Mírame ... y recuerda.
―Buenas noches señor Coleman. Por favor, tome asiento. ―aquella voz masculina le sonó familiar, pero poco le importaba.
Algo estaba mal, muy mal en aquel sitio.
Y no, no era solo su puta cabeza.
Era todo.
El despacho. Oscuro, aséptico. Apenas iluminado, con esa aún más aséptica lamparita artificial. El doctor. Del que solo se distinguía el reflejo de los cristales de sus gafas y la bata blanca.
El corazón le latía desbocado.
Pum pum, Pum pum, Pum pum
El ambiente estaba enrarecido, se olía el moho y se aspiraba el polvo ambos revueltos con un matiz extraño...como a...
Un chirrido le engarrotó los músculos. El cuerpo le quedó tenso, bajo la piel las arterias palpitaban furiosas y chorreantes de adrenalina ponzoñosa.
Pum pum, Pum pum, Pum pum
Sí. La sensación era familiar, tan familiar como aquel despacho donde tuvo decenas de sesiones ya olvidadas. El lugar parecía real, solo que no lo era.
Ray lo notaba.
En los detalles difusos. En los huecos vacíos donde sabía que había algo que los rellenaba: una foto, un cuadro o un pisapepeles de cuya forma no se recordaba.
Y el espacio era estrecho. Muy estrecho. Las paredes casi eran asfixiantes y emanaban un calor atroz que le dificultaban la respiración. Aire caliente, pesado y falso.
A la la penumbra y la aire enrarecido se le unía un repiqueteo constante. el que deja un líquido espeso al caer.
Ploc
...
Ploc
...
Ploc
...
Y no sabía de donde provenía. Igual que no comprendía, como podía él saber que era de esa sustancia de donde provenía ese matiz dulzón que se le aremolinaba en las fosas nasales. Un olor muy familiar ¿A qué? ¿A quién?
Ploc
...
El viejo Ray, tampoco sabría decir cómo reconoció la consulta del psiquiatra, la cuestión era que la reconoció. Allí, solo y parado, no sabía como explicarlo. Su capacidad para el pensamiento abstracto, era tan limitada que solo te diría: "Estaba rara, parecía diferente pero no sé en qué".
No, aquel borracho inculto no sabría explicarte que: aunque esa consulta era la de su psquiatra, en la vida real no se vería igual; porque donde él estaba no era en la consulta en sí, sino en su propia representación mental y sensorial de esa consulta.
Era un recuerdo. Porque así era cómo Ray la recordaba. Fría, agobiante, nociva y desconocida; inhumana, incómoda y, sobre todo, infernal. Pues la gobernaba un sádico que le perforaba el cerebro para sacarle las desgracias y comérselas con cucharilla.
Solo algo no cuadraba... el goteo.
Ploc
...
...
...
Ploc
Las corrientes de aire, también son un suceso incomprensible en una habitación cerrada, y Ray lo supo cuando un viento gélido le acuchilló la cara. A su alrededor, la lamparita tintineó levemente y las hojas de planta de interior se batieron en la oscuridad sin nada que las moviera.
La aprensión se agarró a su corazón igual que su mano alrededor del bote de pastillas.
Pum pum ,Pum pum, Pum pum, Pum pum, Pum pum.
"Dr. Richardson" rezaba en la prescripción temblorosa.
Los ojos de Ray se elevaron a la figura que debía ser el psiquiatra, pero allí no había hombre alguno. Solo el reflejo de una silueta. El reflejo tembloroso ante una lamparita titilante , de una sombra negra, anónima y desconocida, tal como lo fue aquel médico del que nunca supo nada y al que Ray le contaba todo. O casi todo.
Con un paso vacilante se le acercó un poco.
"Crak"
Pero... el parquet chasqueó bajo el peso de su suela.
Paró.
PumPum,PumPum,PumPum,PumPum,PumPum,PumPum
Ploc, Ploc, Ploc,Ploc,Ploc,Ploc
El corazón bombeaba aún más rápido cuando descubrió que la silueta no se movía,ni respiraba. Era una marioneta muerta, recostada en la butaca justo en la misma posición que tenía siempre el doctor Richardson. Y al igual que el psiquiatra original, a su lado tenía una libreta, en el bolsillo de su bata había una pluma, pero ... en la mano que descansaba sobre su regazo el doctor sostenía un taladro. En la otra, brillaba el metal de una cucharilla de postre.
Sí. Ese era su psiquiatra. Se lo recomendó...¿Quien se lo recomendó? ¿No fue un abogado? ¿Un compañero de trabajo? ¿Su mujer? ¿Qué mujer? ¿Cual de ellas? ¿Acaso tuvo otra?
― Por favor, tome asiento señor Coleman ― sugirió el maniquí inmovil. Las gafas relampaguearon, y su cabeza chasqueó cuando cayó sin vida sobre su hombro.
Ray miró a su alrededor frenético. La lamparita chirriaba levemente, la luz no paraba de parpadear en aquel despacho monstruoso, el techo no paraba de gotear y entonces ... comenzaron los susurros.
Agudos como bisagras oxidadas, burlones e infantiles.
―Siéntateeeee ....estoy aquíííííí.
―Tenemos que hablaaaaaaar, pichooooncito
(Risas desde el escritorio)
(Risas tras las cortinas )
(Risas bajo el diván)
―Rayyyyyy ... ¿No me ves? ¿No me veeees? ¿Noooo meeeee vees ... ves ....... ves..........ves, puto gordito de mierda?
PUMPUM,PUMPUM,PUMPUM,PUMPUM,PUMPUM,PUMPUM
El corazón le gritaba frenético en los oídos, igual que Ray
― ¡DEJADME EN PAZ, JODER! ¡Dejádme por favor!― suplicó tapándose los oídos.
Pero sus labios no se movieron, la lengua no articuló palabra y, sus cuerdas vocales no emitieron sonido alguno. Pues su cuerpo ... había dejado de ser suyo.
Ahora pertenecía a su propio recuerdo y a las sombras.
Que se reían en la oscuridad.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top