28-Mi yo anterior
Los dedos de Kibum se aprietan en mi mano cuando una de las máquinas más ladronas del mundo aparece en nuestro campo de visión al mismo tiempo. Deja de comer su helado y levanta la cabeza para mirarme con un puchero bastante pronunciado.
-Minnie...-pone esos ojos de cachorro que ni siendo de esos soldados que cuidan a la reina en Inglaterra podría resisitirme.
Esa mañana, como al parecer se le había hecho costumbre, la señora Kim había interferido con mi horario y actividades para que yo pudiera llevar a una cita que según ella, Kibum llevaba mucho tiempo deseando pero al final resultar un plan maligno cuando Kibum me llenó el rostro de besos con las mejillas sonrojadas diciéndome que no tenía ni idea de lo mucho que yo quería salir con él.
No era totalmente una mentira pero manipuló la mente de ambos perfectamente. Y tampoco me quejo porque hasta ese momento, en que yo me encuentro metiendo un par de monedad a la máquina nos ha estado yendo bastante bien.
Sobretodo por el hecho de que Kibum se vistió de niña.
La parte mala es que no puedo besarlo ni tocarlo más de la cuenta porque eso saldría en los periódicos y mi reputación iba a caer, y sería cuestión de tiempo para que yo esté tras las rejas.
Soy coreano, sí, pero eso no quita el hecho de que odie con toda mi alma las putas leyes y a las personas que se encargan de hacerlas. Muevo las palancas tratando de atrapar el peluche de Dory que me mira con aquellos enormes ojos y que siento que me reta con ellos. Le voy a ganar a ese maldito pez.
La pinza logra cogerla. La arrastro hasta el hueco y la suelto. Levanto mi puño en una muestra de victoria y sonrío de lado.
-¿Ves? Nadie puede contra el magnífico Min...-lo siguiente que siento son sus labios presionando mi mejilla.
-Gracias, Minnie -susurra dulcemente en mi oreja.
Se separa de mí y coge el peluche entre sus brazos, estrujándolo con fuerza entre ellos con cuidado de no dejar caer su helado.
Toco mi pecho y siento mi corazón martillear con una velocidad magnífica, como nunca había sentido. Carraspeo un poco tratando de disimular y guardo las manos en mis bolsillos.
-¿Quieres comer algo? -pregunto divisando a un par de metros el patio de comidas. Mi estómago ruge en respuesta a la pregunta que le hice a Kibum.
-¡Hamburguesa! -exclama dando un pequeño salto. Se termina de comer el helado con tanta rapidez que lo veo apretar los ojos con fuerza y morderse el labio fuertemente.
-¿Se te congeló el cerebro?
Asiente efusivamente. Río divertido y cojo su mano cuando noto que ya se ha comido absolutamente todo.
-Tu madre se enojará conmigo por dejar que comas tantos dulces -suspiro llegando al lugar en donde hay muchos puestos de comida.
-Si no le decimos no pasará nada -me guiña un ojo.
-¿Desde cuándo eres un sinvergüenza? -busco una mesa que está un tanto alejada del resto y me siento.
-Las malas costumbres se pegan -sonrío de lado. Pongo mis brazos en la mesa para inclinarme más cerca suyo cuando se sienta.
-¿Entonces tendrás más sexo conmigo? -se ruboriza, abre y cierra la boca, deja el peluche a un lado y me apunta con su dedo.
-Eres un pervertido.
-Oh vamos -frunzo ligeramente el entrecejo-. Te gusta que sea así.
-¡No es cierto! -se cruza de brazos y hace un mohín.
-Entiendo -me hecho hacia atrás-. No te gusta que te toque -me mira- ni que te bese -arquea una ceja- ni que te abrace -levanta la otra- ni que te haga disfrutar.
-Oye.
-Está bien. No lo volveré a hacer -mueve su cabeza de lado a lado.
-No me refería a eso -susurra desviando la mirada.
Empujo la lengua contra mi mejilla aguantando la risa.
-Iré a ordenar -me pongo de pie. Kibum también lo hace.
-Minnie -pronuncia su puchero.
-¿Qué? -pongo una mano en mi cadera.
-S-sí me gustas...tal y como eres -juega con el borde de su falda.
Abro mis ojos sorprendido. Sabía que Kibum hace mucho ya no me consideraba como un simple amigo pero que se sincerara de esa forma me tomó desprevenido.
Miro a ambos lados, pongo mis dedos debajo de su barbilla, le levanto la cabeza y me inclino para dejar un beso en sus labios.
-También me gustas -debo conformarme con decir esas palabras.
Apenas admití que estaba enamorado de Kibum y aun se me hace difícil se creer. No sé lo que pasaría con él cuando se enterara. Me pongo recto y paso por su lado directo al puesto de Mc. Donalds. Sonrío de lado mientras miro los precios, se me hace inevitable no pensar en mi mamá y en lo que me dijo cuando se enteró de que mi vida no era un ejemplo que seguir.
Lo mismo que la señora Kim.
Ambas habían tenido razón en ese tiempo pero qué podía decir. Ni siquiera me preocupaba por mi salud propia tampoco lo haría por alguien más pero ahora estoy aquí, esperando en una larga columna de personas a que sea mi turno para comprarle la comida al niño del cual estoy enamorado.
Yo ya sabía que era un enfermo pero ahora era un completo pedófilo. Ese término me parecía un poco inapropiado para mí. La señora Kim está de acuerdo con que yo esté con su hijo y que me mantenga teniendo sezo con él por cada que nos vemos, Kibum sigue sin hacer nada para evitarme y muchas personas del hotel lo saben y aún así no me han denunciado. Suspiro y cojo mi orden una vez está servida. Regreso a mi lugar y rasco mi nuca pensativo.
-Oye, Minnie -como adoro que me diga así.
-¿Hm? -sin embargo actúo como si no me importara. Cojo mi hamburguesa con salsa teriyaki y le doy un mordisco.
-¿Por qué nunca hablas de tu pasado?
-Porque nunca me preguntan -me encojo de hombros y le doy otra mordida.
-¿No te molestaría que lo hiciera?
Río por su pregunta.
-Creo haberte dicho que yo no tengo conciencia y las personas que temen hablar de su pasado es porque se arrepienten, ¿no crees?
-No me refiero a ese pasado -se come una papita-. Sino a antes de que fueras así.
-¿Así? -asiente-. ¿Cómo?
-Pues -juega con la envoltura de su hamburguesa- así.
-Un cabrón hijo de puta -respondo por él soltando una risa sarcástica.
-No lo digas así -dice enojado. Pongo los ojos en blanco.
-Es lo que soy, Bum -le doy otro gran mordisco a mi hamburguesa, la mastico y la trago.
-Pero...-suspira-. Entonces cuéntame como eras antes.
-Veamos -me limpio la boca y las manos con una servilleta-. Me gustaba ayudar a las personas, cuidaba a todos, me preocupaba de ser amable y tener cuidado al hablar, vivía ilusionado con mi futuro como modelo y actor y creía que todos los sueños se cumplían. Era un tonto.
-No lo eras -acaba de quitarle el papel a la hamburguesa-. Eras una buena persona además de que si cumpliste con todo.
-Tú lo crees -afirmo-. Por ser una "buena persona" los demás se aprovecharon. Sabían que era un chico que deseaba cumplir con todo lo que se había propuesto y por eso cada que me salía un trabajo ellos hacían que yo lo realizara.
-Pero de esa forma se consiguen las cosas. Con esfuerzo -suelto otra carcajada de las que me di cuenta hace un par de días Kibum odia.
-Claro pero ese esfuerzo no tenía por qué incluir dejarme tocar y tener sexo con las productoras -la expresión de Kibum es de horror.
-Ellos te...
-No -lo interrumpo-. Era joven y mis hormonas estaban muy alborotadas así que ellas y ellos me tocaban y lograban lo que querían.
-Minnie -su labio inferior tiembla, bufo.
-No sientas compasión -bebo un poco de la soda-. Gracias a ellos me convertí en lo que soy y logré ser mejor y llegar hasta aquí.
-Pero...ellos son los culpables.
-Ahg -estiro mi mano y toco la suya-. Oye. Me gusta ser así y he experimentado un montón.
-¿Te has drogado? -su pregunta hace que frunza el ceño de nuevo.
-Muchas veces.
-¿De verdad?
-Sip -frote mi ojo derecho con mis dedos-. De hecho cuando conocí a Taemin estuve a punto de morir de sobredosis.
-¿Qué? -abre tanto la boca que pareciera que su quijada toca la mesa-. ¿Cómo fue que llegaron a odiarse tanto?
-Yo lo odio, él a mí no -murmuro para mí mismo.
-¿Eh?
-Nada -me termino de comer la hamburguesa-. ¿Feliz?
-Solo dime algo más -levanta su dedo, miro su hamburguesa a medio comer.
-Bueno.
-¿Qué pasó con Taehyung? -río fuertemente y golpeo mi pierna con mi mano abierta.
-Creí que ya habías superado tus celos por él.
-No son celos -abulta sus labios-. Y responde de una vez.
-Estábamos en una discoteca con mis supuestos amigos celebrando mi nuevo trabajo en la revista Seventeen. Me emborraché, me drogue, Taehyung y yo nos encontramos y tuvimos sexo en un callejón.
-¿Callejón? -sus mejillas se tornan rojas.
-Seee -paso la lengua por mis labios-. Lo hicimos un par de veces más luego de eso y al final solo quedamos como amigos.
-Pero él me dijo que solo fue una vez.
-Taehyung siempre dice lo que quiere -rasco mi barbilla.
-¿Antes...te gustaba?
-Solo dijiste una pregunta más.
-Minnie -se queja moviendo sus hombros.
-No -su mirada se vuelve confundida-. No me gustaba Taehyung. Solo era muy bueno en el sexo.
-Oh, ya veo -le da un mordisco a su hamburguesa. Su expresión cambia y sé que va a hacer otra pregunta-. ¿Por qué decidiste ser su amigo?
-Ninguno lo decidió. Sólo pasó.
-¿Así como tú y yo? -dice emocionado.
-¿Tú y yo? -una sonrisa ladina se dibuja en mi rostro-. ¿Qué somos tú y yo?
-Eh...m-me refería a...-sus ojos evitan el contacto con los míos- ¿nuestra amistad?
-No te considero mi amigo -apoyo mi barbilla en la palma de mi mano y mi codo en la mesa-. Me gustas más que eso.
-Pues...no sé -una risilla nerviosa que sale de su garganta cosquillea mis oídos.
Estiro mi brazo y acaricio su mejilla.
-Acaba tu hamburguesa. Iré al baño.
-No me dejes solo aquí -pone su mano sobre la mía.
-No seas gay -río aunque por dentro estoy derritiéndome por su toque.
-Mira quién lo dice.
-Pues Minnie -me carcajeo-. Y sí lo dices porque doy por atrás pues, tú eres el que recibe.
-Eres un puerco.
-Uno muy sexy.
-Lastimosamente sí -miro su rostro un poco más y vuelvo a sentarme.
-Esperaré.
-Genial, podré hacer más preguntas.
-No, ahora es mi turno -deja de comer e infla sus mejillas.
-Minnie.
-No, no. Es mi turno -cruzo mis piernas y llevo una mano a mi barbilla-. Empezaste a vestir como chica porque te gustaba Jessica pero sinceramente ¿eras consciente que aunque te echaras todo el maquillaje y te pusieras los vestidos más bonitos seguirías teniendo pene?
-¿Siempre tienes que ser tan explícito?
-Solo responde.
-Sí -suspira-. Creí que ella se daría cuenta que no era necesario ser niña para ser bonito y me aceptaría. Pero ya ves que no pasó.
-¿Y el tatuaje?
-¿El de la pata de perrito?
-El mismo -asiento-. Ni siquiera yo me he tatuado.
-Es temporal -arqueo una ceja-. Dura seis meses.
-¿Por qué me mentiste?
-No te mentí. Me dijiste que si mamá lo sabía y yo te dije que se había enojado. Es cierto.
-¿Por qué te lo hiciste?
-Jessica dijo que le gustaría hacerse algún día un tatuaje así y ya.
-¿Nada de lo que has hecho ha sido por ti mismo?
-Estar contigo -lo dice tan bajo que por un momento creo que escuché mal.
-¿Qué?
-Estar contigo es algo que decidí por mí porque...-toma aire y levanta la barbilla- t-te extrañaba mucho y...c-creo q-que siento algo por ti más que solo gustar.
-¿Me quieres? -es la primera vez que oigo mi voz de esa forma. Pareciera que me estuviera ahogando.
-N-no sé -juega con una papa entre sus dedos-. Estoy muy confundido.
-Soy un hijo de puta y siempre me burlo de ti. No te tomo en serio y...
Paso una mano por mi cabello, aprieto el puente de mi nariz. Quiero mucho a Kibum y me alegra que se sienta así pero me tomó desprevenido y aunque quisiera que me correspondiera,, también sé que no soy bueno para él.
-Es otra de las cosas que no escogí y yo...
-Dijiste que estás confundido -le muestro una sonrisa burlona. Es de las mejores y que cae en cualquier momento-. De seguro en un tiempo te olvidas de tus sentimientos y vuelves a odiarme.
-Ah...t-tienes razón -ríe pero su risa no es por gracia-. De seguro es eso.
-¿Acabaste?
-Sí.
-Vamos entonces -me levanto con la bandeja en mis manos y dejo la basura en el bote.
¿Por qué me siento tan mal?
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top