66.


—Así que cuando me conociste al entrar a mi cafetería era... para robarme.

—No te robé el dinero, pero sí el corazón.

Reborn sonrió.

—Eres un bandido muy atrevido.

—Eso te gusta.

—Ay por dios... Heredé los gustos de mamá —el castaño se frotó el rostro.

—Tu madre tiene buen gusto.

—Mi padre es un idiota y asumo que tú igual —lo miró un ratito—. Pero voy a corregir esto.

—No tienes que alterarte.

—Terminamos... —dijo fríamente—. No quiero involucrarme con un delincuente.

—No juegues, Tsuna.

—No lo hago.

—Espera... Estás...

—¡Fuera de mi negocio! No quiero problemas. Suficiente tengo con mi padre, no quiero otro de ese tipo en mi vida.

—Tsuna.

—¡Largo!

Y lo echaron, sin que Reborn pudiese decirle que fue broma... Mentirle, aunque sea... Y ahora fue botado como a cualquier idiota.

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