2- Te violaré
Cierro mis ojos y sonrío ante las palabras de la Señora Kim. A pesar de que habla como que si se quejara de la actitud Kibum se nota a leguas que está muy orgullosa de él. La verdad quisiera conocerlo para darle un par de nalgadas y hacerle reaccionar. Ese chico no tenía ni idea de lo maravillosa que era su madre.
-¿Sabes? Ayer se compró un vestido gris. Se lo probó y realmente debo admitir que le quedó hermoso -siento la brocha en mis párpados mientras ella continúa hablando.
-¿En serio?
-Sí y como ahora está tan delgado parece que de verdad fuera una chica -suspira-. Se ha dejado crecer el cabello. Es ondulado y bonito pero él insiste en llevarlo liso.
-Usted está haciendo que me interese por su hijo -bromeo abriendo un ojo para ver su expresión.
-Aceptaría -ríe y pone sus brazos como taza-, pero no sé si Key es gay.
-No creo que sea normal que un chico se vista así sólo porque le gusta -uno mis labios para que ella le ponga un poco de brillo.
-Ya te dije -limpia un poco los bordes y se pone recta para mirarme-. Eso fue lo que me dijo él, además una vez le presenté a Tae y a Kibum le dio igual, aunque el pobre seguía preguntando sobre mi hijo.
-¿Tae? -arqueo una ceja.
-Taemin -coge un poco de gel y lo pone en mi cabello para peinarme.
-Ah...-hago una mueca-. El chico problemas.
-Ha cambiado -ella y yo dejamos de hablar unos segundos para poder pintar la parte inferior de mi ojo.
-¿En qué sentido? -río-. Más bien, ¿en qué dimensión?
-Ja-ja, muy gracioso -dice sarcástica-. Al menos ha dejado de seguir esos malos pasos.
-Por favor -pongo los ojos en blanco-. Si se tratara de alguien más lo creería. De él, no.
-No tengo por qué insistir -se encoge de hombros y me da vuelta en la silla-. ¿Y bien? ¿Te gusta el rubio?
-No necesita preguntar -pongo mis manos sobre las suyas-. Usted siempre hace un excelente trabajo.
-Gracias cariño -me da un suave apretón y se aleja cuando alguien me llama.
Me levanto y sigo a aquella joven con una camiseta negra y unas letras blancas que me indican que es del staff.
-El famoso Minho -ruedo los ojos y me volteo ante la voz de mi enemigo.
-El sobrevalorado Taemin -me cruzo de brazos y lo miro con desprecio.
-No lo niego -sonríe y se acerca a mí-. Ellos tienen razones para tratarme mejor que a ti.
-¡Já! Has estado leyendo demasiados libros de ciencia ficción, querido.
No dejo que me responda y me giro para seguir mi camino.
-Siéntese en ese mueble -me indica la joven. Hago lo que me dice.
-Eres bastante halagado y buscado -poso mis ojos en el que parece ser el fotógrafo-, o bueno...eso es lo que me han dicho.
-Pues no son rumores -me echo hacia atrás y levanto una pierna en el mueble-. Yo hago mi trabajo en serio.
-Espero lo demuestres -chasquea sus dedos y de inmediato las luces blancas se encienden a mi alrededor.
Pongo mi mano en mi boca y "caliento" mi mirada, dejándola fija en la cámara. Sólo muevo un poco mi cabeza hacia un lado para que otro flash llegue.
-Lo haces bien -comenta el fotógrafo luego de dos horas en que me mantuve girando mi cabeza.
-¿Ya acabamos? -pregunto ignorando su comentario.
-Sí ya -suelta una pequeña carcajada. ¿Qué es tan gracioso?
-Bien. Este tinte falso me pica -me pongo de pie.
Mis ojos se abren en sorpresa cuando la veo a ella parada en medio de la sala hablando con Taemin.
¿Qué hace ella aquí?
¿Por qué habla con ese idiota?
Decidido voy hasta ellos apretando los puños a mis costados. Me paro detrás de él y le sonrío a ella. Se sonroja, abre y cierra la boca y Taemin se gira. Frunce el ceño y me fulmina. No literal, claro.
-Hola de nuevo -no obstante, lo hago a un lado con un empujón y agarro la mano de ella. Se la ve tan bonita.
Lleva un vestido gris y por debajo tiene una camisa blanca. Un pequeño broche levanta su flequillo sutilmente.
-H-hola -tira de su mano soltándose de mí.
Me mira el pecho como si eso fuera lo más interesante del mundo, así que flexiono mis rodillas poniéndome a su altura.
Es tan pequeña.
-¿Buscas a alguien? -levanto mi mano para tocarla pero el imbécil se pone en medio.
-La asustas -me pongo recto. Lo aparto nuevamente.
-Taemin...-empieza con su voz suave-. ¿Dónde está mi mamá?
-Ella...
-¡Kibum! -dirijo mi atención hacia la señora Kim que corre en nuestra dirección.
-¿Kibum? -repito confuso.
-¡Dios! -llega hasta nosotros agitada-. ¿Por qué no me llamaste?
-Lo hice varias veces pero no respondiste -me sorprendo cuando su voz se engrosa. No pierde ese tono suave pero es como la de...un hombre.
-Kibum debes comprender que tu madre estaba ocupada -dice Taemin poniendo una mano en su hombro.
-Quítate -se sacude y me mira a mí-. ¿Eres el tal Minho?
Arrugo el entrecejo por dos razones.
Primera: su forma de mirarme no me gusta, para nada.
Segunda: la duda sobre cómo un chico puede ser tan lindo como una chica con vestido.
-Sí, soy yo ¿por qué?
-Nada -niega con desinterés-. Mamá. ¿Por qué estoy aquí?
-Hoy voy a llegar tarde a casa y no quería que te quedaras solo -acaricia su mejilla con delicadeza.
Nuevamente Kibum se sonroja, un atisbo de sonrisa aparece antes de alejarse de su mamá.
-Me hubiera quedado con Woohyun -se quita el broche, recoge los mechones que se salieron y se lo vuelve a poner dejando su frente libre.
-No -es la primera vez que veo ser a la señora Kim ser tan fuerte-. Te quedas aquí y punto.
-Pero mamá...
-Minnie -me tenso cuando me llama de repente. Ella es la única mujer que logra ponerme así. Bueno, mi abuela también puede.
-Dígame.
-¿Podrías cuidar a Kibum? -me toca el brazo-. Te pagaré.
-Claro.
-¿Qué? ¡No! ¡Mamá! -se queja y mira a Taemin quien ha permanecido callado todo el tiempo-. ¡Di algo!
-Señora Kim, puedo cuidarlo yo.
-Sí, eso. Hazle caso, mamá.
-No. Lo siento Taemin pero tú eres muy lindo con Kibum y él hará lo que le dé la gana.
-¡Mamá!
-Espero te comportes -lo apunta con su dedo como suele hacer conmigo y se va con Taemin. Miro sus espaldas hasta que desaparecen dentro de los camerino para después mirar a Kibum que parece querer asesinarme.
-¿Qué?
-Eres un idiota -golpea el suelo con su pie y se voltea.
De eso nada.
-Eschúchame mocoso -lo agarro del brazo y tiro de él-. No sé quién demonios te crees pero creeme no dudaré en darte un par de nalgadas para su te comportes.
-Oh -ríe sarcástico-. ¿Me parece o realmente eras tú quien parecía querer besarme y que vayamos a otro lado? -Sonrío burlón. Tiro nuevamente de su brazo y lo empotro contra una pared en donde nadie pueda vernos.
-De acuerdo -paso una pierna entre las suyas para abrirlas. La saco y pego mi miembro al suyo. Se sonroja violentamente-. Por mí te violo ahora mismo. Me da igual que seas un maldito travesti.
-T-te denunciaré -murmura respirando con dificultad.
-No, no lo harás -acerco nuestros rostros hasta dejar nuestros labios a escasos centímetros de tocarse-. Te gustará tanto que me pedirás que te la meta una -me empujo contra su miembro-, y otra -vuelvo a embestir-, y otra -se muerde el labio-, y otra vez -siento mi miembro endurecerse al igual que el suyo-. Deja de actuar como un engreído.
Lo empujo de los hombros y lo dejo ahí con el vestido ligeramente alzado.
-Por cierto -relamo mis labios-, bonita lencería.
Sus ojos se abren como platos; reacciona de inmediato y se baja la falda del vestido.
-¿Tienes hambre? -asiente cabizbajo.
Le hago una seña con la cabeza para que me siga y él lo hace sumisamente.
«¿No te recuerda a alguien?»
Aquella voz que solía aparecer en mi cabeza, retumbó dentro de mí.
«Es igual a ti...»
-No, no somos iguales -gruño golpeando ligeramente mi cabeza.
-¿Q-qué? -lo miro de reojo y nieto con mi cabeza.
-Nada.
Caminamos hasta el ascensor, entramos, pulso el botón que marca el número trece y sonrío cuando veo que se pone a la otra esquina.
-Tengo ganas de besarte desde la mañana -confieso dando dos pasos hasta quedar frente a él. No dice nada, tampoco me mira. Por eso pongo dos dedos debajo de su barbilla y la levanto.
-Le dije a tu madre que no me metería contigo pero -rozo nuestras narices. Sus mejillas vuelven a estar muy rojas-, no creo que pase algo mientras no se entere, ¿no?
-T-tienes razón -mira fijamente mis labios y se muerde los suyos.
-Tranquilo -alboroto su cabello y vuelvo a la otra esquina-. No beso vírgenes.
-¡¿Qué te asegura que lo soy?! -grita enojado.
-Aún apestas a leche materna -me burlo.
-E-eres un idiota -susurra con los ojos cristalizados
-¿Acaso quieres que te bese de verdad?
-Yo...
-Está bien. Lo haré -agarro su muñeca, lo arraigo a mí y paso la punta de mi lengua por su labio superior.
-¿Qué...? -no lo dejo hablar.
Muerdo su labio inferior esta vez. Suelta un quejido y aprovecho para meter mi lengua para tocar la suya que a pesar de esconderse tímida, logro chuparla. Ladeó mi cabeza, sus ojos se cierran y sus dedos se apretan en mi camiseta. Muevo mis labios sobre los suyos un poco, escasos segundos y lo empujo lejos con expresión neutra.
-¿Ves? Eres igual que todos -las puertas se abren, lo cojo nuevamente de la muñeca y lo saco.
-Te odio...
-Ya. Has herido mi corazón -finjo dolor poniendo una mano en mi pecho.
Abro la habitación y encuentro todas mis cosas ahí. Suelto a Kibum, me saco la ropa que debo devolver quedándome en ropa interior.
-¿P-por qué te desvistes frente a mí? -tartamudea nervioso. Lo veo y río al notar como cubre su rostro con sus manos.
-¿Nunca has visto una erección? -camino hasta él con tranquilidad.
-Aléjate -él retrocede tanto que acaba cayendo en la cama.
-¿Y si no quiero?
-Gritaré...
-Lo harás pero de placer.
-Por favor.
-¿Por favor qué? ¿Quieres que te dé duro? -me detengo frente a él. Pongo mi mano en su cabeza y acaricio su cabello.
-Aléjate -repite sollozando.
-Tsk. Aburrido -quito mi mano y doy media vuelta para ir al baño-. Supongo que hay comida en la refrigeradora y si no quieres, ordena pizza.
Me meto a la ducha y abro el grifo. Suspiro por lo bien que se siente. Tomo el gel de channel y lo pongo en la esponja.
-Bien hecho, Onew -sonrío al sentir el aroma a fresas inundar mis fosas nasales.
Bajo mi cabeza y veo el agua debajo de mis pies de color café por el tinte. Lo enjuago por completo hasta que queda plateado como antes y salgo de la ducha. Enrollo una toalla en mi cintura y con otra me seco todo el cuerpo.
Voy a la habitación y la imagen que me encuentro hace que mi miembro se remueva. Kibum está en la cama acostado con la televisión encendida comiendo pizza y con el vestido tan levantado que logro ver aquella ropa interior de encaje al igual que sus bonitas medias que le llegan a medio muslo.
-Y así no quieres que te viole -digo para mí mismo desviando mis ojos.
Iba a ser difícil mantener mis manos quietas.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top