21-Sin Humor
Pov Kibum.
Suspiro y continúo mirando hacia al frente fingiendo prestar atención a la clase de matemáticas del señor Jang. Son demasiado aburridas y lo peor es que siempre debo buscar a Jonghyun para que me explique todo de nuevo. Un bostezo escapa de mi boca en el preciso instante en que suena la campana del receso. Dejo la pluma a un lado y me estiro echando mis brazos hacia atrás.
Me rasco el pecho y miro adormilado a mis amigos que se acercan hasta mí. Woohyun con su cara de culo y Jonghyun con su sonrisa. Ambos arrastran una silla y se sientan en ella al revés.
—¿Me parece o lo tienes más largo? —menciona Jonghyun mirando mi cabello.
—No sé. Supongo que es porque ahora me visto normal y se ve largo por eso —respondo sintiendo mis ojos adormilados.
—Bum...—poso mi vista en Woohyun y descubro que tiene mi cuaderno en sus manos—. No sabía que ya habías olvidado a Jessica tan rápido.
—¿Por qué lo dices? —cuestiono ladeando mi cabeza.
Él gira el cuaderno dejándome ver la razón por la cual lo dice. Mis mejillas se calientan exageradamente al descubrir que el nombre de Minho está por todos lados. No,en realidad no es su nombre.
—¿Minnie? —pregunta Jonghyun llevando una mano a su barbilla
—. ¿Acaso no es ese modelo arrogante de pelo plateado?
Le arrebato el cuaderno a Woohyun y lo guardo en mi mochila rápidamente.
—Sí —dice Woohyun por mí—. Es una contracción de su nombre, ¿no?
—Ir-ré a comprar algo —les aviso de manera atropellada y sin prestar atención a lo siguiente que me dicen salgo del salón como si fuera un cohete.
Camino dando pasos agigantados manteniendo mis ojos fijos en el piso con el rostro ardiendo.
¿En qué momento empecé a escribir su nombre? No es la primera vez que me pasa, desde el momento en que nos despedimos por alguna razón mi cuerpo empezó a hacer cosas sin que yo se lo ordenara y es más, cuando me recostaba en la noche y esperaba dormirme mientras miraba el azul de mi techo me parecía que su rostro burlón se dibujaba en él dificultándome así poder encontrar relajación.
Es por eso que últimamente me paso con sueño. No puedo dormir bien por su culpa. De repente estoy en el suelo con mi trasero doliendo por el golpe.
—Oh, lo siento tanto —se disculpa la persona culpable.
—No hay problema. Yo iba distraído.
—¿Kibum? —levanto mi cabeza cuando reconozco su voz.
—Jessica —susurro y a pesar de que espero a que mi corazón empieza a latir más rápido de lo normal, no pasa.
—Hacía tanto que no te veía —estira su mano para ayudarme. La tomo gustoso y me sorprendo de la suavidad y el tamaño de ésta.
Las de Minho se sienten más fuertes y grandes. La suelto cuando me doy cuenta del rumbo de mis pensamientos. ¿Por qué demonios acabo de compararlos?
—¿Cómo has estado? —sonríe totalmente ignorante al hecho de que rechacé más tiempo de su toque.
Algo que jamás había hecho.
—Pues...—¿estaba bien? Puse una mano en mi pecho— con hambre.
Ella ríe sonoramente.
—Ya veo. Entonces ibas a la cafetería —se hace a un lado—, ve. No te quito tiempo.
—Gracias —le sonrío en respuesta y esta vez empiezo a caminar a una velocidad mesurada.
Una gota de sudor resbala por mi sien. Agarro la liga en mi muñeca y estoy a punto de recoger mi cabello cuando su voz y rostro diciéndome que prefiero que lo lleve suelto inunda mi mente.
Muevo mi cabeza de lado a lado y lo recojo de todos modos. Llego a la cafetería y me pongo en la cola de estudiantes que esperan su turno para comprar. Resoplo por el calor y mi flequillo se levanta por eso.
—Es tan guapo.
—Ah, lo sé. Antes era hermoso con su cabello plateado pero ahora con ese tono rojo lo es aún más —giro mi cabeza curioso al oír "cabello plateado" en la oración.
—Dímelo a mí —ríe una de las chicas que parece ser del ultimo año y que tiene una revista de moda en las manos—. ¿Sabes? Oí que él es de Estados Unidos.
—¿De verdad?
—Sip. Y que vino porque su mánager quería que empezara a comportarse como un adulto —las chicas que estaban alrededor de una de ellas soltaron un pequeño "oh" de sorpresa—. Sin embargo dicen que...
Lastimosamente no pude seguir escuchando porque ellas se alejaron para irse a sentar a una mesa. En ningún momento dijeron su nombre pero estoy seguro que hablaban de Minho.
—¿Vas a pedir algo o no? —miro al frente y descubro la cara de pocos amigos de la cocinera.
—S-sí. Perdón —miro el menú en el pequeño cartel. Muerdo mi labio cuando leo batido de fresas.
A Minho le hubiera gustado beberlo. Recuerdo que al principio era muy reacio a compartir su porción de fresas pero hasta cuando nos vimos una vez me compartió de su bol mientras veíamos una película.
—¿Y bien? —vuelvo a mirarla y parece más molesta que antes.
—Q-quiero un sándwich de pollo y...—miro de nuevo el cartel— un batido de chocolate.
No puedo seguir relacionando todo lo que veo y hago con Minho. Se supone que nos habíamos despedido y que ese había sido el final.
—Aquí tienes —le pago y cojo mi orden.
—Gracias —doy media vuelta y camino de regreso al salón.
Cuando llego ni Jonghyun ni Woohyun están. Suspiro. Es mejor porque no quiero darles explicaciones del porqué el nombre repetitivo en las hojas de mi cuaderno. Quito la envoltura de mi sándwich y le doy un mordisco.
Ahora que mamá está de vacaciones me la paso muchísimo más con ella. Hemos hecho cosas que no habíamos podido en varios años por culpa de su trabajo, hemos hablado de sus experiencias como maquilladora y yo a la final le conté la razón por la que me vestía así. Se había reído mucho. Tanto que sus ojos se llenaron de lágrimas y mis mejillas ardieron como nunca lo hicieron.
O tal vez sí.
Siempre me sonrojaba mucho con Minho. Bufo. Ya estoy otra vez pensando en él.
Vuelvo a morder mi sándwich. Bebo de mi batido y suspiro.
Mis días nunca han sido tan tranquilos como ahora. Es como si me hubiera acostumbrado a sus bromas y palabras molestas. De tal forma que ya todo me parece aburrido y común. Y hay algo que me mantiene despierto también por las noches y no me permite concentrar en las mañanas.
Su actitud cuando dije que nos despidamos.
Él jamás fue sutil en un beso ni mucho menos me acarició tanto como aquel día. Lo sentí tan diferente que me dejó con una sensación de vacío cuando dio media vuelta y se fue corriendo de bajo de la lluvia hasta llegar a su auto. Aún puedo sentir sus labios abultados presionar contra los míos de forma casta y delicada.
Además dejo sumarle a todo esto la actitud sospechosa de mamá.
Sí, hemos fortalecido nuestra relación pero no le he contado las cosas que he hecho con Minho.
Pero siento que ella sabe algo. No me ha mencionado nada pero es como si con su mirada me pidiera que le contara todo. Pero...¿cómo decirle que estuve manteniendo relaciones sexuales con un chico que ella al parecer quiere mucho?
No lo veo como algo bueno y eso que fui yo quien accedió a involucrarme de aquella forma con él.
Bien pude haberme negado hasta lo último pero a la final, llegué a considerarlo como un amigo, sobretodo cuando me consoló el mismo día que Jessica me rechazó. Fue algo que no esperaba de verdad y que sorprendió demasiado.
¿Se imaginan a Minho pidiéndome que dejara de llorar mientras acaricia mi espalda con tal delicadeza que pareciera que teme que me quiebre?
Es difícil.
Pensé que por fin iba a librarme de su "molesta" presencia pero al parecer no. Es aún peor porque ahora lo llevo más en mente que nunca. Trago el último pedazo de sándwich y con él disperso mis pensamientos raros. Hago una bola el papel con el que estaba envuelto el sándwich y lo meto dentro del vaso de plástico vacío.
Me levanto y lo tiro en la papelera que está junto a la puerta.
Salgo del colegio cuando por fin las clases acaban y camino por debajo de los árboles de cerezo que justo ahora tienen las hojas verdes porque no es temporada. El sol es demasiado fuerte y estoy seguro que con ponerme unos segundos debajo de éste mi piel adoptaría un tono más oscuro.
Mi cuerpo se va para adelante pero logro mantener el equilibrio.
¿Acaso es día de chocar contra mí?
Más empujones y golpes le siguen a ese y aunque al inicio me molesto después miro a las chicas que corren como venados siendo perseguidos por leones hasta llegar a una heladería que se ubicó ahí hace un par de días.
¿Será que los helados son tan buenos?
—¡Es Minho! —mi corazón deja de latir por un lapso mínimo de tiempo al oír como una de ellas grita sin dejar de correr.
Me muerdo el labio y acelero mi paso hasta lograr ponerme detrás de ellas que están amontonadas fuera y con el rostro pegado en las ventanas. Al parecer ninguna de ellas se atreve a entrar. Tomo una gran bocanada de aire y me abro paso como puedo hasta lograr poder tener también una vista de lo que sucede adentro. Una vez más, mi corazón late desenfrenado y mi rostro se deforma en una mueca rara que soy capaz de ver en el reflejo del cristal frente a mí.
—Min...—murmuro para mí mismo y como si él hubiera escuchado se gira pero sólo para caminar hacia una mesa cercana para coger más servilletas. Tiene un helado en la mano y que al parecer es de vainilla. Y efectivamente, su cabello es rojo.
Resalta con sus labios.
Mis piernas y brazos se mueven solos, llevándome al interior de la heladería. Camino hasta él sintiendo mis piernas como gelatina.
—Minnie —me sonrojo de inmediato al oírme llamarlo así.
No era mi intención pero ha salido antes de que pudiera siquiera pensarlo. Voltea y me mira a través de los ceitales oscuros de sus lentes de sol.
—Kibum —dice simplemente. Sonríe ampliamente, estira su brazo y toca mi cabeza unos segundos para después apartarse e ir a la salida. Siento algo dentro de mí. En mi Lecho. Algo que yo reconozco de inmediato como pánico. Corro hasta él y agarro su camiseta por detrás deteniéndolo.
—¿Hm? —él gira únicamente su rostro para mirarme.
No sé por qué lo he hecho. Ni siquiera tengo algo que decirle pero sólo sé que no quiero que se vaya. Abro mi boca pero de ella no sale nada así que suelto la tela entre mis dedos y dejo caer mi brazo a peso muerto a un lado de mi cuerpo. Miro mis pies y la campanilla hace que regrese mis ojos al frente.
Su ancha espalda empieza a alejarse de mí, perdiéndose entre la multitud de las personas que lo rodean. No debería sentirme así pero siento que de verdad lo extraño.
Pov Minho .
Mi respiración es irregular. Siento el helado derretirse y deslizarse por mi mano hasta caer en mi pantalón. Cierro mis ojos un momento y los abro únicamente para mirar por la ventana del auto. Kibum tiene la cabeza gacha y sus manos forman puños a los lados.
¿Por qué demonios no lo besé?
Inicialmente fui a esa heladería porque no soportaba no verlo sin embargo no esperaba que él se me acercara. Me sorprendí tanto que no supe cómo reaccionar más que tratarlo como a cualquiera.
Y como es obvio, estoy arrepentido.
Sus mejillas estaban tan rojas y sus labios poseían ese rosa tan bonito que ninguna chica es capaz de lograr con labial.
—Oye —Onew se inclina sobre mí para mirar por la ventana—. ¿Es Kibum?
—No, no es.
—¿Estás seguro? Se parece mucho además de que su colegio queda cerca.
—¡He dicho que no es él! —grito mirándolo furioso.
—Caray. Qué humor que te traes —levanta sus manos y se aparta de mí—. Si hubieras tenido un revolver ya me habrías matado.
Me quito los lentes de sol y frotó uno de mis ojos con mis dedos.
—Lo siento. Estoy un poco estresado —tomo aire profundamente y lo suelto lentamente tratando de calmarme.
No sabía que me iba a afectar tanto verlo.
—Tranquilo. Yo entiendo. Has tenido más trabajo de lo normal últimamente.
Asiento.
—Cómetelo —le tiendo mi helado.
—Pero dijiste...
—Ya no quiero —lo interrumpo y lo muevo de lado a lado hasta que lo coge—. Se me quitaron las ganas.
—Está bien —cojo una de las servilletas y limpio mi mano y mi pantalón. Por suerte es de cuero
—. ¿Tengo algo más que hacer?
—No —responde y noto de reojo como se come el helado.
—Entonces quiero ir a casa.
—¿Acaso no querías ir a una discoteca?
—Quiero ir a casa —repito tensando mi mandíbula.
—Está bien —Onew se acerca al conductor que está adelante y le dice lo que pedí. Ya no me siento con humor a nada.
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