39- De rodillas

Pov Kibum.

El teléfono fijo timbra insistente en una de las mesillas redondas que hay en una de las esquinas de la sala. Me encojo en mi cobija negándome a abandonar el calor que he logrado adquirir en esos veinte minutos que llevo viendo la televisión, tratando de des concentrar mi mente en algo que no sea Minho. Se supone que debía irse hace dos semanas pero al parecer su empresa no se lo permitió ya que aún no acababa con su agenda aquí en Corea. No sé si eso era bueno o malo para mí; por un lado podía seguir viéndolo pero por el otro sufriría más porque parecía que su relación con su supuesto enemigo parecía mejorar. Salían en entrevistas, se habían abrazado para hacer saber que nunca más pelearían y Minho le había dado un obsequio por lograr superar su recaída en tan poco tiempo.

Hace cinco días, Minho no había vuelto a cruzarse por mi instituto, desearía poder decir que me siento aliviado porque ya no lo veré y será más fácil para mí lograr olvidarlo pero ni siquiera puedo mentirme a mí mismo. Lo extraño más de lo que debería. Lo necesito de una manera enferma, tanto que ya no siento que tocarme yo mismo en el baño es suficiente. Me siento como un verdadero hipócrita por culparlo a él cuando en realidad fui yo quien decidió acabar con lo nuestro. Fui yo quien se negó a escucharlo. Fui yo quien no quiso darle una oportunidad. Soy yo el idiota en todo esto.

Lo peor de todo es que logré aclarar mis pensamientos y despejar mis dudas cuando en todo lo que hacía o veía lo relacionaba con él, aunque con respecto a esto último no era algo de esfuerzo ya que con sólo cambiar de canal vería su rostro. Él me pertenecía y yo dejé que eso dejara de ser así. Todavía lo sigo haciendo. El teléfono vuelve a sonar y tal vez puede que sea impresión mía pero creo que ahora suena más fuerte que antes. Martillea mis oídos lo suficiente como para obligarme a abandonar mi refugio.

Los dedos de mis pies se encogen por el frío del suelo pero me obligo a seguir caminando hasta llegar frente al aparato molesto. Tomo una gran bocanada de aire y la suelto en un suspiro largo.

—Hola —respondo con la voz ronca. Estoy resfriado, porque justamente cuando me decidí esperar por Minho en la noche para decirle que ya dejara de insistir, él nunca llegó. Ni la noche siguiente, ni la siguiente a esa.

—Mi amor, sé que deberías estar descansando pero por favor, ¿podrías traerme esa bolsa que está en la mesa? —me giro y miro hacia el comedor.

—¿Al hotel? —me siento ahogado de repente. A pesar de lo mucho que quiero ver a Minho, me da miedo. ¿Y si resulta que ya no me quiere?

—Oh. No, no —la escucho reír—. Espera, déjame preguntar la dirección.

Escucho claramente como deja el teléfono a un lado, unos cuantos cuchicheos y finalmente la voz de mi mamá nuevamente dándome la dirección. Sé donde es.

—Es cerca de la casa de Woohyun —murmure jugando con una imperfección que tiene la madera con la que está hecha la mesita.

—Entonces te resultará fácil llegar —dice contenta—. Bueno, bebé. Tengo que irme, te espero.

Asiento cuando cuelga. Pongo el teléfono en su lugar, voy hacia la mesa del comedor y cojo la bolsa. La abro un poco para mirar su contenido, descubriendo de esa forma que hay una especie de marcadores dentro. Hago una mueca. De seguro forma parte de los maquillajes de mamá.

Subo a mi habitación, y me pongo lo mismo que llevaba el día anterior cuando mamá me llevó al doctor. Me miro en el espejo y ya no encuentro ninguna marca en mi cuello, absolutamente todas se han borrado incluyendo los arañazos que tenía en los muslos. Mi reflejo es un chico de cabello corto, ojos más tristes de lo normal, labios resecos y ojeras bastante notables por culpa de la gripe. Al menos mi nariz ya no está tan roja.

Voy hasta el cuarto de mi mamá, que queda junto al mío. Abro uno de los cajones y saco su base líquida, cojo un poco en dos de mis dedos y con ellos trazo dos medias lunas debajo de mis ojos. Lo esparzo de forma uniforme hasta que mis ojeras desaparecen, o bueno se notan menos. Cuando ya tengo las llaves de la casa, el celular que me ha comprado mamá hace un par de días en un bolsillo, dinero en el otro y la bolsa en una de mis manos, salgo.

El frío aire golpea mi rostro anunciándome que el otoño está a muy poco de llegar, y junto a él, mi cumpleaños. Presiento que no será precisamente alegre. Me paro en la acera con mi otro brazo extendido hacia afuera el tiempo suficiente hasta que un taxi se detiene. Le doy la dirección cuando subo, me recuesto en el asiento con pereza y miro a través del vidrio. Me abrazo a mi abrigo, al que me queda un poco grande pero que aún así me da bastante calor.

Me es inevitable no bufar cuando oigo en la radio una canción que ha escrito Taemin para una nueva artista. En su vídeo musical, Minho sale como invitado. De verdad, si el mundo no está conspirando contra mí, supongo que de verdad tengo mala suerte.
Los árboles ya empiezan a hacerse un poco amarillos y otros ya están marrones. Que el otoño haya empezado a mostrarse tan rápido quiere decir que el invierno va a ser bastante frío. Chasqueo la lengua porque pienso en Minho (de nuevo) y en sus palabras de disgusto hacia Corea porque es muy frío.

—Gracias —le digo al taxista cuando se detiene frente a un estudio. Le pago, me bajo y tiemblo un poco por el viento.

Meto una de mis manos al bolsillo de mi abrigo y la hago puño alrededor de mi celular. Entro al edición, hay muchas personas yendo de un lado a otro.

—¿Estás perdido? —volteo ante la mano tocando mi hombro. Es una joven de no más de treinta años.

—Mi mamá está aquí —le muestro la bolsa—. Me ha dicho que le traiga esto.

—Ven conmigo entonces —hace un movimiento con su cabeza.
La sigo por un montón de zonas en donde hay diferentes personas haciéndose fotos, van desde simples civiles a artistas ya más reconocidos. En ninguna de esas encontramos a mi mamá.
Probamos en otra, que está bastante apartada del resto. La joven se detiene a medio camino y me sonríe.

—¿Eres Kibum? —pregunta mirándome por encima de su hombro cuando gira la cabeza para mirarme.

—Sí.

—Debiste decirlo antes —bufa, retrocede hasta ponerse a mi lado. Toma mi mano y tira de mí dentro de aquella habitación—. Tu mamá me pidió que esperara por ti, de verdad ha sido una coincidencia.

Le sonrío de lado, ella me revuelve el cabello y sale. Busco con mis ojos a mi mamá, repaso con miirada los rostros de todos los presentes. Doy un paso hasta ir donde ella, pero me detengo al percibir una voz bastante conocida. Me giro con el corazón a mil y no precisamente por felicidad.

—Taehyung —susurro. Apenas logro ver una parte de él porque las demás personas que están encargadas de tomar las fotos, de editar y demás, se encuentran a su alrededor.

Me apresuro a ir donde mi mamá. Mordisqueo mi labio como si de esa manera lograr liberar un poco de ese nerviosismo que me invade. Tiro de su ropa cuando llego donde ella, agacha un poco la cabeza y sonríe.

—Gracias, gracias, gracias —llena mi rostro de besos y por primera vez quieto que deje de hacerlo. No quiero encontrarme con Taehyung, sé que él no estará precisamente feliz de verme—. ¿Estás bien?

Pestañeo un par de veces saliendo de mi trance. Asiento efusivamente, abro mi boca para decirle que ya me voy pero su brazo sobre mis hombros me interrumpen. ¿A dónde me está llevando?

Frunzo el ceño notando las personas ir de un lugar a otro apresuradas. Una de ella choca con nosotros, lleva una especie de túnica roja en los brazos y algo dorado encima. Parece ser una corona. Hace una reverencia en una disculpa silenciosa, mamá le responde con un asentimiento de cabeza. Le da la bolsa a un hombre que tiene uno de sus brazos tatuado y me guía a mí a la sala de maquillaje. Me pone de espaldas a la puerta y ella se pone frente a mí. Hago un puchero.

—Quiero irme a casa —susurro removiéndome un poco para soltarme de su agarre en mis manos.

—Te la pasas todo el día encerrado desde que tú y...

—Lo sé —la interrumpo porque sé que no seré capaz de soportar oír su nombre en voz alta. Me hasta con llamarlo muchas veces con el pensamiento—. Pero no me he sentido bien estos días.

—Sé que dije que no me metería pero ¿no crees que ya va siendo hora de que se arreglen o tan sólo siquiera que dejes de ponerte así por él?

—No quiero...

—Kibum —agacho la cabeza por su forma de llamarme. No esperaba que me fuera a regañar—. Soy tu madre y quiero saber si fue mala idea permitir que Minho se involucrara con mi hijo.

—¿Eh? —vuelvo a levantarla—. ¿Q-Qué quieres decir?

Ella suspira.

—Quiero mucho a Minho, como si realmente fuera mi hijo pero tú sigues siendo el verdadero y si me entero que él hizo algo malo para que estés así, olvidaré mi bondad y lo voy a...

—Él no ha hecho nada malo, mamá —niego con mi cabeza además de mis palabras. No es mentira, la verdad es que yo estoy así por mi culpa. Escucho unos pasos a mis espaldas anunciando que personas han entrado, mamá me suelta.

—Espero algún día me cuentes —acaricia mi mejilla un poco más relajada por lo que le dije.

Pasa por mi lado para ir donde los demás y yo me quedo en mi pulgar moviendo mis dedos, ansioso y temeroso de la persona que está a mi espalda. Una segunda que también conozco y que hace que mi sangre hierva también se agrega. Risas y burlas de esos dos hacia alguien en especial. Me giro y efectivamente compruebo que se tratan de Taemin y Taehyung.

Ha pasado menos de un mes ya ellos dos ya se llevan bien. Me oculto bajo mi flequillo queriendo pasar desapercibido, camino despacio deseando ser invisible.
No obstante, nada funciona. No porque ellos se dan cuenta sino porque la persona de la que están burlándose es un rubio que se muerde el labio porque le están dibujando en el cuello y parte del pecho con esos marcadores que le di a mi mamá.

Ese rubio, es Minho. Y se lo ve realmente sexi.

Por mucho que lo intento no puedo apartar mi mirada de su rostro, por suerte él no me ve porque tiene los ojos cerrados o es lo que parece ya que su fleco le cubre gran parte de ellos. Trago saliva. Minho suelta su labio, sonríe y escucho al señor de antes, el del brazo tatuado decirle que no se mueva. Él obedece y vuelve a morder el labio mientras mi mamá le baja un poco más aquella prenda roja para tener un mejor acceso y poder dibujar mejor.

—Ven conmigo —apenas puedo reconocer de quien tira de mí fuera del lugar. Es una mano delgada y bastante bonita, levanto un poco mis ojos y lo miro a través de mis pestañas.

—Taehyung, no...—trato de soltarme pero a pesar de que su agarre es suave es lo suficientemente firme para evitar que yo me suelte.

Se detiene en un lugar alejado de los demás, aparte un mechón de su cabello ahora negro y se cruza de brazos. En otro momento, me habría reído porque de verdad parece diva.

—¿Qué pasó entre Minho y tú? —levanta sus cejas esperando respuesta.

—N-Nada i-importante —aparto mi vista y la dejo en un punto en específico de la pared.

—¿Cómo que nada? —ríe seco—. Minho se la ha pasado como un maldito muerto estos días, ya apenas sonríe y han tenido que ponerlo muchos kilos de maquillaje para quitarle esas ojeras.

—Pues yo lo he visto sonreír mucho en la televisión —mascullo sintiendo la rabia invadirme de repente—. Parece muy feliz con Taemin.

—No conoces a Minho lo suficiente al parecer —vuelve a reír—. ¿Qué más quieres que haga, eh? ¿Cuánto más quieres que se humille ante ti? Disculpa, Kibum. Pero Minho no tiene por qué hacerlo.

—¡Y ya dejó de hacerlo! —le grito con mis ojos picando a causa de las lágrimas—. ¡Ya me olvidó! ¡Ahora está mejor con Taemin y su amistad fingida, tal vez pueda intentar algo más!

Empiezo a llorar, llevo mis manos a mis ojos y los froto queriendo retener mis lágrimas pero es inútil. Siempre lo es. Un par de brazos me rodean, una mano se entierra en mi cabello y otra cae en mi espalda. Por un momento llego a creer que es Taehyung pero...ese olor no es suyo.

—Si tan sólo supieras lo mucho que me parte el corazón verte llorar —me abraza más fuerte. Lo empujo con mis brazos para evitar manchar su ropa con el maquillaje que me he puesto.

—Suéltame —sollozo intentando de nuevo.

—Minho, debemos ir a...

—Dame sólo dos minutos Taehyung—gruñe.

Lo oigo alejarse pero eso no me relaja, todo lo contrario.

—Por favor, Minho. Suéltame —a pesar de mis palabras no vuelvo a intentar.

—¿Qué puedo hacer para que regreses conmigo? No sabes la falta que me haces.

—No hay nada que...

Abro mis ojos enormemente cuando lo veo ponerse de rodillas. Sí, Choi Minho, el que se burla de todos, quien no le ruega a nadie, quien desobedece a las reglas. Me coge de la cadera y pega su frente a mi abdomen.

—Yo te quiero, Bum —mueve sus pulgares por encima de mi abrigo, brindándome caricias.

—No, párate —trato en lo posible de no tocar su cabeza para evitar dañarle el peinado que le han hecho—. Minho...

—Basta —levanto la barbilla y veo a Taehyung con una expresión bastante furiosa. Pone su mano en el hombro de Minho hacia atrás con tanta fuerza que me tambaleo, pero no caigo—. Tú, vete —me señala con su dedo.

Mi labio inferior tiembla y no puedo hacer más que salir corriendo hacia la salida. Mi vida se había convertido en una historia digna de telenovela.





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