22. NOTICIAS
Había llegado el final de abril, y una de las noticias que más me alegraron de tu parte sería dicha esa noche. Mandaste un mensaje a nuestro grupo para que juntos te visitáramos después de caer el sol, y prometiste prepararnos tu lasaña especial para la ocasión.
Quizá la inquietud emocional fue mi estado más recurrente después de los primeros días juntos, porque cada vez que hablabas sentía agitación, y mantenerme a la expectativa de esa noticia que prometiste, y estar atrapado en la escuela Arreola, me sacudía las emociones de maneras absorbentes, donde el ansia por terminar las clases era la que predominaba.
Cada segundo que pasaba esperando a ir contigo siempre me pareció infinito, incluso ahora que escribo esto siento que no veo el momento de terminarlo, aunque haya empezado hace muy poco. Sólo tendría que esperar poco más de dos horas más, dos horas que parecían cien, donde quedaba poco para terminar la clase de poesía, y pasar las siguientes dos horas en Conocimiento Emocional.
Estar en esa escuela nunca me pareció tan martirizante, sólo debía estar dentro por cuatro horas tres días a la semana, pero la idea de esperar para verte me hacía difícil querer seguir ahí dentro.
— Jóvenes —dijo nuestro profesor— vamos a mitad del curso ya. Todos sabemos que debieron planear un trabajo desde hace un mes para el final del curso. ¿Alguno ha comenzado su poema para presentación final?
— Yo sí —habló Tania, la chica que casi nunca hablaba—. Estoy tratando de hacer un poema al olvido.
— Interesante. —El profesor se sentó en el escritorio—. Háblame más de él.
Nuestro profesor era un hombre de aproximadamente cuarenta años, aunque su vitalidad lo hacía parecer más joven. Era moreno, de cara cuadrada y algunas canas se asomaban en su cabellera. Él siempre vestía ropa que lo hacía ver formal, con un toque fresco.
— Hace poco pasé una ruptura —dijo Tania— pero siento que ya lo superé, así que ahora trato de hacer un poema acerca de eso. No el olvido en general, sino más bien a la superación, la autorrealización que involucra olvidar a alguien.
— ¿Cuenta como que lo estás olvidando si le harás un poema? —preguntó otro compañero, Pedro.
— No creo que el poema sea para él —habló otra chica—. Ella habla sobre su propia fuerza. Lo que pasó después de él.
— ¿Es eso correcto? —preguntó el profesor a Tania, ella asintió—. Es un sentimiento bastante fuerte. ¿Planeas hacer una elegía tradicional?
— Estará escrita en prosa, profesor, me resulta más cómodo.
— Comodidad —repitió él. Se arremangó la camisa, tomó aire y se puso a caminar por el aula—. ¿Puede alguien buscar ésa palabra en Google, por favor?
— Ya la encontré —dije yo—: "Que se hace, maneja, obtiene, lleva, etc., con agrado o facilidad y con poco esfuerzo, molestia o inconveniencia."
— Eso... —me señaló—. Repite eso último.
— Poco esfuerzo, molestia o inconveniencia.
— Jóvenes, no quiero que piensen que la poesía es sufrimiento. Pero tampoco es algo que sólo llegue y se vaya. Toda emoción necesita ser reconocida, y para eso hay que meter, tal vez, mucho de nuestro esfuerzo. No les pido que su poema final sea tan trabajado como los de los siglos pasados, entiendo que ustedes son otra generación y crean trabajos diferentes, pero trato de que ustedes mismos sientan ésas cosas que los vuelven quienes son.
» Superar a alguien es un proceso que involucra esfuerzo y paciencia. Eso mismo quiero que plasmen, sus procesos, sus sufrimientos, su gloria. No se queden con lo superficial. Tania, haz tu poema en prosa, está bien que te resulte más cómodo. —luego se dirigió a nosotros—. Pero escuchen bien, todos ustedes, no todo en la vida es comodidad.
» ¿Alguien más ya está trabajándolo? ¿Por lo menos que tengan la idea?
Nadie levantó la mano.
— Bueno. —Aplaudió una vez—. En vista de que no, quiero que para la siguiente semana me traigan la idea de qué quieren que trate. Acuérdense de que no debe ser lo más cómodo, pero tampoco quiero que se maten haciéndolo, ¿okay? Los veo la próxima clase. Ya váyanse.
— ¿Sabes de qué harás tu poema? —me preguntó Carlos, mi amigo de la clase.
— No aún —respondí—. Pero supongo que será sobre algo vano y superficial.
— Suena a algo muy sabio de tu parte.
— Muchas gracias.
Las cosas importantes se volvían insignificantes cuando se comparaban con verte, y en ese momento, verte era lo importante. No podía pensar en qué usaría como argumento de mi poema próximo, porque no quería dejar de pensar en ti. Dejé que el tiempo siguiera avanzando mientras caminaba a clase de Conocimiento Emocional.
***
Había llegado el momento, y estaba más calmado que cuando recibí el mensaje de Gabriel, aunque aún estaba deseando poder llegar a su casa pronto. Ni Gerardo ni yo disfrutábamos conducir, por eso preferimos ir en la bicicleta, él conducía y yo iría de pie en la parte de atrás. Que él condujera la bicicleta tampoco me agradaba mucho, porque él se distraía muy fácilmente. Una vez, cuando éramos niños íbamos igual que ahora, y él vio un espectacular e hizo que cayéramos de lado. Gerardo se dislocó el hombro y yo corrí asustado a tocar todas las puertas que había a nuestro alrededor buscando ayuda. Tenía sólo siete años, puedo excusarme con eso.
Para que eso no volviera a suceder, decidí sujetarme mejor de sus hombros, y cada vez que notaba que Gerardo giraba su cabeza hacia algún lugar que no fuera el camino que seguíamos, él reía un poco en cada ocasión que lo hacía.
No sucedió nada durante el camino, y cuando llegamos a casa de Gabriel fue Paula quien nos abrió la puerta.
— Llevo media hora esperándolos —dijo—. No sé cómo hacen para soportar a Gabriel hablando de por qué la reina Isabel mató a Lady Di.
— Bueno, yo podría hablar de lo mismo —mi hermano se encogió de hombros.
— A mí me gusta mucho ese tema.
— Son un trío de aburridos —dijo ella.
Gabriel tenía detalles que me hacían muy feliz todo el tiempo y probablemente él no los notaba, como esa noche, él dijo, con algo rojo pegado en la mejilla que preferí no mencionarle, que no podía dejar que nadie le ayudara con la lasaña, pero que le gustaría tenernos en la cocina para hacerle compañía porque solía cocinar solo. Tal vez para muchos podría ser algo ínfimo, pero encontraba la belleza en todo lo que él hacía más que en la belleza misma.
Después de terminar, nos dijo que debía dejar la lasaña en el horno, y usaría ese tiempo para bañarse porque, en sus propias palabras, no podía tener invitados con ese aspecto.
— ¿Pueden poner la mesa, por favor? —preguntó, luego se miró a un espejo— ¿Por qué nadie me dijo que tengo jitomate en la cara? —y se fue quitándoselo.
Ninguno de los tres sabía cómo poner una mesa, usualmente sólo teníamos un plato y una cuchara o tenedor según lo que necesitáramos, pero Gabriel nos había dejado varios cubiertos, platos demás e incluso servilletas. Sólo hicimos lo que pudimos.
— ¿Dónde va el tenedor? —pregunté.
Paula y Gerardo me miraron y luego voltearon a verse entre ellos, obviamente no conocían la respuesta. Gerardo se rindió y nos dijo que sólo debíamos poner un plato con un tenedor encima y contar eso como un trabajo bien hecho, así que obedecimos su petición. Cuando Gabriel llegó se rio un poco de nosotros, pero lo tomó bien.
— Espero que les guste la lasaña —nos dijo después de servirla—. Es muy especial.
— Gabriel, esto sólo es lasaña —le comentó Gerardo.
— Pruébalo —lo miró fijamente.
Gerardo hizo lo que Gabriel pidió. Recuerdo su expresión tan clara que me provoca risa aún ahora que lo recuerdo: Él tomó, incrédulo, su tenedor, lo rodeó de lasaña y la metió en su boca. Sus ojos se abrieron tanto que parecía que saldrían de sus órbitas. Sus cejas estaban más arriba que nunca, pero su boca estaba rodeando el tenedor, lo que hacía parecer que su cara estaba siendo succionada por su cubierto.
— ¿Cómo hiciste esto?
— Secreto familiar —sonrió ufano—. Sólo los que lleven mi apellido lo sabrán. Pruébenlo —nos dijo a Paula y a mí.
Y así lo hicimos. Sí, el sabor era espectacular. No sabía de dónde provenía. Eran las especias, el jitomate o todo junto lo que le daba un sabor increíble. Nunca había probado nada igual.
— Tengo que tener ésta receta —dijo Paula—. Es justo y necesario.
— Tal vez lo necesites —se rio él—. Pero no me parece justo. Así que no la tienes.
Platicamos sobre algunos temas antes de que Gabriel nos diera la noticia que nos prometió. Hablamos sobre nuestros días de regreso a la escuela, los planes que teníamos Paula y yo cuando termináramos la preparatoria, y sobre cómo pasaba rápido el tiempo y estábamos cerca de tener vacaciones de nuevo. Entonces Gabriel mencionó que tenía algo que decirnos:
— Bueno, es básicamente porqué los reuní aquí —nos miró a todos—. Me voy a mudar oficialmente a Guadalajara.
Pula gritó de emoción, yo aspiré asombrado y Gerardo sonrió. Gabriel tenía que irse, con excepción de éstas últimas, a Puebla cada que las vacaciones comenzaban, por eso a mí me alegró mucho escuchar esa noticia, ahora tendría más tiempo a Gabriel para mí.
— ¿Y en qué cambia, eso? —preguntó Paula.
— Bueno —hizo un gesto— ahora debo valerme por mí mismo. Mi familia y yo lo hablamos y a ellos les pareció bien. Ahora yo tendré que vivir de mi trabajo, ellos me mandaban dinero antes, ahora ya no.
» Y esa es otra buena noticia —agregó— acabo de encontrar un trabajo en una pequeña televisora, como quería, que paga muy bien, seguro puedo con eso. Claro que ellos no me van a abandonar, me darán algo de dinero, pero ya no tanto.
— Con veinte años estás haciendo tu vida solo —le felicitó Gerardo—. Serás un hombre hecho y derecho.
— ¿Y podrás hacerlo solo? —pregunté—. Digo, sigues estudiando y tendrás que mantener una casa.
— ¿Cuánto crees que me van a pagar? —me preguntó. No respondí— Pues serán... —ya no recuerdo la cifra, pero sí era una grande.
—Vaya —respondió Paula— No somos dignos de su grandeza, señor.
— Ustedes laven los platos —le respondió—. Con eso basta.
— Olvídate de que lo haga —respondió Gerardo—. Pero muchas felicidades, amigo. A ver cuándo me metes.
— ¡Ésa es una de las mejores partes! —se le iluminaron los ojos— ¡Están buscando gente! ¡Puedo recomendarte!
— ¡Hazlo! —mi hermano se emocionó—. ¡Estaría genial!
— Además —dijo— mi familia viene para acá en el verano.
— ¡Vaya! —exclamo Gerardo— ¡Dos años esperando y ya los voy a conocer!
— Todas las buenas noticias se juntan aquí —agregó Paula.
Pues la historia avanza rápidamente y al mismo tiempo tarda mucho, pero vamos adelante para continuar conociendo a mis queridos Abel y Gabriel, ahora que hay más tiempo, estarán más juntos
— Nos vemos!
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top