Chapter 1
La música retumbaba en las paredes, al compás de los bailes extraños de las personas que llenaban la pista de baile. Miré por última vez a mis dos amigas, antes de salir de la casa de fraternidad con mi bolso en la mano y pedir un taxi. Me quedé sentada en la banqueta mirando la solitaria calle en donde ni un fantasma pasaba, solo se oía la fiesta que había dejado atrás hacía unos pocos minutos. Encontré uno y me subí, dándole la dirección del restaurante que abría las veinticuatro horas que se encontraba a mitad del camino entre la fiesta y la residencia.
El taxi me dejó en The Oxford Kitchen, un restaurante famoso y no muy costoso donde me refugié por los siguientes diez minutos, pedí un café y me esperé hasta que vi señal de movimiento en la calle. Un auto negro que aparcó en frente del local seguido de algunas personas con cámaras fotográficas profesionales.
El rubio que conducía el auto entró al local y detrás de él, los empleados cerraron las puertas con llave y bajaron las cortinas, como si el local estuviera cerrado. Aquel hombre que se me hacía algo conocido se sentó en la mesa al lado mío. Salvo por nosotros, había dos personas más que ni se inmutaron por la repentina cláusula del local.
Revolví mi café y lo terminé de un sopetón, lista para pagar e irme.
-¿Le puedo ofrecer algo, señor Horan? -preguntó una mesera sacando su libretista y una pluma.
-Un café. -respondió bruscamente, definitivamente estaba enojado.
Lo que me sorprendió no fue el tono del chico, sino el conocimiento de la mesera sobre su nombre. Probablemente sería que se conocieran.
Me levanté y busqué al mesero que me atendió.
-La cuenta, por favor. -pedí y él me hizo un gesto con la cabeza, indicando que enseguida la trae.
Saqué mi cartera y esperé pacientemente a que la trajeran. La dejó en la mesa y esperó a que sacara el dinero. Pude notar unas bolsas negras bajo sus ojos y, a pesar de la sonrisa, el cansancio notorio en sus facciones y ojos. Le di el dinero y me limité a irme.
-Señorita, no puede salir del local. -me avisó el mesero. Fruncí el ceño.
-¿Cómo que no me puedo retirar? Tengo que irme. -respondí confundida.
-Afuera del establecimiento hay muchos paparazzis y fans que buscan al señor Horan, sería peligroso que usted saliera y que, por consecuencia, lograran entrar. -explicó. -Puede sentarse a esperar y, debido a la impertinencia, lo que usted pida será a cuenta de la casa. -me sonrió amablemente y entró a la cocina.
-¿Qué? Pero ... -cerré la boca al ver que ya se había ido y estaba hablando sola. -¡No es justo! -exclamé y me senté nuevamente en mi silla cruzando los brazos. -¿Siquiera podrían prestarme un cargador para mi celular? -Nadie respondió y resoplé indignada.
¡A mí no me interesa lo que al estúpido "señor Horan" le pase! ¡Yo solo quiero salir de aquí!
*
Un toqueteo en el hombro me despertó, el cuello me dolía y estaba demasiado cansada, tanto que me había quedado dormida encima de la mesa.
-Emm, hola. -dijo el rubio que había causado el escándalo.
-Hola. -dije caminando hacia los sillones de la sala de espera y acostándome en uno de ellos, tan solo había pasado media hora y el escándalo de afuera parecía hacerse cada vez más grande.
-Podría prestarte mi cargador de celular, no sé cuál tengas, pero es lo menos que puedo hacer. -ofreció amablemente sentándose en el sillón de enfrente. Me tendió un cargador blanco y lo conecté al enchufe y a mi celular, por suerte era el mismo que el mío.
-Gracias. -murmuré. Vi la hora en su reloj de mano cuando me pasó el cargador, era la una de la mañana. No tengo idea de quien en su sano juicio estaría siguiendo a este tipo a estas horas de la madrugada, tampoco es que fuera famoso.
-¿Cómo te llamas? -preguntó recargándose hacia atrás.
-Brooke, Brooke Thompson. -respondí esperando a que dijera su nombre, lo cual nunca hizo. -¿Y tú?
Me miró confundido y yo alcé una ceja.
-Niall, Niall Horan. -contestó confuso.
-¿Qué pasa? -pregunté mirando a mi alrededor, evadiendo sus ojos azules.
-Nada, nada. -murmuró con una pequeña sonrisa. -¿Y qué haces aquí a la una de la mañana? ¿A menos que sea normal estar en un restaurante a esta hora? -reí recordando la historia que me trajo hasta aquí.
-Bueno, pues estaba en una fiesta de una fraternidad a diez minutos de aquí. -contesté. -Estaba con mis amigas, pero creo que no soy mucho de fiestas. -me encogí de hombros.
-¿En qué universidad estas? -preguntó curioso.
-En la universidad de Oxford. -contesté. -Estoy estudiando diseño de imagen.
-¿Cuántos años tienes? -cuestionó.
-Esto parece un interrogatorio. ¿Acaso eres un policía o un acosador? -pregunté soltando una leve risa, él también rió. -Me toca a mí preguntar. ¿Por qué estás aquí?
-Un problema.
-Enserio, ¿Por qué estás aquí? ¿O es normal que un chico de ... 21 años, creo, esté en un restaurante a la una de la mañana cuando debería estar en una fiesta o con algún amigo de su fraternidad o universidad? -pregunté alzando una ceja.
-Tal vez es porque no estoy en alguna fraternidad, ni universidad. -contestó un poco obvio.
-¿Entonces de que vives? ¿O tú casa es en el sofá de tus padres?
-Se llama trabajo. Gano muy bien. -hizo un movimiento de cabeza.
-¿Y en qué trabajas? Créeme, he intentado trabajar pero no es muy fácil si no has terminado la universidad, y mucho menos si no la has empezado.
-Creí que para este momento ya te habrías dado cuenta, o pararías de fingir que no sabes nada solo para que siga hablando contigo. Pero me acabo de dar cuenta que enserio no sabes nada. -se rascó la nuca y luego empezó a reír.
-¿Qué? -pregunté mirándolo fijamente, intentando sacar a relucir su secreto con la mirada.
-Mi nombre es Niall Horan, soy integrante de One Direction. ¿O tampoco los conoces? -alzó una ceja.
Abrí la boca con asombro, tanto tiempo que Rebekah y Danielle estuvieron hablándome de ellos, ¿Y aún así no reconozco a un miembro? ¡Este es el rubio! ¡Niall! ¿Cómo lo pude haber olvidado?
-¿Qué haces aquí? -pregunté reproduciendo toda la información sobre el que me habían dado mis amigas.
-Pasa todos los días. -intentó contener una carcajada.
-Por favor, no te rías. ¡Qué tonta! -mi rostro se tornó Dojo de la vergüenza.
-No te preocupes.-sonrío. -Pensé que me ibas a reconocer. -soltó una carcajada. -Normalmente sí lo hacen.
-Tal vez sea el cansancio, me han hablado mucho de ti. No sé cómo pude haberlo olvidado. -me di un golpe en la cabeza y me repetí internamente lo tonta que soy.
-Tranquila. Fue lindo que alguien me tratara como a una persona normal y no como a un rey. -sonrió.
-La verdad, aunque supiera quién eras te habría tratado igual. Ser famoso no te hace mejor, eres igual a todos. Vales lo mismo que aquella mesera de ahí, o que el chef de este restaurante. No te iba a tratar como a la reina de este país. -expliqué recordando todas aquellas veces en que veía videos y cómo trataban a los famosos y las personas normales. Un trato injusto.
-Señor Horan, una camioneta lo espera afuera. Ahí se encuentran sus compañeros y algunos guardaespaldas que lo acompañarán. Salga por la puerta de atrás, la calle está desierta. -avisó la mesera y luego desapareció en la cocina.
-Bueno, ya que. Me voy. Pero podrías darme tu número y quedamos algún día. -sugirió y asentí. Le pasé mi número y él el suyo, haciéndome prometer que no se lo daría a nadie.
Niall salió por la puerta trasera y cuando las cortinas se levantaron y las puertas se abrieron, salí de ahí.
El auto del rubio todavía estaba ahí y las personas se habían disipado, en busca del famoso. Aproveché para buscar un taxi, pero al parecer solo pasaban ignorándome por completo.
Para no perder el tiempo, decidí caminar rumbo a la residencia, pensando unos ojos azules y una cabellera rubia. ¿Debería decírselo a Rebekah y Danielle? Tal vez no sea lo mejor, suponiendo que gritaran como desquiciadas y luego registraran cada centímetro cuadrado del restaurante en busca de algo que se le haya olvidado a Niall.
Llegué el edifico y subí los escalones de dos en dos hasta llegar a la puerta de madera que me separaba de mi dulce y cómoda cama. Abrí la puerta y me aventé a mi cama. Me fijé en el reloj de la mesita y ya eran las dos y media de la mañana. Recordando la advertencia de Danielle sobre llamarla al llegar, busqué en mi bolso hasta que me di cuenta de lo que se me había olvidado cargando en el restaurante. Mi celular.
¡Hola! Este es el primer capítulo, espero que les guste. Ayúdenme con un voto y un comentario, por favor. Se los agradecería mucho 😉
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