Capítulo X: Irreversible


     Ladybug se llevó una gran sorpresa al descubrir que, siguiendo los pasos de su compañero, el camino que tomaron los llevó hasta la ya conocida panadería que en esos momentos no podía ofrecer ningún servicio al estar totalmente vacía. Chat Noir se acercó a la puerta, mirándola con cierta expresión indescifrable.

Confundida, la chica del traje rojo suspiró y miró en los al rededores.

—Cuando dijiste que volveríamos a la escena del crimen, Chat, creí que te referías a volver al anfiteatro.

Ligeramente sobresaltado, Chat Noir la miró.

—En realidad, me refería a esa niña que Plume Mortelle secuestró —dijo el muchacho.

—Manon —informó Ladybug.

—Sí... Creí que éste sería un buen sitio para comenzar. Aquí fue donde vimos a esa mujer por primera vez, después de todo.

—De acuerdo... ¿Por dónde comenzar?

—No deberíamos entrar a este lugar si Marinette no está aquí —propuso él encogiéndose de hombros—. Pero tal vez haya algo afuera. Quizá estar en este lugar nos dé alguna clase de idea acerca de por qué esa mujer creyó que llevarse a Manon era un buen plan.

—Lo único que yo no puedo comprender es por qué Chloé Bourgeois apareció de nuevo como si nada hubiese pasado, pero Manon nunca volvió.

Adoptando una actitud pensativa, Chat Noir analizó velozmente la situación.

—Ese día no sucedió nada especialmente importante, ¿o sí? —preguntó el chico.

—No... A-Alya, la chica del Ladyblog, estaba aquí. Recuerdo que las semillas de Caféiné hicieron que ella se quedara dormida. Pero... Cuando destruimos el akuma y Alya volvió a la normalidad, fue que Plume Mortelle apareció.

—Y la segunda vez que la vimos, fue durante la aparición de Coeur Brisé... No veo relación entre ambos acontecimientos.

—La única relación que encuentro es...

Una luz se encendió en el interior de Ladybug, haciéndole tener la desagradable sensación de que tenía que haberse dado cuenta mucho antes de ese pequeño pero significativo hecho. La forma en la que por un momento silenció su voz y sus pupilas se contrajeron alertó a Chat Noir. El muchacho se acercó a su compañera para colocar una mano sobre su hombro.

— ¿Qué es, mi lady?

La chica pestañeó un par de veces para recuperar el hilo de sus pensamientos.

Habló con voz tan baja que por un segundo dio la impresión de estar hablando consigo misma.

—A-ambos akumatizados estaban relacionados con Adrien Agreste...

Un escalofrío recorrió la espalda del muchacho.

— ¿Qué...?

Ladybug miró a su compañero.

—Caféiné fue akumatizado luego de que hubiera un accidente en esa cafetería, y su jefe lo reprendió injustamente para mantener sus apariencias ante Adrien. Y Coeur Brisé quedó akumatizada luego de que Adrien le rompiera el corazón...

Chat Noir balbuceó.

— ¿C-cómo sabes eso?

Ladybug supo disimular con mayor éxito, esbozando una sonrisa confianzuda y dedicándole un guiño al muchacho para acompañar su respuesta.

—He jugado a ser detective, gatito.

Chat Noir devolvió la sonrisa.

—Es por eso que eres la mujer perfecta para mí —dijo él.

Ladybug sintió una ligera punzada de dolor en sus nudillos cuando Chat Noir tomó su mano para plantar un dulce beso.

Sin embargo, poco duró la felicidad. El semblante de Chat Noir se ensombreció también cuando el chico decidió continuar.

—Pero Adrien Agreste no es el único que ha estado ahí en ambas ocasiones... Marinette Dupain-Cheng estuvo con él. En esa cafetería, y en ese concierto. Esa es la constante.

El escalofrío se apoderó de ella.

— ¿Dices que Plume Mortelle está detrás de Adrien y Marinette? —preguntó la chica con voz aguda—. ¿Por qué?

Chat Noir suspiró.

—No lo sé, mi lady.

Ladybug suspiró y lanzó su yoyo hacia la baranda de la pequeña terraza que conducía al interior de la habitación de Marinette. De su habitación. Chat Noir tardó sólo un par de segundos en alcanzar a su compañera, impulsándose con su vara.

Al estar ambos en la terraza, recargaron sus brazos sobre la baranda y dirigieron ambos una mirada hacia el cielo.

En un día tan hermoso y soleado, ¿quién podría imaginar que los defensores de París tenían la capa caída?

Chat Noir miró a su compañera al cabo de unos segundos, sin que ella devolviera el gesto.

—No comprendo por qué alguien querría hacerle daño a Marinette —dijo el muchacho.

—Tampoco yo entiendo por qué alguien querría lastimar a Adrien —respondió la chica—. Y Plume Mortelle dijo que volveríamos a encontrarnos con ella. Si nuestra primera batalla con esa mujer fue todo un fracaso, ¿puedes imaginar lo que pasará la próxima vez que nos encontremos con ella?

Chat Noir sonrió decidido.

—Pues cuando eso suceda, le daremos una lección —dijo él.

Ladybug sonrió y asintió.

—Querrás decir que yo le daré una lección —se burló la chica—. Tú sólo eres mi mascota.

—Una propuesta tentadora, mi lady. Sabes que no me molestaría serlo.

—Ya quisieras tener tanta suerte...

—Estás loca por mí, y lo sabes.

Ladybug puso los ojos en blanco y apartó a Chat Noir antes de que el muchacho besara su mejilla. Ella aprovechó entonces el momento para llamar de nuevo a la seriedad, ensombreciendo su semblante por un instante.

—Si nuestras teorías son ciertas, Adrien y Marinette necesitarán protección especial —dijo la chica—. Plume Mortelle podría atacarlos en cualquier momento.

—Sí... Y tendremos que estar atentos ante cualquier otra persona que pueda ser akumatizada.

—Por ahora... Creo que iré a buscar a Adrien. Tengo que advertirle y...

— ¡No!

La chica se quedó sin habla por un instante, pues su compañero la tomó velozmente por el brazo para evitar que ella lanzara su yoyo. Incrédula y confundida, Ladybug pestañeó un par de veces.

Chat Noir balbuceó.

—Q-quiero decir... C-creo que será mejor si yo vigilo a Adrien.

— ¿Por qué?

—N-no lo sé... Marinette y tú son chicas...

—Qué observador...

—M-me refiero a que podrían entenderse mucho mejor... A-además, c-confío en ti... S-sé que tú mantendrás a Marinette a salvo.

Ladybug asintió, pues no había manera de negarse ante ese plan sin hacer que el anonimato peligrara.

—Tienes razón... —dijo ella—. Cuidaré a Marinette, y confío en que tú cuidarás a Adrien.

Este gato nunca falla.

Ambos compartieron una sonrisa y chocaron sus puños para cerrar el trato, sin percatarse de la presencia de aquel cuervo que los observaba desde el techo de uno de los edificios que rodeaban a la panadería.

Sin que Ladybug y Chat Noir lo supieran, Plume Mortelle sonrió en su escondite.

Comenzaba a atardecer cuando aquel muchacho rubio entró a toda velocidad en la mansión Agreste, ignorando olímpicamente las llamadas de su mejor amigo por temor a decir en voz alta su coartada en el momento más inapropiado. Después de todo, suficientes sospechas había levantado ya al desaparecer de las instalaciones del colegio.

Sin embargo, se llevó una desagradable sospecha cuando entró en ese gigantesco recibidor y se topó con el hombre a quien menos quería encontrar en ese momento.

Su padre.

El prestigiado Gabriel Agreste.

Adrien se detuvo en seco, sintiéndose atrapado, y sólo hizo una pequeña pausa para rechazar una nueva llamada de Nino. Miró entonces a su padre y separó los labios para pronunciar un par de palabras, interrumpiéndose al escuchar la voz severa de su padre.

—El director Damocles llamó.

Mierda, pensó el chico.

Optó por guardar silencio, a sabiendas de que no había manera de suavizar lo que pronto estallaría. Buscó de soslayo la mirada de Nathalie, percatándose de que ella no estaba en ese lugar.

Estaba totalmente solo ante la ira de su padre.

— ¿Puedo saber a dónde fuiste hoy? —reclamó Gabriel.

Adrien suspiró.

—Me dolía el estómago y fui a la enfermería —dijo el chico.

—El director dijo que no estabas ahí.

—Papá...

—También dijo que, casualmente, una de tus compañeras de clase desapareció también hoy.

— ¿Qué...?

—Marinette Dupain-Cheng. Nathalie dijo que has salido con ella en dos ocasiones en los últimos días.

—E-eso es cierto, pero hoy no...

—No volverás a verla.

Escuchar aquello fue como recibir un puñetazo directamente en su estómago que aún estaba un tanto adolorido.

Enfurecido, Adrien dio un paso al frente.

— ¡No puedes decidir eso! ¡Marinette no tuvo la culpa de que yo no estuviera en la escuela hoy!

Gabriel respondió sin inmutarse, y sin disminuir la firmeza de sus palabras.

—Te advertí que debías continuar con todas tus actividades, ¿recuerdas? Faltaste también a las lecciones de esgrima. Y en caso de que lo hayas olvidado, tenías una sesión fotográfica.

— ¡Tal vez ya estoy cansándome de ser un súper modelo adolescente!

—Eso no lo decides tú. Ahora ve a tu habitación. A partir de mañana, no saldrás a ningún sitio sin Nathalie.

—No quiero una chaperona.

—Y yo no quiero que abandones tus compromisos sólo por un patético romance de colegiales. ¡Ve a tu habitación!

Sintiéndose impotente y derrotado, Adrien tan sólo fulminó a su padre con la mirada y subió a su habitación a toda velocidad.

Ni bien se atrincheró tras dar un portazo, Plagg salió de su escondite para intentar contener un poco la ira que el muchacho expulsaba a través de cada poro de su piel. Sin embargo, Adrien apenas se fijó en la presencia de su pequeño amigo. El muchacho se tumbó en la cama con violencia, descargando su enojo en contra de un par de cojines que fueron a dar al suelo tras recibir un par de brutales puñetazos.

Plagg se acercó lentamente al chico, midiendo cautelosamente la distancia que debía imponer si quería mantenerse ileso.

—Oye... —Dijo el diminuto gato negro—. No hay razones para reaccionar así...

Adrien se incorporó velozmente y fulminó a su Kwami con la mirada.

—No puedo permitir que mi padre decida a qué personas puedo ver y a cuáles tengo que evitar, Plagg —se quejó él---. ¿Recuerdas que sucedió lo mismo con Nino? Marinette no tuvo la culpa de que yo quisiera pasar la tarde con Ladybug...

—Creo que te haces demasiado problema con todo esto. Es sólo una chica.

—No es sólo una chica. Marinette es... especial. Y mi padre no puede prohibir que ella y yo sigamos saliendo juntos. Aún le debo una cita que no termine con personas akumatizadas. Además... No quiero dejar que Ladybug y Marinette estén solas si Plume Mortelle sigue acechando. Tengo que darle a Marinette un poco de protección extra. Nunca me lo perdonaría si Plume Mortelle, o cualquier otro, le hace daño.

—Marinette no es la única que está en riesgo. Plume Mortelle también te persigue a ti, ¿lo olvidas?

—Lo sé... Pero... C-creo que tú tampoco entiendes lo que quiero decir, Plagg. Iré a ducharme... Sólo estoy hablando en vano.

Dicho aquello, el muchacho se levantó a toda velocidad para dirigirse hacia el inmenso cuarto de baño. Cerró de nuevo de un portazo, creando una barrera que Plagg hubiese podido atravesar de cualquier manera.

Plagg, por otro lado, tan sólo fulminó la puerta con la mirada y decidió tomar el camino contrario. De esa manera, cada uno tuvo su propio espacio que les ayudó a pensar con más claridad.

Adrien se despojó de la camiseta y abrió las llaves del agua caliente para que el vapor comenzara a llenar cada rincón de la habitación. Hubiese querido sentir que el vapor le ayudaba a recobrar el buen humor, pero lo único que realmente sentía era que la ira que seguía apoderándose de su interior. Miró su móvil, en el que aparecían las quince llamadas de Nino que Adrien no quiso atender. Por un instante tuvo la intención de escribir un mensaje para Marinette, en un repentino acto de rebeldía.

Hola, Marinette. Quería saber si te gustaría ir a cenar mañana con...

Se interrumpió al instante, recordando que no sería sencillo deshacerse de Nathalie o de la vigilancia de su padre. E involucrar a Marinette en dificultades no era algo que él realmente hubiese querido hacer. Miró su anillo entonces, pensando en la posibilidad de descargar su estrés haciendo un patrullaje nocturno en las calles de París.

Pensó en hacer una parada en la panadería, donde seguramente encontraría a Ladybug.

Y a Marinette.

Suspiró con pesadez, sintiéndose ridículo.

No podía simplemente visitar a Marinette sin poner en riesgo su anonimato, y sin quebrar la confianza que Ladybug había depositado en él. La idea de quitarse la máscara frente a su compañera le pareció lo más indicado. Era la única forma en la que podía asegurarse por sí mismo de que su letal enemiga no atacaría a Marinette o a Ladybug, sin tener que preocuparse por seguir manteniendo las apariencias.

Pero no podía hacerlo.

Ladybug tenía razón.

Era mejor que nadie supiera quiénes eran las personas ocultas detrás de las máscaras.

Y tener que aceptar aquello sólo le hizo sentir una impotencia mayor. Tal fue su molestia que sólo pudo dirigirse a la ducha, sin darse cuenta de la silenciosa llegada de la mariposa oscura que revoloteó hasta chocar contra el cuello del muchacho. El dolor punzante no se hizo esperar, causando que Adrien volviera sobre sus pasos para mirarse en el espejo. Inspeccionó su cuello desde todos los ángulos posibles, sin poder encontrar la razón por la que sentía ese dolor.

Y aunque lo hubiese visto, ya era tarde.

El akuma se había incrustado en su piel.

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