024🎭

N. HYUNGWON

Para mi, hubiera sido mucho más fácil fingir no haber visto nada y seguir con mi vida. Ir a casa con Wonho, comer juntos, ver alguna serie en Netflix y terminar los trabajos pendientes. Pero no, tenía que estar siguiendo e investigando a Umma como un acosador enfermizo para sacar algún trapo sucio sobre ella y así se le borrara aquella sonrisa que siempre tenía marcada en sus feos labios con sabor a tabaco.

Umma salía de clase puntual, como cualquier alumno que odia la universidad y no quiere seguir ni un segundo extra dentro de ella, pero se juntaba con su pequeño grupo de amigos analfabetos aproximadamente una media hora antes de volver a casa. No vivía muy lejos pero lo suficientemente cerca de la casa de Wonho como para cruzármela un día por la calle un sábado a las cuatro de la tarde. Vivía con sus padres. En sus redes sociales no pública fotos con ellos, solo selfies suyas y alguna que otra con sus mejores amigas. Sale de casa siempre a las cinco y cuarto de la tarde y vuelve a casa a las ocho para cenar en familia. En una semana, solo ha salido dos veces por la noche para volver a la madrugada.

Demasiado fiestera. Pero no tan popular como aparenta. Es cierto que su círculo social es muy amplio pero vaya...amigos de verdad, no parece tener. Sale a fumar y a alguna que otra fiesta pequeña donde bebe y bebe como los peces en el río.

¿Cómo pudo estar Wonho con una persona así?

Mi móvil comenzó a sonar; Wonho me estaba llamando. Me escondí detrás del muro y acepté la llamada.

"¿Dónde estás? Ya son más de las diez."

"Enseguida voy. Me he entretenido por el camino."

Mentiras y más mentiras.

"Te he dejado la cena en la mesa." Hizo una breve pausa. "Me iré a la cama, despiértame cuando llegues."

Podía ver la mirada triste de Wonho con solo oír su voz. Antes de colgar, le dije que estaría allí en cinco minutos y le mandé un beso. Odiaba tener que hacer cosas a sus espaldas y crear mentiras absurdas para proteger nuestra relación. Wonho colgó y yo guardé el teléfono, miré a Umma por última vez y corrí hacia casa. Cinco minutos. Estaría en casa en cinco minutos aunque me costará los pulmones.

Llegué a casa sudando, con frío y hecho un desastre, pero puntual como un reloj. Cuando entré, todas las luces menos las de la cocina, estaban apagadas. Un olor rico me llevó hasta ella. Tal y como me había avisado mi chico, la cena que había preparado estaba en el plato con papel film para que no se pusiera mala. Pero no tenía hambre. Me había pasado las horas espiando a la morena en busca de algo turbio, mi cabeza estaba llena de sus rutinas y lo único que quería hacer ahora era dormir. Apagar la mente. Descansar.

Guardé la comuna en el frigorífico y apagué la luz. Me fui quitando la ropa para darme una ducha de agua calentita antes de meterme en la cama. Solo faltaría que Wonho me diera una patada por oler mal.

Cuando terminé y me pusé la camiseta que usaba a modo de pijama, entré en el cuarto y le vi, tumbado en la cama con el teléfono a su lado y sin ropa. Debería estar acostumbrado, pero ver a Wonho desnudo era una bendición para mi.

"Wonho..." abrí las sabanas de mi lado en la cama y me tumbé a su lado.

Él respondió con somnolencia, abriendo un poquito los ojos y volviéndolos a cerrar por el sueño. Pero una sonrisa delató el alivio que sentía por tenerme ahí. A su lado.

"Últimamente me tienes abandonado" susurró aún con los ojos cerrados.

"Te prometo que no volverá a pasar..." sonreí, castigándome por dentro al haber dejado de poner atención a lo único que me importaba.

Wonho me acarició las piernas hasta dejar su brazo sobre mi cintura. Era demasiado lindo, la forma en la que me trataba aún cuando sabia perfectamente que lo estaba decepcionando.

"Has ganado información. Ahora recompensa a tu amigo"

Quizás mamá tenía razón. Gracias a los días y las horas que había invertido, conocía la rutina de Umma y sin la ayuda de nadie.

Entonces miré al chico que me tenía sujeto por la cintura, y como su pecho subía y bajaba con calma. Fue un impulso. Un acto inconsciente por las habladurías de mamá y las ganas que tenía en hacerle sentir bien, deseado. Que supiera que no me había perdido todavía y que estaba con él.

Con la yema de los dedos acaricié su brazo, sintiendo en ellos cada vena sobresaliente que empezada en su mano y acababa en el antebrazo. Su piel blanca y suave se erizó por un instante. ¿Estaría despierto? ¿Conocería mis planes?

Continué las caricias hasta que llegue a sus rosados pezones y pellizqué uno de ellos. Wonho entreabrió los labios y suspiró. Era mejor si creía que lo estaba soñando. Poco a poco fue aflojando el agarre en mi cintura, dándome vía libre para meterme bajo las sabanas. Dejé su pezón hinchado y rosa por un segundo, y me centré en su pene palpitante. No podía ver nada con tanta oscuridad y, en cierta manera, eso me excitaba aún más. Besé su pelvis y la cara interna de sus muslos antes de centrarme en lo que me estaba llamando a gritos.

Wonho se movía con cada beso, era como si le estuvieran haciendo despertar pero no lo conseguía. La boca se me hacía agua al sentir contra mi mejilla su polla dura y suplicante. No lo aguante más y me la llevé a la boca. Él se retorció al sentir la humedad caliente de mi garganta. Joder, ¿por qué me gustaba tanto?

Comencé a hacerle una felación mientras que con una mano acariciaba sus testículos. Era una sensación increíble sentirle así. Saqué su pene de mi boca y con la lengua jugué con el glande, succionando la punta y volviendo a engullirla hasta que golpeara el final de mi garganta.

De pronto, la mano de Wonho se coló por debajo de las sábanas y me sostuvo la cabeza, agarrando varios mechones de mi cabello para ponerle un ritmo más rápido e intenso a las felaciones. Era distinto cuando te dirigían pero igual o más excitante. No fue hasta segundos más tarde que sentí como bajaba por mi garganta aquella espesa y caliente esencia cuando Wonho llegó al orgasmo. Mi lengua limpió el desastre y yo tragué todo lo que su polla seguía derramando. Después de unos cuantos besos más, salí a la superficie y lo observé. Seguía dormido, con las mejillas rojas y bañado en sudor. Su pecho subiendo y bajando con pesadez por el clímax y sus piernas temblando por ello.

Era asombroso.

Completamente bello.

Salí de la cama para lavarme y volví a su lado, abrazando su cuerpo y dando por finalizado el día. Estaba demasiado cansado para ocuparme de mí mismo.

Todo irá bien.

"Hasta que cometas algún error."

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top