Una noche loca. (P-1)
Sin duda esto fue lo más extraño que me ha pasado en la vida.
Allí estaba yo, Luz Noceda, una chica como cualquier otra disfrutando de una buena cerveza bien helada en un bar algo lúgubre que se encontraba en el centro de la ciudad observando el lugar con detenimiento. Viendo cómo cada una de las personas que estaban tenían mejor vida que yo. Que fortuna los demás y desgracia para mi.
Seguí bebiendo más cervezas, ahora había un partido de fútbol en la tv, algo que no me interesaba debido a que no era fan de ese deporte pero he de admitir que se dan unas buenas tacleadas y eso podría ayudarme en mis batallas callejeras. Me pregunto cuánto entrenamiento harán para tener esa resistencia y fuerza, que envidia pensé.
Al parecer eso era lo único que me acordé porque vaya sorpresa que me llevé al despertar al día siguiente. Estaba en un lugar extraño, parecía una cabaña y a mi lado se encontraba una chica de tez blanca y cabello castaño esposada a mi. Al despertar la chica se sorprendió al verme y nos dimos cuenta que no teníamos ropa las dos. Comenzó a decirme de cosas, con insultos y golpes incluidos pero al ver que igual estaba en la misma situación pareció calmarse un poco pero aún sentía desconfianza hacia mi lo cual es natural ya que es la primera vez que nos vemos.
Fue imposible levantarse y buscar nuestras pertenencias por dos motivos. El primero es que no nos poníamos de acuerdo a que lado ir y no podíamos mirarnos por como estábamos y el segundo es que habían tantas cosas tiradas como si algún tornado hubiera arrasado ese lugar.
Como ya quería salir y averiguar todo ese asunto le dije que primero busque sus cosas, con mi ayuda para que sea más rápido cosa que aceptó en segundos aunque no de una buena manera. Tardamos varios minutos en encontrar nuestras prendas. Debido a las esposas tuvimos que romper nuestras ropas para que nos pudiéramos vestir, ella desgarró sus finas ropas del lado derecho y yo las del lado izquierdo.
Intenté presentarme con ella tratando de sonreír, como mi madrecita que se encuentra en el cielo solía decir "Los modales son lo que hacen a una persona agradable, por eso siempre hay que tenerlos en cuenta aunque te esté llevando a la ch***ada".
La chica me miró y tardó unos segundos en decirme su nombre.
Amity Blight. Aquel apellido que había escuchado una vez en las noticias. Habían ganado un premio pero no le presté la debida atención por estar preparándome para ir al infierno digo a mi empleo en una cafetería. Y su nombre era algo inusual pero bonito.
Juntas salimos de ese desabrido lugar. Me di cuenta que estábamos en un bosque. Tenia hambre y resaca pero la curiosidad me mataba y creo pensar que Amity sentia lo mismo que yo.
Caminamos sin rumbo hasta llegar a un riachuelo. Al menos el agua calmará por un momento el sonido que emitía mis tripas por falta de alimento. Quería dormir, mis fuerzas me abandonaron en ese instante pero ella insistía jalando la cadena de las esposas haciéndome daño. Le reclamé furiosa que me dejara descansar por no haber desayunado y al parecer comprendió.
Nos pusimos a platicar de nuestras vidas, era lo único que quedaba por hacer. Yo comencé por contarle mi vida. Vivia con mi madre hasta hace unos meses que falleció a causa de un asalto cuando iba camino a casa, el sujeto jamás lo agarraron, eso me devastó. Actualmente sigo viviendo en la misma casa con un trabajo que no me gusta, aspiro a convertirme en una gran escritora pero para ello falta mucho.
Ella me escuchó atentamente y sintió pena por mi y que si me lo proponía lo iba a lograr.
Al parecer ya tiene confianza conmigo porque comenzó a hablar sobre su vida. Me comentó que era la hija menor de su familia. Tenia dos hermanos mayores llamados Emira y Edric, ambos eran gemelos. Eran unos bromistas bribones que siempre se salían con la suya pero eran muy listos en la escuela por lo que sacaban notas sobresalientes. Ella igual era una cerebrito y sus padres la vigilaban mucho para que no se volviera como sus hermanos. Me cuenta que siente mucha presión por ello por eso cuando tiene tiempo se escabulle de las garras de sus padres para pasarla bien, a veces conducia desde su auto caro varios kilómetros para mirar el océano o simplemente iba a cualquier bar a beber algo.
Le pregunté lo que había hecho la noche anterior y ella me dijo que lo único que recordaba es que se encontraba en el bar viendo un partido de fútbol analizando las jugadas que hacían ya que le apasionaba el deporte pero eso fue lo último que había recordado hasta despertar conmigo.
Lo que me había dicho era lo mismo que recordaba la noche anterior antes de perder la memoria. Le comenté si quizás alguien podría saber lo que nos pasó. Ella sorprendida por lo que le dije asintió y nos levantamos para ir al bar.
Al parecer no es mala persona esa chica.
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