Ayuda

Aveces el problema es que tu
corazón no quiere admitir lo que
tu mente ya sabe.
Aunque en varias ocasiones
pueda ser cierto…
la verdad no es qué no lo
queramos admitir por miedo a sufrir, sino por miedo al rechazo.

Mío, solo mío; Katherine Roque.

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Narra Taylor Díaz

—¿Mamá? ¿Eres tú?

Corrí lo mejor que pude hacia una figura femenina con el rostro opacado y poco visible, debido a que esta se encontraba de espalda a la escasa luz que ilumina el lugar, pero mientras más cerca estoy de la mujer más se asemejaba su rostro al de mi fallecida madre.

Si era ella.

Ya estaba muy cerca de alcanzarla.

Solo me faltan unos pocos centímetros y podre abrazarla con todas mis fuerza

Solo un poco más.

—Llegas tarde —pronunció aquella silueta. Su voz era quebradiza, lo que me hace pensar que estaba llorando.

Me detuve en seco cuando la vi caer en un abismo negro. Luego todo a mí alrededor se oscureció por completo.

—¡Nooooooo! ¡Mamaaaaaa! —Caí de rodillas cubriendo mis ojos con ambas manos.

Estaba desolado. Otra vez había llegado tarde para salvarla. Era un sentimiento que se acumulaba en mi pecho oprimiendo todas mis ganas de continuar viviendo.

Simplemente no puedo hacerlo. Me siento vulnerable si no la tengo a mi lado. La necesito para existir. Ella es mi razón de ser y sin ella… no soy nada.

Y por más que lo intento no puedo evitar culparme por su muerte y es que sé que podía haber hecho algo más para salvarla. Si tan solo yo hubiera realizado un simple movimiento en vez de quedarme parado como un idiota mientras veía como mi madre era asesinada, quizás no me sentiría así de culpable.

De un salto termino tirado en el suelo y autoseguido un malestar intenso se hace presente en uno de los costados de mi cabeza.

—Argh —me quejo del dolor.

Al parecer me había caído de la cama. Miré a mí alrededor, desubicado, como si no supiera donde me encontraba. Al cabo de un corto periodo de tiempo es que choco de frente con la realidad, aun sigo en el mismo infierno. Por un momento pensé que todo era una pesadilla, pero no.

—Despierta de una maldita vez —escupe la persona que irrumpió en mi dormitorio—. Vaya, pero si estás despierto. Mejor todavía —La directora Raquel me toma con brusquedad del brazo— Es hora de que recibas tu castigo.

Mis ojos se engrandecieron.

Tengo miedo, tengo mucho miedo.

Trate de forcejear con ella, como si eso sirviera de algo —¡Suélteme, maldita bruja!

—Si fuese por mí, lo hubiera hecho desde el primer día. Sin embargo, me contuve porque la doctora insistió en que te dejara en paz por un tiempo —intimida la forma en que me está mirando—, pero el tiempo ya se acabó.

—¿Qué-qué me harás?

No hubo respuesta.

Raque, a empujones, me saca de mi habitación para luego conducirme por delante del dormitorio de Jacob, este se encontraba parado justo ahí. Lo miré con la esperanza de que me salvase, pero él no movió un músculo, simplemente se limito a observar el espectáculo recostado de la pared con los brazos cruzados, al igual que sus pies.

—¡¡Ayúdame!! —Le supliqué con los ojos aguados.

Siguió sin moverse, sin articula palabra o expresión alguna. Al parecer no le importa lo que me sucederá a manos de esa bruja y yo como idiota pensando que él se preocupaba por mí, que yo era importante para él.

Ahora es que me doy cuenta de que todo este tiempo solo he sido su juguete de diversión.

—Aquí nadie te va a salvar, niño —inquirió Raquel con una sonrisa victoriosa.
  
                              🐺

Bajamos hasta el sótano y esta me lanza a una silla incrustada en el suelo, haciendo que me sentará del tiro, para luego amarrarme a la misma de manos y pies.

No podía zafarme. Las sogas que utilizó son demasiado gruesas y están muy ajustadas. Estoy seguro de que eso dejará marcas notables alrededor de mis muñecas y mis tobillos.

—¡¡AYUDAAAA!! —grité.

—¡Cierra la boca! —me abofetea—. Si no quieres que también te amorgase.

Agarró un pedazo de cuero macizo, un solo golpe con eso y me desgarraría toda la piel. Por lo general soy bastante resistente a los golpes, pero algo me dice que no saldré de esta con vida y si lo hago terminare deseando haber muerto.

Raquel se acerca a mí, alza su mano por encima de su cabeza y me golpea con el mismo pedazo de cuero que sostenía en una de sus manos y repite ese procedimiento una vez tras otra.

—¡AHHH! —No podía dejar de gritar de dolor— ¡¡BASTA, YA BASTA!!

Estaba convencido de que por lo menos casi todo el orfanato podía oírme gritar.

Las lágrimas se apoderaron de mi rostro enrojecido. Aprisioné mi labio inferior con los dientes, provocando que algunas gotas de sangre se escurrieran por mi boca.

—Me estoy aburriendo, que tal si probamos con algo más resistente como por ejemplo… esto —me mostró un látigo mucho más finito que el anterior.

Eso sí que va a doler como el infierno.

—No, no, por favor señorita, no lo haga. A partir de ahora seré un mocoso bueno. No volveré a faltarle el respeto, pero por favor déjeme ir —lloraba con desenfreno.

Estoy adolorido. Hay partes de mi cuerpo que dejaron de sentir, ya ni siquiera puedo moverme sin provocar que una de las heridas se abra más de lo que ya está.

—Te irás de aquí cuando yo diga —informa jugueteando con el objeto delgado que sostenía.

Se escuchó de repente el sonido de la puerta abriéndose brutalmente. Al levantar la mirada para ver a qué se debía semejante ruido, me sorprende lo que vi a continuación. Jacob había irrumpido en el sótano seguido de la doctora Alicia quien tenía una expresión de deprecio al ver tal escena.

—¿Qué hacen aquí? —preguntó la directora, pero Jacob la ignora y corta las sogas que me hacían daño con sus garras—. Aléjate de él.

—¡Ya fue suficiente Raquel! vas a matar al pobre muchacho ¡¿Es que acaso te has vuelto loca?! ¡¿No tienes piedad?! —vocifera Alicia harta de su superior.

—Doctora, con todo respeto, yo no me entrometo en sus consultas. Así que, le agradecería que no se inmiscuyese en mis asuntos.

—Lo que haces aquí son abusos y si sigues golpeándolo te voy a denunciar ¿Te quedó claro? —amenaza la Doctora Alicia.

Raquel maldice entre dientes, pero la obedece porque sabe lo que le conviene y se marcha antes de que se forme otro escándalo. A ella no le hacía mucha gracia llamar la atención de los oficiales, ya que sabe que este orfanato está podrido de principio a fin.

—Jacob, puedes llevarlo hasta mi consulta —le pide Alicia.

—Yo me encargo.

—Bien, te espero arriba —está vez se dirige a mí— No te preocupes Taylor, estarás bien.

Esas fueron sus palabras antes de subir las escaleras y desaparecer de mi campo visual. Intente pararme por mi solo, pero autoseguido me desplomo. Por suerte Jacob estaba lo suficientemente cerca para agarrarme antes de que cayera al suelo.

—No puedes caminar por ti sólo —coloca mi brazo izquierdo encima de su hombro derecho al mismo tiempo reposa su mano sobre mis cadera—. Déjame ayudarte.

—¿Ahora? —interrogo sarcástico—. ¡Ahora no me vale una mierda! Podías haberme ayudado cuando te lo pedí, pero preferiste dejarme tirado.

—¡¿Y que querías que hiciera?! —hace una pausa—… habría sido inútil tratar de detenerla en ese momento.

—Pensé… pensé que lo hacías por-por lo de ayer —Agaché la cabeza para ocultar como las lagrimas se deslizaban sobre mis mejillas.

—¿Cómo se te ocurre semejante estupidez? No soy tan horrible como piensas —se detiene— De hecho, yo-yo quiero disculparme por… eso.

Él también mira hacia abajo. No obstante, yo colocó el otro abrazo que tenia disponible alrededor de su cuello en un intento de abrazarle. Al principio se niega, pero termina cediendo.

—Por un momento pensé que me golpearías.

—No… a ti no —respondió y nunca lo había oído ser tan sincero como ahora e incluso su voz había sonado quebradiza—. Venga, vámonos antes de que te desangres.

Retira el brazo que yo antes había puesto sobre su cuello para poder caminar a mí lado, aún sosteniéndome con su agarre firme.

                              🐺

—Ven, súbelo aquí en la camilla —indica la doctora Alicia. Jacob hace lo que se le pide—. Ahora déjanos a solas

Este se lo piensa como si no quisiera alejarse de mí ni un centímetro. Ese comportamiento es algo raro viniendo de él, pero se me hace realmente tierno. Si es que eso es posible.

—Estará bien, no te preocupes —afirma la doctora con una sonrisa dulce para tranquilizarlo

Él me mira por un momento y accede—. De acuerdo.

Se marcha cerrando la puerta tras de sí.

—Esa señora es horrible, mira como te dejó —suspira Alicia, exhausta— y lo peor es que no has sido el primero... ni el último, me temo.

La mujer se acerca a uno de los estantes de cristal que están por detrás de mí, lo abre y agarra uno de los embaces que contenían una sustancia espesa parecida a una pomada o algo así y luego la frota por mis heridas menores y venda alguno que otro golpe.

—Toma, bebe esto —me tiende un frasco con un liquido carmesí en su interior.

—¿Qué es?

—Es sangre —dice sin más.

La observo con asombro al escuchar con la simpleza que ella dice que se trata de “sangre” y ya. Me estoy imaginando lo peor.

¿Acaso aquí matan personas para conseguir esta sangre?

—De animales —específica—. Te recuperarás en 24 horas.

— Que alivio —dejo escapar el aire contenido— Pensaba que… olvídalo.

Me ahorro las palabras y bebo el contenido del recipiente sin respirar. Aún no me acostumbro al sabor de dicha sustancia.

Los lincantropodos u hombres lobos no necesariamente tenemos que comer carne cruda o ingerir sangre cada cierto periodo de tiempo, eso mejor se lo dejamos a los vampiros. Supongo que hemos evolucionado mucho de nuestros antiguos ancestro que se comportaban como animales salvajes, al igual que los humanos.

¿Curioso no creen?

Aunque en el fondo seguimos conservando nuestros instintos primarios, solo es cuestión de provocarnos para que salgan a la luz.

—Mañana vuelve a venir para retirar los vendajes ¿está bien? —informa Alicia.

—Sí —respondo.

—Te encuentras bien, Taylor.

—Ahora que me salvaron, si. ¿Por qué la pregunta?

—Me preocupa que Raquel tome represalias contra cualquiera de los tres —revela la doctora Alicia.

—¿De los tres?

—Sí, no creo que ella vaya a quedarse con los brazos cruzados después de nuestro enfrentamiento —hace una pausa— A mi me puede despedir, pero a ustedes...

Ya entiendo a que se refiere. Tendré que estar alerta y decírselo a Jacob. Tal vez a él se le ocurra hacer algo al respecto.

—Estaré bien —trato de forzar una sonrisa, la cual me sale como una mueca.

—Con lo que te tomaste creo que ya te puedes parar de la camilla.

Intento ponerme de pie nuevamente y esta vez lo consigo, con dificultad, pero ya puedo caminar y con la misma me retiro de la consulta.

A penas cruzo la puerta me encuentro a Jacob recostado a la pared, al parecer me estaba esperando.

—¿Qué te dijo? ¿Cómo te sientes?

—¿A caso acabo de escuchar preocupación en tus palabras, Jacob? —Ni yo mismo me lo creo, es como si me hubieran cambiado al alfa malhumorado que conocí por uno que desconocía hasta ahora.

—No seas imbécil.

Y ahí está el verdadero Jacob. Ya sabía yo que era muy lindo para ser cierto.

—Estaré bien y dice Alicia que hay que tener cuidado con la directora Raquel porque...

—Lo sé —interrumpe— tengo una idea.

—¿Cuál?

—Vamos a hacer un pacto de sangre… entre tú y yo.

A quienes le gustaron está faceta desconocida de Jacob levanten el dedito ☝️

Si te ha gustado la historia hasta ahora por favor ayúdame con tus votos y comentarios. No olvides que opinión cuenta.

Con cariño Katy 😘❤

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