16. LA NOCHE

He nombrado varias veces a algunos de los sucesos que vivimos como la base de todo lo siguiente sin estar completamente seguro de cuál de todos ellos es el correcto, sin embargo, y sin ningún miedo a equivocarme, digo que la noche en la fiesta de Paula fue finalmente el momento culmen del principio de nuestra historia, donde no sólo te vi y percibí algo, sino que te sentí y me sentiste como debió haber sido desde el principio.

Había llegado el tan ansiado día del cumpleaños. Yo no te había visto durante algunos días, aunque seguías mandando mensajes. Si supiera cómo terminaría esa fiesta, habría estado más entusiasmado y completamente aterrado por lo que venía, contarlo ahora mismo me resulta difícil, estoy temblando y las teclas se presionan por error, escribiendo idioteces sin sentido y palabras que no existen, sólo por pensar en ti.

Durante los días anteriores, Gerardo era quien se veía más emocionado, decía que sería una gran fiesta y que le encantaría como ninguna otra.

— ¿Desde cuándo te gustan las fiestas? —pregunté

— Supongo que es más le hecho de la temática que de la fiesta como tal —me respondió—. Gabriel también está muy entusiasmado. Ayer fuimos a comprar el disfraz para él y no pude no partirme de risa cuando se lo probó.

— Ah... —trataba de fingir que no me importaba.

Hicimos un acuerdo entre los cuatro, donde pedimos que Gerardo y Paula fueran con el traje y vestido de bodas de Beetlejuice y Lydia, y que Gabriel y yo nos caracterizaríamos con los rostros deformados que Barbara y Adam usan para asustar a la nueva familia. Gabriel compró las máscaras por internet y me mandó una foto de ellas para que las viera, y aunque se veían muy bien, sabía que sólo las usaríamos por poco tiempo porque se volverían incomodas.

Paula pidió a Alex y a mí que la ayudáramos unas horas antes a organizar todo dentro de la casa, y después de mucho tiempo de trabajo, faltando sólo una hora, Paula se fue a vestir y Alex y yo terminamos los últimos detalles. Alex nos permitió vestirnos en su casa y después de Paula seguiría él y al final yo.

La fiesta comenzaba cuando se iba el sol, pero tuvimos todo listo mucho antes de que el tiempo terminara. La ropa que usé no fue difícil de conseguir, sólo saqué un poco del armario de mi papá para que fuera similar a la del personaje, y peiné mi pelo un poco parecido a lo que Adam tenía.

Entonces cuando salí vi a Alex usando un traje y un peinado bastante peculiar, que lo hacía ver casi igual a Tony Montana de Scarface. Luego, conforme fueron llegando los invitados, la reunión se nutrió de cantantes como Freddie Mercury, Madonna, los chicos de Duran Duran, e incluso un Luis Miguel, así como personajes de películas como Marty McFly y Emmet Brown, los Goonies, los personajes del Club de los Cinco y hasta unos cuantos Gremlins.

Paula estaba muy animada, aunque la fiesta estaba empezando, ya estaba siendo muy divertida, y su vestido de bodas rojo estaba causando impacto en todos los invitados, tanto los que conocían la película como los que no. Claramente yo no tuve ese éxito al principio. Por un rato mi disfraz no tuvo sentido, porque era solamente un chico vestido con la ropa de su papá y unos lentes, y aunque la fiesta iba muy bien, me incomodaba pensar que parecía que no me había disfrazado. Entonces alguien llegó a preguntarme de qué se trataba mi disfraz, y estuve a punto de explicarlo, lo cual lo habría arruinado por completo, pero un grito colectivo me detuvo:

Gabriel y Gerardo estaban entrando por la puerta. Gabriel tenía puesto un vestido y una peluca casi idénticos a los de Barbara en la película, incluso se había maquillado para hacer sus facciones más femeninas, pero lo que causó más furor fue la presencia de un muy bien caracterizado Beetlejuice entrando por la puerta, con el traje tinto y el pelo verde, así como un maquillaje muy bien logrado.

Gabriel se veía nervioso de usar el vestido, pero hacía parecer que no le importaba saludando a todos con naturalidad, pero sin detenerse demasiado. Me vio de lejos y se acercó a mí.

— ¡Abel! —Me sonrió— ¡Qué buen peinado! Ten —me dio mi máscara—. Vamos a asombrar a todos.

Volteé con quien me había preguntado antes sobre el disfraz antes y le dije:

— Soy Adam Maitland —y señalé a Gabriel— Y junto a mí Barbara. Por allá verás a Lydia y a Beetlejuice.

— ¿Ya no me llamo Gabriel? —él se reía.

— Quédate en personaje, Barbara, estás triunfando.

Muchos de los invitados gustaron de nuestros disfraces, y, por ende, pasamos un largo rato de la noche posando para las fotos de algunos de ellos, pidieron fotos con sólo uno de nosotros, o con los cuatro, algunas sólo con las parejas. Entonces Gabriel se percató de algo, y me dijo que debíamos ir a comer algo porque no habíamos probado nada y se estaba terminando.

— No has bebido nada —me dijo cuando estábamos comiendo una pieza de pollo frito.

— No pensaba beber hoy —le respondí—. Nada más voy a tomar malteadas, supongo.

— ¡No, Abel! ¡Es la fiesta de dieciocho años de tu mejor amiga! No puedes no celebrarlo. Ella está bebiendo.

— ¿No debería cuidar que no haga el ridículo?

— Gerardo lo está haciendo.

Volteé a la dirección de mi hermano y mi amiga y efectivamente, ella bebía, pero Gerardo estaba al pendiente de que no le pasara nada. Aún no había bebido lo suficiente, pero de igual modo se tropezó con alguien, y Gerardo la ayudó a no caer. Gran coincidencia que eso sucediera cuando yo volteé.

— ¿Y si el ridículo lo hago yo? —reí.

— Relájate —me dijo—. Esto no es una telenovela, nada malo va a pasar.

Gabriel me dio una cerveza, y comencé a beberla.

— Vamos a divertirnos —me jaló del brazo.

Es gracioso recordar estos momentos, me veía a mí mismo sin sentirme diferente y seguí bebiendo hasta que llegué a la tercera botella, lo que sólo me hizo sentir más animado. Bailaba mucho, por lo menos me movía al ritmo de I Was Made for Loving You de Kiss, cuando Paula y Gerardo hicieron una gran aparición: Ella se acercó a nosotros y gritó:

— ¡Beetlejuice! ¡Beetlejuice! ¡Beetlejuice!

Y de la nada Gerardo desenvolvió unos brazos muy largos de utilería, con la punta de mazos de globo, que iban desde sus manos reales, hasta donde bailábamos todos. Cuando lo vimos aparecer, noté que sólo faltaba en su cabeza el mini carrusel, Gerardo de verdad estaba siendo su personaje. Y justo cuando llegó con nosotros el Dj cambió la canción por Jump In The Line de Harry Belafonte, que es la canción que Lydia baila al final de la película.

Estaba divirtiéndome de verdad. Bailaba con Paula, con mi hermano y con Gabriel, y luego con Danny Zuko y Sandy Olsson de Grease, que ellos eran de los 70's, pero preferí no mencionar nada y sólo seguí disfrutándolo. Todos tenía disfraces excelentes, el concurso que Paula organizó sería más difícil de elegir. Cuando la canción que estaba sonando acabó, yo ya estaba muy animado.

— ¡Vamos a cantar! —les grité a mis amigos.

Corrimos todos al patio, que era donde estaba la máquina de karaoke. Ahí estaba Michael Jackson con una voz varias octavas más grave, pero un baile igual de bueno, cantando Thriller. Después de él siguió Madonna, pero ella cantó una canción de Guns and Roses porque, irónicamente, dijo que en realidad no le gustaba Madonna.

Después, Paula y yo nos subimos a cantar Devuélveme a Mi Chica de Hombres G, Luego subió Gabriel a cantar Heroes de Bowie, Gerardo cantó Don't Stop Me Now de Queen. Y luego Paula y Gerardo nos empujaron a Gabriel y a mí para que cantáramos juntos.

Literalmente fuimos empujados hasta donde estaba es escenario.

— ¿Qué tal si cantamos una de The Beatles?

— Ellos son de los 60's

— Pero eso es lo de menos —señaló a nuestro público.

Me sujetó del brazo y me llevó hasta arriba del mini escenario, ahí comenzó a tocar I Want to Hold Your Hand.

Oh please, say to me

You'll let me be your man

And please, say to me

You'll let me hold your hand

Escribir este capítulo me resulta bastante complicado, primero porque los nervios no permiten que mis manos se muevan con la usual naturalidad, sino también por mi incompetencia de comprender los momentos en que fuiste más directo con las señales de las que alguna vez hablamos que no noté, y que, contándolas, son tan obvias que podrían haber gritado lo que sentías por mí, pero yo no lo habría notado.

Ni tu voz ni la mía han sido melodiosas nunca, y, sin embargo, cuando cantamos a la par, la armonía se proyectaba como si supiéramos lo que hacíamos. La canción sólo duraba dos minutos y un poco más, minutos que se fueron en segundos, corroyendo mi mente porque a diferencia de cuando no estabas, y esperaba eternidades, esto fue efímero como una inhalación.

Entonces comencé a sentirlo de nuevo, no sabía qué era o de qué se trataba o de dónde provenía, pero estaba ahí, presente como un miembro fantasma, sólo sabía que estaba ahí, que era real y que me encantaba percibirlo.

No me cuesta comprender mi necesidad de evitar cualquier cosa que provocaras tú, pero me frustra saberme alejándome de ti cada vez que llegaba a sentir lo que fuera. Porque eso hice de nuevo, me alejé diciendo que estaba algo cansado y que necesitaba ir a sentarme.

Esa fue una de las pocas ocasiones en que he bebido, y aunque no estaba ebrio, podía percibirme algo mareado, así que sentarme no fue sólo un escape, sino una necesidad. Nadie notó que estaba ahí sentado porque todos hacían sus actividades, bailaban reían y bebían. Todos, excepto una chica que se sentó al lado mío.

— Eres amigo de Paula, ¿no?

— Síp —respondí—. Me llamo Abel.

— No es un nombre común —se rio—. Yo me llamo Karen.

Ella estaba disfrazada de Indiana Jones, era el mismo vestuario, sólo que ella era mujer y mucho más baja que Harrison Ford.

— Te queda muy bien el estilo que tienes —dijo tocándome los lentes— ¿Quién se supone que eres?

— Soy Adam Maitland, el de Beetlejuice.

— Ah, claro. Sí vi a Paula disfrazada de la chica darks. Me encantaron sus disfraces. Bueno, el tuyo tiene más sentido con la máscara, pero el cabello también es muy parecido. Por cierto, ¿dónde está la máscara de la cara estirada?

— La dejé en... —ya lo había olvidado—. Supongo que sigue en la casa, por lo menos.

— Oye —se puso más cerca de mí— ¿Te parece si te pasó mi número? Podemos hablar después.

— ¡Oh, claro! —Le dije y saqué mi teléfono— ¿Cuál es?

Me dio un número y cuando lo anoté, me pidió que le mandara un mensaje en WhatsApp para que también pudiera guardar el mío.

— Abel, ¿verdad?

— Sí, ése soy yo.

— Mientras tanto, podemos ir a...

— ¡Karen! —le gritó una chica entre la multitud— ¡Ven! ¡Vamos al Karaoke!

Volteó y me miró como disculpándose. Yo le dije que estaba bien. Que se fuera. A fin de cuentas, yo estaba un poco cansado de todo. Cuando estaba fuera de mi vista me levanté para ir arriba. Creí haberme levantado muy rápido porque me sentí mareado.

Preferí refugiarme en una habitación, un poco lejos de todos ellos para descansar un rato. Lo que pasó ahí dentro me sigue dando vueltas en la cabeza como si no quisiera irse. Sigo pensando en ello y me resulta difícil sacarlo voluntariamente porque quiero que siga en mi mente, que lo recuerde por siempre y nunca se vaya.

Mis manos están temblando más que cuando comencé, incluso mis dientes castañean como nunca lo habían hecho. Debo tomarme un minuto para volver a escribir porque simplemente soy incapaz de hacerlo sin relajarme.

— Nos vemos!

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