La carta

Cómo te llamas pequeña?

- Mo nombre es Cristal y tengo cuatro años - dijo mientras me mostraba cuatro dedos de su mano - Y tu quien eres.

- Soy Taylor.

- ¿Qué edad tienes Taylor? - Pregunta.

- 12 años.

- Vaya eres muyyyyy grande - responde tratando de alcanzar mi cabeza y con una sonrisa tan tierna que me contagio también.

Es increíble como existen personas tan crueles que pueden abandonar a sus propios hijos sin ningún tipo de remordimientos.

Ella era lo más parecido a un ángel personificado es casi imposible no tenerle aprecio a semejante criatura.

- Bueno Cristal hagamos algo. ¿Quieres que sea tu amigo?

- Siii - grito con entusiasmo.

- Esta bien, entonces yo voy a cuidar de ti hasta que venga tu mamá porque eso hacen los amigos ¿De acuerdo?

- Sip.

- Y si alguno de ellos - señaló a todos los que nos rodean - Te quiere lastimar, llámame y dímelo. Entonces yo me encargaré de patearles el trasero.

- Jijiji - lancé una patada al aire haciéndola reír.

- Ven sigueme - le tiendo mi mano para que la tomé y así caminar juntos.

Nos dirigimos a donde deje a Jacob por última vez.

- ¿Jacob? - Lo llamo.

- ¿Quién es el?

- Es un amigo mío... somos casi hermanos.

- ¿Qué traes a ahí? - responde a mis espaldas.

- Es la niña que viste cuando llegó al orfanato.

- ¿La huma...? - pregunta pero le tapó la boca a tiempo antes de que Cristal escuchará.

Me acerco a su oreja para decirle algo en voz baja.

- Ella no sabe nada con respecto a lo que somos y es mejor que permanezca así. Por lo tanto deja de llamarla humana ¿Vale?

- Los secretitos son de mala educación interrumpe.

- O lo siento, no sabía eso - me hago la víctima - Y ¿cómo sabes que es de mala educación?

- Porque me lo dijo mi mamá.

- No me digas - se bufa Jacob.

- Podrías dejar de ser malo con ella.

- Como quieras - dice antes de irse.

Por que se comporta de esa manera, pensé que le agradaría la idea de conocerla. El aveces es un poco raro y reservado.

No me gusta forsarlo, debido a que tiende a enfadarse, así que dejó que sea el de la iniciativa para empezar una conversación.

- ¿Le pasó algo? - pregunta.

- No, no te preocupes estará bien. Quieres hacer algo en particular.

- Siii, podemos jugar.

¿Jugar?

Esto si que no me lo esperaba... no he hecho eso en años. Ya ni me acuerdo de cuando fue la última vez que hice algo parecido.

- Esta bien y cuál sería ese juego.

- ¡A las escondidas! - grita muy emocionada.

- De acuerdo, yo voy a contar y tu te escondes ¿vale?

Acabo de dañar mi reputación de lo que no hay manera. Estoy jugando con una niña y por si fuera poco, humana, pero no puedo decirle que no o dañaría sus sentimientos y lo que menos quiero es verla triste.

- Empieza a contar.

Me inclino sobre una pared, envuelvo mi cabeza alrededor de mis brazos y empiezo a contar.

- Uno, dos, tres...

Llegó al número 30 y salgo a buscarla.

- Lista o no aquí voy - digo alzando la voz.

Empiezo por los arbustos, atrás de los árboles o incluso un orificio lo suficientemente grande como para que pueda escabullirse por ahí, pero ni rastro de ella. Así que use mi mejor método de rastreo, el olfato.

Su aroma era muy distinguible de los demás, teníendo en cuenta de que es la única de su especie por estos lados.

Ya se donde está, aunque me sorprende el como llegó tan lejos.

Ella se encuentra en la consulta de terapia de la doctora Alicia. Me dirijo hacia allá antes de que alguien más descubra donde se escondió.

Entró y cierro la puerta con rapidez para no ser visto. Me agacho por detrás del escritorio y la veo sentada abajo del mismo.

- Te encontré, pero será mejor que salgamos ahora.

- Si.

Se levanta, pero choca con un estante haciendo que caiga un sobre y dentro de el había una carta escrita con mala letra. Él que la escribió lo hizo de muy mala gana o estaba muy enfadado por algo.

Leo el destinatario y era para Alicia.

- ¿Qué es? - pregunta.

- Nada importante, vámonos.

Guardo el sobre por dentro de mi chaqueta, la agarro a ella de la mano y salimos de ahí, pero para nuestra mala suerte la directora Raquel nos pillo infragantis.

- ¿Qué hacían en la oficina? - pregunta.

- Estábamos jugando a las escondidas - responde de primera, casi saltando de alegría.

- ¿Así? - me mira a mi con cara de pocos amigos.

- Señorita Raquel perdonanos por entra sin permiso, no tenía idea de que ella se escondería justo ahí.

- ¿Sabes que por esta desobediencia se merecen un castigo verdad?

- Lo sé... Y por eso le pido disculpas.

- Voy a pasar por alto lo que hicieron, sólo porque su madre me pago un buen billete para que cuidara de ella ¿Por qué sino...? - con el puño cerrado golpea su otra mano pero esta se encuentra abierta.

Dando a entender que nos quería estrangular.

- Ahora váyanse de aquí.

Corrimos hasta el patio y luego nos estuvimos.

- Eso fue divertido, ¡Es el mejor día de mi vida!

- Me alegro de que te estés divirtiendo pero yo tengo el corazón en la boca.

- Jijiji - se ríe - Bueno iré a mi cuarto, nos vemos después amigo Taylor.

- Si... hasta luego.

Una vez que se va, empiezo a buscar un lugar fuera de las miradas indiscretas. Para poder leer la carta sin interrupciones.

Cuando terminó de leerla no puedo creer lo que en ella mencionaba.

No sólo decía el paradero desconocido de la doctora, sino también quien podría ser su secuestrador.

Si te ha gustado la historia hasta ahora por favor ayúdame con tus votos y comentarios. No olvides que opinión cuenta.

Con cariño Katy 😘


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