Capítulo 2.

Tikki y Plagg no tardaron en darse cuenta de lo desesperada que estaba Marinette esta vez.

-¡No puedes estar considerándolo!-dijo el kwami de la destrucción mientras Marinette tenía la mirada fija en las joyas-. ¡¿Ya olvidaste todo lo que el maestro Fu te dijo?! ¡Toda acción...

-Conlleva una reacción, lo sé-dijo Marinette-. Pero tengo que hacerlo.

-Marinette, es mucho más grave de lo que crees, ¡vas a destruir el mundo si lo haces!

-¿Qué quieres decir, Tikki?

-Imagina que el mundo es una libreta y todo lo que hay en él está escrito en azul. Bueno, si quieres escribirlo en rojo, primero tendrías que borrar lo que está escrito en azul. ¡Lo mismo pasa con el deseo, si lo pides destruirás este universo y luego se reconstruirá a si mismo, pero quién sabe con qué cambios!

-¿Y si creas una nueva historia donde tú y Adrien nunca se conocieron?-dijo Plagg-. ¿Podrías soportarlo?

Marinette sopesó esa posibilidad. A pesar de los momentos difíciles que habían atravesado en los últimos dos años, también hubo buenos momentos, momentos que ella no quería que se perdieran. Y si pedía el deseo, corría ese riesgo.

Pero entonces pensó en lo que Adrien acababa de decirle. ¿Cuántas veces pudo arreglar todo lo malo en el mundo y por miedo a las consecuencias se detuvo? Ellos le dieron su vida a la ciudad, sacrificaron mucho para vencer a Hawk Moth. ¿Y qué habían ganado a cambio? ¿Por qué no podían tenerlo todo? No era justo, y ella era una superheroína, no podía permitir las injusticias, menos tratándose del chico que amaba.

-No importa, vale la pena correr el riesgo. Y si lo pierdo, al menos habrá recuperado a su familia. Su felicidad, es la mía, aún si no lo tengo a mi lado.

-Marinette, escucha...

-¡No, escuchen ustedes!-los encaró Marinette-. ¡Todo este tiempo me he contenido de usar los miraculous para arreglar las cosas y que Adrien pueda ser feliz porque pensé que yo podía hcerlo feliz!

-¡Y lo haces, Marinette!-dijo Plagg-. ¡Los únicos momentos en los que Adrien deja de pensar en lo que le pasó a su familia es cuando está contigo!

-No es suficiente-dijo Marinette poniéndose el anillo y los aretes-. Gabriel Agreste quizás fue egoísta, pero eso es lo que el amor nos hace. Saca lo mejor y lo peor de nosotros, y eso no lo hace algo malo. Así que haré esto por el amor que le tengo a Adrien, porque sólo quiero verlo sonreír por siempre.

-¿Estás segura?

Los kwamis ya no intentaban convencerla. Si eran honestos con ellos mismos, Marinette tenía algunos puntos de vista válidos.

-Por favor-Marinette los miró suplicantes-. Tikki, Plagg, no voy a obligarlos a nada, pero quiero que sean honestos conmigo. ¿No creen que Adrien ya sufrió demasiado?

Hubo un momento de silencio.

-Espero que no nos arrepintamos de esto-dijo Tikki resignada y Plagg asintió sin decir nada.

-¿Qué tengo que hacer? 

-Es como una fusión normal-dijo Plagg-, una vez unidos los miraculous, sabrás qué hacer.

-Muy bien. ¡Tikki, Plagg, metamorfosis dual!

Apenas lo hizo, una luz blanca la cubrió y cerró los ojos asustada. Al abrirlos, miró a su alrededor. Estaba en un lugar que parecía ubicarse en medio del espacio exterior. A su alrededor todo lo que se veía eran planetas y estrellas.

-¿Dónde estoy?

-Eso no es importante.

Una voz muy grave hizo que la azabache se asustara y por poco se cae.

-¿Q-Quién eres tú? ¿Por qué no te puedo ver?

-Yo soy el Guardián Supremo, aquel que vigila y cuida de toda la existencia. Y también soy el creador de los miraculous. En cuanto al porqué no puedes verme, bueno, las mentes humanas no pueden ver mi verdadera forma o de lo contrario explotarían. 

-Ya veo-dijo Mrinette-. Supongo que sabes a qué he venido.

-Lo sé-dijo la voz-. Han pasado milenios desde que alguien pidió un deseo, pensé que los humanos aprendieron la lección después de la caída de Roma.

-¿Fue un deseo lo que...? Olvídalo-Marinette sacudió la cabeza-. Mira, quizás estoy siendo egoísta, y eso para ti podrá no ser bueno, pero de verdad, quiero que entiendas que...

-Ah, no te preocupes, no estoy aquí para juzgarte. De todas formas, tengo prohibido intervenir a menos que la realidad esté en peligro. Por ahora, sólo estoy aquí para cumplir tu deseo.

-Bien-Marinette se quedó pensativa-. Disculpa, ¿qué pasará una vez que pida el deseo? Me han dicho muchas cosas, pero...

-Bueno, sabes que para que tu deseo se cumpla debo destruir tu realidad y crear una nueva. Lo que pase cuando se cumpla el deseo es algo que no te puedo decir porque no lo sé con certeza, pero te puedo decir esto: los únicos que recordarán lo que pasó una vez que el deseo se cumpla seremos tú, yo y los kwamis. Así que piensa con cuidado lo que vas a desear, porque vivirás con eso el resto de tu vida.

-De acuerdo...

Marinette no tenía dudas. Sabía cuál sería el deseo ideal para que Adrien fuera feliz.

-Deseo que Emilie Agreste jamás haya enfermado ni muerto por usar el miraculous del pavo real dañado.

-Deseo concedido.

Una luz brillante comenzó a cubrirlo todo, el deseo iba a cumplirse, pero...

-¡Espera!-la luz se detuvo y Marinette reconsideró-. Si pido ese deseo, ¿es posible que Adrien tome el lugar de su mamá?

-Ya te dije que no sé que es lo que pasará luego de...

-¡¿Es posible o no?!

La voz guardó silencio unos minutos.

-Es posible-admitió al fin.

-Vale, no tiene caso arreglar algo si otra cosa se va a romper-razonó Marinette-. Bien, entonces deseo que la familia Agreste y Nathalie Sancoeur sean felices y se queden juntos el resto de sus vidas. No importa si estoy con Adrien o no.

-Deseo conce...

-¡No, alto!-la voz gruñó y Marinette volvió a reconsiderar-. Entonces el maestro Fu igual habrá perdido los miraculous y alguien tomaría el lugar de Emilie y el de Gabriel como Hawk Moth y todo volverá a pasar. 

-Bueno, ¿entonces qué vas a desear? Ya me estás fastidiando, niña.

-A ver, dame un momento... ¡lo tengo! Deseo que el maestro Fu jamás haya perdido los miraculous.

-¿Segura?

-Sí, segura. Así nunca habrá superhéroes ni supervillanos y Adrien vivirá feliz con su familia.

-Bien-dijo la voz-. Si es tu decisión final, deseo...

-¡No, perdón!-la voz soltó un quejido y Marinette se llevó la mano a la cabeza-. Aun así el templo de los guardianes permanecerá destruido y el maestro Fu nunca encontrará la paz.

-¡Ya decídete niña! El hechizo se está volviendo cada vez más inestable.

-Okey, okey, que estrés-se quejó la azabache-. A ver, templo, miraculous, maestro Fu... ¡Por fin! ¡Deseo que el maestro Fu jamás haya usado el miraculous del pavo real para crear el sentimonstruo que destruyó el templo de los guardianes!

-Bien-dijo la voz ya de malas-. Ya no cambiemos más los parámetros de este hechizo, ¿vale?

-Sí, sí, ya era lo... ¡no, alto!

-No, lo voy a hacer.

-¡Espera, por favor! El maestro Fu nunca quiso ser guardián y si se queda en el templo será infeliz toda su vida...

-Deja de hablar.

-Yo... yo deseo que...

Todo a su alrededor comenzó a dar vueltas lentamente.

-¡No hables!

-Deseo... mi deseo es...

-¡YA CIERRA LA BOCA!

Muy tarde, todo a su alrededor comenzó a moverse a toda velocidad como si fuera un remolino y Marinette se quedó atrapada en el ojo de esa tormenta cósmica.

-¡DESEO QUE TODOS SEAMOS FELICES Y TENGAMOS LA VIDA QUE QUEREMOS, SÓLO ESO Y YA!

No pasó nada, el remolino aceleró más y hasta parecía ya un tornado de estrellas y mundos hasta que, de repente, todo se detuvo y Marinette cayó al suelo.

-¿Funcionó?

-No...-dijo la voz furiosa-. ¡Cambiaste de deseo seis veces!

-Cinco veces-protestó Marinette.

-¡CAMBIASTE  MI HECHIZO! ¡ESO NO SE HACE!

-Pero...

-¡NADA DE PERO, SI NO HUBIERA DETENIDO TU DESEO INESTABLE A TIEMPO HABRÍA PASADO ALGO TERRIBLE EN TU MUNDO, MILLONES HUBIERAN MUERTO!

Marinette bajó la cabeza. Que vergüenza, pensar que ella puso en peligro a las personas que decía proteger. Eso no era lo que hacía una buena guardiana, una buena Ladybug.

-Lo siento.

La voz suspiró.

-No importa. Es sólo que, después de tantos años pensé que los humanos por fin habrían aprendido algo.

-¿Qué quieres decir?

-Marinette, el problema no es Wang Fu ni Gabriel Agreste, eres tú y todos los humanos que nunca quedan satisfechos con lo que ya tienen y quieren tener una vida perfecta, sin apreciar lo que ya tienen.

Eso avergonzó todavía más a Marinette. Era justo lo que le había dicho a Adrien, que debían ser felices con lo que tenían, y prácticamente con su acción se contradecía a si misma.

 -Tienes razón. ¿Pero no hay una manera de que me ayudes? Una que no involucre el deseo.

-No, ya me enojé-dijo la voz-. Ahora vete a tu casa y arregla tus cosas de pareja.

Antes de poder protestar de nuevo, Marinette reapareció de golpe en la acera frente a la mansión Agreste. Todo parecía seguir igual, nada se veía diferente o fuera de lugar. Miró su mano izquierda, el anillo y los aretes estaban ahí.

-¿Qué pasó?-preguntó Tikki-. ¿Usaste el deseo?

Marinette no respondió su pregunta.

-Vamos a casa.

Triste y cabizbaja porque su plan no funcionó, Marinette regresó arrastrando los pies hasta la panadería y una vez dentro, sus padres le ofrecieron de cenar pero ella no quiso. Se fue directo a su cama y echó a dormir.

Al día siguiente, sus padres la despertaron temprano a pesar de ser domingo.

-¡Marinette, tienes visitas!

-No estoy de humor, mamá-respondió la azabache con desgana.

-Pero Marinette-dijo su padre-. Son tus amigos. Y Adrien.

Como impulsada por un resorte, Marinette bajó de su cama y salió a su encuentro con su novio.

-¿Adrien?

-Hola, Marinette-dijo Adrien, quien se veía algo nervioso-. ¿Podemos hablar?

-Claro.

-Si nos necesitan, estaremos por aquí-dijo Alya y luego le susurró a Marinette cuando pasó a su lado-. Espero que no sea nada malo.

-Descuida-le replicó Marinette en un susurro y mientras Alya y Nino se quedaban platicando en la panadería, Marinette y Adrien salieron del lugar y se dirigieron a un parque cercano.

-Marinette, quería decirte que lo siento-dijo Adrien avergonzado-. No debí tratarte así.

-Pero lo que dijiste es cierto-dijo Marinette-. Soy la guardiana de los miraculous, el poder más grande del universo, y ni siquiera puedo ayudar a mi novio. ¿Qué clase de guardiana soy entonces?

Adrien la tomó de los hombros y la miró a los ojos sonriendo.

-La mejor de todas, igual que la mejor Ladybug. Pero sobre todo, la mejor chica del mundo, una que no merezco.

-No digas eso-dijo Marinette-. Tú también eres un chico encantador. A veces pienso que yo soy la que no te merece.

-Imposible-dijo Adrien-. Pero sabes, tienes razón. Deberíamos estar agradecidos y ser felices con lo que tenemos, que a decir verdad no es poco.

-¿En serio lo crees?

-Marinette-el rubio acarició su mejilla-. Compartir mi vida contigo es todo lo que puedo desear o necesitar. Y mi familia, bueno, tomaron sus propias decisiones y no hay nada que se pueda hacer al respecto.

-Si-Marinette frunció el ceño al recordar lo de la otra noche-. Nada...

-¿Me devuelves mi anillo?

-¿Tu qué? Ah, sí-Marinette se dio la vuelta y sacó el anillo de su cartera-. Ten, por poco lo olvidaba.

-Gracias.

Adrien se puso el anillo y Plagg salió.

-Vaya, pensé que Tikki y yo íbamos a tener que buscar una manera de volver a juntarlos-dijo el kwami-. Pero me alegra que estén mejor.

-Sí, a mí igual-Adrien volteó hacia la azabache-. Porque estamos bien, ¿verdad?

-Claro, gatito-dijo Marinette-. Estamos bien, lo pasado pisado.

-Bien. Ya resuelto esto-dijo Plagg-, ¿alguien trajo un poco de Camembert?

Pero antes de que pudieran responder, escucharon varios gritos provenientes de una calle cercana y un ruido muy fuerte, como explosiones.

-¿Qué fue eso?-preguntó Marinette algo asustada.

-Vamos a ver-dijo Adrien-. Tú ver por allá, y yo por acá.

-Entendido.

Marinette fue a esconderse tras un edificio que estaba a la derecha del parque y Adrien se escondió detrás de un árbol a su izquierda.

-¡Tikki, motas!

-¡Plagg, las garras!

Una vez transformados en Ladybug y Chat Noir, ambos héroes se dirigieron al lugar del que venían los gritos y vieron como varios autos salían volando mientras la gente huía despavorida.

-¡Cuidado!

Ladybug logró evitar que un auto aplastara a una pareja con su bebé.

-Creo que deberían irse-dijo Chat Noir a la pareja y luego se dirigió hacia los demás-. ¡Todos aléjense de esta calle y busquen refugio adentro! 

Entre gritos de pánico la gente obedeció mientras algo o alguien parecía acercarse a los jóvenes.

-¿Listo, Chat Noir?

-Cuando digas, mi lady.

Ambos se pusieron en posición de combate y esperaron mientras los autos seguían volando por doquier.

Finalmente, los últimos autos fueron hechos a un lado por lo que parecían ser varios tentáculos y una persona con casco y armadura de combate al parecer avanzada se plantó frente a los héroes.

-Hola, ¿cómo están, chicos?

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