Boulangerix
Bridgette tejía tranquila mientras tarareaba una canción. Tikki, su fiel compañera, veía la televisión con atención y curiosidad. Era todo un documental del nuevo Stair Train, un tren que atravesaba el mar por medio de un túnel para llegar a Londres. ¡Toda una maravilla tecnológica!
— Es fabuloso como las personas se las arreglan para hacer cosas increíbles — exclamaba el pequeño kwami con emoción —. Hay tantas cosas que no existían la última vez que desperté.
— Bueno, las personas han hecho grandes avances en poco tiempo — contestó la joven mientras estiraba el enorme suéter que había terminado de tejer —. Creo que la vida se ha vuelto completamente diferente de la que era hace 100, 50 o incluso 20 años.
— Los humanos son increíbles.
— Gracias — rió la joven mientras doblaba el suéter y tomaba su kwami para meterlo en su bolsa.
— ¿A dónde vamos?
— Tengo que ir a buscar un regalo de cumpleaños para mi padre.
— ¿No era esa la razón por la que estabas tejiendo ese suéter?
— Oh, no. Esto solo era una pequeña tradición que tenemos. Desde que era niña le he tejido un suéter para su cumpleaños, tardé 5 años en hacer algo que pareciera un suéter y otros 5 en hacer uno que le quedará bien. Pero aún tengo que buscar su verdadero regalo, pero aún no tengo idea.
La chica cerró su bolso y bajó por las escaleras, tomó un poco de jugo de la nevera cuando escuchó a su madre hablar por el teléfono, por el tono de su voz parecía bastante mortificada y supo antes de escuchar la conversación de que era "esa" llamada. Su madre la hacía todos los años y siempre con esa mirada apagada.
— A él realmente le gustaría que....
Su madre suspiró y colgó, parecía que la otra persona había colgado antes.
— ¿El abuelo tampoco vendrá este año? — Bridgette preguntó a su madre quién se sobresaltó y se acomodó el cabello tomando una revista para fingir leerla.
— Estaba pensando en hacer un pastel de zanahoria este año. ¿Qué opinas, cariño?
— Excelente, pero esa es una revista de decoración de interiores — respondió la chica pasándole a su madre la revista de cocina que estaba en la barra —. No entiendo, siempre se niega a venir. ¿Por qué lo sigues invitando?
— Es el padre de tu padre — respondió su madre con una expresión triste —, cuando tu padre era pequeño eran muy unidos. Significaría mucho para tu padre que viniera y pudieran arreglar los problemas del pasado.
— ¿Y sabes por qué se pelearon?
La mirada de su madre se ensombreció más y la ocultó en la revista de decoración que todavía no había soltado. Bridgette se preguntó si estaba llorando.
— Tu abuelo es una persona chapada a la antigua, pero no conozco los detalles. Tendrás que preguntarle a tu padre.
Eso fue lo que dijo su madre.
— Estaba obsesionado con las tradiciones, pregúntale a tu abuela, ella es quien lo conoce mejor que nadie — respondió su padre.
— Una completa tontería si me preguntas, pero no soy yo quién debería contarte esa historia. Deberías preguntarle a tus padres— Fue la respuesta de su abuela al teléfono.
— Entiendo. Gracias, nana.
Bridgette colgó sintiéndose bastante más confundida de lo que se encontraba antes. Nunca había tenido curiosidad antes por su abuelo, apenas y conocía su nombre, pero nunca lo había conocido, ni se había presentado a ninguno de los eventos importantes. Nunca le importo, ella no quería conocer a nadie que no le importaba conocerla, pero eso era porque nunca había notado el extraño comportamiento de su familia al hablar de su abuelo.
Tomo una decisión. Buscó la dirección en el teléfono y salió en busca de aquella persona.
— ¿A dónde vamos? — Le preguntó Tikki cuando estaban a punto de llegar.
— Creo que he encontrado el regalo perfecto para mi padre — le respondió con una sonrisa —, si logró descubrir la razón de su pelea con mi abuelo podría encontrar la forma de que se reconciliaran.
La casa era bastante desacorde con el alrededor, parecía casi un lugar detenido en el tiempo. A Bridgette le gustó, sentía como si estuviera entrando a una cápsula del tiempo o a otro mundo como en los cuentos de hadas. Recordó a cierto rubio con traje de gato que parecía haber visto todas las caricaturas y leído todos los libros del mundo, luego le peguntaría si había alguno de una chica que entrara a una casa que la llevara a otros tiempos, tenía la idea de que debía existir.
La casa era de ladrillo tradicional, acomodada entre dos rascacielos, una barda la separaba del exterior, todas las ventanas estaban tapeadas con ventanas y un viejo carro oxidado descansaba en el descuidado jardín. Una campanilla reposaba sobre la puerta junto a la cual había un curioso tubo que parecía ser un rustico sistema de comunicación con el interior.
Sintiéndose como la protagonista de alguna novela fantástica, se levantó sobre sus puntillas para tocar la campanilla y una voz ronca salió del tubo un momento después, sonaba molesta y descortés.
— ¿Qué quieres?
— Buenas tardes, vengo de parte de su hijo, yo soy...
— ¡Yo no tengo ningún hijo! — Respondió una voz seca y un sonido sordo le hizo tener la sensación de que le habían colgado.
Hora del plan B. Tocó la campanilla una vez más.
— ¿Qué quieres?
— El correo — respondió fingiendo una voz melosa, como la de Allegra.
— En el buzón.
La voz respondió y una vez ese sonido que le avisaba que ya no recibiría respuesta. Hasta ese momento no había notado el oxidado buzón junto a la puerta. Un buzón sin pared trasera, por lo que todas las cartas caían sobre un bote de basura cuidadosamente colocado. La frustración de Bridgette iba en aumento mientras tocaba la campanilla otra vez.
— ¿Qué quieres?
— Departamento de bomberos — exclamó en voz gruesa — le hemos traído el nuevo calendario.
— En el buzón.
Bridgette bufó antes de que aquel sonido golpeado llegase por tercera vez a sus oídos, empezaba a ver aquello como una fortaleza impenetrable. Empezaba a plantearse el usar su buena suerte cuando alguien tocó su hombro.
— Disculpe, señorita ¿Me da permiso?
Un hombre joven cargando un bulto de harina se acercó a la campanilla y la tocó.
— ¿Qué quieres?
— Entrega de harina, señor Dupain.
— Llegas tarde, Gilbert. Pasa y ponla donde siempre.
El joven con una sonrisa abrió la puerta ante la cara estupefacta de la chica, quién tuvo una idea.
— Disculpe, ¿podría permitirme a mi hacer la entrega? Soy la nieta del señor Dupain.
— No sabía que el señor Roland tuviera una nieta.
— Bueno, solo vine de visita y quería ver al abuelo y sorprenderlo un poco.
El chico examinó a Bridgette de forma inquisitiva, la chica estaba segura que iba a ser rechazada, pero para su sorpresa el joven soltó una risa.
— Se nota que eres su nieta, tienes ese extraño sentido del humor.
Bridgette lo miró confundida mientras el chico le pasaba el pesado saco que casi le hizo perder el equilibrio.
— Oh, perdón. ¿Necesitas ayuda?
— Ah no. Tranquilo — respondió la joven acomodando el saco sobre sus hombros para distribuir el peso —. Estoy bien. ¿Podrías prestarme tu gorra? Para sorprender a mi abuelito.
El chico parecía sorprendido, pero una vez más le dedicó una sonrisa mientras le ponía el mismo la gorra.
— Dile a tu abuelo que me la regrese la próxima vez que venga. Y fue un gusto conocerla, señorita Dupain.
Bridgette escuchó al chico murmurar algo sobre lo que se esperaba de la nieta de un panadero mientras se alejaba, aun sin entender a lo que se refería se acercó y entró a la casa.
El interior era igual de extravagante que el exterior; el tapizado era viejo pero bien conservado, había cientos de retratos de panes, y alrededor había lo que Bridgette reconocía como instrumentos para hornear pan.
— ¿Quién tiene tantas fotos de pan?
— ¿No es lo mismo contigo? — Le cuestionó su kwami —. Tu habitación está llena de fotos de vestidos, ropa, gente que no conoces y Félix.
— No es lo mismo, Tikki — respondió avergonzada la chica —. Esas imágenes son de cosas con las que trabajo y están ahí como inspiración.
— Bueno, este hombre trabaja con pan. Tal vez esta sea su inspiración.
Bridgette hizo una mueca no muy convencida. Tikki tenía razón en cierta manera, pero sentía que aquello era exagerado.
— ¿Crees que sea buena idea entrar ahí fingiendo ser otra persona? Nunca has visto a tu abuelo, no sabes cómo reaccionara cuando te vea y sepa que le mentiste.
Una vez más Tikki era la voz de la razón, pero ella tenía sus motivos. Tenía el presentimiento de que era mejor de esa manera.
— Técnicamente no es una mentira — se defendió — aún estoy entregando la harina. Ahora, escóndete.
Tikki se ocultó dentro de la bolsa mientras Bridgette entraba a una habitación que desprendía un aroma almidonado que conocía muy bien.
Una bella cocina rustica se alzaba frente a ella, hacía un calor asfixiante por los tres hornos de barro en un lugar tan pequeño. Había varias fotos y muchos premios adornando las paredes y los estantes. Un anciano robusto le daba la espalda mientras amasaba una gran bola de harina.
— Déjala sobre siempre, Gilbert y puedes irte.
— No soy Gilbert, señor — se disculpó Bridgette llamando la atención del hombre — ¿Podría decirme donde es donde siempre?
El hombre se giró con expresión de horror y atacó a la joven con preguntas.
— ¿Quién eres tú? ¿Dónde está Gilbert?
— Soy nueva. Gilbert está en casa con un horrible resfriado, así que lo estoy cubriendo.
El hombre examinó a Bridgette con la mirada y señaló un rincón junto a la alacena antes de continuar con su trabajo.
— Usted parece ser un exitoso panadero — intentó hacer conversación la joven mientras colocaba la harina en el lugar designado, le pareció divertido lo mucho que se parecía el orden de organización de aquella cocina con la que había en su casa. Tiene muchos premios. ¿Cómo es que nunca he escuchado de usted?
— ¿Haces entregas de harina o investigaciones policiacas?
— Lo siento — replicó la joven con una mueca, aquel hombre era terco.
Estaba pensando en otro plan para acercarse a él cuando una de las fotos llamó su atención, se acercó para tomarla y se sorprendió al ver la cara de aquel hombre sonriendo junto a una bella mujer cargando un pequeño niño regordete en brazos.
— ¿Qué haces? ¿No te dije que te fueras?
El anciano le había arrebatado la foto y la había colocado en la misma posición antes de girarse con una expresión severa.
— ¿Tiene un hijo? — Le preguntó intentando calmar los nervios, pero el hombre seguía mirándola con expresión fría.
— ¿Quién se cree usted, señorita? Venir a casa de un anciano y husmear entre sus cosas. ¿Acaso sus padres no le enseñaron buenos modales? ¡Salga de mi casa!
Bridgette estaba dudando si irse o no cuando miró la masa y de forma inconsciente se acercó a ella para seguirla amasando, si no lo hacía esta se esponjaría y el pan quedaría seco.
— ¡¿Qué haces?! — El anciano le gritó al momento de verla, pero se sorprendió al ver la habilidad con que esta trabajaba la harina.
— Perdón, pero el aroma de esta habitación me dio tanta hambre y ver su pan. Me estaba preguntando si podría invitarme un poco de pan antes de irme.
El hombre aún hipnotizado por la destreza de la joven, sacudió la cabeza pero terminó por ceder.
— Bien, pero una vez esté listo, te vas. Los jóvenes de ahora no valoran el verdadero sabor del pan artesanal, solo hacen sus combinaciones raras, como ponerle cátsup a la pizza.
Con un leve empujón recuperó su masa y siguió con el mismo rítmico trabajo que la chica antes que él. Bridgette sintió que por primera vez había dado un paso adelante, había ganado una batalla pero aún quedaba mucho trabajo pendiente, en eso se le ocurrió un plan.
— Su hijo debe ser un gran panadero también.
— Mi hijo es un tonto — renegó el hombre con disgusto —, desde que se casó con una pastelera dejó las tradiciones a un lado. Una panadería y una pastelería nunca deberían estar juntas, a no ser que quieras que te traten como un vulgar repostero.
Bridgette sintió un fuego quemar dentro de su estómago, aun si era su abuelo, no le gustaba la forma en que hablaba de sus padres.
— Tengo una idea, señor — respondió con un tono altanero, raro en ella —. Si cocinó un pan mejor que el suyo, usted tendrá que hacer cualquier cosa que yo pida.
La cara del anciano se deformó con la sorpresa al mismo tiempo que abría la boca en una mueca estupefacta.
— Esto es pan tradicional, chiquilla — respondió el hombre — ¿Tienes idea de los años necesarios para perfeccionar la técnica necesaria para lograr este nivel?
— ¿Acaso es usted un cobarde?
Esto encendió una llama, esta vez en el anciano. Desechó la masa que había estado preparando y sacó nuevos ingredientes, en solo unos minutos, ambos ya tenían sus propias bolas de masa, amasando entre sus manos.
Bridgette estaba concentrada, había usado la misma receta de su padre, incluyendo su ingrediente secreto y sacaba la lengua conforme la masa iba esponjándose entre sus dedos. Sin darse cuenta, la joven empezó a canturrear la misma canción que su padre cuando horneaba pan, se la había enseñado desde que era una pequeña, y se había convertido en una rutina a la hora de hacer pan.
— ¡¿Qué significa esto?!
El anciano miraba a Bridgette con una expresión desencajada, parecía que se había vuelto loco de la ira y la apuntaba con el dedo de forma acusadora.
— Yo conozco esa canción y no hay forma de que una chiquilla repartidora la sepa. ¿Quién se supone que eres y quién te enseñó esa canción?
Bridgette se sintió descubierta, intentó inventar alguna excusa, pero ya no le quedaba ninguna, con resignación se quitó la gorra con una expresión avergonzada.
— Lo siento — se disculpó con las manos sobre el pecho —, en realidad yo me llamo Bridgette Dupain Cheng. Mi padre es Thomas Dupain y mi madre es Sabine Cheng. Usted es mi abuelo.
El anciano parecía fuera de sí, reaccionó de forma que la única manera que podía describirse era un berrinche. Pataleó en el suelo con la cara roja.
— Esos dos. No solo se casaron sino que incluso tuvieron un hijo.
— ¡¿Disculpe?!
Bridgette no podía creer lo que había escuchado, incluso el hombre parecía entender que lo que había dicho estaba mal, pues se rectificó de inmediato.
— Quiero decir, que yo no tengo hijos. Ahora largo.
El hombre empujó a la joven fuera de la habitación, cerrando la puerta tras de ella, a pesar de las réplicas de la chica que estaba igual de furiosa que él.
— No se haga el tonto — alegaba la joven mientras golpeaba la puerta de madera con el puño —. Todo eso de la panadería y la pastelería eran tontas excusas para no aceptar a la esposa de su hijo. ¿Qué clase de padre es usted?
— ¡Bridgette!
Tikki salió de su bolsa y se colocó frente a su amiga con expresión asustada mientras señalaba algo tras de ella. Al girarse, cayó al suelo de la sorpresa al ver la mariposa negra volando hacia ella, pero para su alivio y terror, la mariposa no la siguió si no que voló de frente atravesando la puerta.
— Anciano, no deje que la mariposa lo toqué — La chica regresó a golpetear la puerta con desesperación pero era demasiado tarde.
Bridgette cayó de espaldas cuando la puerta salió despedida hecha pedazos y un hombre que parecía un vikingo hecho de panes estaba parado frente a ella.
— Yo soy Boulangerix y me encargaré de hacer que todas las cosas sean como deban ser.
Tomando un líquido que guardaba en lo que parecía una cantimplora, los panes que formaban al hombre se hincharon y con un golpe hicieron un hueco en una de las paredes de la casa donde el hombre fue libre para empezar a destruir la ciudad. Bridgette se apresuró a apagar el horno antes de girarse a su kwami.
— Tikki, tenemos que detenerlo. ¡Transfórmame!
Con un destello la heroína de Paris apareció en escena y se dedicó a seguir al villano.
Ladybug ayudó a las personas a huir de la zona antes de enfrentarse al villano, pero cada que tomaba un trago de aquel extraño recipiente parecía volverse más fuertes, y pronto pasaba más tiempo esquivando autos que lanzando ataques.
— Los súper héroes modernos son una abominación contra el orden — gritó su enemigo mientras le lanzaba cualquier objeto que podía alcanzar —, son los policías quienes deben de encargarse de proteger a los ciudadanos.
— De hecho, mi miraculous es algo muy antiguo — replicó la chica con una sonrisa sarcástica —. Es prácticamente una reliquia.
— ¡Así no es como se hacen las cosas!
Tomando un trago más de su mágica bebida, Boulangerix golpeó a la heroína lanzándola a volar por el aire, cerró los ojos dispuesta a recibir el golpe pero en su lugar algo suave detuvo su caída.
— ¿Estás inaugurando un nuevo servicio de transporte aéreo, mi lady?
Su compañero había llegado, Chat Noir.
— Dejemos los chistes para después — le regañó la joven alejándose de él —. Ahora mismo tenemos que hacernos cargo de ese enemigo.
En el Louvre, Boulangerix estaba haciendo de las suyas, estaba a punto de destruir la pirámide de cristal que adornaba el patio cuando Chat Noir lanzó su bastón deteniendo su ataque.
— No puedo permitirte destruir eso, es mi parte favorita del museo — respondió con una sonrisa soñadora —. La fusión con las tradiciones y la modernidad. Un claro ejemplo de cómo se puede avanzar, mientras se respetan las tradiciones.
— ¡Chat Noir, cuidado! — Ladybug se había lanzado sobre él antes de que terminara su discurso y pronto ambos se habían visto atrapados dentro de la pirámide de cristal que había caído sobre ellos.
— Si tanto te gusta, quédate a vivir en ella.
El villano se burló mientras se alejaba, dispuesto a esparcir su destrucción.
— Esto no es lo que quería decir — murmuró malhumorado el chico mientras alzaba su brazo derecho — ¡Cata...!
Pero fue detenido por su compañera
— Espera, podríamos necesitarlo después, ahora busquemos otra manera de salir de aquí.
Dieron con un desagüe por la que bajaron a las alcantarillas, siguieron sus instintos hasta que dieron con uno de los enormes ventiladores que servían en la ventilación del nuevo tren internacional.
— Creo que podríamos salir por aquí — dijo Chat Noir con una sonrisa triunfante pero al mirar a su compañera, su sonrisa desapareció —. ¿Ladybug, qué sucede?
La chica de traje de Catarina se había dejado caer en el suelo con expresión derrotada.
— Estoy bien — respondió tallándose los ojos —, solo necesito un momento.
El chico no supo reaccionar, nunca había visto a su compañera así, parecía necesitar un momento de privacidad así que se dio la vuelta.
— ¿Un mal día? — Le preguntó.
Ella quería responder, quería hablar de sus problemas, pero no podía hacerlo sin revelar su identidad, así que mintió.
— Ese hombre, escuché que tuvo una discusión con su nieta — respondió con la vista clavada en sus pies —. Al parecer él fue akumatizado al descubrir que tenía una nieta y que su hijo se había casado con alguien que él no aceptaba.
Chat Noir sintió un escalofrío recorrer su espalda, algo en esa historia le resultaba familiar.
— A veces —dudó en como terminar aquella frase —, sin importar lo que hagas, tu familia nunca te va a aceptar. Ni siquiera los más cercanos. Si es así, supongo que lo mejor en esos casos es poner distancia entre los dos.
Ahora ambos chicos estaban decaídos, perdidos en sus propios pensamientos, pero el chico los desechó con rapidez, con su compañera así no podía perder el tiempo de pensar en problemas que no tenían solución.
— ¿Y es alguien que conozco? — Preguntó girándose un poco para verla y con un tono juguetón que utilizaba para cuando intentaba que le contara cosas sobre ella —. ¿Acaso alguien que le gusta vestir de rojo con lunares negros?
La chica sonrió ante el mal intentó pero luego recordó algo.
— De hecho sí. Sí la conoces. Es esa chica de la panadería T/S
— ¿Bridgette?
Ladybug asintió intentando leer la expresión de su compañero que parecía tener un conflicto interno, al final, el chico se sentó junto a ella mirando al frente.
— Bueno, creo que entiendo un poco al hombre.
— ¿Ah sí? — Cuestionó la chica con expresión herida
— Bueno, ella es... ¿Cómo decirlo? — Chat Noir parecía sufrir una batalla interna, como si fuera tan difícil expresar lo que pensaba de aquella persona —. Ella es una chica que no causa una buena primera impresión.
— Ya veo
La joven desvió la mirada con molestia, estaba a punto de ponerse de pie cuando el chico continuó hablando.
— A veces puede ser terca, insistente y entrometida, pero cuando te das tiempo de conocerla un poco más, dentro de ella hay una persona amable y valiente. No estoy seguro que es, pero es capaz de enfrentarse a cosas que a otras personas les resultarían aterradoras. Aunque si te soy honesto, no creo que tengas porque estarte preocupando.
— ¿Por qué lo dices? — La chica lo miraba con los ojos muy abiertos, preguntándose que había hecho para crear en ese chico esa impresión.
—Porque Bridgette es una chica increíble. Si ese hombre es su abuelo y no puede darse cuenta la clase de persona que tiene como nieta, él se lo pierde.
Bridgette sintió sus mejillas sonrojarse por detrás de la máscara y agradeció a la oscuridad que no dejaba ver su expresión, pero ya se encontraba mucho mejor que antes. Se puso de pie con decisión y se acercó a la salida del túnel.
— Tienes razón, Chat Noir. Ahora, derrotemos a este villano.
Ser elevado por el viento de los enormes ventiladores se sentía como estar en caída libre, pero no había tiempo para perder, ya habían perdido mucho tiempo y Boulangerix estaba atacando el nuevo tren.
— ¿Tienes algún plan para derrotarlo?
— Solo uno. ¡Lucky Charm!
La chica lanzó su yo-yo al cielo y una botella de salsa cátsup cayó en sus manos, dejando a ambos chicos con expresión perpleja.
— ¿Qué se supone que haremos con esto? — Preguntó el rubio mientras su compañera examinaba los alrededores.
— ¿Tienes hambre? — Le cuestionó a modo de respuesta mientras se acercaba a un abandonado puesto de pizza y tomaba dos.
— ¿Estas segura que es un buen momento?
— Solo sígueme.
El villano de pan estaba descarrilando los vagones y lanzándolos contra el edificio, destruyendo todo a su paso. Ladybug se posicionó en un lugar que fuera fácil de tener a la vista y con una buena acústica.
— Muero de hambre, Chat Noir — gritó llamando la atención del villano al mismo tiempo que guiñaba el ojo a su compañero —, y traigo antojo de una rebanada de pizza y sabes que hace mejor la pizza, ¿verdad?
Los ojos del villano se abrieron con pánico al ver la botella de cátsup y Chat Noir entendió el plan.
— Claro que sí, mi lady. No hay mejor acompañante para la pizza.
Antes que siquiera tuvieran la oportunidad de abrir la botella en sus manos, el villano ya se había lanzado frente a ellos. Ladybug fue la primera en salir corriendo al exterior, seguida por Chat Noir quien la siguió solo después de meterse la rebanada de pizza completa en la boca.
— ¡Ahí, Chat!
Cuando salieron la chica señaló el suelo donde estaba la puerta de mantenimiento a los ventiladores. El chico asintió y se tragó la mitad de lo que traía en la boca, y aun con comida balbuceó la palabra "cataclismo" mientras levantaba su mano derecha. Ambos saltaron esquivando la enorme ventila cuando el joven la tocó, junto en ese momento Boulangerix cayó frente a ellos y la ventila cedió cayendo dentro, el viento era lo suficientemente fuerte para mantenerlo flotando a unos cuantos centímetros del suelo, pero su recipiente mágico salió volando de su mano y fue atrapado por la heroína quien lo rompió y libero a la mariposa negra que había en su interior.
Un espectáculo de luces después, la mariposa se había vuelto blanca y el villano había recuperado la forma de un anciano gruñón, así como todos los daños de la ciudad habían sido reparados.
— ¡Oh no! Dejé el pan en el horno — se lamentó el hombre de inmediato, para frustración de la chica.
— ¿Chat Noir, podrías llevar a este hombre a su casa? Estoy a punto de des transformarme.
La chica ni siquiera esperó a una respuesta y se alejó, no quería pasar más tiempo ahí.
— ¿Quiere que le pida un taxi, señor? — Bromeó el chico mientras subía al hombre a su espalda — Viajar en la espalda de un súper héroe no es muy tradicional.
— No digas tonterías, chiquillo — respondió el hombre golpeando la cabeza del chico —. Mi nieta está ahí, debo asegurarme que este bien.
El chico avanzó con un extraño sentimiento de opresión en el pecho que lo hizo ir más rápido que de costumbre ¿Estaba preocupado? Al llegar al hogar, el hombre corrió al interior gritando el nombre de su nieta y en un impulso difícil de explicar, el chico lo siguió incluso sobre el sonido de su miraculous que le avisaba que tenía poco tiempo.
— ¿Sí? — Bridgette estaba sacando el pan cuando ambos entraron por la puerta.
— Aún estas aquí — reaccionó el hombre con sorpresa.
— Bueno, alguien tenía que sacar el pan y aún tenemos una apuesta.
— Ya que ambos están bien, no necesitan a un súper héroe.
Chat Noir con una extraña sensación de alivio intentó salir de ahí pero fue detenido por el anciano que lo acercó a ambos panes.
— En serio, tengo que irme o...
— Solo pruébalos — gritaron los dos competidores al mismo tiempo.
El chico resignado tomó un poco de ambos panes y los probó, primero uno y luego otro, dejando salir un sonido de deleite y una sonrisa.
— Ambos son deliciosos — respondió con las orejas levantadas —. La técnica es increíble, son suaves y casi se deshacen en la boca. Este es extraordinariamente tradicional, un verdadero ejemplo de calidad y experiencia, pero aun así el otro tiene un toque especial que no podría describir. ¿Tendrán un poco de queso para acompañarlos?
Un nuevo sonido de su miraculous le hizo regresar a la realidad de que tenía que irse.
— No has decidido por uno — replicó el anciano tratando de detenerlo, pero el joven lo esquivó.
— Ambos son deliciosos. No puedo decidir por uno. Perdón.
El anciano con una mueca se acercó al pan de Bridgette, tomando un bocado y llevándose una grata y placentera sorpresa.
— Bien, yo ya probé mi punto — dijo la chica con una muestra de disgusto —. ¿Podrías llevarme a mi casa, Chat Noir?
— Me encantaría, princesa pero creo que lo tendré que dejar para otra ocasión.
El chico salió casi volando de la cocina en un apuro. La joven, aún molesta, estaba por seguir sus pasos cuando fue detenida por el anciano.
— Espera un momento — le pidió con un pedazo de pan en su mano —, dime como lo hiciste.
— Le agregue harina de arroz a la mezcla — respondió con el ceño fruncido —. Es justo como mi papá lo hace. ¿Sabe? Todos estos años, mi padre se ha encargado de crear una familia, me ha criado de forma que no he hecho más que sentirme amada toda mi vida. Sé que mi padre lo extraña, pero si usted no es capaz de aceptarlo, incluso cuando es el mejor padre que cualquier persona pudiera desear, quizá él está mejor sin usted.
Después de soltar aquellas crueles palabras, Bridgette salió de la casa aguantando las lágrimas, talló sus ojos con las manos y chocó contra alguien que parecía haberla estado mirando desde que salió de la casa.
— ¡Félix! ¿Qué haces aquí?— Exclamó sonrojándose.
— Estoy esperando a mi chofer para ir a mis lecciones — respondió el chico con su usual e imperturbable modo de hablar, él era esa clase de personas que nadie podía herir, o esa era la impresión que daba —. ¿Quieres que te lleve? Parece que necesitas compañía y tu casa me queda de camino.
Bridgette sonrió y asintió. De camino en aquel lujoso auto, ni siquiera pensó en fantasías o en lo nerviosa que debía estar, su mente divagaba en las palabras que Chat Noir había usado para describirla aquella misma tarde. Se preguntaba si el chico sentado junto a ella pensaba de la misma forma, estaba por preguntarle cuando el chico se giró a verla y su corazón dio un brinco.
— Llegamos — dijo y la chica sintió como si una piedra golpeara su cabeza.
Había desperdiciado el viaje.
— Gracias, Félix — dijo tragándose el berrinche mientras se despedía del auto con la mano.
Suspiró antes de girarse, pensando en la pérdida de tiempo que había sido aquel día, ni siquiera había encontrado un regalo de cumpleaños para su padre.
— Llegue a casa — anunció mientras entraba, solo para ser rodeada al instante por sus padres y su abuela.
— ¿Estas bien?
— Hubo otro ataque en la ciudad y estábamos preocupados.
— ¿Dónde te metiste?
Los tres hablaban al mismo tiempo por lo que era difícil entenderles, pero en ese momento rodeaba de sus seres amados, ella supo que no le hacía falta nada, así que se limitó a corresponder el abrazo de su familia.
— Estoy bien — respondió con una lágrima corriendo por su mejilla —, jamás he estado mejor. Perdón por preocuparlos.
En ese momento sintió la puerta abrirse y golpear la parte de atrás de su cabeza, por lo que se quejó. La expresión en el rostro de su familia había cambiado y al ver a la persona que había entrado, su misma expresión se volvió una de sorpresa.
— ¿Roland, qué haces aquí?
Fue su abuela la primera persona en hablar, tomaba la mano de su hijo de manera protectora y su voz tenía un tono acusador, pero el hombre no reaccionó a ello.
— Hoy aprendí que he sido un viejo cascarrabias todos estos años. La tradición siempre será algo bueno pero hay cosas más importantes. Además, cuando mezclas dos culturas diferentes, pueden salir cosas increíbles.
El anciano Roland le dedicó una sonrisa a su nieta y pronto la familia estaba festejando, con los años siempre consideraría que aquel fue el cumpleaños donde vio a su padre más feliz, pero aún más importante, aquel fue el año donde aprendió y agradeció el amor que le tenían sus padres.
Eso sería algo que le marcaría en más de una forma, pero eso es historia para otro día.
¿Lo hice? ¿Lo hice? ¡Lo hice! Ahora dormiré por lo que no dormí estos días.
11,000 palabras en 4 días, creo que merezco un premio solo por eso. Espero leerlos pronto. Aunque no actualizaré hasta después de que se acabe el concurso, o saber si fui seleccionada.
Ya saben, si tienen cualquier duda, la contestaré en los comentarios. Hay un par de anotaciones que actualizaré luego.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top