Capítulo VI: Atrapada
Alya terminó sintiéndose un tanto aburrida cuando Marinette decidió modelar ante su amiga tres conjuntos distintos que la chica no podía terminar de decidir si eran indicados para asistir a su segundo intento de primera cita con el chico de sus sueños. Tikki moría por dar sus opiniones, que diferían demasiado de las de Alya, pero no le quedaba más opción que mantenerse en su escondite. Habría sentido gran envidia de el otro Kwami que en esos momentos sufría una tortura similar a la que Marinette sometía a Alya.
Sentado plácidamente frente a un plato lleno de trozos de queso Camembert, Plagg miraba con indiferencia al chico rubio que tenía enfrente.
— ¿Qué opinas? —decía Adrien en ese momento, mostrándole a Plagg dos chaquetas similares de colores oscuros—. ¿Negro, o azul?
—No creo que eso importe —se quejó Plagg—. Creí que esto se había terminado cuando elegiste los pantalones. No entiendo por qué el color es tan importante, si luces igual que todos los días.
Remató sus palabras comiendo un trozo de queso.
—Quiero que todo salga bien —respondió Adrien, colocando frente a sí mismo la chaqueta azul mientras se miraba en el espejo.
—Es sólo una chica —dijo Plagg despreocupado—. Y tú eres un modelo. Podrías tener a cientos de chicas a tus pies, en lugar de complicar tu vida por una sola.
—No lo entiendes, Plagg.
—Créeme que no quiero hacerlo...
—Marinette se esforzó mucho, intentando que nuestra cita fuera perfecta —insistió Adrien a pesar de que Plagg lo miraba con exasperación—. De no haber sido por ese akuma, nuestro día habría sido maravilloso. Y Marinette está tan deprimida por lo que sucedió con esa niña... Tengo que compensarlo.
—Dije que no quiero escucharlo...
—Después de esta noche, me encargaré de buscar a esa niña y a la persona que se la llevó. Pero antes quiero... —Suspiró, dejando en el olvido a Plagg para pronunciar sus siguientes palabras hablando consigo mismo—. Quiero hacer algo bueno por Marinette.
Miró de nuevo a su Kwami y despejó su mente, levantando de nuevo ambas chaquetas para añadir:
— ¿Y bien? ¿Negro, o azul?
Plagg sólo se giró para darle la espalda al chico, comiendo de un solo bocado un trozo de queso especialmente grande.
Una vez que la tortura terminó, Alya pudo sentirse totalmente libre para bajar a la panadería y cubrir a Marinette con un par de clientes que no habrían entendido que arriba estaba sucediendo una verdadera emergencia. Tikki tampoco lo entendía, a decir verdad, pero a Marinette le parecía especialmente preocupante que un par de hilos se hubiesen salido de su sitio en su camiseta.
Cinco minutos exactos antes de la hora indicada, la chica de los ojos azules bajó a trompicones por las escaleras para reunirse con su mejor amiga. Alya la recibió con una gran sonrisa y no pudo evitar tomar su móvil para fotografiar a su amiga.
—Para la posteridad —dijo antes de que Marinette pudiese preguntar algo—. Quiero tener documentados todos los intentos que tendrás que hacer hasta que Adrien y tú sean pareja.
Las mejillas de Marinette se tornaron de un intenso color rojo. Su sonrisa, sincera y nerviosa, le arrancó a Alya una carcajada.
Marinette avanzó hasta situarse a un lado de Alya, justo detrás de la caja registradora, y recargó sus manos sobre la mesa para buscar un poco de soporte. Miró angustiada la pantalla de su móvil, esperando impacientemente a que llegara la hora.
— ¿Nerviosa? —preguntó Alya arqueando una ceja.
Marinette asintió y suspiró con pesadez.
—La anterior debió ser la cita perfecta... —musitó la chica de los ojos azules—. Si ese sujeto no hubiera aparecido...
—Supongo que es una de las desventajas de vivir en una ciudad atormentada por súper villanos —dijo Alya—. Pero, ¡hey! ¡Has conseguido que Adrien te invite a salir de vuelta! Eso sin duda es un avance.
—Eso creo...
—Oye, aguarda —llamó Alya tomando a Marinette por los hombros para mirarla directamente a los ojos. La tristeza de su amiga ya comenzaba a aparecer de nuevo—. ¡No hagas esto ahora!
— ¿De qué hablas...?
—No pienses en lo que sucedió ayer. Arruinarás las cosas con Adrien si te dejas llevar por la tristeza justo ahora.
Marinette suspiró de nuevo.
—Tienes razón... —admitió la chica de los ojos azules—. Tengo que hacer un esfuerzo... Pero es que Manon aún está...
—Basta —demandó Alya—. Sé que aún te preocupa Manon, pero no puedes permitir que esto te persiga por el resto de tu vida. ¡Has pasado por muchas cosas con Adrien para poder llegar a este punto! Ladybug encontrará a Manon y la devolverá sana y salva. Pero tú no eres Ladybug. ¡Eres Marinette Dupain-Cheng! Y en este momento tu misión es pasar la mejor noche de tu vida con el chico de tus sueños.
Marinette no pudo evitar sonreír, aunque muy en el fondo de su ser escuchaba a esa vocecilla insistente, diciéndole a gritos que Alya estaba equivocada.
Al final, todo aquello no era más que otra de las desventajas de llevar una doble vida.
—Sí... ¡Tienes razón! No voy a desperdiciar esta oportunidad...
—Buena chica.
Ambas compartieron una sonrisa, que pronto se borró del rostro de Marinette para dar paso a una expresión de nerviosismo extremo cuando escucharon el inconfundible sonido de la puerta de un auto cerrándose justo afuera de la panadería.
En la acera, Adrien se tomó su tiempo para asegurarse de que el cuello de su chaqueta negra estuviese en su posición correcta. Verificó su reflejo por un instante en los cristales polarizados del auto, y esbozó una pequeña sonrisa al darse cuenta de que todo estaba en orden.
Antes de que Plagg pudiese salir para quejarse de alguna manera, Adrien se dirigió hacia la panadería. Dudó por un instante, hasta que al fin se dio el valor de entrar. No pudo evitar reír cuando se percató de que Alya estaba intentando hacer que Marinette recuperara la cordura, pues parecía estar al borde de un adorable ataque de nervios.
—Hola, chicas.
Marinette cayó al suelo al escuchar la voz de Adrien, levantándose al instante para recibir al chico con una risa nerviosa.
—H-hola, A-Adrien...
Alya puso los ojos en blanco y le dio a Marinette un empujón para obligarla a salir del sitio donde estaba resguardada, justo detrás de la registradora.
Dentro de su escondite, Tikki rió.
—El auto está esperando afuera —dijo Adrien—. Si estás lista...
—Sí —asintió Marinette—. Vámonos.
Adrien asintió a su vez.
— ¡Nos vemos mañana, Alya! —exclamó él para luego salir de la panadería en compañía de su encantadora y nerviosa acompañante.
— ¡Diviértanse! —respondió Alya.
Al quedarse en completa soledad, la chica de las gafas rió y tomó un par de galletas. Su mejor amiga siempre tenía ese efecto en ella.
Estando en la acera, Marinette se detuvo por un instante para que el chofer de Adrien abriera la puerta para ambos. Subieron al auto y, juntos, remontaron las calles de París que ya comenzaban a llenarse de personas que salían a disfrutar de los placeres nocturnos que les otorgaba la ciudad.
Mientras aquello sucedía, otras cosas estaban ocurriendo en una gigantesca habitación de hotel. La chica rubia había decidido descargar su ira con un cojín inocente que lanzó tres veces consecutivas al suelo, sin lograr que eso la ayudara en absoluto. Seguía sintiéndose tan enfurecida como había estado el día entero, sólo pensando en que en ese preciso momento alguien más estaba viviendo el sueño que ella deseaba cumplir a toda costa. La frustración no cabía en su cuerpo esbelto y era casi tan difícil de contener como su furia. Se negó rotundamente a recibir incluso la visita de su amiga inseparable, pues no había nada que fuera capaz de ayudarla a sentir mejor. El cojín recibió un golpe más cuando llegó a su memoria, además, el recuerdo de que ella misma se había negado a asistir al concierto de Jagged Stone de ninguna otra manera. Sus entradas estaban en manos de Adrien Agreste. Y aunque hubiese podido llamar a su padre para pedirle que utilizara sus influencias para estar en ese concierto, ¿acaso eso realmente importaba? ¿Cuán patético podía ser eso?
Ella no quería estar en ese concierto por Jagged Stone.
Lo suyo no era más que un vil capricho.
Y aunque hubiese podido conseguirlo, ¿de qué habría servido? ¿Qué probabilidades habría de que Adrien hubiese dejado a Marinette a un lado, sólo para estar con aquella chica que había sido su amiga cuando él no tenía a nadie más en el mundo?
— ¡La odio!
El cojín volvió a ser víctima de un golpe contundente que Chloé remató con un fuerte pisotón. Con la respiración agitada, Chloé se dejó caer en la cama. Cubrió su rostro con ambas manos y ahogó una exclamación de infinito disgusto. Se incorporó al instante, incapaz de poder permanecer quieta por más de dos segundos. Desquitó de nuevo su carga de emociones con el cojín.
— ¡La odio! ¡La odio! ¡La odio!
Tomó su móvil en un momento de desesperación y buscó el contacto de Adrien, dejando su dedo pulgar suspendido sobre la tecla para llamar. Su respiración agitada aumentó su ritmo. La fotografía de Adrien le devolvía la mirada, haciéndola sentir una ligera punzada de dolor en su corazón. Agradeció a su soledad por permitirle enjugar un par de lágrimas en silencio.
— ¿Qué tiene ella que no tenga yo...? —Se quejó en voz baja—. ¿Por qué ella, y no yo...?
Lanzó su móvil a un sofá y se dirigió hacia la ventana, mirando hacia el horizonte y preguntándose qué estaría haciendo el chico rubio en ese preciso momento. Mil preguntas se arremolinaban en su cabeza. ¿Por qué había invitado a Marinette, y no a ella? ¿Por qué Adrien había elegido a Marinette, en lugar de elegir a la chica que lo había acompañado durante más tiempo? ¿Acaso Chloé no era lo suficientemente buena para Adrien?
Se reprimió a sí misma cuando un sollozo escapó de sus labios. Enjugó sus lágrimas y tomó de nuevo su móvil, preparándose para llamar a Adrien tal y como ya lo había intentado. Sus pasos la llevaron hasta los ventanales, donde miró de nuevo hacia el horizonte. Suspiró con un dejo de tristeza y decidió olvidarlo.
Chloé Bourgeois no se rebajaría jamás a ese nivel.
Ni siquiera por Adrien Agreste.
Así que se acercó a su mesa de noche y buscó en el cajón hasta que encontró toda la propaganda en la que habían estado incluidos los boletos para el concierto de Jagged Stone. Su suerte le dio una buena bofetada cuando lo que apareció ante sus ojos no fue nada más que el arte para el álbum que había sido diseñada por ella.
Por Marinette Dupain-Cheng.
La ira apareció nuevamente en su interior, impidiéndole notar que aquella mariposa oscura había entrado en su habitación para posarse sobre la propaganda del concierto. Cual cristal, la mariposa se rompió en pedazos. Chloé entró en aquel estado similar a un trance.
—Coeur Brisé, soy Le Papillion. Puedo sentir que tu alma está destrozada. Entiendo cuán doloroso debe ser que una chica tan hermosa como tú sea opacada por una persona tan común. Por alguien que es tan poca cosa. Pero estás de suerte. Hoy he decidido darte una oportunidad de obtener lo que más deseas ahora mismo, si tú haces algo por mí...
Si Marinette no hubiese sabido que Adrien era amable, considerado y caballeroso por sí mismo, se habría sentido especialmente privilegiada ante las atenciones que él tenía con ella. Detalles tan simples como abrir la puerta del auto para ella, permitirle pasar antes que él a través de cualquier puerta... Esa clase de cosas que de cualquier manera, hacían a Marinette sentir dentro de un sueño que comenzaba a hacerse realidad.
Aquellos con entradas preferenciales pudieron entrar mucho tiempo antes al complejo. Sólo en ese momento, Marinette pudo darse cuenta de la exclusividad que estaba incluída con las entradas de Adrien, pues fueron conducidos por un par de empleados hasta el palco que únicamente contenía espacios suficientes para cinco personas. Tenían una vista increíble del escenario, y completa privacidad hasta que el resto de los asientos estuviesen ocupados. Cosa que no ocurriría, a juzgar por la sonrisa que Adrien esbozó al darse cuenta de cuán maravillada se sentía Marinette.
—Este sitio es increíble —dijo la chica—. ¿Cómo conseguiste estas...? Oh, claro. Qué pregunta tan tonta. Eres un súper modelo adolescente, hijo de un diseñador tan reconocido, amigo de la hija del alcalde, ¿y estoy preguntándote cómo conseguiste esto? Qué tonta soy... Sin duda, esto no es gran cosa para ti. O quizá sí lo es. No estoy segura. ¿Estoy hablando demasiado...?
Adrien se unió a la risa nerviosa de la chica, haciéndola sonrojar.
—En realidad, las entradas las consiguió Chloé —dijo Adrien—. Me las obsequió hace unos días, pero... A decir verdad, olvidé que las tenía.
Una nube gris de pesimismo y desagrado comenzó a formarse sobre los hombros de Marinette.
— ¿Chloé viene, entonces?
—No —respondió Adrien sin borrar su sonrisa—. Seremos sólo tú y yo. Ella sólo consiguió dos entradas, y fueron las mismas que me dio, así que...
— ¿Chloé lo sabe?
—Por supuesto que no. Esto es sólo entre nosotros.
Le dedicó un guiño a la chica, cuyo sonrojo aumentó un poco.
Una noche privada con Adrien Agreste, ¿qué más podía desear?
—En ese caso... Espero que no te moleste que yo se lo haya dicho a Alya —dijo Marinette con timidez, caminando junto con el chico hacia la baranda del palco.
Ambos colocaron sus brazos sobre la baranda, mirando hacia el cielo que ya comenzaba a cubrirse de estrellas.
—Descuida —respondió Adrien—. Yo también se lo dije a Nino.
—Estamos a mano, entonces —dijo ella con un guiño.
Permanecieron ambos en silencio cuando por un breve instante se cruzaron sus miradas. Marinette no pudo evitar que todo en su interior colapsara al percatarse de que aquellos hermosos ojos verdes la miraban con la misma intensidad que ella. Se quedó sin haba por un instante, pues su corazón comenzó a latir con fiereza. Especialmente cuando la mano de Adrien se posó sobre la suya. Una corriente eléctrica recorrió su cuerpo, sin permitirle siquiera imaginar que la intensidad de la mirada de Adrien se debía a que él jamás se había percatado de cuán bellos eran los ojos azules de Marinette.
La única mirada tan hermosa que él había conocido le pertenecía a Ladybug.
Si tan sólo Adrien lo hubiera sabido...
—A-Adrien... —musitó ella con voz débil—. H-hay algo que quiero decirte...
¿Era el momento adecuado? ¿Aún cuando la noche recién comenzaba, y sus palabras podrían arruinar el plan entero?
Sí.
Estaba dispuesta a correr el riesgo.
Si decidía esperar un poco más, ¿qué le aseguraba que ningún villano aparecería? ¿Cómo podría declararse en otro momento, si debía alejarse de Adrien para luchar contra sus rivales? ¿Acaso no había decidido ya que aquella noche le confesaría al chico sus sentimientos? ¿Podía darse el lujo de dudar, si aquella cita podría no repetirse?
Eres Ladybug, dijo para sí misma en sus pensamientos. Puedes hacerlo.
—Dime.
Marinette tomó un profundo respiro para infundirse valor. Le devolvió el apretón a la mano de Adrien, quien no pasó por alto ese gesto. A pesar de pensar en la guerrera enmascarada por un instante, el chico dio un paso al frente para acercarse un poco más a Marinette.
—A-Adrien, yo... Q-quiero decirte que...
Su declaración fue interrumpida por los gritos de terror que llegaron desde abajo, producido por el resto de los asistentes al concierto que sucumbieron al pánico cuando aquella persona aterrizó en cuclillas sobre el escenario. Marinette y Adrien se separaron de golpe, mirando desde el palco a la persona que en ese momento iba levantándose lentamente. La causa del temor colectivo era que la intrusa llevaba como rehén a una de las mujeres que atendía las taquillas del recinto.
El aspecto de la villana era de lo más escabroso.
Llevaba encima un vestido desgarrado de color negro, que en circunstancias normales sin duda habría sido el tipo de prenda que específicamente ella habría utilizado para una noche especial. Sus brazos, cubiertos hasta los codos con guantes del mismo color y en las mismas condiciones, parecían estar cubiertos de escamas. Esa misma textura cubría parte de sus piernas, parte de su cuello y parte de su rostro. Sus ojos azules resaltaban entre todo aquel maquillaje arruinado por las lágrimas, creando que el delineador y la sombra oscura quedaran como simples manchas que cubrían la mitad de sus mejillas. Sus labios, de un intenso carmín, se curveaban en una desagradable sonrisa sádica.
— ¿Chloé...?
Adrien y Marinette intercambiaron miradas. Los corazones de ambos comenzaron a latir de forma desesperada, aunque por razones opuestas a lo sucedido segundos atrás.
En cuanto Chloé estuvo totalmente incorporada, desechó a su rehén lanzándola al suelo con tal fuerza que aquella pobre mujer dejó de moverse. Su cuello, totalmente triturado por la fuerza excesiva que Chloé poseía en sus manos, hacía juego con las grietas que quedaron alrededor del cuerpo sin vida.
Aquellos ojos fríos inspeccionaron a las personas que se quedaron quietas para observar a la chica, no sin antes alejarse lo suficiente del escenario. Por el rabillo del ojo consiguió ver al equipo de Jagged Stone, que miraba la escena tras bambalinas. Chloé extendió sus manos para hacer que los reflectores cayeran, bloqueando el paso de cualquier persona. Su mirada se fijó entonces en aquel palco que ella debía estar ocupando. Una onda de energía se desprendió de su cuerpo para ayudarla a levitar lentamente hasta ese punto. Las escamas de su piel brillaron y su sonrisa creció.
Obedeciendo a sus impulsos, Adrien tomó con más fuerza la mano de Marinette.
— ¡Corre!
La chica apenas pudo obedecer. Una onda de energía los golpeó a ambos, haciendo que cada uno cayera en lados distintos del palco. Ella se recuperó con más velocidad, corriendo para atrapar a Adrien y tirar de él en el momento en que aquella mitad del palco se derrumbó. El chico se colocó entonces frente a Marinette, extendiendo un brazo a manera de escudo, y esperó a que Chloé se situara a pocos metros de distancia. Esbozando aún su sonrisa sádica, la chica rubia no tardó en tomar a Adrien por el cuello. Soltando un chillido, Marinette retrocedió. La lucha interna se apoderó de ella. Tenía que transformarse en ese momento, tenía qué...
—Maldito traidor... —siseó Chloé con aquella voz gélida—. Te mostraré que nadie puede jugar conmigo...
El alma de Marinette se quebró cuando vio a Chloé lanzar a Adrien al vacío. Escuchó el sonido del cuerpo cayendo en alguna parte del suelo, sin poder acercarse a ese sitio para observarlo. Al instante, Marinette tomó su decisión. Se preparó para invocar a los poderes de su Kwami, deteniéndose cuando Chloé la sujetó con tal fuerza que la hizo soltar una exclamación de dolor.
— ¡Suéltame, Chloé! —Exclamó la chica—. ¡Esta no eres tú!
Chloé rió con frialdad.
— ¿Qué va a saber alguien tan patética como tú sobre quién soy yo? —Dijo—. Chloé no está aquí. Chloé Bourgeois ya no existe. Ahora aprenderás a doblegarte ante Coeur Brisé.
— ¿Coeur Brisé...?
—Te daré una pequeña lección. ¡Te enseñaré a no quitarme lo que es mío!
La chica rubia atacó a Marinette con una fuerte bofetada que consiguió derribarla. Retrocedió con torpeza, descubriendo que un poco de sangre brotaba del corte que Coeur Brisé había abierto en sus labios.
—Si eso quieres... —Sentenció Marinette—. Igual te daré una lección cuando hayas sido liberada de ese akuma.
No fue necesario que Chloé detuviera de nuevo a Marinette. Acorralada en la mitad del palco que aún se mantenía en su sitio, la única manera en la que Coeur Brisé podía ser vencida era si Marinette renunciaba a su anonimato por un momento. Después de todo, ¿acaso Chloé no olvidaría todo una vez que el akuma fuese destruido? Sin embargo, supo que ninguno de sus planes funcionaría cuando sintió las manos de su enemiga cerrándose sobre su cuello. Y al escuchar esa voz siseante, su alma se quebró aún más.
—Esta vez no, Ladybug... Si yo no puedo tener a Adrien, tú tampoco lo tendrás.
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