Destino

El destino
¿Qué te puedo decir del destino?
Que es esa jodida coincidencia de mierda que por más que intentes escapar de él siempre va a
recordarte que no puedes huir de él.

Y esos esquicitos ojos azules son la prueba de ello.

-Jacob Morales, Mío solo mío.
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Narra Jacob Morales

Otro día de mierda en este maldito infierno.

Nunca me acostumbrare a despertar y que lo primero que vea sea el techo a punto de colapsar encima de mí. Ya perdí la cuenta de cuantos años llevo encerrado, pero esto no es nada comparado con lo que tuve que sufrir a manos de mi fallecido padre.

Me levanto de la cama para dirigirme al mini baño, en el cual apenas quepo, y me coloco el habitual uniforme que exige el reglamento del orfanatorio.

Es espantoso, pero no tengo más remedio que usarlo o si no me castigaran por infringir las normas y yo le prometí a mi conciencia que iba a ser alguien de bien, que no voy a volver a enfadarme y mantendré una buena conducta como cualquier chico normal lo haría.

«A menos que un idiota me provoque y me vea en la penosa necesidad de reventarle el cráneo... ok no». Sin embargo eso no va a suceder porque no voy a enojarme, todo va a estar bien.

Respiro pausadamente oxigenado mis pulmones para calmarme, tal como me recomendó la sicóloga Alicia. Abrí la puerta de mi habitación y recorro el pasillo que conecta al comedor.

Es hora de desayunar.

Me pregunto qué porquería habrán preparado para hoy. La cocinera es tan desagradable como su comida, ella tiene una pésima mano para preparar platos que al menos se puedan masticar. Aunque a estas alturas ya me he acostumbrado a su cocina.

Al entrar en el comedor mis fosas nasales se inundan del más deliciosos aroma a canela con un ligero toque a omega, me resulta familiar. Es el mismo olor que sentí ayer en la tarde y hora lo he vuelvo a olfatear y está muy cerca, muy cerca.

Debo encontrar de donde viene ese aroma que tanto he estado buscando.
Lo que hay algo que no encaja aquí: si yo puedo sentirlo, la otra persona también puede sentir que estoy cerca de él o ella, o lo que sea. El punto es, que esa otra persona también debería de estarme buscando.

¿Por qué?

Se supone que soy importante para esa persona, no entiendo el porqué no me está buscando. A menos que sea un humano, pero eso es imposible, en este lugar no se aceptan humanos.
Respiro hondo para saciar mis papilas gustativas de ese olor... oh sí. Ya sé de dónde viene.

Te encontré.

Mi mirada se conecta con unos impresionantes ojos azules pertenecientes a aquel chico que entro corriendo en la recepción como un loco ayer en la tarde y que para variar casi me derriba al chocar conmigo. Lo reconozco al instante.

Esta a unos centímetros de mi, pero él ni siquiera ha notado mi presencia. Lleva puesto el mismo uniforme del orfanato así que debe de haber ingresado hace poco tiempo. Su cabello negro, desordenado, y las grandes ojeras que rodean sus ojos me hacen entender que no ha dormido bien durante días y lo más impactante de todo es que...

¡ES UN CHICO!

Y cuando digo "CHICO" no me refiero exactamente a su edad, no, no. Sino más bien a su sexo, es un hombre... bueno en este caso es un niño.

¡¿Pero qué mierda?!

El destino me tiene que estar jugando una pésima mala jugada, esto no puede ser. Por favor díganme que esto no es cierto, díganme que esta mierda no me está pasando a mí.

Acaso la persona que he estado buscado todo este tiempo es ¡¿un chico?!

Bien Jacob cálmate, esto no es real ¿vale? Solo te has confundido de persona y aunque mi olfato me dice claramente que es él, me niego a creerlo con todas mis fuerzas. Así que lo ignoro por completo, doy media vuelta dándole la espalda a ese chico para sentarme en mi mesa y seguir con mi aburrida rutina de todas las mañanas.

Enserio quería fingir que no iba a tomarme las molestias de tan siquiera presentarme a ese mocoso, pero algo detiene mis pasos y es que de pronto escucho gritar a alguien. Me gire otra vez para saber quién era el que gritaba como una niña desesperada.

Y ¿por qué no?

Era ese mismo chico quien gritaba mientras que mi amigo Connor -tos, nótese el sarcasmo- lo golpea junto a su pandilla de ineptos. Pueden llamarlo destino, pero yo prefiero pensar que se trata de una jodida coincidencia de mierda.

«Jacob ignóralo, ignóralo. Come tu comida tranquilo y olvídate del mundo. Es más, cuenta hasta tres y veras que el imbécil de Connor deja en paz a ese chico» Me repetía a mi mismo tratando de convencerme mientras me pasaba la mano por mi cabello negro ondulado, casi jalándome los pelo.

«A la cuenta de tres»

1

2

3 y... Connor le patea el rostro al pobre chico que ya se encontraba indefenso en el suelo esperando a que su suplicio terminara.

«¡Bien, ya tuve suficiente!»

Le voy a enseñar a mi queridísimo colega, Connor, una lección de modales.

Ladeo la cabeza de un lado a otro provocando que mi cuello traquease repetidas veces.

«Okey, pues que comience la fiesta»

Narra Taylor Díaz

Estaba en el comedor esperando mi turno para recoger la bandeja que contenía ¿comida? O por lo menos eso es lo que decían, pero en ella solo hay un puré batido con una sustancia pegajosa a un lado y un trozo de pan. Ni siquiera quiero saber que contiene el puré y mucho menos voy a preguntar como prepararon esa sustancia pegajosa porque sino creo que perderé el poco apetito que tengo.

Cuando me toco recoger la bandeja que me correspondía la señora que despacha el alimento a los internos me dijo que: «yo no tenía ese privilegio»

Trate de protestar para saber cual era motivo, pero esa señora me echo de la fila prácticamente a patadas sin darme ninguna explicación. Aunque, creo que eso se debe al castigo que me prometió la directora Raquel por haber abofeteado a mi padre.

Podía sentir a mis tripas mendigar por algo de pan, coloqué una mano encima de la barriga apretujándola bajo mis dedos como método para aliviar el ardor que provocan los jugos gástricos mientras observaba a los demás comer. Incluso ese intento de comida sancochada se ve especialmente atractivo para mi paladar. No había comido nada desde hacía ya dos días, pero no puedo hacer más que sentarme a una mesa vacía, apartado del resto del grupo y esperar a que todos terminen de comer para poder regresar a mi habitación.

Una vez sentado en mi mesa recuesto la cabeza sobre la misma contemplando la posibilidad de que nadie me molestase en ese transcurso de tiempo. No obstante, mi tranquilidad es interrumpida por un grupo de tres niños que se acercan hasta donde me encuentro.

-¿Qué tenemos aquí? -preguntó aquel que parece ser el líder. Este se distingue de los demás por ser el más alto y tener una expresión burlona en su rostro.

Aunque los tres por igual son realmente grandes comparados conmigo y por sus aspectos siniestros diría que ellos deben de ser vampiros. Si fueran lobos los hubiera reconocido por el aroma, pero ninguno de ellos huele a nada. Son pálidos, con la piel reseca y cuando sonríen dejan en evidencia sus afilados colmillos, así que, sin duda alguna son vampiros.

Al analizar mis opciones contra ellos, teniendo en cuenta de que estén buscando problemas, tengo un punto a mi favor y es que los vampiros no son más fuertes que los hombres lobos, ni siquiera ante un omega. Sin embargo, hay mucho más puntos en mi contra y que no me favorecen en lo absoluto, y es que ellos me ganan en mayoría y tampoco se me da muy bien las peleas.

Siempre acabo perdiendo.

Y lo menos que quiero ahora es estar en medio de un conflicto, el cual sé que terminare perdiendo.

-Por favor, déjenme solo -digo y les doy la espalda para irme, pero uno de ellos me agarra del hombro y aplica la suficiente fuerza como para obligarme aquedar nuevamente frente a ellos. Interrumpiendo mi huida.

-¿A dónde crees que vas? -Me proporciona un fuerte golpe en uno de mis costados.

El dolor fue tan intenso que me dejé caer sentado en el suelo. Retuerzo mi cuerpo tratando de sobreponerme, pero un malestar se hace presente en mis costillas.

-Grrr -dejo escapar un gruñido de dolor.

Estoy demasiado débil como para contra atacar y si me levanto se que ese idiota va a volver a golpearme. No creo que tenga otra opción, así que lo más sensato es que me quede en la misma posición en la que me encuentro.

-Ups, te dolió princesita -se burla- Si tienes comida en mejores condiciones que esta porquería, prometo que te dejo en paz -Extiende su mano prendiendo que yo la estreche con la mía- ¿Qué dices? ¿Tenemos un trato?

-Ni siquiera tengo nada para comer yo, ¿Cómo crees que te voy a dar algo que no tengo? -respondo con la respiración entre cortada mientras me arrastro por el suelo lo más lejos posible de esos tipos.

Me siento realmente patético actuando como un cobarde, pero es que ellos son tres contra un omega indefenso de tan solo seis años de edad, mi tamaño tampoco me favorece, mi forma física menos y si tan siquiera tuviera un poco de comida en el estomago quizás tuviera la fuerza suficiente como para salir corriendo, pero ni eso.

Sé que mi respuesta no le va a gustar y me da miedo saber las posibles consecuencias que eso traerá consigo.

Empiezo a buscar ayuda por todo el comedor y me sorprendo al ver que los demás niños, incluyendo a aquellos adultos que se encontraban en el lugar, no se han percatado de la situación. Nos ignoran. Ellos saben lo que está pasando y aun así no les importan y fingen que todo está perfecto.

-Entonces, no me dejas alternativa -cruje sus nudillos con la mano opuesta- Te voy a enseñar cual es el verdadero placer del sufrimiento.

Una sonrisa malévola se asoma en la comisura de sus labios y tiemblo, haciendo que este se sienta aun más complacido.

El líder y sus compañeros proceden a lazarme patadas en cualquier parte de mi cuerpo, una de ellas llega hasta mi boca. Creo que me la partieron porque siento un sabor amargo escurrirse entre mis labios.

-¡AHHH! -Mis gritos se podían escuchar en todo el comedor-. ¡Deténganse... por-por favor!

Suplicaba pero ellos hacían oídos sordos a mis palabras y siguieron con sus golpes.

De repente uno de los tres vampiros recibe un golpe de una cuarta persona presente en la escena, no logro definir bien el rostro del desconocido, y siento como las patadas se detienen. Todos reposamos nuestras miradas en aquel que interrumpió el altercado contra mí.

-¡Basta Lincy!-Oigo risas contenidas por parte de sus compañeros-. Ya te has divertido bastante

-¡No se rían! -replica aquél que le acaban de llamar por Lincy-. Mi nombre en Connor y si vuelves a decir esa palabra vas a terminar como él.

Connor me señala con el dedo índice y el desconocido sigue el recorrido de su dedo para terminar conectando su mirada con la mía mientras esbozaba una sonrisa burlona en su rostro. Luego regresa su mirada a los tres chicos que tiene delante.

-O puede que sea tú quien termine como él -se bufa con un tono amenazante que me eriza la piel.

El aroma que desprende este individuo es prepotente lo que me indica que debe ser un alfa y eso es un poco raro, no es común que ellos defiendan a un omega y mucho menos si no lo conocen.

Connor gruñe a modo de protesta porque sabe que no tiene ninguna oportunidad contra el alfa, así que se retira junto a sus acompañantes. Sin embargo, mi salvador permanece en el mismo sitio. Solo se queda ahí parado observándome.

-Levántate o esperas que te ayude con eso también -replica sarcástico.

Hice lo que me ordeno sin rechistar es obvio que no sería una buena idea llevarle la contraria a un alfa y mucho menos al ver como tres vampiros huyeron de él con tan solo un golpe que le proporciono al líder. Por algún extraño motivo ellos le tienen miedo a este individuo, lo que es una clara advertencia para que yo vaya con mucha cautela cuando este cerca de él.

Una vez de pie logré ver su rostro con más precisión y aunque no tenía ninguna expresión que me indicara que estaba pensando en este momento, sus ojos me examinaban con gran curiosidad como si fuera un objeto raro de otra galaxia.

¡Oh por dios, ya sé quién es él!

Pude reconocerlo después de dos largos minutos de intensa observación. Mi salvador es el mismo chico con el que tropecé cuando entre a toda prisa por la recepción tratando de huir de las garras de mi padre y de esa señora tan detestable. Ayer lo ignore, pero ahora que lo veo más de cerca me resulta familiar como si ya nos conociéramos de algún lugar.

Es una sensación algo rara, he de admitir, y puede que un poco vergonzosa, pero siento una extraña conexión con este chico frente a mí.

Esos ojos grises cual tarde tormentosa, su mirada penetrante y calculadora me hace pensar que puede atravesar mi piel para leer todos mis pensamientos. Su cabello es de color negro, casi inmaculado, combina perfecto con la tez blanca que posee; y por último viste el mismo uniforme que yo traigo encima así que debe ser uno más de los dementes que viven en este lugar.

Aunque la rebeldía de este chico es evidente ya que no tiene bien puesto su uniforme: solo lleva una chaqueta azul sin la presencia de una camisa que lo cubra por debajo y los primeros botones de la chaqueta están desabrochados exponiendo a propósito gran parte de su bien fornido pecho y con unos pantalones ajustados que remarcan muy bien sus zonas intima.

Todo esto lo convierte en un adonis para cualquiera que se le acerque.

Pero yo diría que acercársele no es tan fácil como parece. Su mala vibra, el aroma amenazante que desprende y su carácter prepotente lo hace parecer intocable.

Este chico desprende peligro por todo los polos.

-Te ves horrible -interrumpe mis pensamientos obligándome a regresar a la vergonzosa realidad para toparme al desconocido observando las pésimas condiciones en las que me encontraba- Ten, toma esto y ponlo en tu boca.

Me ofrece un pomo con hielo, lo agarro y sigo sus indicaciones. El hielo quema mi herida, pero no me quejo para poder conservar la poca dignidad que me queda tratando de fingir ser fuerte.

-Gra-gracias por...

-¿Es que no sabes hablar bien? -cuestiona interrumpiéndome.

-S-si

Mi cuerpo tambaleaba y creo que en algún punto mis piernas terminaran fallándome. Lo que no sé si es por la paliza que me dieron esos tipos o por el miedo que siento cuando el desconocido está próximo a mí. Los alfas suelen transmitir intimidación a los seres que se sienten inseguros e inferiores a él y en mi caso ambas opciones son validas.

Puede que sea por ese motivo que me afecta más de lo normal, pero lo curioso aquí es.

¿Por qué me salvó?

No tiene ningún motivo para meterse en los asuntos que no le corresponden. No obstante, le estoy muy agradecido de que se inmiscuyera. Si él no hubiera aparecido quien sabe lo que me hubiera pasado. Ahora mismo podría estar en el hospital en un estado crítico... o mucho peor.

Gracias a la diosa luna que mis heridas cicatrizan rápido y casi ni se nota el resultado de los golpes, aunque aun me duelen bastante.

-Mi nombre es Jacob. ¿Qué edad tienes, niño? -preguntó con indiferencia.

-¿Seis? -respondí dudando de mi respuesta. No entiendo el motivo de mi nerviosismo.

«Compórtate como un hombre Taylor, joder. Se valiente, tu puedes» me decía mi subconsciente para que creyera en mi mismo pero mientras más trataba de convencerme más idiota me sentía.

-Genial -ironiza- sólo eres un mocoso.

¿Quién se piensa que es este tipo?

Se bien que él es superior a mí en todos los aspectos, pero no hay necesidad de que me lo restriegue en la cara, ofendiéndome.

-¿Y tú? -Iba a decirle unas cuantas verdades que se merece escuchar, sin embargo, me contengo a tiempo antes de cometer una imprudencia. No es el mejor momento para eso y decido cambiar la pregunta- ¿qué edad tienes?

-Obviamente más que tú, tengo veintisiete aunque... aparente nueve -desvía su atención hacia Connor el cual se encuentra al otro lado del comedor, observándonos-. Si sigues así no vas a durar mucho en este lugar y yo no te voy a salvar el culo todo el tiempo.

-¿Y qué quieres que haga? -respondo con una pregunta- Ellos son más grandes, más fuertes que yo y me superan en número.

-Eso no tiene la más mínima importancia.

-¿A no? -digo sin comprender a que se refiere.

-Bien, esto que voy a hacer nunca lo he hecho por nadie, pero tampoco dejaré que Connor te mate... solo eres un mocoso.

Ahí va otra vez con las ofensas. ¿Pero qué se piensa este imbécil?

Que sólo porque tiene un par de años mayor que yo no es un mocoso también. Un momento... el acaba de decir que van a... ¡¿Matarme?!

Hasta la circulación se me corta al reflexionar sus palabras.

-¿Y cómo me vas a ayudar? -pregunté ansioso, yo tampoco quería que me matasen.

-Yo te enseñare a defenderte.
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Espero que estén disfrutando la historia y si pudieras ayudarme te lo agradecería mucho. No olvidemos comentar, votar y publicar.

Les prometí capítulo intenso ¿verdad?

¿Y bien que opinan de susodicho de Jacob?

¿Y se Connor Lincy que les pareció?

Con cariño Katy😘


PD: Personaje de Jacob en el gif

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