🍃Mascarada🍃
No debería creerle nada a Haru. Tonto, después de tres años de conocerlo no aprende. Sigue siendo ingenuo.
- Anímate Tobi, será algo tranquilo, necesitamos relajarnos un poco después de tanto ajetreo por las practicas. – imito a su amigo como niño de cinco años y saco la lengua a la vez que sonaba la bocina por un idiota que lo adelanto de forma imprudente.
La dirección que le dio Haru se encuentra a las afuera de la ciudad, lugar donde su familia tiene una cabaña para pasar las vacaciones de verano o celebrar algún evento privado.
Termina de comprobar que lo de la ''reunión tranquila'' era sarcasmo al llegar a la cabaña y encontrarse con una gran hilera de autos estacionados y música estruendosa.
Tobirama en el auto con los ojos cerrados y los dedos golpeando el volante al ritmo de la música, considera si debería irse o entrar. Por una parte, está seguro que se la pasara solo, aburrido y algo molesto por el volumen de la música, que, con toda seguridad, lo dejara parcialmente sordo por un tiempo. El motivo por el cual aún permanece en el estacionamiento, es la curiosidad. Se ha negado a asistir a todas las fiestas de Haru hasta la fecha y no soportara un año más de conversaciones entre sus compañeros de clases y amigos alagando al rubio por lo estupendo que se la pasaron. Quiere comprobar por sí mismo la supuesta alucinante experiencia que todos dicen experimentar, solo espera que no le salgan con LCD u otra cosa.
Decidido abre los ojos y centra su vista en la mascará sobre el asiento del copiloto, encuentra consuelo en la temática de la fiesta, pues si se le ocurre emborracharse y hacer de payaso, nadie sabrá que se trata de Senju Tobirama.
Inhala y exhala armándose de valor, convenciéndose a sí mismo de que es momento de experimentar algo nuevo, quizás le guste o no, no importa, entrara un rato a curiosear y si se siente incómodo simplemente tomara el auto e ira a buscar algo de comer antes de regresar a casa.
Del asiento del copiloto toma la máscara de un lobo blanco y se coloca sobre los hombros una estola blanca. Una vez listo, con temor y determinación sale del auto.
La ráfaga de aire gélido que lo recibe al salir del auto le eriza el bello de la nuca y a la vez le parece perfecto el clima, pues no se sofocara con el esmoquin de tono azul marino que trae puesto. Una reliquia familiar que fue confeccionado por el mejor amigo de su abuelo, un hombre con talento exquisito en el arte de la sastrería, prueba de ello, el traje que usa. Es una lástima que el sastre falleció hace cinco años, quería uno hecho a su medida, debe conformarse con heredar los de su padre y abuelo.
A medida que se acerca a la cabaña, la música se vuelve más estruendosa y las luces intensas, algo molesto a su parecer, motivo por el cual no asiste a fiestas y solo prefiere las reuniones pequeñas, discretas y con sus amigos más cercanos. En ellas todos terminan borrachos y cantando a todo pulmón rancheras, pero al menos se siente cómodo haciendo el ridículo entre amigos, y no tiene que soportar ruidos exageradamente altos y luces molestas.
En la puerta, el anfitrión se encuentra platicando con un grupo de cuatro mujeres indicándole algo entre coqueteo y toqueteos bien recibidos, Tobirama está seguro que ya tiene la conquista de esa noche. Una vez las jóvenes se retiraron camina hacia Haru, quien es el único que no lleva una máscara y su disfraz se limita a ser una imitación de vampiro a lo películas clásicas.
- ¿Tobi eres tú? ¡Que sorpresa!
- ¿Esta es tu definición de fiesta tranquila? – se queja retirándose la máscara para confirmarle su identidad a Haru.
- Es algo tranquilo, ni te imaginas como fue la del año pasado, aunque tengo esperanzas de que esta sea mejor, aún faltan personas. – la cara de horror de Tobirama es digna de una foto, por lo que no perdió tiempo en sacarle una. – anímate, bebe un poco, conoce algunas chicas, si quieres te presento algunas, y también si lo deseas, hoy vinieron algunos jóvenes de la carrera de arquitectura, hermosos. Tu escoges. – escucho horrorizado todo el discurso de Haru, mientras este lo abrazaba por un costado y lo adentraba a la casa. Quiso reclamarle, pero de un momento a otro se encontró solo a mitad de la sala, rodeado de personas con antifaces, disfraces pomposos y otros diminutos que dejan poco a la imaginación.
Entre personas bailando se abre camino hasta la barra que improvisaron en el lugar, si ya está metido ahí, al menos sacara provecho del licor gratis. Con toda seguridad al día siguiente despertara tirado en el suelo con una horrible resaca como muchos de los presentes, solo ruega que sea con toda la ropa puesta y no coja una neumonía por dormir en el jardín.
Entre trago y trago la música ya no es tan molesta, las personas bailando empiezan a difuminarse y simplemente parecen cintas al viento. Ya le está llegando. Irónicamente es un borracho feliz, abrazon y meloso, es lo que le han contado sus amigos.
Ha rechazado bailar con dos jóvenes, una conejita y Pocahontas, en esos momentos estaba aún algo sobrio y no baila sobrio. Ahora que lo piensa está lo suficientemente valiente e irracional para tirarse del techo a la piscina ¿porque no? hace calor ahí adentro.
¿Cuál será la reacción de Senju Butsuma al recibir la noticia de que su hijo se mató borracho? Lástima, no vera su rostro, en fin, parece una buena idea y no es mentira que tiene mucho calor.
Un shot más y se pone de pie, le tiemblan horrores las piernas y la cabeza le da vueltas, ríe por reír de su estado, se lo piensa mejor, antes de ir a la piscina buscara a Haru, quiere un abrazo.
- Disculpa.
- No es necesario, no vi por donde caminaba. – Tobirama tiene mal puesta la máscara, es un torpe.
- ¿bailamos? – tentador, se acomoda la máscara y por supuesto que bailara con la joven de vestido rojo y mascara de kitsune.
Tomados de la mano camina detrás de ella recriminándose por observar descaradamente la espalda baja de la joven a la vista por el magnífico escote de su vestido. Es hipnotizador el movimiento de su cuerpo entre la multitud, se le acaba de bajar un poco la borrachera de la impresión.
Han pasado horas desde que inicio la fiesta, nota algunas personas más eufóricas, otros en un estado de letargo por la borrachera, y unos en esquinas comparten besos apasionados junto a toqueteos que amenazan con deshacerse de las ropas de sus acompañantes, en la pista de baile su atención es completamente robada por la azabache que lo mantiene hipnotizado con cada movimiento de su escultural cuerpo.
Por inercia empiezan a juntarse en lo que sus manos pasean con cierto descaro en el cuerpo ajeno.
Tobirama posa una mano en el cuello de la joven y sus labios rosan el lado contrario, se sintió extasiado por el aroma que desprendía la azabache, percibiendo algo de licor en ella, nada molesto, todo indica que se encuentra más sobria que él, la verdad, un shot más y lo verían cantando rancheras en un rincón dolido por su crush de los trece años.
Ella no ha dado indicios de sentirse incomoda por su cercanía y reacciona positivamente a sus caricias ¿y si toma el atrevimiento de besarla? Tímidamente se acerca a sus labios que no están cubiertos por la máscara, siendo detenido.
- ¿no debes hacer eso?
- Perdón. – incomodo se aparta un poco, para darle su espacio.
- No me molesta que estés cerca, es solo que no soy una mujer. – la confesión lo toma por sorpresa y no sabe con precisión si es por la atmosfera, la borrachera o lo hermoso que se ve el azabache con ese vestido rojo, pero lo único que resuena en su mente es la voz de su hermano ''en este mundo hay que probar de todo'' así que, lo considerara como el único buen consejo que le ha dado Hashirama en su vida.
Algo titubeante rodea con sus brazos la esbelta cintura del azabache y con un gesto no tácito pidió permiso para besarlo, siendo algo innecesario, pues fue el azabache el primero en unir sus labios.
Lento, suave, curioso, exploraron extasiados los labios de su acompañante, una vez recorrida toda la zona empiezan las atrevidas mordidas a la vez que el entorno para ambos poco a poco va desapareciendo.
**
Con el sonido de la alarma abre perezosamente los ojos, apagando de inmediato el molesto objeto que emite un irritante ruido. Todo es culpa de Hashirama, quien tiene el sueño pesado y debe recurrir a objetos fastidiosos para despertar. Le toca compartir cama con el castaño por dos semanas debido a la visita de los abuelos, a penas es lunes y ya tiene planeado mandar a su hermano con el perro del vecino.
Perezoso aun, pasea delicadamente su dedo índice sobre sus labios y entre cierras los ojos en un intento de rememorar la calidez del azabache, aun vivida, después de dos noches. Se arrepiente por no haber le preguntado su nombre, ni haber visto su rostro.
Un suspiro de agonía se le escapa y provoca que Hashirama se mueva en la cama, trayéndolo a la realidad. Inhala y exhala, tiene la esperanza de que Haru conozca al joven y se lo presente.
Cruza los dedos deseando que el azabache no tenga pareja, que sea agradable conversar con él, y que la ilusión del flechazo permanezca, aunque la razón le diga que todo se trata de una calentura debido a los exquisitos besos del azabache, y a falta de condón y lubricante, no paso nada más que toqueteos y besos, quedando con el anhelo de más, y ese sea el motivo por el cual quiere conocerlo.
- Hashirama despierta. – mueve de un lado a otro al castaño, ese día tiene un particular interés por llegar temprano a la universidad y si es necesario dejarle caer un cubo con agua y hielo a su hermano para despertarlo, lo hará.
- Cinco minutos más. – chilla, Tobirama no se considera un hombre paciente y ese día despertó intranquilo.
Enojado y con un termo de café en una mano conduce escuchando de fondo It's not good de Depeche mode, y la voz de su hermano cantando. Pocas veces en su vida ha podido escuchar a Tobirama cantando, algo raro pasa ese día, es temprano y fue despertado a gritos y con un cubo de agua. Con el semáforo en rojo gira su rostro hacia el albino y antes de poder preguntar algo es interrumpido.
- No contestare a ninguna de tus preguntas.
- Me tratas como perro y no tengo el derecho a preguntar el porqué.
- Pensé que ya habías entendido la dinámica entre nosotros.
- Eres adoptado.
- Que felicidad. – ignoro por completo los reclamos de su hermano y subió el volumen a la música.
En los pasillos de su facultad se limitó a buscar al rubio y una vez entro en su campo de visión e intercambiaron miradas, la sonrisilla que le dio Haru no es buena, su sexto sentido le indica que debe correr.
- ¡amigo! ¡alma gemela! ¡no piensas abrazar a tu compadre! – achina los ojos y todos sus músculos se tensan listos para correr. – acompáñame al pasillo de ingeniería industrial. – no dejo que se negara, coloco su brazo sobre la nuca del albino y lo jaloneo hasta los salones del segundo piso.
- ¿Qué estamos haciendo aquí? – Haru no contesto y se adentraron al salón de cuarto año, donde se acercó a un pequeño grupo de cuatro personas.
- Buenos días chicos. – se encuentra confundido en lo que el rubio intercambia saludos amistosos con los jóvenes y hablan un poco de la fiesta. – Izuna me acompañas, aun te debo los brownies de aquel día.
- Ahora no puedo, en otro momento.
- Vamos gatito bello, precioso, te comprare lo que tú quieras. – después de un tira y afloja de algunos minutos entre ellos, Haru logro sacar a jalones al azabache. Tobirama ya no entiende nada ¿Qué hacía ahí? ¿Por qué Haru lo lleva de un lado a otro, sin contestar a sus preguntas? Su valiosa paciencia se acaba y está a punto de mandar al carajo a la única persona que lo tolera.
- ¡Que torpe soy! Lo olvide. Senju Tobirama te presento a Uchiha Izuna, uchiha Izuna, Senju Tobirama. Veo que no se conocen aun por su comportamiento, pero bueno, ya los presente oficialmente y les quiero agradecer que no cogieran en la cama de mis padres, no se imaginan el trabajo que me ahorraron, lavar ese edredón es una tortura. – tuvo que recurrir a su mayor auto control para no retorcerse en el suelo de la risa por la cara que pusieron Tobirama e Izuna, quienes estaban rojos hasta el cuero cabelludo.
Se retiro guiñándole el ojo a ambos, acción que casi mata a Izuna de la vergüenza y el miedo.
Se supone que nadie se enteraría de su identidad y menos Haru, lo conoce hace poco y tiene miedo de que diga algo de su disfraz, y el cuento llegue a los oídos de su padre, quien con toda seguridad lo mandara derechito a una terapia de reorientación sexual.
Está a punto de mandar su orgullo al caño para suplicarle al albino que no le diga nada a nadie y haga de cuenta que no existe y nunca bailaron, se besaron, estuvieron por horas en una habitación acariciándose y terminaron durmiendo juntos.
- ¿quieres tomar un café? – le costó mucho recaudar el valor para hablarle al azabache por la vergüenza. Sus planes eran, preguntarle a Haru si lo conocía, pedirle que los presentara e iniciar una amistad de lo más casual y así averiguar si son compatibles. Sería muy fácil fingir ''aquí no ha pasado nada'' y olvidarse de todo, pero esta flechado por la ilusión del amor a primera vista, y termina diciéndose así mismo que no pierde nada en intentar algo con el azabache.
- Si. – Izuna, ha decidido hablar con él en un lugar privado y no a mitad de un pasillo lleno de estudiantes que vienen y van.
Lo nota nervioso y asume que es por la vergüenza. Ha intentado sin éxito aliviar el ambiente tenso entre ambos. Izuna permanece callado, sujetando su vaso con café, en busca de apoyo moral en un objeto inerte para no tirarse a llorar por lo que tiene que ocultar.
- Tobirama, lo mejor es que hagamos de cuenta que nada paso entre nosotros y no volvamos hablar. – silencio, Izuna, no quiere levantar la vista de su vaso, toma la mochila y se fuerza a no volver a ver atrás.
Extraño, es así como se siente, por lo ocurrido en esa noche pensó que existía la posibilidad de que el azabache mostrara interés en él. Debió suponerlo, después de todo, ninguno dejo que se viera su rostro y menos dieron sus nombres.
Se coloca sus auriculares y escucha repetitivamente it's not good mientras toma un sorbo de café, la letra de la canción no le parece tener mucho sentido en esos momentos, pero la melodía le agrada y tranquiliza, bloquea sus pensamientos evitando que sienta algo más que incomodidad.
**
Durante toda una semana la ha pasado muy mal, entre las pruebas, trabajos, exposiciones, informes, la familia y un albido, se sorprende de su propia resistencia mental y no haber saltado a un del cuarto piso de la universidad, aun que ganas no le faltan, es solo que Madara se muere sin él. Suspira dolido y se acurruca sobre el pupitre de su asiento.
Lo ha intentado y desea con toda su alma olvidar esa noche. Se sintió libre. Hunde su cabeza entre sus brazos mientras trata de darse ánimos. Le faltan tres semestres para graduarse, con el dinero que tiene ahorrado de su trabajo de medio tiempo y un buen empleo que espera y anhela conseguir, se mudará de la casa de sus padres y podrá ser libre.
Desde esa noche se repite como mantra sus planes y se aferra ellos en un intento de no hundirse en la depresión que le genera Tobirama. No debió invitarlo a bailar, no debió besarlo, no debió beber esa noche, ni siquiera debió asistir a esa fiesta.
No está mal llorar un poco, es un mecanismo para liberar la frustración que siente por la vida que le ha tocado vivir y lo mejor de todo, no se lastima como los que eligen la autolesión, beben o se drogan. Se pone de pie y camina en dirección a los baños.
La tragedia de un padre conservador que le toco tener un hijo bisexual, la ironía de la vida, entre sollozos Izuna ríe de su vida y la de su padre, al menos Madara ha mostrado ser de mente abierta, aunque no siente la confianza suficiente para confesarle que le gusta los hombres.
Le gustan también las mujeres, pero no puede negar que en esos momentos sus pensamientos idílicos los ocupa el albino.
Solloza una vez más al recordar que tuvo que desechar un posible amor que estaba a sus manos. Le gusta torturarse con escenarios ficticios donde el y el albino despiertan abrazados por las mañanas o simplemente caminan tomados de la mano por las calles, quizás, peleando por su mal sano vicio a los dulces. Entre sollozos Izuna sonríe dolido.
Odia las puertas de los baños de la universidad, ya no se puede llorar con tranquilidad porque aparece el motivo de tu tristeza y abre justamente el cubículo donde se encuentra. Que conveniente. Se miran atónitos sin saber que hacer o decir, inquietos y preocupados.
- ¿puedo ayudarte en algo? – fue lo mejor que se le ocurrió a Tobirama.
- Me vuelvo a vestir de mujer con lencería de ceda, si prometes que esta noche iras a mi casa, subirás en una escalera hasta llegar a mi ventana y me llevaras a tu castillo. – suele decir cualquier locura cuando se siente acorralado y con dolor de cabeza. Se esta recriminando el motivo por el cual no se fue a llorar a casa, después de todo no iba a regresar a clases, no con los ojos hinchados.
- Mis abuelos están de visita y comparto la cama con mi hermano mayor. ¿Qué te parece si te secuestro la próxima semana?
- No puedo, mi padre pidió vacaciones para toda la semana, quiere hacer remodelaciones en casa y supervisarlo todo, si ven que me secuestran, sacara la escopeta.
- ¿quieres un café, hablar?
Si es peligroso, es divertido y excitante, lo más emocionante que hará en su vida, bajo riesgo de que su padre lo mate.
- Si. – ¿Por qué no? – si le cuentas a alguien lo que hablaremos, te quemare vivo.
- Te adelanto que soy un castroso socializando y no creo conocer a alguien que le importe tu vida, para ir de chismoso. – extendió su mano y espero a que Izuna sacara algo de su mochila, resulto ser un par de lentes oscuros. Titubeante tomo la mano del albino y caminaron hasta salir del baño tomados de la mano.
A mitad de camino a la cafetería Tobirama recordó el motivo de su visita al baño.
Cuando Tobirama termino de hacer sus necesidades en el baño, fue acorralado en un cubículo por Izuna. En resumen, no salieron de los baños en casi una hora.
**
La música se encuentra a alto volumen para evitar que se escuchen los sonidos que produce el cuerpo y garganta de ambos. La puerta con seguro impide que los interrumpan.
Cinco meses y hasta la fecha todos creen que son buenos amigos. Tobirama amenazo a Haru en una piscina con ahogarlo si le contaba a alguien acerca de su relación con Izuna.
El albino resulto ser amante de las emociones fuerte, en una ocasión masturbo al azabache con su padre en casa, Izuna por poco muere de miedo y después de alivio por no ser descubiertos.
Madara y Hashirama sospechan algo de la relación de sus hermanos menores, pero no preguntan nada y simplemente se dedican a solaparlos. Madara ama a su hermanito y por el desafiara a Dios.
Siente las piernas como gelatinas por el orgasmo, Tobirama le baja un poco a la música y regresa a la cama con el azabache.
Itama regresara del colegio a las tres de la tarde, les quedan una hora de mimos que no pueden darse en público.
Es muy difícil no poder verse todos los días, abrazarse en público y deben conformarse con calmar sus deseos durante algunas horas robadas a sus deberes. Por lo menos pueden almorzar juntos en la universidad, minimizando las muestras de afecto.
- La próxima semana te toca recibir, no puedo llegar cojeando siempre a casa después de verte. Pueden sospechar.
- No me molesta recibir, pero tu fuiste al final el que quiso estar abajo. No me culpes.
- Tengo hambre. – Tobirama bufa sin ganas de separarse de Izuna, resignado se pone de pie, busca sus pantalones y baja hasta la cocina para cumplir los deseos del menor. Cuando regresa a la habitación el azabache se encuentra vestido y peinándose. La cama esta recogida, con otro cubre colchón.
Falta poco para que Izuna pueda ser completamente independiente. Tienen miedo, algo puede salir mal. Tobirama cuenta con apoyo, lo sabe, puede intuirlo en cambio el uchiha está solo, es lo que cree. Esta dispuesto a apoyarlo y amarlo. La confesión será abrumadora para ambas familias y temen sus reacciones, sobre todo la de Tajima.
Sentados en el suelo, recostados en la cama, Izuna descansa en el hombro derecho del albino, mientras come un sándwich. Esta cómodo y feliz. Tobirama deposita un beso en su frente, se avecinan tiempos adversos, pero están confiados con algo de temor, que todo saldrá bien.
Fin.
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No es lo que tenia planeado publicar, pero cuando la idea se empezó a desarrollar me gusto.
Agradezco de corazón el apoyo que le dan a este libro, muchas gracias.
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