Estaba a punto de cruzar la calle cuando sintió un tirón en su cintura y unos brazos que lo hicieron retroceder. El silbido del auto pasó a escasos centímetros de su cuerpo.

Casi muere atropellado.

—Wow—Tsuna jadeó—. No lo vi.

—Por poco.

—Gracias. Me salvaste la vida.

Se giró apenas para intentar sonreír a pesar del susto.

—¿Cómo puedo agradecerte?

—Eh... —el azabache se acercó—. ¿Te gustaría acompañarme a un motel?

Tsuna empujó al desconocido y se alejó.

—¡Ni siquiera te conozco!

—Tú lo ofreciste.

—A lo mucho quise invitarte un café en agradecimiento.

—Me sirve.

—Ya me estoy arrepintiendo.

—Eres muy hermoso como para ser tan despistado y cruzar la calle de forma suicida.

—Solo vamos por tu café y finges que nada pasó.

Reborn solo sonrió, y Tsuna suspiró.