🍃Lamento🍃
Existe una aldea a cincuenta kilómetros de distancia del asentamiento de los Senjus, se trata de una zona neutral donde algunos clanes se abastecen de alimentos, telas, artesanías, acero, hierro o medicina, cualquier cosa que necesiten para su supervivencia, incluso las mujeres y hombre jóvenes pueden ir a ofertar mercancía en el mercado popular.
En los últimos años Tobirama ha insistido en ir a la aldea lo más seguido posible, aprovechando cualquier oportunidad, ya sea para conseguir acero y hierro para las armas, escoltar a las mujeres que van a vender algo o conseguir algún trabajo como ninja.
Ansioso por la llegada del anochecer camina entre los callejones de la aldea buscando una posada, no lleva nada visible consigo que indique que se trata de un miembro del clan Senju, su rostro es ocultado por un kasa y una capa lo protege de los gélidos vientos de inicios de noviembre.
Una vez la noche llega, sin luz de luna y con el cielo lleno de nubes, el albino abandona la habitación y se dirige a un bar a la espera de su acompañante. Se encuentra impaciente y lleno de anhelo. Una vez entro a una taberna y tomo asiento en la última mesa, se le hiso eterno el tiempo que espero la llegada del azabache. Sus dedos cosquillean deseosos por un ligero toque a su nívea piel, o su lacio y sedoso cabello.
- ¿me invita a una copa? – el albino curvo los labios en un gesto despectivo, pero sus ojos cuentan otra historia, llenos de alegría y con un brillo único, observa por el rabillo al joven tomar asiento. Tobirama sirve sake y se lo extiende a su acompañante, quien se mantiene sereno y observando a todos a su alrededor.
- Vamos a un lugar más privado.
- Quiero otro trago.
- Lo pagas tu.
- Avaro. – Tobirama rodo los ojos divertidos y espero a que el azabache bebiera un trago más.
- Es suficiente, no quiero sacarte cargado de aquí. – el albino detuvo al azabache antes de que este llamara al mesero, ganándose una mirada asesina.
- No tienes derecho de hacer eso. – Tobirama no le dio importancia al menor y se puso de pie.
- Lo hago para que no llegues ebrio con tu hermano, y mañana no tengas una resaca. – Izuna deseaba aliviar la maraña de emociones y pensamientos contradictorios que su acompañante le provoca. Ninguno debería estar ahí, no deberían verse a escondidas, el no debería desear las manos del mayor en su piel. El azabache frunció el ceño se puso de pie y siguió al albino.
Cuando la oscuridad de la noche los cubrió en las calles de la aldea, Tobirama se permitió tomar la mano al menor y acariciar la piel a su disposición, provocando le cosquilleos de agrado a su acompañante.
Una vez en la seguridad de la habitación que pago el albino, con la ventana cerrada y únicamente iluminada por dos velas, se abalanzo en contra de su acompañante acorralándolo en una pared. Tobirama beso con necesidad y anhelo al menor, un mes, todo un mes en el que no pudo acariciar su piel, respirar su aroma, abrazarlo, asegurarse que aun sigue con vida, sano y a salvo. El corazón del mayor palpita desbocado por la euforia de tenerlo entre sus brazos, aprisionando al menor hacia su cuerpo para asegurarse que no se trata de un sueño.
Izuna corresponde al beso con la misma necesidad que experimenta el albino, colando sus manos por debajo de la camisa del mayor, acariciando su torso.
Al separarse ambos juntan sus frentes, permaneciendo fuertemente abrazados.
La condenada aldea en la que se encuentra es una de las principales zonas de comercio en el país del fuego, lo que ha llevado al señor feudal a tomarla bajo su protección y castigar a cualquier clan que irrumpa su paz. Es por ese motivo que en años anteriores el albino y el azabache no se pudieron clavar un kunai. Los encuentros entre ambos se fueron dando de manera muy seguida, y en una noche de borrachera ambos terminaron en una casa de prostitución, la mala suerte los llevo a pelearse verbalmente por una mujer, mujer que se aprovechó de la poca lucidez de ambos y los manipulo para compartir la cama los tres, haciendo que compitiera por quien la complacía mejor. Al final, Izuna se cogió a Tobirama, y Tobirama a Izuna, en una supuesta confusión de borrachos.
A la mañana siguiente no podían ni verse a la cara, sus encuentros en la aldea siguieron ocurriendo, otra borrachera los llevo a la coger como perros en celo en un establo, al día siguiente con toda la vergüenza admitieron que ambos eran dignos rivales tanto en el campo de batalla como en la cama, y había que buscar la forma de declarar un vencedor en su competencia. La aldea es neutral, ellos serian neutrales en esa zona y al salir regresarían a ser enemigos e intentarían matarse cuando sus clanes se encuentren en combate.
Con el tiempo la promesa de matarse ha empezado a tambalearse. Es complicado compartir cama por una noche y evitar conversar de algo, permanecer horas complaciéndose y después suponer que no ha pasado nada. Ambos se conocen lo suficiente para empezar a sentir algo mas que atracción.
Tobirama separo su frente del azabache y desde su altura contempla las facciones del menor. Izuna le parece muy hermoso, buen guerrero, leal a sus convicciones, le gusta todo del azabache a pesar de que sus clanes se odien, incluso ha empezado a entender su estúpido orgullo.
- En tres días nos veremos en el campo de batalla.
- No quiero hablar de eso. – se queja Izuna mientras besa el cuello del mayor.
- Debemos. Hashirama le va a proponer una alianza a Madara. – Izuna se separa bruscamente del mayor. El no quiere escuchar ninguna palabra relacionada con un acuerdo de paz, no confía en los Senju y fuera de esa aldea su confianza en Tobirama tambalea. Le es difícil olvidar años de guerras, las enseñanzas de su padre, la muerte de sus familiares, como podrán ambos clanes con una larga historia bélicas a sus espaldas convivir en paz con años de masacre mutua. ¿Como se olvida tanta muerte y rencor?
Tobirama observa al menor sentarse en la cama disgustado por sus palabras. El albino se ha planteado convencer al menor para que apruebe la alianza, sabe a la perfección que Izuna tiene mucha influencia en las decisiones de su hermano. Madara aceptara con facilidad todo aquello que Izuna apruebe.
El albino en una esquina de la habitación se cruza de brazos dispuesto a intentarlo.
- Si Madara acepta aliarse con nosotros la guerra se acaba, tu y yo dejaremos de intentar matarnos y a escondidas coger, podríamos intentar tener una relación.
- ¿Quién dijo que quiero una relación contigo? ¿piensas que nuestros clanes nos dejaran tener una relación? Sin importar una unión entre los clanes, un hombre sometido por otro es una aberración.
- Pero al menos dejare de intentar matarte, la guerra acabara.
- Eso es una utopía, no va ocurrir, tu clan y mi clan se odian. Los Uchihas no olvidan su sangre derramada, ni su orgullo. – Tobirama suspiro frustrado. Sabe a la perfección que años de guerras no se olvidan, pero esta seguro que varios lo intentaran solo por dejar de enterrar a lo que les queda de familia.
Tobirama mantiene su vista en el menor, quien permanece sentado con los músculos tensos y la mirada seria, obstinada y fija en el mayor.
Izuna se pone de pie sin romper el contacto visual con el mayor, camina hacia el y con suavidad delinea su rostro con la punta de los dedos.
- Lo que ocurre aquí es un error. Ninguno de los dos debería estar en esta habitación. No creo que una alianza se pueda lograr, no confió en la gente de tu clan, que, al igual que la mía no olvida a sus muertos. Mi padre me enseño que los Senjus son enemigos, tu eres mi enemigo, yo soy tu enemigo, y el bienestar del clan es lo primero. Mi familia es lo primero.
- ¿El bienestar de tu clan es seguir muriendo en una guerra hasta que se extingan?
- A si fuimos criados.
- Nosotros también. – Izuna permitió que el mayor rosara sus labios con los propios. - Eres un terco. Si le dices a Madara que deseas el fin de la guerra, el pensara en aceptar la propuesta de Hashirama y todo terminara. Al principio será difícil, no todos estarán de acuerdo, pero al menos, la próxima vez que nos veamos fuera de estas cuatro paredes, no será para intentar matarnos. – Izuna no permitió que siguiera hablando y lo cayo con un beso. Ambos se encuentran agotados emocional y mentalmente, aunque el azabache no lo confiese, poder detener la guerra y dejar de herir al mayor sería algo que le gustaría, pero su familia, ¿su gente aceptara una alianza así de fácil?
Tobirama ya no sabe que más decirle al menor y en medio del agotamiento, la necesidad del cuerpo de Izuna y la esperanza de haber sembrado aun que sea la semilla de la duda en las convicciones del Uchiha, se permite ceder a las caricias y besos del mas bajo.
El silencio de la habitación durante toda la madrugada fue irrumpido por los suspiros, jadeos y gemidos de los secretos amantes. Tobirama se permitió marcar con mordidas y aruños el cuerpo entero del menor sin importarles sus quejas y acusaciones de imprudente, lo beso y poseyó de la forma mas lujuriosa y necesitada que su cuerpo pudo expresar, e Izuna hiso lo mismo con el mayor.
Al amanecer los ojos de ambos permanecían viéndose mutuamente, Izuna grabando con su sharinga cada rasgo y gesto del mayor. Tobirama intentando congelar en su memoria la belleza del azabache.
**
El cuerpo le duele a tal punto de no poder mover ni un musculo, el aire escasea y a cada segundo su vista se va nublando. La pelea fue dura, difícil, pero hiso lo posible por ganarla, aun que no sobreviva, Konoha está a salvo, eso es lo importante.
Hace frio, es extraño, pues están en verano, aun que posiblemente se deba a los dedos de la muerte recorriendo su piel.
Mientras agoniza lo único en lo que su mente puede pensar es en sus hermanos, padres, Konoha, Izuna.
Recuerda el pasto haciendo cosquillas en sus pies descalzo cuando corría detrás de sus hermanos, ellos robaban la comida antes de que su madre la sirviera, y les tocaba huir y esconderse, arrastrándolo a pesar de ser inocente.
Recuerda lo caliente de las forjas cuando su padre los llevo por primera vez con un herrero para ver cómo se hacían las katanas. El mayor después los llevaba a un lugar tranquilo y les enseñaba a Hashirama y el, ninjutsu y taijutsu.
Su corazón duele al recordar la bonita sonrisa de Izuna, sus ojos, su piel, su cuerpo acurrucado al suyo después de amarse por horas. Por culpa de el azabache dejo de tachar como loco a Hashirama por sus ideas, y empezó a verlas como la única forma de impedir la muerte del menor.
Lo que mas odio fue ser juzgado por Madara, odia a Madara, mato a Izuna por estar en una guerra, actuó por instinto, pero no, el mayor no entendió que en una guerra se muere, un descuido y la vida se acaba.
Madara se la paso odiándolo y recriminándole con la mirada la muerte de Izuna, tratándolo despectivamente por algo que pudo evitar, si le hubiera hecho caso desde un principio a Hashirama. Tuvo que esperar a que Izuna muriera, su clan disminuyera por las muertes en combate y encontrarse completamente derrotado para contemplar la paz, y una vez las cosas empezaron a marchar bien para la aldea, decidió destruir todo, su locura llego a tal punto que ni su clan lo apoyo.
Se ira a la tumba odiando a dos personas, a Izuna por haber logrado que se enamorará de él, por haber sido terco incluso cuando agonizaba, por subestimarlo, por el luto y culpa que ha cargado la mitad de su vida, una parte de si murió cuando Madara le dijo que su hermano había muerto, mato a su amor. Y odia a Madara por no haberle puesto fin a la guerra antes. Konoha nació por el sacrificio de su amor, y se prometió vivir por ella, morir por ella, amarla solo a ella, pues el pago que se dio por ella lo destruyó por dentro.
Las sombras se ciernen en sus ojos y lo ultimo que recuerda es la bonita sonrisa de Izuna.
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Ha pasado mucho tiempo. Mi imaginación está con limitaciones de ideas.
Gracias por el apoyo a este libro de cosas ramdon
🥰🥰🥰
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