34-De verdad de verdad
Pov Kibum .
Me miro en el espejo del baño y descubro mi cabello hecho un asco, como un nido de palomas. Tal vez sí deba cortarlo, ya me llega a los hombros y el fleco casi llega a cubrir mis ojos, tanto así que debo recogerlo con una horquilla para que no me moleste tanto. Cojo la liga que está en mi muñeca y después de mojar un poco mi cabello, lo levanto en una coleta media. Suspiro, me lavo los dientes, la cara y finalmente salgo del baño.
Voy de regreso a mi habitación y abro el armario. Veo el uniforme de niña y también el de niño; hago una mueca de lado porque no me decido. Quizá ya sea hora de que empiece a vestirme como se supone es correcto. Estoy a muy poco de cumplir dieciséis. Tomo el uniforme y lo saco. Lo dejo sobre la cama y empiezo a desvestirme. Miro mi pecho y toco con mis dedos las marcas violáceas que ya empiezan a desaparecer. Muerdo mi labio y trato de quitar el hecho de que Minho esté enojado por lo que hice el día anterior.
Tengo tantas ganas de verlo. De tocarlo y que él me toque como siempre lo hace, suave pero a la vez de forma brusca y que demuestra deseo. Me sonrojo cuando recuerdos de lo que solemos hacer en su habitación llegan como un torbellino a mi cabeza. Me pongo rápidamente el uniforme y alisto mis cuadernos en mi bolso. Salgo de la habitación luego de arreglar mi cama y bajo directamente al comedor en donde el desayuno ya servido me espera.
-Buenos días -saludo a mi mamá que tiene el cabello de la misma forma que yo, sólo que obviamente el de ella es más largo. Lleva un delantal y el control remoto en la mano.
-Oh, buenos días -se acerca a mí y deja un beso en la cima de mi cabeza-. Tienes el cabello largo.
-Estoy pensando en cortarlo -comento llevando una fresa a mi boca. ¿Es en serio? Bueno tampoco es que esté peleado con Minho pero todo lo que hago me recuerda a él y ahora, lo que estoy comiendo.
-Creí que a Minnie le gustaba -cambia de canal y se sienta a mi lado.
-Pues -empiezo a comer mi tostada- él dijo una vez que hiciera algo por mí. Algo que yo quisiera y quiero cortar mi cabello.
-Ya veo -sonríe-. Hablando del rey de Roma...
Giro mi cabeza hacia la televisión y ahí está él, cuando aún tenía el cabello rojo con una sonrisa plasmada en el rostro. Se lo ve tan guapo pero definitivamente puedo decir que el color natural le queda mejor.
Sus ojos parecen más oscuros, su piel más blanca y con esos labios rojos...hace un buen contraste con todo lo que respecta a él. Esa entrevista ya la había visto y hablaba de nosotros. Todas las personas se sorprenden cuando dice que su pareja es un chico y que es la primera vez que se enamora.
No importa cuantas veces la vea, sé muy bien que seguiré sonrojándome cuando mira a la cámara y dice mi nombre completo con orgullo, añadiendo además que no necesita la aprobación de nadie para estar conmigo y que no es necesario que se molesten tanto para capturarnos besándonos porque ama mis labios.
-Mamá -la llamo desviando mi mirada hacia ella que mira la pantalla con atención como si ya no hubiera visto esa entrevista.
-¿Hm? -levanta sus cejas aún sin mirarme.
-¿Qué querías decirme ayer?
-Sobre la mamá de Minnie...nada importante.
-¿La conoces? -cuestiono un tanto sorprendido.
-Pues claro. Ella solía visitar a Minnie en América -posa sus ojos en mí-. Es una gran mujer y una excelente madre.
-Eso escuché -bebo de mi leche achocolatada y me levanto-. Gracias por la comida.
-Aún es temprano, bebé -dice mirando el reloj de la pared.
-Quiero ver a Minnie -susurro girándome para que no vea mis mejillas rojas.
-Oh, entiendo -la oigo reír-. Suerte.
-Gracias...
Salgo de casa y cuando cierro la puerta me apoyo en ella para tratar de relajarme. Cierro mis ojos tomando aire profundamente para después volver a abrirlos y bajar los peldaños que dan a la calle.
Aprieto la correa que cruza mi pecho con fuerza y fijo mi vista en mis pies. Noto mi sombra, el sol golpeando mi espalda y el sonido de los árboles por la pequeña corriente de viento que se pasa por sus hojas que ya empiezan a cambiar de color anunciando que el otoño está más cerca de lo esperado.
Odio sentirme así. Tan intrigado, molesto y preocupado a la vez a causa de Minho. Todo es una mezcla a causa de que él me ha hablado muy poco de su vida. Si me pongo a pensar en todo lo que sé la gran parte es gracias a otras personas y no de él.
Aunque también es cierto que nunca le pregunté más allá. Supongo que debo a empezar a ver más allá de esa sonrisa burlona y ojos intensos para poder descubrir cuando él está mal o de verdad está feliz.
-No puedo creer que mi propio novio me ignore -una risa. La misma y única que me hace estremecer y que hace que gire mi rostro para mirar a quién la provocó.
-Minnie -está apoyado detrás de un poste de luz, evitando el sol. Lleva el cabello ligeramente alborotado, unas gafas negras, una polera negra sin mangas y un pantalón roto en las rodillas. Sus labios están muy rojos y ladeados hacia un lado en una sonrisa. Muy guapo.
-Hola, cariño -mis mejillas se incendian por su forma de llamarme, una risita floja se escapa y todos los pensamientos malos sobre nosotros se disipan.
Se acerca a mí, desliza una de sus manos por mi brazo hasta llegar a mi mano y entrelazar nuestros dedos, la otra se posa en mi rostro. Deja un pequeño beso en mis labios. Tan pequeño que se me hace imposible no tirar de su polera para volver a unirlos.
Lo oigo reír a pesar de que nuestras bocas están juntas. Entreabre sus labios y se inclina más para que mis pies no estén tan empinados; atrapa el superior y pasa la punta de su lengua en éste, una orden muy clara y que cumplo. Abro mi boca y él no duda en introducir su sinhueso, la recorre totalmente, tocando y lamiendo como siempre hace. Tanteando y marcando como suyo todo lo que está a su alcance. Subo mi mano a su nuca y lo empujo más cerca.
Un quejido escapa de mi garganta cuando muerde mi labio inferior con fuerza, tira de él y después pasa su lengua como si se disculpara por un daño que no me molesta en lo absoluto. Para mala suerte a pesar de la intensidad del beso, no dura demasiado. Pero aún así cuando abro los ojos su sonrisa es muy amplia.
-C-Creí que estabas molesto -susurro bajando mi mano a su pecho. Paso mis dedos por las letras del estampado.
-Por alguna razón no me puedo enojar contigo. Me estoy haciendo más homosexual por culpa tuya -río por sus estupideces y niego con mi cabeza.
Se endereza y me da un suave apretón a mi mano. Comenzamos a caminar debajo de los árboles.
-¿Qué hacías por aquí? -pregunto segundos después.
-Iba a tu casa pero te vi así que me puse en detrás de ese poste pero estuviste a punto de pasarte -se encoge de hombros-. ¿Acaso tu sombra te estaba haciendo mofa o algo?
-No seas tonto -le doy un empujón con mi otro brazo-. Iba pensando en muchas cosas.
-¿Sigues viendo esos vídeos, cochino? -hinca mi mejilla con su dedo.
-No...-vuelvo a agachar mi cabeza. Noto como se detiene así que también lo hago.
-Hey, ¿estás bien? -suspira-. ¿Bum?
-¿Por qué nunca me cuentas de tu vida antes de conocerme? -sin necesidad de verlo sé su expresión, por su manera de mirarme y de como aprieta mi mano.
-No me has preguntado -tira nuevamente de mí pero yo lo detengo. Levanto mi barbilla y me encuentro con su mirada a través de los cristales oscuros.
-Quiero saber. Todo. No quiero que las demás personas me sigan contando tu vida cuando se supone que...-Minho se quita las gafas- yo soy tu novio.
-Suena taaaaaan bien cuando lo dices -ahí está. Esa sonrisa que logra disimular y opacar lo que oculta.
-Min...
-Lo sé -vuelve a bajar sus gafas-. Te lo diré y trataré de no contarte lo mismo que Taehyung.
-¿Cómo sabes que...?
-Es un chismoso de primera.
Río suavemente por sus palabras. Caminamos un poco en silencio, en los que supongo él se dedica a pensar o a recordar o ambos.
-La parte de por qué soy así ya la sabes -empieza en tono neutro-. Hay algo que sé que Taehyung no te ha dicho y que por muy lengua larga que sea no lo haría pero ya que quieres saberlo.
-Deja los rodeos -bufo.
-Yo conocí a Taemin en una discoteca y no digamos que estaba en mis sentidos...-hace una sonido con la boca- tuvimos sexo y eso se repitió cuatro veces de las cuales yo sólo recuerdo dos.
-¿De verdad? -giramos en una esquina-. ¿Por qué te odia entonces?
-Yo también creía eso. Creí que se debía a que le quité la virginidad -abro mis ojos sorprendido y una opresión aparece en mi pecho-. Pero no es así, de hecho -toma aire profundamente-. Me confesó hace unos días que está enamorado de mí.
Me detengo de golpe, mi entrecejo se arruga de inmediato y mi corazón late con fuerza. Siento claramente como mi sangre se vuelve más espesa. ¿Qué es esto?
-¿Por qué no me lo dijiste antes? -cuestiono intentando soltarme de su mano pero él aprieta más fuerte.
-No lo creí importante, Bum -empuja la lengua contra su mejilla.
-He estado tratando bien a Taemin todo este tiempo e incluso he...-golpeo el suelo con mi pie. Noto claramente como él aguanta la risa. Ese maldito-. ¡No es gracioso!
-Oh, sí. Lo es y mucho -mueve su cabeza de arriba abajo-. No imaginé que te pondrías celoso.
-¡No estoy celoso! -mi voz sale en una chillido, carraspeo.
-Claro, claro -se inclina e intenta darme un beso pero yo giro mi rostro dejando que caiga en mi mejilla- ¿Para eso querías que te contara? -se aleja al instante y suelta mi mano-. Perdón si no soy perfecto. Ya llegamos a tu parada.
Se da la vuelta y empieza a caminar. Su espalda se aleja y sus piernas no dejan de avanzar, mi corazón sigue latiendo pero ahora es otra razón. No quiero que se vaya. No quiero estar de nuevo mucho tiempo sin él. No quiero que Taemin aproveche eso.
Doy un paso y después otro y otro y otro y así hasta que empiezo a correr tras él. Siento mis mejillas humedecerse y mi garganta cerrarse.
-¡Minnie! -grito yendo más rápido. Él se gira y está sonriendo. Estira sus brazos y me atrapa con ellos cuando me lanzo.
-Que lloraras era algo que no me esperaba -su pecho vibra cuando ríe.
-Eres un tonto. Te odio -lo abrazo con fuerza frotando mi nariz en su camiseta.
-Lo sé pero era la única manera en que se te pasara el enojo -susurra llevando una de sus manos a mi cabello y como es costumbre, desata la coleta que llevo.
-Me asustaste -me separo lo suficiente para mirarlo y hago un puchero.
-Lo siento -entierra sus dedos en mi cabello y empuja mi cabeza hacia arriba para besarme.
Un suspiro escapa y se pierde entre ambos. Estoy más seguro que es a mí a quien pertenece.
-Ni siquiera te he contado toda mi vida anterior -murmura contra mis labios, acariciándolo con su aliento fresco.
-No quiero que me cuentes sobre tus amoríos, sino de ti.
-Mi único amorío hasta ahora eres tú, pequeño -deja un beso en mi nariz-. Por cierto, gracias.
-¿Por qué? -miro fijamente sus labios.
-Si no fuera por ti no habría hablado con mi mamá y bueno, se puede decir que me reconcilié con ella -dulce.
Tanto su toque como su voz se vuelve dulce cuando la menciona.
-No es nada -muevo mis cabeza de lado a lado y me pongo en puntitas para besarlo de nuevo.
Yo, de alguna forma, creo que también estoy enamorado de él. De verdad, de verdad.
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