Capítulo 7

Nicole

Una vez estuvimos en su habitación, no pude evitar sorprenderme debido a lo grande que es, frente a mi se extendía un gran espacio iluminado de luces tenues, paredes blancas y un enorme ventanal con vista a toda la ciudad, una vista realmente espléndida debido a que nos encontrábamos casi en el último piso del edificio.

Tambien hay algunos cuadros esparcidos por las paredes, a unos cuantos pasos de la puerta principal se encuentra una pequeña sala de estar y un bar con una gran infinidad de licores disponibles, más adelante hay una pequeña separación que genera la ilusión de tener los espacios separados.

- Vaya. - Dije asombrada. - Este lugar es enorme.

Stiven rió, mientras se acercaba a mi y me ayudaba a quitar mi abrigo para dejarlo en el perchero al lado de la puerta.

- ¿Quieres algo de tomar?. - Me preguntó, mientras continuaba su camino hasta el bar. - Tengo vodka, whisky, tequila, ron, ginebra o aguardiente.

Camine hasta llegar a una de las sillas que se encontraban frente a la barra, tome asiento y lo miré.

- Solo agua. - Le sonreí.

- ¿Que?. - Preguntó incrédulo. - ¿Quien eres tú y que hiciste con Nicole?.

- Reí. - Hace mucho que deje de tomar.

- Pero hoy, es una fecha especial. - Sonrió, tomo dos copas y sirvió un poco de hielos y posteriormente un poco de ron en ellas. - Debemos brindar por nuestro tan inesperado pero maravilloso encuentro.

Dio la vuelta a la barra y tomó asiento en una de las sillas que se encontraba frente a mi y me acerco uno de los vasos.

Él cerro sus ojos mientras terminaba todo el contenido de su vaso de un solo trago en solo segundos, finalmente lo dejo a un lado y nuevamente me miró.

- ¿Enserió no tomarás?. - Pregunto mirando mi copa llena aún. Negué. - Lo siento. - Rió nervioso. - Te traeré agua.

Stiven trato de ponerse de pie, pero lo detuve. Su mirada choco con la mía, haciéndome sentir completamente nerviosa.

Él claramente estaba muchísimo más nervioso que yo, lo pude deducir por su forma tan acelerada de tratar de hacer las cosas.

- No hace falta. - Susurré. Aparte mi mano de su brazo con suavidad. - Estoy bien.

- Bien. - Accedió. - Pediré algo de comer. - Mencionó, saco su móvil de su bolsillo y comenzó a copiar de forma rápida en el. - ¿Que deseas comer?. - Preguntó apartando su mirada del teléfono para mirarme.

- Sorprendeme. - Sonreí. Él sonrió también, volvió su mirada a su teléfono y continuó escribiendo.

Una vez finalizó, guardo de nuevo su teléfono en su bolsillo y me miró, sutilmente tomo mi trago y lo atrajo hacia él, cosa que me hizo reír.

- No puedo creer que estés aquí, conmigo. - Susurró acercándose un poco más a mi. - Ha pasado tanto tiempo.

- Aún sigo dudando sobre si fue buena idea. - Sonreí débilmente. Sus orbes se mantenían fijos a los míos.

- El estar juntos. - Tomó con suavidad una de mis manos y la apreto levemente. - Siempre será una buena idea para mi. - Sonrió.

Mi corazón palpito con fuerza, quizás por lo que había acabado de decirme o por que nuestras manos se encontraban unidas.

- Perdóname. - Musité de repente mirando nuestras manos unidas. - Yo no quería lastimarte y...

- No digas más. - Pidió. Nuevamente levante mi mirada para conectar con la suya, mi corazón se estrujo por completo en mi pecho al ver sus ojos cristalinos. - No hace falta dañarnos con cosas del pasado. - Su mano abandono la mía, para acariciar mi mejilla con delicadeza y luego tomar el vaso y dar un trago.

- Es importante. - Susurré. - Para mi lo es. - Él negó suavemente mientras devolvía el vaso a su posición. - Se que te hice demasiado daño al terminar nuestra relación. - Comencé a hablar. Su mirada se mantenía conectada a la mía y prestó atención a lo que tenía para decirle. - Pero créeme, era lo mejor, para los dos. - Mi voz se entrecortó por completo.

- Ey. - Él inmediatamente se puso de pie y me abrazo a su pecho con suavidad. - No llores. - Pidió acariciando mi espalda. - No tengo nada que perdonarte. - Musito cerca de mi oído. - La decisión que tomaste, ciertamente me dolió, pero me hubiese dolido mucho más que te quedarás a mi lado si no me querías.

Suavemente me aparte de él, quedando lo suficientemente cerca como para notar que pronto aquellas lágrimas qué trataba de contener en sus ojos, escaparían. Acaricié suavemente su mejila, necesitaba fuerzas para decirle la verdad, para confesarle que aún lo sigo amando y que nunca deje de hacerlo.

Que a pesar de mi decisión para protegerlo, me arrepiento demasiado por haberlo abandonado cuando más me quería.

- Stiven yo...- Traté de tomar fuerzas de donde no las tenia para mirarlo fijamente y confesarlo.

- No digas más. - Pidió. - No hace falta. - Sonrió. - Ha pasado muchísimo tiempo, es un tema que ya esta superado, ¿Si?, no te atormentes más con eso. - Dijo firme. - Solo somos, dos amigos que se reencuentran luego de mucho tiempo y desean compartir tiempo de calidad juntos.

Sonreí. Enserió deseaba decirle que aún lo amo, gritarselo si pudiera, pero él simplemente se negaba a continuar con esta conversación, como si tuviera temor de salir más herido. Sin embargo me siento completamente preparada, para decirle toda la verdad.

- Yo nunca deje de amarte. - Solté de repente.

El cambio en las facciones de su rostro fueron más que evidentes, una combinación de felicidad con melancolía lo invadió, sin embargo esto no evito que volviera a sonreír.

- No hace falta que lo digas solo por lastima. - Su voz se escuchó completamente diferente, enojado. - Sabes que lo que más odio es que me digan cosas que no son ciertas, solo por lastima.

- Stiven. - Tome su rostro en mis manos, obligandolo a mirarme. - Te amo. - Dije despacio. - Jamás deje de hacerlo. - Mi voz tembló. Mientras que él me miraba completamente desconcertado por mi confesión.

- ¿Por qué terminaste conmigo entonces?. - Preguntó en apenas un susurro. Sus ojos escaneaban mi rostro, como su deseará encontrar algo que le confirmará qué está diciendo la verdad.

Y ahí estaba la pregunta que tanto temía. Esa pregunta que a pesar de tener la respuesta, no deseaba contestar.

- Eso ya no importa. - Trate de evadir el tema y mi obligación de contarle acerca de mi enfermedad.

- Para mi lo...

Tratando de posponer un poco más el inevitable momento de contarle todo sobre lo que estaba pasandome, sin pensarlo atrapé sus labios con los míos, cediendo por completo a mis ganas de besarlo y evitando que continuará hablando, él tardo varios segundos en corresponderme, sin embargo, cuando lo hizo, lo hizo con pasión y deseo. Una de sus manos se poso sobre mi cuello, apretandome a él con más fuerza.

Su beso desesperado y con necesidad comenzó a generar una oleada de calor en mi cuerpo, llena de pasión, pánico y deseo. Esto no debía estar pasando, sin embargo era inevitable. Me apreté más a él, buscando casi fusionar su cuerpo con el mio, sintiendo en cada terminal nerviosa de mi piel el calor de la suya.

Atrapé su labio inferior entre mis dientes antes de finalizar nuestro beso, con suavidad me aparte poco a poco de él y nuevamente nos miramos.

- Nicole. - Mi nombre salio de sus labios casi en tono de súplica. Conozco a la perfección ese tono en su voz y se lo que sigue después de eso.

Nuevamente sus labios se juntan con los míos, mientras que con gran facilidad me toma por la cintura y me sienta sobre la barra del bar. Con una pizca de desesperación se abre un espacio en medio de mis piernas, mientras que sus besos descienden de mis labios a mi mandíbula hasta llegar a mi cuello.

Su tacto en mi piel se siente tan bien, la suavidad de su lengua mezclada con su saliva marca un camino desde mi clavícula hasta mi mandíbula nuevamente, una vez finaliza su trayecto se separa y me mira con sus orbes completamente oscuros por el placer, finalmente vuelve a aplastar sus labios sobre los míos.

Mis manos buscan desesperadamente acariciar su cuerpo, sentir su piel. Con movimientos torpes logró desabrochar el resto de los botones de su camisa y con rapidez tiro de esta hacia atrás dejándolo completamente desnudo en su torso.

Inicio mis caricias desde sus hombros y desciendo con lentitud por su pecho hasta llegar a la mitad de su abdomen. Él aún reclama con agresividad mis labios, muerde y succiona a su gusto mi labio inferior, ocasionando qué mi centro palpite. Continuó con mis caricias hasta llegar a esa 'v' que me advierte que estoy a punto de tocar terrenos peligrosos y él también lo siente.

Se aparta de mi lo suficiente como para dejar un pequeño espacio entre ambos, su mirada se fija en mis manos mientras muerde su labio inferior, completamente deseoso porque mis manos continúen descendiendo hasta entrar por debajo de su pantalón.

Y así lo hago, termino por pasar esa barrera. Su miembro me recibe, completamente erecto debido a nuestros besos de segundos anteriores, acarició con suavidad su longitud sobre la tela de su bóxer y logró sentir como la humedad de su punta traspasa la tela.

Mis ojos se clavan en su rostro, haciendo contacto visual con los suyos inmediatamente, su mirada está llena de deseo y súplica. Él mantiene su labio inferior cautivo entre la fuerza de sus dientes, mientras que mis manos envuelven su grosor sobre la estorbosa tela.

- Tócame bien Nicole. - Pidió. Su voz completamente ronca inundó el espacio, haciéndome sentir un escalofrío. - Mete tus manos debajo de mi bóxer.

Aquello sonó casi como una orden y yo, completamente dispuesta obedecí ante su petición. Subí un poco mis manos en busca de la pretina de su bóxer, con suavidad tome su longitud en mis manos y los masturbe un poco.

Su mirada seguía clavada en mi y la mía en él. Mi dedo pulgar paso por su glande con suavidad, esparciendo toda la humedad por este. Sus ojos se cerraron instantáneamente mientras comenzaba a mover sus caderas para generar fricción en medio de mis manos.

Verlo de esta forma me calentó, deseosa por sentirlo en medio de mis piernas, aparte rápidamente mis manos de su miembro lo que lo hizo abrir sus ojos y mirarme confundido.

- Yo también necesito un poco de caricias. - Susurré. Abrí lenta y seductoramente mis piernas frente a él, sus pupilas se dilataron en cuanto vio mi acción y es que se perfectamente que este tipo de ofrecimientos lo volvían loco.

Nuevamente se acercó a mi, de forma demandante abarco toda mi figura con la suya. Sus manos buscaron el bordo de mi blusa y con algo de mi ayuda logramos deshacernos de ella. Sus labios se aplastaron sobre la piel de mi pecho, descendiendo hasta llegar a mis pechos, sus manos acunaron mis senos para luego apretarlos y besarlos.

Sus manos pasaron de mis senos a mi espalda en cuestión de segundos, su cabeza se instaló en medio de mi cuello y de mi hombro, permitiendose ver como quitaba mi sostén para finalmente liberar mis pechos.

Una vez lo hizo, esta vez busco el filo de mi pantalón, con bastante agilidad desabrochó los botones y al igual que con el sostén, con un poco de mi ayuda logro quitar esta prenda también.

Ahora, únicamente me encontraba en bragas frente a él.

Su mano busco mi sexo inmediatamente, mi respiración se detuvo en cuanto sentí sus dedos estimular mi clitoris por encima de la tela de mi ropa interior, mi vista se poso en sus manos y en sus movimientos, sus dedos se movieron en círculos, haciéndome sentir corrientes de energía por todo mi cuerpo ocasionando qué inevitablemente abriera un poco más mis piernas para él.

Me miró, con sus ojos completamente oscurecidos. Con uno de sus dedos puso mi braga hacia a un lado, dejando a la vista mi centro completamente húmedo a causa de sus besos y recientes caricias. Con su mirada fija en la mía, acercó poco a poco sus labios a mi sexo, su aliento cálido choco contra mis labios mayores, haciéndome sentir deseosa por sentir sus labios y la humedad de su boca abarcar por completo mi zona.

Sin embargo se mantuvo ahí, quieto, observandome. Como si estuviera pidiéndome permiso para tomarme.

Con mi mirada fija aún en él, eleve un poco mis caderas, acercándome a él, casi implorando por su boca en mi sexo y él pareció notarlo.

La calidez de su boca y de su lengua abarco todo mi sexo. Dios, su lengua y la manera en la que estaba chupandome estaban haciéndome ver las estrellas, arquee un poco mi espalda y enrede mis manos en su corto cabello y lo presioné un poco más a mi.

- Oh Dios. - Gemí, mientras mi mirada se mantenía fija en el techo. - Si...Justo ahí.

Su lengua jugo conmigo a su antojó, con agresividad y rapidez chupo todo mi sexo, ocasionando qué la agresividad con la que estaba tomándome me arrojara cada vez más cerca a mi orgasmo. Y entonces, como si no fuese suficiente con el placer que estaba vindrandome con su boca, metió dos de sus dedos en mi interior, haciéndome gemir más fuerte.

- Stiven. - Susurré. Volví mi vista a él. Estaba completamente concentrado en mi sexo y en hacerme venir. - Stiven. - Gemí de nuevo, al sentir como una corriente deliciosa cruzo todo mi cuerpo desde la punta de mis pies hasta mi cabeza.

Stiven acababa de brindarme el mejor orgasmo de toda mi vida y a pesar de esto, sabía que nuestra noche no terminaría aquí.

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