12. MÍRAME COME TE MIRO

Transcurría la segunda semana de marzo cuando recibí una nueva llamada de Gabriel, nuevamente me tomó por sorpresa porque habíamos estado saliendo todos juntos, incluso nos reunimos para ver la entrega de los premios Oscars sólo unos días antes, pero al igual que la última vez, él me pidió verme sólo a mí.

La forma en que yo me vestía cotidianamente no se alejaba de lo usual, siempre usaba jeans, playeras con estampados simples y tenis, y sin darme cuenta, en las dos ocasiones en que Gabriel me había llamado utilicé combinaciones más alegres y llamativas. Puedo reír sobre eso porque de verdad pensaba que lo hacía sólo sin querer.

— Hoy —me dijo cuando ya estaba en su sala— vas a aprender que no sólo hay que esperar que las personas hagan algo sin obtener algo más a cambio. —Hablaba con un tono sumamente serio, y andaba de izquierda a derecha mientras lo hacía—. Abel, me has hecho leer un libro por gusto, y me has hecho comprar dos más. —Se detuvo y me miró fijamente—. Hoy tendrás que ver algunas películas conmigo.

— Al principio creí que querrías asesinarme —me relajé—. De verdad me asustaste.

Se acercó a mi cara con su cabeza ladeada y una mirada intensa. De nuevo me intimidó. Y de su boca salió una voz aún más seria que la anterior

— Ése era mi propósito —se rio.

» Bueno. —Se sentó al lado mío—. Hay varias opciones que quiero que contemples. Tenemos toda la tarde, así que podemos ver al menos tres, pero no te torturaré tanto, y te dejaré en un máximo de una sola, ¿te parece?

— Supongo...

— No se diga más. —Tenía el control de la televisión en su mano—. Quiero que veas alguna de las siguientes películas. —Tomó su celular y entró a una lista—. Tú elije la que te suene mejor.

Dejó su celular en mi mano, en la pantalla había una lista de películas, cada una tenía una sinopsis, sus datos y hasta se había preocupado por poner links a los trailers:

· A Ghost Story (David Lowery, 2017)

· Citizen Kane (Orson Welles, 1941)

· Melancholia (Lars Von Trier, 2011)

· The Black Swan (Darren Aronofsky, 2010)

· J'ai Tué Ma Mère (Xavier Dolan, 2009)

— ¿J'ai Tué Ma Mère? —pregunté haciendo acento francés.

— ¿Hablas francés? —preguntó extrañado.

— No —respondí y presioné las cejas—. Sólo asumí que así se pronunciaba. ¿Qué significa?

— Yo maté a mi madre. Antes que nada —levantó la mano— ¡no creas que la mata de verdad!

— Esperaba que no fuera así —respondí—. Quiero verla. No he visto películas francesas jamás.

— ¿En serio? Bueno, espero que te guste. —Luego agregó—: Pero es canadiense, no francesa. —Miró su teléfono— Al menos no elegiste Citizen Kane. Estoy hasta acá —hizo una seña con su mano sobre su cabeza— de ésa película. Pero todos la consideran como patrimonio del cine o algo así.

— No debiste ponerla en la lista.

— Lo hice porque a fin de cuentas sí es importante para la historia del cine, pero no me gusta nada.

» Realmente no soy del tipo que disfruta tanto las películas de culto —hizo comillas cuando dijo eso—. Sí son buenas y todo, pero considero que también podemos aprender de lo nuevo. De lo actual y moderno. Además de que las películas de principio del siglo pasado pueden resultar aburridas, y mi propósito es te guste el cine, no espantarte de él.

Sonrió mirándome durante unos segundos antes de decir:

— ¡Pues hay que poner la película!

La película era bastante peculiar. Trataba sobre la relación inestable entre un adolescente y su madre, y sus constantes peleas por casi cualquier cosa. Nunca en mi vida había visto algo así. Era diferente, y podía sentir que era sincera. Como si cada escena que transcurriera, fuera la vida del propio actor o el escritor o quien fuera. Gabriel se había sentado a un lado mío. Las luces estaban apagadas y apenas se escuchaban ruidos de afuera, era como si la noche hubiera existido dentro de ésa habitación. Y luego él se acercó más.

— Hablaremos de éstas secuencias luego —me informó al oído, casi al final, en una pelea de los protagonistas.

Sólo puedo decir que mi piel entera se erizó cuando se acercó a mí.

Cuando acabó, sentí vacío. No como si algo faltara en la película, sino que era la sensación que provocó en mí, era como estar en un agujero sin control de ninguna clase de mis emociones, pero al mismo tiempo podía verlas a todas ellas volando sobre mí y golpeándome una tras otra.

— ¿Qué te pareció?

—Vaya... —no podía hablar— Fue... am... No sé...

— ¿Sin palabras?

— La verdad sí. Estoy sin palabras.

— Así fue como todos quedaron cuando se presentó en Cannes. Se le dio una ovación de pie por ocho minutos.

— ¿Cómo? —me sorprendí—. ¿La gente, literalmente, aplaudió por ocho minutos?

— Así es —respondió sonriendo—. J'ai Tué Ma Mère es la opera prima de Xavier Dolan, la escribió con, creo, que dieciséis años, y la dirigió, protagonizó a los diecinueve. ¡Yo ya tengo veinte y estoy aquí sin hacer nada! —volvió a reír—. Imagina lo que debe ser esto. Él es un artista nato, y de verdad merece mucho más. También rompió el record a ovación de pie por quince minutos con otra de sus películas. Mommy, se llama, pero eso fue en 2014, y era como su cuarta película o algo así.

» ¡Pero trata de decirme qué viste!

— Pues... —tartamudeé—. Lo que vi fue... muy bueno —traté de sonreír, pero seguía pensando lo que quería decir—. Sentí cada escena muy verdadera, fue real, incluso pude percibir que fue escrita por un adolescente. —La sonrisa de Gabriel desapareció—. ¡No! —reaccioné pronto—. No quiero decir que parezca amateur o poco artística, sino que siento que Dolan expresa todo lo que siente con eso, y se nota su inmadurez y su egoísmo, ésas cosas que hacemos los adolescentes: ser tontos y pensar que todos nos odian.

— Yo no era así —se rio— pero eso es irrelevante.

» En la escena final, cuando Hubert regresa al lugar de las rocas junto con su madre, siento que es una representación clara de lo que estás diciendo, él nunca deja de ser un niño, sigue siendo un inmaduro.

Asentí.

— Hablemos de la escena que te dije —siguió—. Cuando Hubert se está yendo al internado.

— Ajá... —dejé que siguiera hablando.

— ¿No te parece que es el punto más alto de la película? Donde podemos ver qué es eso que tanto molesta a Hubert, gritando todo eso que no soporta de ella.

— No concuerdo —me miró directamente a los ojos—. Sí creo que es muy fuerte el momento, pero no creo que exprese todo lo que le molesta en realidad. Creo que eso se ve durante toda la película. No digo que eso no afecte, pero pienso que es sólo lo que le incomoda, no lo que lo hace tan desagradable.

— Pues yo digo que sí, ¿sabes? —me contradijo—. Sí hay más razones, pero si las dijo entonces fue por algo. Por eso es que la escena culmina con ese diálogo, "Yo moriría después".

— Un diálogo muy potente, es cierto —seguí—. Pero igualmente, no es lo más significativo, si tomamos en cuenta que durante la película Hubert constantemente habla de lo mucho que extraña ser un niño, y cómo cuando llama a su papá es la única vez que se le ve de verdad feliz. Simplemente es toda esa inmadurez suya acumulada, por eso regresa a la roca.

— Buena perspectiva —me respondió y se acercó un poco a mí—. Tienes una gran mente.

— Eso quisiera —reí—. Aquí el que ve películas y puede hacerlas eres tú. Sería genial que un día hicieras algo así —señalé la pantalla.

— Por mucho que me guste esa película, no es mi estilo. Soy muy diferente a ella, tal vez no tan bueno, tal vez sí, pero diferente, a fin de cuentas. Trato siempre de hacer lo que me gusta, y dejar una huella con eso. Puede sonar muy pretencioso, pero es lo que creo, busco que mi forma de expresar sea distinta para que sea reconocible, para que quien la vea sepa que es mía.

— ¿Cómo es tu forma de expresarte?

Comenzó una larga explicación que sí escuché, pero tenía algo más a qué poner atención.

Me encantaba escucharte hablar de lo que le apasionaba. No sólo te veías más radiante, sino que te movías con una gracilidad y una torpeza combinadas que hacían que fuera un espectáculo visual. Tú hablabas con vehemencia cuando hablabas conmigo, y cada vez que te veía yo sentía más fascinación hacia ti y hacia lo que quería que vieras en sí mismo y tus películas. Era como si me llamaras a seguir viéndote y no voltearme nunca. Yo era la hoja de un árbol, tú el viento que me guiaba.

Cada vez que terminabas una oración me iba acercando hasta que finalmente estuvimos uno al lado del otro. Tu cuerpo rosaba el mío y tus manos se movían con cuidado para no golpearme. Así nuestros rostros encontraron el camino del otro. Entonces guardaste silencio. Sonreías, y yo también. Me faltaba el aire. Necesitaba romper lo que aún quedaba de distancia.

— Mírame como te miro —me dijiste—. Y yo miraré dentro de ti.

Toda mi piel se erizo en un escalofrío. No supe qué quisiste decir cuando mencionaste eso. Sabía que había algo oculto, pero no entendía qué. Eso fue lo que me rompió por siempre. Lo que hizo que cayera por completo ante ti y no pudiera levantarme nunca más. Me di cuenta de una cosa entonces:

Yo estaba loco por ti, Gabriel.

Hola!
Me retrasé bastante subiendo este capítulo, más bien por decidía, la historia ya está completa, sólo la publico por partes para dar emoción!
O preferirían que esté disponible para lectura corrida?

Nos vemos!

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