[04]

–¡¿En serio, Deku?! ¡No puedo creer que a tu edad hagas estas cosas tan patéticas!— regañaba más que molesto a un pequeño izuku que trataba de fundirse con la pared en un rincón del cuarto. Resulta ser que, el sueño de las vacaciones nadando en la playa por poco y se hace realidad. Cuando despertó sintió la cama y las colchas húmedas. Luego comprendió que aquello no era agua.— ¡¿Por qué no me despertaste para ir al baño?! ¡¿O estás muerto y no sientes?! ¡Ahora hay que cambiar la cama, y más te vale que esta mancha desaparezca!–

Izuku no se atrevía  a mirarle a la cara, ni hacía esfuerzo por defenderse, pues sabía que era su culpa. Por sus mejillas bajaban gruesas lágrimas y leves hipidos escapaban de sus labios con aflicción.

—Voy a preparar el baño, espera aquí—ya con un tono de voz más relajado, pero igual molesto por despertar entre líquidos de procedencia antihigiénica, se marchó de ahí dando un cerrón a la puerta.

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—Ese mocoso—murmuraba Katsuki con el entrecejo fruncido mientras prepara las cosas de baño y abre la llave del agua caliente, haciendo que el cuarto se llenara de vapor.— ¡Deku, ya está lista el agua!- llama, pero no recibe respuesta—¡¿No oyes, mocoso?! ¡Ven a bañarte!— nada—. Ahora que lo pienso hay demasiado silencio...— se levanta del banco y sale del baño con una mala corazonada.

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—¿Dónde se metió?—su duda se vio aclarada cuando unos extraños ruidos provenientes del cuarto de lavado llegaron hasta sus oídos.

Con temor se acercó a la puerta, observando el agua salir desde la ranura, como si eso no fuera mala señal, al abrirla casi le da un infarto al ver en medio de un mar de espuma a un pequeño y empapado Midoriya, desesperado por no poder detener la máquina que seguía fabricando burbujas.

—¡¿Pero qué demonios, Deku?!

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Después de limpiar todo ese desastre, y de darle un baño caliente al pequeño que tiritaba de frío, tratando de explicar la situación entre lamentables hipidos; se encontró con que tenía fiebre.

—38.5—murmura al ver el termómetro. No sabía si el resfrío era causa suya por haberle gritado o por mantenerse empapado en plena mañana.—Duerme un rato. Te traeré algo caliente para comer—

—K-Kacchan...— llama Izuku con voz rota, sorbiendo de su roja nariz–, perdón por mojar la cama, y por arruinar tu lavadora–decía bajito mientras jugaba con las sábanas.

Algo en la conciencia de Katsuki se removió. Sintió pena por el pequeño de ojos llorosos, y comprendió que quizá se excedió con ese regaño en la mañana. Necesitaba tenerle paciencia. Justo ahora tenía delante a un niño de 4 años, uno que podría brindarle de manera simbólica una cura a esa herida abierta.

—No te preocupes. Perdón por gritarte. Las cobijas se pueden lavar, y la lavadora reemplazarce. Pero solo tengo un Deku y a ti no te puedo reemplazar jamás —acaricia los verdosos cabellos del niño en un torpe intento de consuelo, que al parecer funciona, puesto que logra tranquilizarse.—Duerme—susurra y deja un beso sobre su frente.

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Izuku se encontraba mejor, y para hacer las pases Katsuki decidió llevarlo al parque, eso y tampoco es que hubiera mucho qué hacer en casa.
Había poca gente esa tarde. Podría tener algo de tiempo para él en lo que Izuku jugaba, últimamente el pequeño había estado bajo mucho estrés y hasta se había enfermado. Bakugo tenía qué tomarse más en serio esta misión.

Su tranquila tarde se vio afectada por el llanto de un mocoso. Levantó la vista del periódico que leía y un instinto de madre furiosa y preocupona lo invadió al ver que el mocoso llorón era suyo. Su sangre se volvió ácido al percatarse del motivo del llanto: dos chamacos abusivos lo estaban molestando.

–¿Qué es esa ropa tan tonta?, ¿Eres retrasado?

—No...

—¿Ah? Habla más fuerte, no te escucho. ¿Ni siquiera puedes hablar bien? No cabe duda de que eres un tonto. ¡Tonto, tonto, tonto!

Se había tropezando con uno de ellos y eso fue motivo suficiente para desatar su molestia.
De un solo empujón lo hicieron caer a la caja de arena, y como si no fuese suficiente con eso, derramaron parte de ella sobre la cabeza del pequeño que no hacía más que llorar.

—¿Qué creen que hacen, malditos mocosos?— aparece Katsuki con un tic nervioso en el ojo, como un demonio surgiendo de las profundidades del averno para tragarse su alma. La mirada sombría fue quizá lo que asustó más al par de niños—. Si no se disculpan ahora los haré tragar tierra hasta que exploten—amenaza cegado por el enojo, haciendo salir pequeñas explosiones de las palmas de sus manos.

Lejos de escuchar una disculpa, los niños rompieron en llanto, alertando a su madre, quién llegó al instante; una señora regordeta con cara de pocos amigos se acercó a defender a sus hijos.

—¿Pero qué hace, pervertido?, ¿Por qué hace llorar a mis niños? Mi esposo es policía y no tardará en venir a darle su merecido— sin necesidad de contexto, la señora dio por hecho que su pequeños eran las víctimas.

—¡Mamá, este anciano nos amenazó con quemarnos hasta morir!—alegó uno, causando una mueca de horror en su madre.

—¡Dios!

–¡¿AAAH?! ¿Pero de qué mierda hablas pequeña escoria?

—¡No le hable así a mi hijo!

—¡Su sabandija miente, yo jamás dije que los quemaría, dije que los haría tragar tierra hasta que explotaran!

—¡Si cree usted que con eso se ayuda está muy equivocado!–exclama ella con indignación.

—Y si usted cree que ayuda a sus mocosos defendiendolos a capa y espada sin saber que son unos vandalos, está muy equivocada. En unos años tendrá qué abogar por ellos en una corte—Advierte sin remordimiento alguno. Ayuda a levantar a su pequeño Deku, le sacude la ropa y le limpia las lágrimas con delicadeza para después tomarlo en brazos y largarse de allí sin esperar contestación de la perpleja señora que le observa con desagrado y la boca abierta en una "O".

Katsuki sabe que su forma de arreglar las cosas no ha sido la correcta, y que si esa señora llega a reconocerle tendrá serios problemas, incluso podían despedirlo si esto se extendiera a más, quedando su reputación de héroe arruinada, pero pese a eso, no se arrepentía. Ganas le daban de chanclear a ese par de revoltosos, pero no podía...ese día llevaba zapatos, no chanclas.

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