Tony Stark #5

Capítulo cinco: Veías imposible que tu jefe se fijara en ti.

Ese día te despertaste con un poco de dolor de cabeza y con la boca seca. Ayer, cuando volviste del trabajo, habías abierto una botella de vino y te habías bebido uno o dos vasos. No sabías qué hora era, pero si no había sonado la alarma, entonces no era muy tarde.

Pasaste al baño y te duchaste, después te hiciste una coleta baja. Saliste a tu habitación y te vestiste. Elegiste un traje negro (americana y pantalones) y una camisa azul. Te colocaste unos tacones negros y bajaste hasta el salón.

Recogiste la copa y la botella (que estaba vacía, pero lo ignoraste) y lo llevaste a la cocina. Ahí te bebiste un vaso de agua (pero aún así tu boca permaneció seca). Después te preparaste el café. Mientras la cafetera hacía su labor, te ibas comiendo una magdalena.

Encendiste el Ipad y el móvil (los habías tenido que apagar porque recibías muchos mensajes, llamadas y emails). Revisaste primero los emails, de los mensajes y de las llamadas perdidas no querías saber nada. La mayoría de emails eran de Pepper, algunos con cosas referentes al trabajo y otros para preguntarte que qué te había ocurrido. Otros emails eran de Tony, pero solo decían cosas referentes al trabajo. Así que dudabas mucho que fuera él quien los escribiera.

Saliste de tu casa con el maletín. Entraste al metro, y esperaste lo de siempre hasta llegar a tu trabajo. Entraste a la Torre Stark rápidamente, sin mirar a nadie, tan solo mirando el ascensor. Justo cuando entraste al ascensor, oíste que alguien te llamaba, tal vez fuera Pepper. Pero la ignoraste y pulsaste la planta número dieciséis.

Al entrar a tu oficina, lo primero que hiciste fue caminar hasta el escritorio. Dejaste el maletín encima del portátil y te agachaste a recoger los papeles que había echado la impresora. Recogiste por lo menos veinte papeles y los dejaste encima del escritorio. Después pasaste a los mensajes que tenía el teléfono fijo.

La mayoría eran de Pepper, preguntando que qué te ocurría. Pero había uno, de Tony:

- Lo siento – y la grabación se cortó.

Dejaste sin responder los comentarios y te pusiste a leer todos los informes que había. Había algunos un poco irrelevantes, otros que tenía que firmar Tony (ya pensarías en cómo lo harás) pero la mayoría trataban sobre la conferencia de París.

Mierda.

Ahora tenías que pensar cómo le dirías a Tony que no irías con él a París. ¿Por mensaje? ¿Por email? ¿O tendrías que decírselo personalmente? Sinceramente no querías verle la cara, y no era por el beso si no, porque le habías rechazado.

En el momento que Industrias Stark te contrató, tuviste una charla muy seria contigo misma. No relaciones con nadie de tu trabajo y aún menos con el jefe. Aunque, en aquel momento, veías imposible que tu jefe se fijara en ti. Era Tony Stark, el multimillonario. No se iba a fijar en ti cuando podía tener a cualquier otra. Y ahora él te había besado y había estado coqueteando contigo. ¿Por qué tuvo que hacer eso?

Todo hubiera sido mucho más fácil si no te hubiera besado. París hubiera sido mucho más fácil... Vaya, con las ganas que tenías de ir a París. Estaba claro que ir a París ahora con él (y además los dos solos) no era una solución.

Suspiraste mientras seguías leyendo los papeles.

En la conferencia de París se iban a reunir dos personas de Tokio, otras dos de Singapur y otras dos de Industrias Stark. Se iba a reservar el hotel Saint James Paris de cinco estrellas (que además contaba con sala de reuniones) y suites de hasta tres habitaciones.

Estuviste toda la mañana rodeaba de papeles, informes, llamadas telefónicas y emails. Para cuando quedaban cinco minutos para tu descanso de comer, apareció una cara nueva por tu oficina.

- ¿Eres la secretaria del señor Stark?

- Así es – asentiste, recogiendo un poco el escritorio. - ¿Qué ocurre?

El hombre antes de hablar te miró de pies a cabeza y después levantó las cejas. ¿Qué le ocurría?

- La señorita Pots me ha entregado esto, es para usted. Aquí viene todo lo relacionado con lo que hablarán en la conferencia de París – dijo acercándose hasta el escritorio y dejando el sobre. – Ahora tengo que ir a ver al señor Stark pero-

- Eso me viene genial – dijiste acercándote hasta la estantería. Agarraste la carpeta (donde habías guardado todo lo que tenía que firmar Tony). – Ala que subas, selo entregas. Y que lo firme por favor.

Le sonreíste, y sin dejarle continuar le empujaste hasta el ascensor.

Suspiraste tranquila cuando el ascensor se fue a la siguiente planta. Un problema menos.

Cogiste tu monedero y el móvil y te metiste en el ascensor. Saliste de la Torre Stark y te dirigiste a Subway. Pediste lo mismo que hace dos días pero en vez de sentarte fuera, cogiste una mesa dentro del establecimiento.

Pasaste la comida tranquila, nadie te llamó ni te mandó ningún email. Antes de volver a trabajar, decidiste pasarte por la cafetería y tomarte un café. Así que, cuando entraste en el edificio, cogiste el ascensor número uno y no el número tres.

Mientras el café se preparaba, tomaste los dos sobres de azúcar y una cucharita de plástico para removerlo. Cogiste la taza y te sentase en una de las mesas pegadas a una pared.

Revisaste de nuevo el correo y te bebiste lentamente el café.

Al lado de tu mesa había un grupo de personas. Todas estaban con taza en mano y se reían de algo que había dicho una mujer pelirroja. Te fijaste mejor y te diste cuenta de que estaba el que se había pasado por tu casa con anterioridad.

Podías escuchar perfectamente su conversación (no es que fueras cotilla, era que hablaban muy alto).

- Viste como una puta. Deberíais haberla visto – dijo el hombre.

- No hace falta. Con haberla visto ayer y antes de ayer bastó para ver lo que era – dijo una morena y todos los de la mesa se rieron.

- Es increíble. Lleva menos de una semana y ya está follando con el jefe – dijo otro chico.

- Y nosotras que llevábamos aquí más de dos años ni mira en nuestra dirección – se queja una rubia. Y el grupo vuelve a reírse.

Bajaste la cabeza, sin dejar de mirar la mesa. ¿Estaban hablando de ti? ¿Que te vestías como una puta? ¿Que tú te liabas con el jefe?

Saliste de la cafetería rápidamente, con las manos en puños y la cabeza baja. Te habías dejado el café a la mitad pero eso poco te importaba.

En vez de coger el ascensor, giraste a la izquierda y seguiste recto. Al final estaban los servicios. Entraste en el de mujeres y te apoyaste sobre el lavabo mientras unas lágrimas involuntarias se escapaban. Clavaste las uñas en el lavabo por la impotencia.

Tú no eras una puta. Ni siquiera habías follado con el jefe. Y para cuando te besó le habías rechazado. ¿Por qué la gente hablaba sin conocer nada?

El sonido de una cadena sonó y eso hizo que escondieras la cabeza. Alguien salió del baño y se aclaró la garganta.

- ¿Qué te ocurre? – Pepper se acercó hasta colocarse a tu lado. Levantaste la cabeza para mirarla por el cristal.

Se te había corrido un poco el maquillaje, y tenías la nariz un poco roja.

- No es nada – le respondiste con la voz temblando.

- Acompáñame – te dijo caminando fuera del baño. La acompañaste hasta el ascensor.

No la preguntaste a dónde ibais. Ella pulsó la planta número catorce y cuando las puertas del ascensor se volvieron a abrir, mostraron una oficina más o menos igual que la tuya. Viste que en una de las esquinas había un conejo gigante. Era la oficina de Pepper.

- ¿Qué te ocurrió ayer? – te preguntó mientras te pasaba un pañuelo.

Ambas salisteis del ascensor y os sentasteis en las sillas.

- Me encontraba mal, siento no haber avisado – la mentiste. Ella se mordió el labio.

- Tony me contó lo que ocurrió ayer – te hizo saber. – Entiendo lo que has hecho porque yo también fui por un momento su pareja-

- ¿Eres su pareja? – preguntaste atónita. Tal vez era por eso que te llamaron puta. – Lo sien-

- Éramos – te cortó. – No te tienes por qué preocupar por eso. Lo que iba diciendo, es normal que te parezca mal una relación con tu jefe-

- No quería una relación con Tony – la cortaste esta vez tú a ella. – Y tampoco me parecía ético una relación con el jefe. Y ahora la gente cree que estoy con él y que me lo he follado y que-

- ¿Es por eso por lo que estabas llorando? – te preguntó y tú asentiste.

Pepper puso la mano en tu rodilla.

- Ignóralos – simplemente te dijo.

- Lo sé. Pero duele que me clasifiquen así cuando lo que quería era justamente lo contrario.

- ¿Irás a lo de París? – te preguntó directamente después de varios minutos en silencio.

Antes de que empezaras a negar con la cabeza, volvió a hablar:

- Tony me contó que te vio muy ilusionada por el viaje. No digas que no tan fácilmente. Piénsatelo antes de darle una respuesta a Tony, ¿vale?

Asentiste a regañadientes.

Te levantaste de la silla. Iba siendo hora que volvieras al trabajo.

- Y – empezó a hablar por lo que te diste la vuelta. – Si quieres irte antes, puedes hacerlo.

Asentiste agradecida mientras tomabas el ascensor.

De vuelta a tu oficina, hiciste verdaderamente poco para el resto de la tarde. Respondiste a varias llamadas, leíste informes y te informaste aún más sobre lo de París.

Y todo ese tiempo las palabras de Pepper permanecieron en tu cabeza.

Llegaste a tu casa bastante cansada. Te preparaste un sándwich y te sentaste en el sofá, para ver una película que estaban echando. Por lo menos, habías conseguido evadir a Tony durante todo el día. Y después vendría el fin de semana, donde no tendrías por qué verle.

Cuando te ibas quedando dormida en el sofá viendo una película, el Ipad emitió un pitido que te hizo despertarte y cogerlo. Era un mensaje.

22:34

De: [email protected]

Para: [email protected]

Asunto: Conferencia de París.

¿Vendrás conmigo a París?

Tardaste varios minutos en responder, y lo enviaste rápidamente antes de cambiar de opinión.

22:38

De: [email protected]

Para: [email protected]

Asunto: RE: Conferencia de París.

Sí.



 

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