61.


—¿Qué haces, Tsuna?

—Un regalo —sonrió.

—¿Para Reborn? ¿Por qué? Hasta donde sé, no se lo merece.

—Bueno... Tienes razón, Lambo... Pero hoy recordé que Reborn me contó que nunca había recibido flores y quise darle un detalle.

—Miente.

—¿Por qué lo dices?

—Hace dos semanas llegó un arreglo de flores muy bonito con dedicatoria para Reborn. Lo mandaba una admiradora.

—Ese idiota me mintió.

—Yo de ti lo envío a un internado en Noruega.

—No es mala idea.

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