo pongas en práctica.
El contrario sonrió secamente, sintiendo el sabor amargo del temor en sus papilas gustativas. Se levantó de la silla, sin encender las llamaradas de fuego de su traje y le miró de reojo—. Solo deja de entrometerte y hacerlo público.
El menor soltó una carcajada honesta, alzando las manos en señal de rendición e inclinó su cabeza a un lado, luciendo infantil y regresando a su faceta despreocupada.
—Está bien, pero haz tu movimiento o vendrá un chico más desvergonzado que se lanzará y ella como no ve un interés recíproco, aceptará su invitación.
Enji carraspeó, motivado a volver a los asuntos laborales—. Ni una palabra de esto a nadie.
Cuando se está enamorado es común sentir miedo.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top