CAPITULO 2
CAPITULO 2
Los seguidores del malvado M habían logrado entrar a reino de los minimoys, comenzando hacer disturbio entre la gente y destruyendo lo que se les cruzara enfrente. Selenia junto con Aster tomaron diferente camino al de Arthur, corriendo hacia el rey para evitar que algo le ocurriera durante la pelea. Aster con su arco traba de derribar al que se atreviera acercarse a ellos.
-¡Corre padre! -grito Selenia frente al castillo.
-¡Ya voy!
Un sonido agudo llamo la atención de ambos jóvenes, voltearon hacia arriba encontrándose como aquellos seguidores oscuros lanzándoles explosivos que ocasionaron un temblor en el suelo y haciendo caer al rey desde lo alto, revelando su verdadera estatura.
-¡Que bueno que baje! -se reincorporo rápidamente-. Necesitaba estirar las piernas un poco...
-¡Padre! No es el momento y cúbrete ahora -exclamo la pelirroja antes de separarse de el.
-Eso ni pensarlo -negó-. Un rey siempre debe luchar con su gente y yo seré el ultimo que se escon...
Durante el discurso del mayor, Aster le señalo a la gran criatura que ayudaba al rey con su estatura para que este pudiera esconderse con él. Con un asentimiento de cabeza, tomo al mayor en sus grandes manos y se lo llevo a pesar de la negación de este.
-¡Entren al castillo! -grito el rubio disparando una flecha-. ¡Deprisa!
Una flecha dio justo en el blanco de un mosquito haciéndolo caer junto con su jinete. Cuando al fin vio como los pocos ciudadanos habían logrado entrar al castillo, Aster se emprendió camino para buscar a los jóvenes príncipes, pero una fuerte explosión que detono justo detrás de el ocasionaron que saliera volando.
-Odio a los mosquitos...-se quejó- ¿Beta?
-¡Aster!
A unos metros de él, pudo divisar como el joven pelirrojo se encontraba corriendo hacia el rubio con dos pequeñas jaulas en manos. Aster se levantó rápidamente al divisar lo que tenia en manos el príncipe.
-¡Necesito tu ayuda! -pidió Beta cansado-. Muy bien mis avecitas es hora de demostrar que se aman uno al otro. Toma, Ast.
-¿En serio lo harás? -dijo con preocupación mientras sostenía la otra jaula.
-¡Por supuesto! Los necesitamos justo ahora. Pero primero, les dejaremos darse un beso final.
-Debes estar bromeando.
-Sin pena, Ast.
El rubio rodo los ojos para después ambos comenzar acercar ambas jaulas, pero aquellos animales rápidamente se sostuvieron con fuerza sin perder ninguna oportunidad de separarse. Ambos chicos jalaron con fuerza cayendo al suelo al instante, pero logrando separarlos.
-¡Cuando suene el silbato tienes que soltar a tu Romeo para que vuelta con su Julieta! -grito mientras se alejaba del rubio.
-¡Espero que sepas lo que haces!
Aster rápidamente se tuvo que agachar cuando diviso a varios de las criaturas volando por encima de él.
-Y yo que creí que sería una ceremonia tranquila.
Con una soga se amarro la jaula en su cintura para luego volver a tomar su arma y comenzar a correr hacia los mosquitos que volaban a toda velocidad. Justo cuando tenía en la mira a uno, sintió como lo tomaron bruscamente y comenzaran a separarlo del suelo.
-¡Te tengo! El jefe estará muy complacido.
Justo cuando Aster estaba a punto de golpearlo, enfoco su vista atrás del insecto y le mostro una sonrisa.
-A tu izquierda.
-¿Qué dices...? -quiso preguntar, pero fue interrumpido por un fuerte golpe recibido por otro mosquito que al parecer había perdido a su jinete y se encontraba con problemas de volar.
Aster voló rápidamente lejos de ellos para evitar ser parte del gran choque de ambos insectos.
-Eso fue poner la basura en su lugar -celebro al verlos caer. Un sonido peculiar del silbato llamo su atención, así que agarro la jaula donde se encontraba la pequeña criatura blanca que había entrado en desesperación al escuchar aquel sonido-. Creo que es hora de volver con Julieta.
Cuando por fin la abrió, aquella bola blanca no dudo en emprender vuelo rápidamente, comenzando a llamar la atención de los mosquitos que no dudaron en ir tras el. Aster comenzó a volar en dirección hacia Selenia y el rey al momento en que los diviso frente a la entrada del castillo.
-¡Aster!
Selenia comenzó hacer movimientos extraños con sus brazos, parecía querer decirle algo.
-¡Selenia!
Justo cuando estaba más cercas de la joven princesa, por fin pudo escuchar mejor lo que trataba de decirle.
-¡Cuidado!
-¿Pero qué...?
No tuvo tiempo de reaccionar cuando de un momento a otro un joven Arthur se encontraba colgado de sus piernas, ocasionando que volar se le dificultara por el peso de más.
-¡¿Pero qué crees haces?! -exclamo Aster desesperado tratando de aletear lo más que podía.
-¡No tengo idea! -soltó Arthur aferrándose como podía.
Aunque el peliblanco le estaba dificultando su vuelo, tampoco pensaba dejarlo caer a tan altas alturas. Trato como pudo llegar hasta una zona segura para aterrizar, pero los constantes movimientos de Arthur y sumando el peso, si lograba aterrizar, solamente les causaría daño a ambos. Sus pensamientos fueron interrumpidos debido a un fuerte golpe contra una pared de metal, esto no estaba aquí, pensó el rubio. Ambos habían terminado chocando contra el metal para luego caer al suelo adoloridos.
-Supongo que aterrizar así fue por parte de tu plan -hablo Aster mientras se levantaba del suelo adolorido.
-Ni lo digas, creo que fue un mejor aterrizaje de lo que creí -sonrió Arthur hacia el rubio, quien no dudo en extender su mano para ayudarlo a levantarse. El peliblanco tomo esta con un ligero cosquilleo en el estómago, pero que decidió ignorar.
Sin embargo, al momento en que Arthur se levantó, tuvo que sostener una rama para lograr mantenerse de pie. Aster no pudo evitar reírse un poco al ver como las piernas del chico estaban temblando como gelatina.
-¿Estas bien Aster? -grito Betameche corriendo hacia ellos.
-Tranquilo, estoy bien. Algo adolorido, pero nada roto -sonrió el rubio hacia el pequeño quien soltó un suspiro de alivio.
-¿Y tú, Arthur? ¿Te lastimaron? -pregunto Beta a Arthur.
-No lo sé -dijo entre quejidos-. No siento mis pompitas.
El joven pelirrojo no dudo en soltar una carcajada al escucharlo. Pero ambos se callaron al momento de la llegada de la princesa.
-Tengo una duda ¿Dónde aprendiste a volar así? -pregunto Selenia.
Arthur volteo hacia ambos Minimoys extrañado.
-Manejando con mi abuelo -le respondió.
-¡Ja! Con razón -soltó con ironía y se alejó de ellos sin antes tomar del brazo al joven rubio que le dedico una mirada de disculpa al peliblanco.
-¡Muy bien! Entonces a levantar el ánimo -exclamo el rey con alegría-. Lo que empieza bien, termina bien.
Pero un sonido puso en alerta a Aster. Con un movimiento rápido apunto y disparo varias flechas detrás de él, haciendo que todos voltearan sorprendidos.
-Princesa Selenia y Aster, el amo desea verlos. Vengan con nosotros y no sufrirán ningún daño -ordeno la criatura.
-Vengan por nosotros sí pueden -dijeron ambos en posición de batalla.
-No será ningún problema.
Rápidamente Arthur se colocó frente a ambos con un palo en mano.
-¿Cuatro hombres contra una mujer y un chico? No me parece justo ¡a ver, métanse conmigo! -exclamo con firmeza.
-Si así lo quieres.
-¡Larga vida al rey! -grito Selenia.
Selenia comenzó a dar pelea contra dos de las criaturas oscuras, tanto entrenamiento parecía a ver valido la pena, puesto que, ninguno de ellos parecía estar a su altura. En cambio, Aster se colocó frente a Arthur al ver como una criatura le había roto sin problemas su pequeño palo de madera, alarmando por completo al peliblanco y dejándolo indefenso.
-¡Espero tengas un plan! -exclamo Aster con voz agitada al esquivar los golpes.
-Amm...
-¿¡No tienes un plan!?
-Pues no, lo formo dada la situación -dijo apenado- ¡Cuidado!
Al parecer Aster había bajado la guardia que no había logrado sentir como uno de ellos estaba a punto de atacarlo por la espalda, pero Arthur se interpuso en medio recibiendo el golpe mandándolo lejos hasta chocar contra una piedra.
-¡Arthur!
El rubio quiso volar tras él, pero un golpe por parte de su contrincante lo mando al suelo, siendo amenazado con su espada apunta del cuello. Levanto un poco la mirada y pudo notar como Selenia también se encontraba acorralada en el suelo. Estaban perdiendo y si no hacía algo pronto, se llevarían a la princesa frente a sus ojos junto con él, era lo que menos quería en este mundo, poner a sus seres queridos en manos de aquel despreciable ser. Un fuerte destello interrumpió sus pensamientos, pero a la vez asombrándolo al instante cuando recordó lo que significaba aquella luz. La espada había encontrado a su dueño.
-La espada... -murmuro Aster asombrado.
-Muy bien. Ahora de rodillas y supliquen el perdón del gran guardián junto a la princesa Selenia –exclamo Arthur amenazante.
Ambas criaturas se miraron por uno momentos antes de correr en su dirección dispuesto atacarlo, pero el peliblanco actuó rápido y en un ágil movimiento mando las armas de estos fuera de sus manos para terminar con un golpe en las rodillas de estos, ocasionando que ambos cayeran al suelo.
-He dicho...de rodillas.
Selenia y Aster comenzaron acercarse ante las criaturas caídas.
-Perdónenos –murmuro uno con molestia.
-Creo que nadie te ha escuchado –soltó Beta con gracia.
-Os suplico que nos perdonen de verdad.
La joven princesa solamente se dedicó a cruzarse de brazos molesta, en cambio Aster, soltó un suspiro y asintió sin más.
-Lo voy a pensar –exclamo Selenia a la vez que se alejó de ellos.
El peliblanco se sorprendió ante la respuesta de la pelirroja viendo como esta se alejaba de ellos, en cambio, Aster y Beta solo negaron ante lo dicho por ella. El rubio no dudo en ir tras la princesa.
-No veo la necesidad de que el este aquí, podría a verlo hecho yo igual.
-Tienes que admitir que fue muy heroico de su parte –opino- además, comprende, necesitaremos toda la ayuda posible si es verdad que nuestro mundo está en un gran peligro.
-Y él nos ayudara con sus dos milímetros ¿no es así? –soltó con sarcasmo cruzando ambos brazos.
-Selenia, te recuerdo que nosotros también medimos lo mismo y aun así, pensamos pelear en esta guerra –le recordó Aster con seriedad. Tenía que admitir que a veces la actitud de la pelirroja no le gustaba- ¿podrías al menor...tratar?
Selenia volteo a verlo con el ceño fruncido, Aster solo se limitó a darle una pequeña sonrisa. Un suspiro de resignación salió de los labios de la princesa, eran raras las veces que el rubio le pedía algo, así que no podía negarse y más cuando le hacía aquella cara.
-¡Arthur el héroe!
Betameche comenzó alabar al peliblanco con alegría y emoción, incitando que los demás ciudadanos se unieran a su celebración para después comenzar a rodear al nuevo héroe de su pueblo. Aster y Selenia se acercaron al rey que ya se sentado en su trono admirando la celebración con una sonrisa.
-Padre, ahora que la espada mágica ha sido liberada tenemos que actuar –murmuro sin siquiera dirigirle la mirada- pido tu permiso para Aster y yo podamos continuar con la misión.
El viejo rey soltó un suspiro de resignación.
-Por desgracia, estoy de acuerdo contigo mi niña, pero tengo que insistir en una condición.
-¿Y cuál es esa condición? –pregunto Aster.
-El joven Arthur es valiente y de corazón puro –dijo mirando a ambos- ira con ustedes.
Selenia soltó un chasquido ante la petición.
-Seguiremos su deseo, majestad.
Aster dirigió su vista hacia la princesa, pero esta solamente mantenía su ceño fruncido ante la petición de su padre, el rubio simplemente negó ante su actitud, así que volvió su vista al frente donde diviso como el joven peliblanco era felicitado con alegría por todos, pero a pesar de estar rodeado de gente, pudo conectar su mirada con la Aster.
Es un poco extraño. Pensó.
Cuando diviso la mirada de Arthur en él pudo notar como este comenzaba a sonreír de una forma tímida, acción que le pareció agradable a cierto minimoy con alas. Con un porte elegante, hizo una pequeña reverencia hacia el peliblanco que, al verlo hacer eso, soltó una risa nerviosa que fue contagiada por el rubio. Sin saber que un pequeño brillo estaba comenzando a deslumbrar entre ellos.
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-¿Seguro que no se te olvido nada? –pregunto por última vez el guardia.
-Seguro. Ya suéltenme.
Después de lo dicho, la gran mochila que tenía Beta en su espalda lo hizo caer hacia atrás por el peso de esta. Aster rápidamente voló para lograr ayudarlo a ponerse de pie.
-¿De verdad debemos de llevarlo con nosotros? –bufo Selenia.
-Tu hermano aún puede ser joven, pero un día tendrá que salir solo él y que mejor que ahora para lograr conocer mejor el exterior.
-Además –intervino el rubio al terminar de poner de pie al pelirrojo- sus inventos nos pueden ser muy útiles en alguna emergencia.
Selenia rodo los ojos y emprendió camino hacia el túnel. El mayor aparto al rubio un poco de todos para lograr que su conversación fuera discreta.
-Aster, sé que has hecho mucho por nosotros desde que llegaste y te agradeceré siempre por proteger a mis hijos, pero esta petición, no la hago como un rey, te lo pido como un padre que se preocupa –hizo una pausa antes de continuar- cuídalos demasiado.
Aquella petición le tomó por sorpresa a Aster, aquel rey carismático que siempre tomaba todo a juego, ahora le estaba pidiendo un gran favor, podía sentir el gran peso que conllevaba aquella petición, pero sin dudarlo, acepto.
-No debe preocuparse, lo haría aunque no me lo pidiera.
El rey le palmeo el hombro en agradecimiento para después alejarse de él. Aster se encamino junto a Selenia.
-Vamos gran héroe –soltó Aster divertido.
-¿eh? ¡Ah! Si, si –reacciono Arthur avergonzando.
-¡Espérenme! –grito Beta corriendo tras ellos.
El trio de minimoys comenzó su camino dentro del túnel mientras que el rey y el consejero los veían partir con preocupación.
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