—Por fin te encontré.

Se enfrentó al aquel castaño escurridizo, lo miró fijamente, casi sin pestañear siquiera. Porque había sido tan difícil.

—Wow... —Tsuna miró al individuo frente a él—. ¿Qué hace aquí, Reborn?

—¡¿Cómo preguntas eso?! —se acercó furioso—. Llevo buscándote dos años, seis meses y doce días.

—¿Por qué me buscaba?

—¡Te fuiste!

—Yo no tenía nada más que hacer allí —lo miró confundido.

—¡Deja de fingir que escapaste de mí!

Tsuna entonces suspiró y ahogando la pena que lo hacía sufrir desde hace tanto, le dio frente a aquel que fue su amor silencioso.

—Reborn... Tú te casaste... ¿Qué creías que iba a hacer? ¿Quedarme a ver cómo eras feliz con otra persona?

Reborn se mordió el labio inferior, porque no podía replicarle.

—¿Por qué no dijiste algo y luchaste por...?

—Yo no podía pelear por algo que no existía... Tú me rechazaste en primer lugar, y recalcaste que alguien como yo no tenía nada que ofrecer a alguien de estatus como tú.

—Yo...

—Vuelve con tu esposa, Reborn. Sé feliz con tu familia perfecta y deja que yo siga con mi vida —se tragó la amargura y brindó una sonrisa entristecida—. Es lo mejor... Ahora tienes todo lo que querías... y eso no me incluye.

—Tsunayoshi.

—Con permiso, debo seguir con mis labores, señor Reborn.