Tony Stark #1
Te acercaste hasta el saco de boxeo de color beis. Respiraste profundamente antes de empezar a darle puñetazos.
Esta era una forma efectiva de bajar un poco la tensión generada por el trabajo. Tu trabajo consistía (desde hace poco) en interrogar gente y más gente por pistas o sucesos. Eras agente de SHIELD desde hace cinco años. Al principio solías ir a misiones pero ahora tu trabajo se había reducido a eso, a interrogar gente. Desde que se descubrió que SHIELD era también, en parte, HYDRA. Al final se consiguió que SHIELD siguiera en pie (a pesar de la oposición del Capitán América), pero todo era... Raro. Ya no se confiaba los unos de los otros.
Estuviste veinte minutos con el saco, después paraste para estirar un poco y después de tomar una pausa para beber un poco de agua, volviste al saco de boxeo.
- Furia nos quiere arriba en cinco minutos - te avisó María Hill. Asentiste.
La agente Hill era en las pocas que confiabas plenamente. También estaba tu equipo (el equipo Alfa), en el que también confiabas, aunque no habías hablado mucho con ellos. También confiabas en Nick Furia (aunque a él le gustaba compartimentar todo).
Te quitaste los guantes de boxeo y antes de salir los dejaste en su estante y cogiste una toalla, para quitar un poco el sudor. Saliste de la sala de entrenamiento para ver a María al fondo del pasillo gris, dirigiéndose al ascensor. Te apresuraste hasta llegar a ella y poder coger el ascensor juntas.
- ¿Qué quiere ahora? – le preguntaste.
- No lo sé. Solo sé que quiere al antiguo equipo Alfa en su oficina. También ha llamado al nuevo equipo.
Asentiste.
El equipo Alfa estaba formado por los tres mejores agente que SHIELD podría haber tenido nunca: Natasha, Clint y tú. Los tres habías recibido un duro entrenamiento y estabais preparados para cualquier cosa. Ese era el antiguo equipo alfa. Como Natasha y Clint pasaron a formar parte de los Vengadores, ese equipo se disolvió, y formaron uno nuevo, Formado por la Agente Sharon, un chico hindú y tú. Nunca habías hecho una misión con ellos, por eso no te sabías el nombre del chico. La agente Sharon era reconocida por ser nieta de una de las fundadoras de SHIELD.
Las puertas del ascensor se abrieron y rápidamente María salió para llegar a la oficina de Fury.
- Buenos días agentes - saludó Furia. María y tú solamente asentisteis. – Siéntense por favor.
Nick Furia estaba sentado en su silla detrás del escritorio. Había unos sofás donde se encontraban Clint y Natasha. Fuiste hacia ellos y le diste un gran y fuerte abrazo a cada uno; hacía mucho tiempo que no los veías a los dos. Te sentaste a la izquierda de Clint, donde estaba el hueco libre. Además de Furia, Clint, María, Natasha y tú, también estaba la agente Sharon y el hindú.
Asentiste con la cabeza en su dirección como saludo. Ellos te devolvieron el mismo saludo.
- Máxima seguridad - habló Nick.
Las ventanas detrás de él se oscurecieron. Todas las luces y cualquier objeto tecnológico (sin contar su portátil) se apagaron. Se encendieron las luces de emergencia que solo os dejaba ver las siluetas del resto.
- Os he reunido aquí porque vosotros sois los pocos en los que confío. – empezó a hablar. – Esta misión es extraoficial, es decir, no tiene que salir de aquí. ¿Entendido?
Todos los que estaban en la sala asintieron.
- Abra los archivos del pendrive – pidió Nick.
- Abriendo los archivos del pendrive - habló una voz femenina.
Entre Nick y el resto de agentes se encendió una pantalla, que se podía ver por ambos lados.
La pantalla mostraba una zona árida. Se podía ver como en una de las colinas había una especie de entrada, y de ella habían salido personas vestidas completamente de negro y llevaban armas.
- Esto es una grabación de nuestro satélite. Eso que estáis viendo es una grabación de la frontera de Estados Unidos con México. Tecate, para ser más exactos. – nos explicó Nick.
- ¿Qué es? ¿Contrabando de algo? – preguntó la agente Sharon.
- Me temo que es mucho más que eso. – respondió Nick.
El vídeo mostraba como grandes camiones, del estilo militar, se acercaban por el camino hasta llegar a la entrada de una colina. De ese camión salieron otras seis personas, y empezaron a descargar el contenido del camión. Entre dos personas, llevaban cajas enormes de color negras.
- Paralice la grabación – ordenó Nick. – Haga zoom en el centro de la imagen.
La pantalla hizo zoom, para ver qué era lo que estaba escrito en una de las cajas negras.
Industrias Stark.
- Lo veis, ¿no? – dijo Nick. – Esas personas tienen armamento de Stark, y sabiendo cómo era Stark con las armas, su uso no será para nada bueno. Que continúe la grabación.
La pantalla deshizo el zoom y de nuevo la grabación continuó. La grabación paró cuando los hombres acabaron de descargar el camión.
- Ponga las grabaciones de las carreteras principales de nuestro país a estas horas: 02:49 AM, 03:19 AM, 03:49 AM y 04:19 AM - ordenó Nick.
La pantalla se dividió en cuatro zonas. Cada una revelando las cuatro grabaciones ocurridas en la madrugada de hoy. En ese momento se podía ver cómo un camión militar pasaba por esa carretera.
- ¿Son el mismo camión? – preguntó Natasha al ver las matrículas de los cuatro camiones.
- No, no lo son. – respondió Nick Furia. – Son diferentes camiones pero todos utilizan la misma matrícula. Ahora ponga la grabación de Barret Junction, a las 05:49.
La pantalla se volvió en una y mostró en una gasolinera paraba uno de esos camiones antes del amanecer.
- En esta gasolinera paran todos los camiones. Creo, y dudo de que sea una casualidad, que esa gasolinera también forma parte de esa red. Apáguese.
La pantalla cerró los archivos y se apagó.
- ¿Y quieres que nos enfrentemos a todas esas personas? – preguntó escéptico Clint. – Somos muy pocos como para vencerlos a todos.
- No, no quiero que arriesguen su vida de esa forma. – respondió calmado Nick Furia. – Lo que os voy a pedir es que vayáis a esa gasolinera, y cada vez que aparezca uno de esos camiones acabéis con ellos.
- ¿Pero cuántos hay? – habló por primera vez el hindú.
- Hemos podido localizar en total unos doce camiones más en distintas carreteras de nuestro país. Ahora solo quedan seis para que lleguen a la gasolinera. En cada camión puede haber como ocho personas, no más. Y tengo la sensación de que esto tiene que ver algo con HYDRA.
- ¿Cómo puede saberlo? – preguntó Clint.
- Hemos identificado la cara de Barón Strucker en la entrada de esa colina. – respondió María. Parecía ser que ella ya había sido informada del tema.
- ¿Y por qué se paran en esa gasolinera? – preguntó Sharon. - ¿Algún tipo de patrón?
- Creemos que es el único descanso que tienen. Los camiones provienen de distintas partes de Estados Unidos y en ningún momento han parado de su ruta. – respondió calmado Nick.
- ¿Y por qué no ha llamado a Los Vengadores? – le preguntaste.
- Creo que es algo. No creo que sea tan importante como para llamar al mejor equipo de superhéroes. El señor Stark y el señor Rogers saben ya de esta misión; y en el caso de que sea algo grave vendrán a ayudar. No creo que necesitemos la ayuda de Bruce Banner ni tampoco la de Thor, que se encuentra a mundos de aquí.
María repartió una carpeta de documentos a cada uno. Ella se quedó con el último.
- ¿Cuándo salimos? – preguntó Natasha.
- Iros preparando - sonrió Nick Furia. Tocó un botón de su escritorio y las luces volvieron. – Os quiero en el aeropuerto en menos de dos horas.
Todos los que estabais en la sala os levantasteis y salisteis por la puerta, cada uno a su cuarto a prepararse.
Lo primero que hiciste cuando llegaste a tu cuarto fue tomarte una buena ducha en tu baño privado. Te tomaste tu tiempo, para quitar todo el sudor. Cuando saliste, te colocaste un albornoz y una toalla en el pelo. Te fuiste al armario y sacaste ropa negra. No eras como Natasha, que llevaba un mono negro, ajustado y sexy, no.
Sacaste unos pantalones largos, junto con una camiseta de manga corta y una chaqueta negra. Sacaste las botas negras del estante más bajo y después la ropa interior, también negra.
Volviste a entrar al baño, con la ropa interior en mano. Lo primero que hiciste fue pasar la mano por el espejo empañado para poder verte mejor. Después te peinaste, desenredaste el pelo completamente y lo dejaste así, para que se secara. Te quistaste el albornoz para echarte una de las cremas hidratantes que tenías en el baño. Después te colocaste la ropa interior.
Saliste de baño y te colocaste la camisa, los calcetines y luego los pantalones. Volviste al baño para hacerte una coleta alta. Cuando te quedó perfecta, guardaste las toallas, el cepillo y el albornoz. Saliste de nuevo a tu habitación para colocarte las botas negras.
Te acercaste al otro armario, este mucho más pequeño que el otro. Abriste el primer cajón y sacaste las tres pistolas que eran tuyas. Las dejaste encima de la cama. Te acercaste al otro armario, al último cajón y sacaste una bolsa de deporte de color negra, vacía. La colocaste al lado de las armas en la cama. Metiste dos pistolas y la otra la dejaste afuera; ya que la llevarías contigo.
Te acercaste de nuevo al armario de las armas y sacaste del primer cajón tres cuchillos afilados. Dejaste dos en la bolsa y el otro (tu preferido de mango de color negro) te lo enganchaste en el cinturón de los pantalones. Cerraste el primer cajón y abriste el segundo cajón. En ese tenías la munición. Sacaste en total cinco paquetes, ya que suponías que los ibas a necesitar. Los metiste en la bolsa. La bolsa ya estaba casi llena así que solo la cerraste. En tu habitación no tenías más armas, o bombas y granadas. Abriste el tercer cajón, ahí tenías la funda de las pistolas y el cinturón donde las guardabas. Sacaste ambas cosas y dejaste las fundas de las armas.
Te colocaste el cinturón de las armas. Pero en vez de colocártelo en la cintura, te lo pusiste por el hombro y lo ataste en diagonal. Colocaste la funda de la pistola en tu costado y metiste ahí la pistola. Después te pusiste la chaqueta de color negro.
Abriste la mesilla de tu cama para sacar una botella de agua y un bollo, para comerlo en el camino. Te colgaste la bolsa y saliste de tu habitación, mordisqueando el bollo.
Cuando entraste en el ascensor, te encontraste con el hindú, quién también se había duchado y llevaba una bolsa parecida a la tuya.
Habíais salido los dos pronto (y seguramente los demás estarán de camino) porque cuando Nick decía que teníais dos horas para prepararos se refería a menos de una hora.
- Creo que no nos hemos presentado adecuadamente, soy Abel. – habló él, sacando la mano para estrecharla con la tuya. Con la que no tenías sujeto el bollo, le estrechaste la mano.
- Yo soy-
- Sé quién eres, - dijo cortándote. Parecía que estaba emocionado de conocerte. – fuiste la que formó parte del equipo Alfa original. Todo el mundo habló de ti durante mucho tiempo por lo que ocurrió en Budapest, junto con los agentes Barton y Romanoff.
- Sí - dijiste impresionada de que te conociera. – Esa soy yo.
- Eres bastante conocida aquí, en SHIELD.
Las puertas del ascensor se abrieron y salisteis al mini aeropuerto que había. Ya estaban Natasha y Clint junto con María y Nick Furia. Con ellos, había un hombre bastante grande y el pelo rubio con el semblante serio.
Al acercaros a ellos pudiste ver que aquel hombre llevaba un traje azul y rojo y llevaba un escudo a su espalda. Así que él era Capitán América. Nunca le habías visto en persona, mucho menos hablado con él.
- Agentes, él es el Señor Rogers – habló Nick Furia. – Que ha decidido venir con vosotros en la misión.
Capitán América os saludó a los dos con un apretón de manos.
Suponías que él también vendría debido a que la misión se trataba de HYDRA, y después de que su mejor amigo (que lo creía muerto) apareciera, estaba decidido a encontrarle. Eso lo sabías porque de eso hablaba la gente en los descansos.
La agente Sharon fue la última en llegar (pero tampoco llegó tarde).
- Dejen sus bolsas con las armas aquí, serán rellenadas con más armas. Diríjanse a la sala contigua, van a tener nuevos uniformes.
Todos hicisteis lo que Nick ordenó excepto el Señor Rogers, que mantuvo su uniforme.
En esa sala se os entregó a cada uno ropa negra (pero esa ropa era como la de los guardias de las grabaciones) y un chaleco antibalas pesado de color negro. En esa misma sala los cinco agentes junto con María (quién también iba a la misión) se empezaron a quitar su respectiva ropa.
No había pudor ni vergüenza en el grupo, cada uno se quitó la ropa y las armas delante de los demás. Y os empezasteis a poner la otra ropa.
Natasha se quejó de que ya no tenía su mono sexy y ajustado, y el resto del equipo se rió. También fue raro ver a Clint si sus típicos chalecos.
Te colocaste la camiseta negra de manga larga y los pantalones primero. Después te pusiste el chaleco antibalas. Te tuviste que sentar en el suelo para colocarte las botas. Tenías muy mal equilibrio como para hacerlo de pie. No te colocaste la chaqueta ya que a donde ibais era un sitio árido y caluroso. Te la ibas a poner más tarde.
Después te colocaste el cinturón de armas como lo llevabas antes, metiste en él la pistola y el cuchillo.
Salisteis los seis agentes de esa habitación. Viste como había una serie de guardias que subían al jet armas mucho más eficaces que una pistola o un cuchillo.
Antes de entrar al jet se os entregó a cada uno una arma igualita a la que llevaban los hombres de las grabaciones y una pistola más.
- En vuestras bolsas tenéis más munición para las armas. – nos avisó Nick Furia. – en menos de diez minutos despegáis. ¿Alguien tiene que hacer algo?
- Yo - se levantó Natasha de su asiento en el jet. – Ahora vuelvo.
Natasha salió del jet y se dirigió al baño del aeropuerto. Cinco minutos después ella regresó.
- ¿Quiénes conducirán? – preguntó Steve.
- María y yo - le respondió Clint. Era un alivio ya que ni tú, ni Sharon ni Abel sabíais pilotar una cosa de estas.
El nuevo equipo Alfa os sentasteis en la pared izquierda del jet. Steve y Natasha se sentaron en la pared opuesta. La compuerta trasera se cerró y Nick os dijo: "buena suerte".
El jet número 1 salió primero volando por la pista. El jet número 2, en el que estabais vosotros, salió después, para seguir al otro. En el jet número 1 también había agentes del SHIELD de confianza.
- Ahora entiendo por qué era esto de máxima secretismo, - comentó Abel mirándose el logo que ponía la chaqueta: HYDRA.
- Seguramente todavía haya gente que pertenezca a HYDRA en SHIELD – continuó la agente Sharon.
- SHIELD debería haber acabado cuando se supo que HYDRA estaba en SHIELD, - habló serio Steve. La conversación quedó zanjada en ese momento y no se volvió a hablar por el resto del trayecto.
Los jets aterrizaron en un campo abierto. No había ni vegetación. El paisaje era completamente árido.
- Colóquense las chaquetas antes de salir - habló Nick Furia por el pinganillo que tenías en la oreja. Todos los agentes hicieron lo que ordenó y después bajasteis todos por la pasarela.
- Hay unos jeeps que nos llevarán hasta la gasolinera – nos avisó María, que fue la última en salir del jet.
María, Sharon, Abel y tú entrasteis en uno de los jeeps. María fue la que condujo ya que sabía dónde estaba la gasolinera. Había otros tres jeeps detrás del vuestro.
- Supongo que todas las personas que estén dentro de la gasolinera forman parte de HYDRA, - supuso Abel desde el asiento copiloto.
- Así es. Las personas que estaban en el jet número 1 entraran y se encargarán de todas las personas que están dentro. Vosotros os preocupareis de los camiones que lleguen a la gasolinera.
- ¿Cuántos vendrán? – preguntó Sharon.
- Calculamos que un total de seis camiones se dirigen hacia allí. – respondió María. – Y Furia cree completamente que alguno de esos camiones tiene dentro algo más que simple armamento de Stark.
Os acercasteis a la gasolinera, María en vez de aparcar en frente de la gasolinera se metió por un camino y aparcó detrás de la gasolinera. El segundo jeep hizo lo mismo que María y quedó aparcado detrás. El tercer y cuarto jeep estaban ocupados por las personas del jet número 1. El tercer jeep aparcó en frente de la gasolinera y el cuarto hizo lo mismo que el primer y segundo jeep.
- Nosotros todavía no saldremos. Dejaremos que el equipo 1 haga su trabajo de acabar con todos los que están dentro, - os contó María. – Limpiarán la zona.
- ¿Y si hay alguien que no forme parte de HYDRA? – preguntaste.
- No los matarán si es a eso a lo que te refieres - respondió María. – Les dejarán K.O y después se obtendrá toda la información de cada uno. Por si acaso estaban de encubierto
Asentiste, más tranquila.
Matar a gente no era lo que más te gustaba de este trabajo, aunque había que hacerlo tarde o temprano. Menos te gustaba si era gente inocente que no sabía nada de lo que estaba ocurriendo.
Por la ventanilla del Jeep viste como cuatro agentes, completamente vestidos de negro y con chalecos antibalas entraban por la puerta trasera de la gasolinera. Todos estabais atentos al pinganillo de vuestra oreja, por si había que entrar a ayudar.
- Todo está despejado, - hablaron por el intercomunicador. María fue la primera en salir del coche, y el resto la seguisteis.
María se fue al maletero y empezó a darnos nuestras bolsas.
- Las metralletas dejadlas dentro del establecimiento. No creo que haga falta estar con ellas todo el rato – dijo María. Clint, Natasha y el Capitán América se acercaron a nosotros. María se colocó la mano en el pinganillo, escuchando con atención; después asintió. – Abel, necesitan tu ayuda dentro para reconocer a las víctimas.
Abel asintió y se llevó su bolsa con él dentro de la gasolinera.
- ¿Ha habido alguna baja? – preguntó el capitán América.
- No. Los que están dentro no se esperaron esto - habló uno de los agentes que había salido de la gasolinera. – Hemos encontrado un ordenador.
- Todo tuyo - te dio los honores Natasha. Sonreíste mientras seguías al hombre dentro de la gasolinera.
Otra de tus especialidades, (a demás de interrogar a la gente) era todo lo relacionado con tecnología y explosivos. Podías detonar bombas y descodificar ordenadores fácilmente. Sí, te gustaba la adrenalina.
Lo primero que viste al entrar en la gasolinera fueron varios cuerpos tirados. A la izquierda había una especie de almacén. Abel se encontraba agachado en el suelo, al lado de cuatro cuerpos tirados en el suelo. Seguisteis todo recto y fuisteis a parar en la tienda de la gasolinera, donde había más cuerpos tirados en el suelo.
- Mis hombres los están atando, y después el chico hindú de allí se pasará para reconocer quién es quién. – te contó el hombre. Tú asentiste.
- ¿Han visto si tuvieran micrófonos o algo? – preguntaste.
- No, nada. Ni micrófonos, ni explosivos. Nada – respondió rápidamente. – Solo armas, que se las están quitando.
El hombre te llevó hasta donde estaba la caja registradora. Diste la vuelta a la barra, dejaste la ametralladora en la barra y te colocaste delante del ordenador portátil. La caja registradora estaba tirada en el suelo, con el dinero esparcido. El portátil no tenía ningún cable, o USB. Era bastante antiguo el ordenador (así no podía ser rastreado), la pantalla estaba de color negra y verde y emitía un punto de color rojo, que cada vez se acercaba más. Viste que ese punto estaba bastante cerca, tal vez a menos de media hora. Alejaste un poco el mapa para ver otros puntos rojos más lejos en el mapa, pero que igualmente se estaban acercando.
En ese momento, Natasha, Clint y el Señor Rogers entraron junto con María. Natasha se colocó a tu lado, para ver qué ocurría con el ordenador.
- ¿Qué ocurre? – preguntó María. Natasha miraba atenta la pantalla del ordenador.
- Hay un punto rojo que se acerca a la gasolinera. Supongo que se trata de uno de los camiones, - respondiste.
- ¿Cuánto le falta para llegar? – preguntó esta vez Clint.
- Menos de media hora, - respondió esta vez Natasha.
- Bien, quiero todos estos cuerpos metidos en el almacén donde estaban los otros cuerpos. Steve ayuda a los hombres a llevar a los cuerpos. – ordenó María. Steve asintió y se puso ayudar al resto de agentes. – Clint te quiero en el techo de este edificio para controlar lo que hacen los camiones. Acabarás con ellos desde arriba.
Clint asintió y se llevó con él su arco, su carjac y un francotirador fuera de la tienda. Salió por la puerta trasera.
- Agente Hill aquí hay una mujer que se parece demasiado a ella, - habló uno de los guardias, señalándote a ti.
María miró a la mujer inconsciente y después te miró. Asintió observando el parecido entre vosotras.
- Serás tú quién salga a fuera cuando los camiones lleguen. Colócate la gorra que lleva la mujer y hazte el mismo peinado. – ordenó María, y asentiste. – Agente, tú te quedas detrás del ordenador y nos vas diciendo lo que está ocurriendo en esa pantalla.
El hombre que había hablado asintió y se colocó en tu lugar. Te colgaste a ametralladora y te quedaste al lado de María. Te quitaste la coleta alta para colocarte la gorra de color negro. Después te hiciste una coleta baja, dejando sueltos algunos mechones de pelo.
La chica era blanca de piel y tenía el pelo castaño claro; al igual que tú. Y la constitución de esa mujer era exactamente la misma.
- Agente Carter, - llamó María. – Ayuda a atar a la gente. Y acuérdate de quitarles cualquier arma.
Sharon asintió. Abel apareció, seguido de dos guardias. Llevaba en la mano su kit para reconocer a la gente. Consistía en una tablet, donde aparecían todos los datos y un objeto circular partido por la mitad. Ahí se introducía el dedo anular de la persona para reconocer su huella dactilar.
- ¿Quiénes son las víctimas? – le preguntó María.
- El dependiente de la tienda y las otras tres personas supongo que serían clientes. – respondió él. Después de hablar fue a los cuerpos que todavía estaban en el suelo para ver quiénes eran. Los dos guardias de detrás se encargaban de inyectar a cada uno un tranquilizante, para que se quedaran más tiempo dormidos.
- Quitarles todas las armas. Y atarles con lo que sea, - ordenó María.
Natasha y tú fuisteis a los que todavía estaban en el suelo para quitarles cualquier arma y los cordones de sus botas. Con los cordones de sus zapatos atasteis sus manos y pies. Después fue Abel para averiguar quiénes eran y los otros dos hombres con las jeringuillas, y después apareció Steve para llevarse a los hombres en el suelo con ayuda de otros agentes.
- Están al final de esta calle, - avisó el que estaba detrás del ordenador.
María asintió: - Ya sabes qué hacer – te dijo.
Asentiste. Te colocaste en frente de la puerta, para que cuando te dieran la orden salir a la calle.
- Agente, - habló Nick Furia por el intercomunicador. – Cuando salga se tendrá que dirigir hacia la puerta del conductor, y quedarse quieta. No tendrá que hacer nada más que acompañar al conductor dentro de la gasolinera. El agente Barton le ayudará acabando con los hombres que salgan de la parte trasera del camión. Tienes exactamente 5 minutos para averiguar si el camión tiene algún explosivo o algún chip de seguimiento. Si lo tiene, se lo debe de quitar en menos de cinco minutos ya que es el tiempo máximo que un camión está quieto. Así no levantarás sospechas.
Asentiste, aunque él no te podía ver. Un agente trajo un maletín. En él tenías todo lo relacionado con desarme de explosivos y esas cosas (esa era la especialidad que más te gustaba). Dejaste el maletín a un lado de la puerta.
Afuera, unas llantas frenaron y la agente Hill te avisó para que salieras.
Antes de abrir las puertas, suspiraste, intentando relajarte. Saliste con total seguridad hacia la puerta del piloto. Esa puerta se abrió y bajó el conductor.
- ¿Qué ocurre? – dijo él y tú te tensaste. Os habían pillado. - ¿Es que Davis se ha cansado de salir todo el rato? Puto vago.
Después se rió. Mientras te volvías a calmar, le diste una sonrisa, como si lo que hubiera dicho te hizo gracia.
- Llevo ocho horas al volante y esta es la única parada que hago antes de llegar a México, - habló. – No me creo que tengan que llevarse todo hasta la frontera solo porque SHIELD les haya pillado. Podíamos habernos quedado perfectamente en Sacramento y no se hubieran dado cuenta. Incluso también estábamos en Nueva York y ni se dieron cuenta.
Le seguiste hasta dentro. Cuando las puertas se cerraron, pudiste oír el silbido que hacían las flechas de Clint. El hombre que estaba dentro, no le dio tiempo a nada porque Natasha se abalanzó sobre él y le electrocutó hasta que quedó inconsciente.
Un agente te pasó a ti el maletín mientras que Natasha y Steve salían los primeros, para acabar con el copiloto. Después de ellos saliste tú junto con otro agente que salía para ayudarte.
- Cualquier cosa que encuentres con cables, avísame, - le dijiste. Él asintió. – Y ni se te ocurra tocarlo.
El agente se dirigió al asiento del copiloto. Tú lo que hiciste fue arrodillarte en el suelo y mirar por detrás de las ruedas para ver si había algo. Y si lo había.
En el morro del camión militar había una caja rectangular pequeñita, pudiste ver que no se trataba de ningún explosivo, solo era el chip rastreador. Abriste el maletín para coger los alicates y unas pinzas. Con los alicates cortaste los cables que mantenían la caja pegada al camión. La caja cayó en tus manos y te quitaste de debajo del camión para quedarte sentada sobre tus rodillas. Conseguiste apagar el dispositivo. Suspiraste más tranquila. Solo habías tardado tres minutos y veinte segundos en apagarlo.
- Bien hecho, agente, - te felicitó Nick por el intercomunicador.
- ¿Oíste de lo que hablaba el hombre? – le preguntaste cuando te acordaste de la valiosa información que dijo ese estúpido hombre.
- Completamente anotado. He enviado gente del equipo Gamma a inspeccionar a las dos ciudades por si todavía queda algo. – respondió él.
Guardaste los alicates y las pinzas, cerraste el maletín y te levantaste del suelo.
- No hay nada, - te avisó el hombre. Asentiste. – Solo encontré un GPS, con la dirección a donde van.
El agente te lo entregó.
- Ayuda a los demás agentes a descargar lo que hay detrás del camión, - le ordenaste. Él asintió y se fue a hacer lo que le dijiste.
Entraste dentro de la tienda. Dejaste a un lado el maletín y te acercaste a María.
- Hay que quitar el camión de en medio. Hay que llevarlo a un lugar donde nadie lo vea. – le dijiste. María asintió. Le diste el GPS y ella lo observó con atención.
- A menos de quinientos metros hay un desguace. Así lo dejarán dos agentes del equipo Beta, - dijo. – Ahora ayuda a cargar el jeep que está en frente de la gasolinera. Llevarán a unos de los jets todas las armas.
- ¿Vendrán más agentes a ayudar? – le preguntaste.
Ella asintió. – Nick va a traer a dos equipos más. Seguramente sea para ir a la frontera. Pero tardarán en llegar.
Antes de salir oíste como el chico que estaba delante del ordenador avisaba que teníais cuarenta y cinco minutos para despejar todo.
Saliste para ver que Abel, junto con dos hombres, se llevaba dentro a los guardias caídos.Algunos tenían agujeros debala y otros flechas en su cuerpo. Levantaste la mirada para ver a Clint en el techo de la gasolinera. Te levantó un pulgar y tú sonreíste.
Te acercaste a la parte trasera del camión y subiste a él. Dentro del camión estaba Natasha y Steve mirando el interior de las cajas.
- Esto es de Industrias Stark - dijo Steve.
- Él no tiene el control de lo que vendió - respondió Natasha.
Otros dos agentes subieron para llevarse cajas.
- Vosotros dos, tenéis que llevaros el camión, - les ordenaste. – A menos de quinientos metros hay un desguace. Ahí lo tenéis que dejar.
Ellos asintieron y continuaron con su labor. Tú te llevaste una de las cajas más pequeñas e hiciste el trayecto hasta el jeep que estaba al lado. Se lo diste a uno de los agentes que iba metiendo cosas.
- ¿Crees que va a entrar todo? – le preguntaste al agente rubio.
- Todo no. Pero la mitad de lo que hay en el camión, sí. – respondió. – Yo llevaré esto hasta el jet.
Asentiste. Los otros dos agentes llevaron la última caja que entraba en el jeep.
El rubio se metió en el asiento del conductor e inmediatamente arrancó el coche y se largó. Los otros dos agentes montaron en el camión. Tomaron la dirección contraria del Jeep.
Junto con Steve y Natasha, entrasteis dentro de la gasolinera.
- Media hora, - avisó el agente que estaba en frente del ordenador.
- Tomaros un descanso, - dijo María.
Cuatro camiones pasaron, todos llevaban lo mismo: armamento de Stark. Pero el sexto (y último) camión resultó ser diferente:
- A vuestros puestos, - avisó María. Te colocaste delante de la puerta, como las otras veces con la diferencia de que ahora no hacía tanto calor. Se estaba volviendo de noche.
Oíste el ruido de las llantas y no te hizo falta que María te avisara ya que saliste antes. Caminaste con la misma seguridad hasta la puerta del conductor. Un hombre bastante corpulento bajó de él, tenía el semblante serio mientras inspeccionaba el paisaje.
- ¿Por qué hay sangre ahí? – preguntó, dándose cuenta de que a pocos metros de las ruedas traseras del camión había un poco de sangre. - ¿Se os ha complicado?
Asentiste, sin hablar. Empezasteis a caminar en dirección a la entrada de la gasolinera.
- Tenemos que darnos prisa, - dijo el hombre corpulento, acercándose a la puerta. – Esta parada será corta, quiero llegar antes del anochecer. Ha sido bastante arriesgado cruzar todo el país con el tanque pero creo que-
No pudo continuar hablando porque Natasha se abalanzó sobre él y le dio descargas eléctricas.
- Hay un tanque en el camión, - les avisaste a todos. El mismo agente de siempre te entregó el maletín. Steve y Natasha salieron los primeros, tú les seguiste rápidamente ya que querías ver ese tanque.
Te dirigiste a la parte delantera del camión e hiciste el mismo procedimiento: cortaste los cables y desactivaste el chip rastreador. Eso se lo pasaste al agente que estaba a tu lado, junto con la maleta y te apresuraste a la parte trasera del camión, donde había cuerpos tirados en el suelo. Subiste al camión. Este camión también tenía cajas con el logo de Industrias Stark. Saltaste unas cajas para ver qué había detrás.
Steve y Natasha se encontraban mirando el tanque. Ese tanque era bastante grande, casi llegaba hasta el techo del camión. Tenía dos cinturones que cruzaban el tanque, para mantenerlo sujeto a la pared del camión.
- ¿Qué demonios es esto? – preguntó Natasha.
- Es un tanque. – respondiste tú. – Y seguramente contenga algo... Como a una persona.
Steve apretó la mandíbula: - Abre ese tanque.
- Cálmate - le dijiste. – Puede que tenga algún explosivo, un código para abrir o algo. Las prisas no son buenas. Necesito que alguien me traiga el maletín.
Por el rabillo del ojo viste como Natasha se movía para salir del camión. Fuera del camión estaba Abel junto con los otros dos guardias llevándose los cuerpos. Unos agentes se llevaron las cuatro cajas de armamento.
Palpaste la superficie del tanque para comprobar que estaba fría; congelada. Desabrochaste los cinturones con cuidado. Viste que por detrás había bastantes cable gordos que conectaban el tanque con algo de afuera.
- ¿Cómo vamos a abrir el tanque? – preguntó Steve.
- Buena pregunta - dijiste. – No veo ninguna puerta.
El movimiento de unas turbinas sonaron y segundos después, una armadura de metal aterrizó dentro del camión. Dio dos pasos hasta colocarse al lado del capitán y de ti. Iron Man.
- Eso es, querida, porque no has mirado bien. – respondió Iron Man, también conocido como Tony Stark. – La puerta está por detrás, pegada a la pared. Capitán.
- Stark - le saludó Steve.
- ¿Y tú qué haces aquí? – le preguntaste.
- La caballería ha venido a ayudaros. – dijo con voz cantarina, y levantando los brazos
- No necesitamos a la caballería - dijiste con un tono serio.
- Veamos qué tenemos aquí - dijo Tony, ignorando completamente lo que dijiste. – Este contenedor lleva dentro una persona. Guau.
- Dinos algo que no sepamos, - bufaste.
- Es una persona con un brazo de metal. El izquierdo para ser más concretos. – dijo él con aires de superioridad.
Steve abrió y cerró la boca rápidamente. Estaba preparado para abrir ese tanque.
Natasha entró en el camión y te tendió el maletín. Tony se rió al ver el maletín.
- Oh vamos, aleja esa cosa. Conmigo aquí no vas a necesitar cosa tan antigua.
Apretaste la mandíbula y retuviste las ganas de bufar. Saliste del camión para acercarte a la parte delantera de ella. Te fijaste que entre la cabina y el camión había unos cables. Esos eran los mismos cables que habías visto detrás. Seguiste con la mirada a dónde iban y viste que desaparecían debajo de la cabina; en el motor.
- Bonita ropa interior, - habló en voz alta Tony, desde dentro del camión. Después se rió.
- Tony, por favor, - le riñó Steve.
- ¿Qué? No es mi culpa que se haya puesto delante de los rayos X.- se volvió a reír. – El negro te sienta genial.
Murmuraste un "gilipollas" antes de agacharte y mirar por debajo del camión. En efecto, los cables iban a parar al motor. Te levantaste, aún con maletín en mano hacia la parte delantera del camión. Lo dejaste en el suelo para poder abrirlo.
- Veo que tú también has llegado a la misma conclusión, - habló una voz a tu izquierda. No te pegaste un susto, ya que estabas adiestrada para que no te asustaran.
Le ignoraste mientras inspeccionabas el motor.
- El cable va unido a esa zona, - señaló la esquina superior derecha.
- Ya que lo sabes todo, adelante, - le dijiste dejándole todo el espacio para que se ocupara él.
- Gracias, no sabía cómo decirte que te apartaras. – habló él, cínico.
Bufaste exasperada mientras te alejabas de allí con tu maletín en mano. Varios Jeeps negros aparcaron alrededor del camión y de ellos salieron agentes del SHIELD. Estos agentes son los que se encargarán de entrar en el nuevo escondite de HYDRA.
Entraste en la gasolinera, dejaste el maletín a un lado.
- Bien hecho agentes, - habló María. – Vuestra misión ha terminado. Los demás harán el resto de la misión.
Suspiraste agradecida. Colocaste tu mano en el pinganillo pero la voz de Nick Furia te obligó a bajar la mano:
- Baje esa mano agente. Tú todavía no estás fuera de servicio, - habló Nick, pero no fue por el intercomunicador. Él estaba ahí, en la gasolinera. – El equipo Alfa volverá con nosotros para vigilar ese contenedor.
- Genial, - suspiraste.
- Puede descansar ahora agente, - ordenó Nick Furia.
Dejaste la ametralladora en la barra de la tienda. Te quitaste la gorra y la dejaste al lado del arma. Deshiciste la coleta y te acariciaste el cuero cabelludo, para poder relajarte.
- Bonito pelo, - habló una voz socarrona detrás de ti. Tony Stark. Alejaste las manos de tu pelo mientras te dabas media vuelta.
Stark ya no llevaba puesto el traje y llevaba unos vaqueros y una camiseta negra de manga larga.
- ¿Al final qué ha ocurrido con el tanque? – le preguntaste, ignorando su comentario anterior.
- El mejor amigo del capi estaba ahí. Se lo van a llevar en uno de los jets para deshacer su congelación. Pobrecito, está más congelado que el Capi.
- Eso fue grosero, - le cortaste. Te apartaste de él para acercarte a donde estaban Sharon y Abel.
Sharon te pasó una botella de agua y tú le agradeciste. Bebiste un buen trago de la botella ya que estabas sedienta. Te desabrochaste la chaqueta, para airearte un poco. Acabasteis los tres sentados en el suelo, los pies ya os empezaban a doler.
- ¿Cuándo salimos? – le preguntó Abel a Nick Furia.
- Iros preparando. – respondió él.
Los agentes que habían estado en el jet número 1 y los que habían venido en el tercer jet irían a la base escondida de HYDRA. El equipo Alfa iría a la base de SHIELD para estar al tanto de lo que le ocurría al mejor amigo del Capitán América y para interrogar a los guardias de HYDRA.
Cogisteis todas las armas y la munición antes de entrar a uno de los jeeps.
- Recójase el pelo agente, - te ordenó Nick Furia.
- Seguramente te diga eso porque tiene celos de que tú tengas pelo y él no, - susurró Abel y te mordiste el labio para no reírte.
Te sentaste en uno de los asientos. Abel se volvió a colocar en el asiento del copiloto y Sharon se sentó atrás, contigo. Tony se acercó a tu puerta y te empujó para que te colocaras en el asiento del medio, después él entró también en el jeep y cerró la puerta detrás de sí.
Te molestó porque, ¿no había otro lugar en el que sentarse? Intentaste ignorarle cuando rozó su pierna con la tuya. Te hiciste una coleta suelta, después te abrochaste la chaqueta y cogiste más fuerte el arma.
María entró al asiento del conductor e inmediatamente inició la marcha hacia donde estaban los jets.
El brazo de Stark serpenteó hasta quedar por arriba de tu asiento, sin llegar a tocar tus hombros. Luego volvió a rozar su pierna con la tuya. Por el rabillo del ojo viste como Sharon escondía una sonrisa debajo de su puño.
La marcha fue corta hasta los jets. En vez de haber dos jets había tres (en el tercero habían llegado Stark y los agentes que irían a lo de HYDRA). Entrasteis en el jet, Te volviste a sentar en el mismo sitio que antes, solo que Tony (¿qué demonios le pasaba a ese hombre?) se sentó a tu lado derecho. Abel se sentó a tu izquierdo.
Steve estaba en la pared de en frente, Natasha a su lado. Seguramente Natasha estuviera reconfortándolo. Se veía que Steve estaba bastante afligido. Se le veía que prefería estar en el otro jet con su mejor amigo congelado.
Clint y María se fueron a los mandos del jet y cuando entró Nick Furia al jet, inmediatamente despegó.
La vuelta a la base de SHIELD, que estaba en Filadelfia, fue el trayecto más corto de todo el día.
Salisteis del jet al mini aeropuerto, exhaustos. Nick procuró recordarnos que todavía estábamos en servicio, y que no se nos ocurriera bostezar o echarnos una cabezadita durante todo el trayecto de vuelta.
- Podéis pasar por vuestras habitaciones a dejar las cosas, pero en media hora os quiero en la sala de interrogatorio, - os avisó Nick.
Todos asentisteis. Antes de que os marcharais, dejasteis todas las armas y la munición que os entregaron y os devolvieron vuestra ropa. Os marchasteis rápidamente a vuestras habitaciones excepto Tony, que se quedó con Nick y María.
Fuiste la única que se bajó del ascensor en la tercera planta. Recorriste todo el pasillo hasta llegar a tu cuarto. Entraste y no te echaste una siesta de veinticinco minutos (como seguramente iba a hacer el resto). Lo que hiciste fue quitarte esa ropa que no era tuya para ponerte la que en un principio te habías puesto. Después pasaste al baño y te echaste un poco de agua en la cara. Tuviste que hacerte de nuevo la coleta. Volviste a colgarte el cinturón de armas, con una pistola y su munición extra más un cuchillo.
Saliste de tu habitación (solo habías tardado diez minutos en cambiarte) y tomaste el ascensor para dirigirte a una pequeña parada antes de ir a la sala de interrogatorio. A la cafetería.
Allí tendría que haber cafeína para que no te quedaras dormida. Parece ser que no fuiste la única que pensó en eso ya que Stark también estaba ahí, al lado de la cafetera tomándose un poco de café.
Cuando te vio entrar sonrió socarronamente pero le ignoraste y caminaste más deprisa hacia la cafetera, que todavía tenía café caliente.
- Oí decir a Furia que tú serías una de las personas que hablaría con el congelado.
- No deberías de llamarlo así, - le cortaste. Eso era bastante grosero e irrespetuoso. – Tiene un nombre. Bucky.
Miraste por la ventana mientras le dabas un sorbo a tu taza. El cielo ya estaba completamente oscurecido.
- Tengo un grado de psicología, así que sí, yo hablaré con él. – le dijiste.
- Es peligroso. – dijo él, pensativo. – Esa persona es inestable. No deberías estar cerca de él.
- Es mi trabajo, - te encogiste de hombros. – Quiero ayudar.
Os quedasteis un par de minutos en silencio, tomando la taza de café. Este silencio se había vuelto un poco tenso y realmente te querías ir de allí.
- ¿Por qué fuiste a la misión? – le preguntaste. Él levantó la mirada del suelo, para mirarte. – Furia nos dijo que solo aparecerías si ocurría algo, pero no ocurrió nada.
- Me avisó de que se iba hacia allá y me ofrecí a ir también por si podía ayudar en algo.
- No hacía falta tu ayuda, - le dijiste sincera. – Estaba todo completamente controlado. Lo único que hiciste fue quitarle el trabajo al resto.
Tony te miró con una mirada indescifrable, pero después sonrió. Dejó la taza vacía en la encimera y se acercó a ti.
- ¿Alguien está resentida porque le quité el trabajo? – te miró con una sonrisa. Frunciste el ceño mientras le mirabas a los ojos. ¿Por qué se tenía que acercar tanto?
- No.
- ¿Quieres que te pida perdón por quitarte el trabajo? – susurró, un poco más cerca de ti.
Colocaste una mano en el centro de su pecho cuando se acercó demasiado. Tocaste su Arc Reactor, que estaba frío. Le empujaste hacia atrás en el mismo momento que Steve entró a la cafetería.
- Tenemos que ir ya, - avisó Steve, con la voz lenta como si supiera que estaba interrumpiendo algo (lo cual era mentira ya que no había nada).
Asentiste y te alejaste de la encimera y de Tony. Caminaste rápidamente hasta llegar al lado del Capitán. Empezasteis a caminar con Tony detrás de vosotros.
- ¿Eres tú la que hablarás con él? – te preguntó.
Steve tenía una mueca en la cara. Realmente le dolía esto. Sabía que su amigo escapó después de que le salvara de morir ahogado en Washington. Pero saber que había vuelto a caer en las garras de HYDRA...
- Así es. – respondiste. – Cuando los médicos consigan estabilizar su cuerpo después del intento de congelar su cuerpo, hablaré con él. Tú también estarás allí.
Steve asintió, agradecido.
Entrasteis en el ascensor y subisteis hasta la décima planta, donde estaban los laboratorios. Las puertas del ascensor se abrieron y mostraron una sala blanca, donde ya estaban todos reunidos mirando a través de un cristal. Steve se colocó delante de ellos para poder ver qué estaban haciendo dentro del laboratorio.
- Agente, - te llamó Nick Furia. – Mientras estabilizan al señor Barnes, me gustaría que se pasara ya por la sala de interrogatorio. Algunos ya se han despertado del tranquilizante. Te acompañará la agente Hill. Yo iré más tarde.
María se movió rápidamente hacia el ascensor. Tú tuviste que retroceder dos pasos para volver a entrar al ascensor. Mantuviste contacto visual con Stark hasta que las puertas se cerraron. El ascensor subió tres plantas más, hasta la sala de interrogatorio.
- ¿Cuántas personas se han despertado?
- Cuatro. Una mujer y tres hombres. La mujer es la que se parece a ti.
- Que sea ella la primera, - María asintió.
Al salir, María te dirigió a la sala número 1. Dentro de ella había una mesa blanca y dos sillas colocadas una en frente de la otra. Había una bombilla que iluminaba toda la habitación y a la izquierda estaba el cristal para poder ver toda la conversación.
Cuando entraste ya estaba la mujer sentada en la silla, con las manos esposadas entre ellas y a la mesa. Se le había quitado el blindaje y la chaqueta. Solo estaba con la camiseta y los pantalones. También le habían quitado los zapatos.
Cuando te vio entrar se rió.
- Ahora entiendo por qué Jullian fue tan gilipollas de creerse vuestra farsa, - comentó. En ese momento supiste que Jullian se trataba de uno de los conductores de los camiones. Puede que el primero.
- ¿Por qué nos has dicho su nombre?
- Qué más da, - se encogió de hombros. – Seguramente ya supierais su nombre e igualmente nos vais a matar.
- No os vamos a matar, - le dijiste. Bueno, no sabías los planes de Nick, pero dudabas que fuera la muerte lo que les tocara.
- No hablaba de vosotros.
- ¿Hablabas de HYDRA?
La mujer se quedo callada, y lo tomaste como un sí.
- Entonces no te importará contarnos algo, ya que igualmente te van a matar.
- No. Prefiero que mi muerte sea rápida. Si os contara algo, sería lenta y dolorosa.
- Y si prometo que no te matarán, ¿contarás algo?
- No, - la mujer te miró como si fueras tonta. Aunque estas preguntas no las hacías porque sí. Ahora tocaba la parte de las amenazas.
Por el pinganillo (que todavía estaba conectado), Nick Furia te contaba brevemente la información de esta chica.
- Sé que te llamas Angelina Ferguson. Tu marido también pertenece a HYDRA, - dijiste seriamente. Los ojos de la chica se abrieron imperceptiblemente. – Creo recordar que se llama... ¿Dwight? Sí, Dwight. Dwight Ferguson. Y que también tu familia se encuentra en Arizona. No, no está lo suficiente escondido ese secreto.
Su cara empalideció notablemente. Eso lo tomaste a tu favor.
- Sarah, Nora y el pequeño Joshua. Unos niños muy brillantes, sí. – Asentiste. – Realmente no me gusta amenazar, y menos con niños de por medio. Pero vas a tener que contar algo, lo que sea, para que tus hijos no sufran. No debe repercutir en ellos y tú lo sabes. Así que habla. ¿Por qué estabais yendo a México?
- Desde ahí sería todo mucho más fácil. – habló reluctante.
- ¿De dónde conseguiste las armas de Stark? – le preguntaste. Ella sonrió.
- Es muy fácil conseguirlas. Hay un mercado negro que vende las últimas armas que se crearon. – respondió, de nuevo reacia a contestar. Hubo un golpe en el cristal. Supiste que fue Stark el que lo había hecho.
Un guardia entró, llevaba un mapa y un boli. Los dejó sobre la mesa y después se volvió a ir.
- Ahora me vas a decir dónde están las antiguas bases, sin contar la de Sacramento ni la de Nueva York. – cogiste el boli, esperando que dijera algo.
- ¿Cómo sabes que no te estoy mintiendo?
- Tienes tres oportunidades, - la hiciste saber. Después la explicaste: - Ya sabes, una por cada hijo.
La mujer apretó la mandíbula, impotente.
- Hay una cerca de Las Vegas, - empezó. – Otra en Austin, luego está la de Chicago y en Kansas City.
- ¿Algún dato más? Algún dato relevante... - dejaste de hablar para dejar que hablara ella.
- Todos ellos están casi vacíos. En Austin no encontraréis nada, está completamente vacío.
- Muchas gracias, Angelina, - le dijiste, levantándote de tu asiento. – Has sido de bastante utilidad.
Saliste de la sala y unos guardias entraron para llevarse a la mujer.
- Eso fue suficiente por hoy, - dijo Nick saliendo de la pequeña habitación (la que estaba detrás del cristal), después de él salieron María y Stark. – No creo que haga falta hablar con los otros tres.
Asentiste.
Los cuatro os metisteis dentro del ascensor y bajasteis hasta los laboratorios. Ahora solo tocaba esperar.
Steve estaba en la misma posición que cuando te fuiste. Natasha estaba a su lado, también mirando la escena. Sharon estaba al otro lado de Steve. Te sentaste en el banco que estaba apoyado en la pared. En él estaban Clint y Abel sentados.
- Los médicos dicen que lo que hizo HYDRA fue peligroso, - te contó Clint. Clint tenía los codos apoyados sobre las rodillas.
- ¿Se ha despertado? – preguntaste.
- Todavía no.
Stark se sentó a tu lado, para escuchar la conversación.
- ¿Saben cuánto tiempo lleva congelado?
- No lo saben. Pero seguramente fue menos de una semana, - habló Abel. – Y seguramente hasta mañana no se pueda hablar con él.
- Así es agente Bhan, - se metió en la conversación Nick Furia. – Me temo que no se podrá hablar con él hasta mañana. Así que podéis descansar. Ya os avisaré mañana como va. Ya podéis marcharos.
Todos los que estaban en la sala se fueron por la puerta rápidamente. Los nueve que salisteis (el Capitán no quiso dejar su sitio en frente del cristal) os apretujasteis en el ascensor y cada uno se bajó en su planta. Cuando llegó la tercera planta, tu turno de salir del ascensor, Stark también se bajó.
- ¿Qué haces? – le preguntaste cuando las puertas del ascensor se cerraron
- ¿Qué crees? Acompañarte a tu habitación. – dijo como si nada.
- No tienes por qué hacer eso.
Pero él solamente se encogió de hombros.
Llegasteis al final del pasillo andando hombro con hombro. Cuando abriste la puerta te giraste hacia él y le susurraste:
- Gracias.
Y después de eso cerraste la puerta. Te deshiciste de toda la ropa, incluido el cinturón de armas. Te colocaste tu pijama que consistía solamente en una camiseta en manga corta. Dejaste el intercomunicador sobre la mesilla. Te metiste en una cama y no te costó nada dormirte, aunque te habías tomado una taza de café.
Nunca te hubieras creído que a la mañana siguiente te ibas a despertar con alguien acariciando tu cara.
Abriste los ojos cuando alguien estaba acariciando tu sien. Cuando enfocaste la mirada en Tony Stark, alejaste la cara de su mano.
- ¿Qué demonios haces en mi habitación? – le preguntaste, sentándote en la cama. Te frotaste el ojo derecho, soñolienta.
Stark estaba sentada sentado a un lado de la cama. Iba vestido con un traje.
- Nick me dijo que debía despertarte.
- ¿Qué hora es? – preguntaste, sujetando la sábana con las manos (te habías acordado que tu pijama solo era la camiseta y la ropa interior).
- Son las ocho y media de la mañana. – habló. – Has dormido cuatro horas.
Te quejaste, notabas tus ojos bastante entumecidos. Y luego te preguntaste si él también se había ido a dormir. Se había cambiado de ropa y parecía mucho más fresco que ayer.
- Te he traído café y donuts. – dijo moviendo su mano izquierda. En ella tenía agarrado una bolsa de papel y una taza con tapa. – Nick te quiere vestida así que, venga.
- Deja eso en la mesilla y te vas. – dijiste, sin salir de la cama.
Tony sonrió pero hizo lo que dijiste.
Cuando cerró la puerta detrás de sí, saliste de la cama y te vestiste lo más rápido posible. No te daba tiempo a ducharte (no con Stark ahí fuera y entrando en cualquier momento). Pasaste al baño para peinarte y hacerte de nuevo la coleta. Te refrescaste un poco y después saliste de tu habitación. Completamente vestida, con el cinturón de armas (llevabas la pistola y el cuchillo), el café y los donuts.
Tony agarró la bolsa de los donuts y cogió uno de ella. Tú abriste el vaso de café y bebiste de él. Antes de que llegarais al ascensor, el café y los donuts se acabaron.
- ¿Sabes si se despertó? – le preguntaste, interesada en saber la respuesta.
- Sí. – asintió. – Estaba con Nick cuando despertó.
- ¿Fue hace mucho? – hablaste.
- No, - negó. Después de segundos callados, volvió a hablar: - Sigo pensando que es mala idea que entres ahí.
- Es mi trabajo, - dijiste después de suspirar. – Además, no lo puedes impedir.
- ¿No? – dijo más para sí mismo.
Por el rabillo del ojo viste como se adelantó y pulsó un botón en el control de mandos que tenía el ascensor. En ese mismo instante el ascensor se quedó parado. Después se quedó en frente de ti, de espaldas a las puertas del ascensor. Se cruzó de brazos y levantó las cejas en tu dirección.
- ¿Qué demonio te pasa? – le dijiste.
- Lo acabo de hacer.
- Apártate. – le ordenaste pero él se negó. ¿De verdad iba a prohibirte ir a hablar con el otro hombre?
Te moviste a la izquierda para esquivarle pero él también dio un paso. Te moviste a la derecha y él también hizo lo mismo. Que hiciera eso, solo hizo que te enfurecieras más y fruncieras el ceño.
Habías pensado que este nuevo día, Tony Stark te iba a caer mejor (te había traído café y donuts, eso eran puntos a su favor), pero esto solo hizo que te cayera peor.
Le agarraste del brazo y empujaste de él, para que se alejara de la puerta. Te costó moverle del lugar, pero al final lo conseguiste. El movió sus brazos para intentar atrapar los tuyos e inmovilizarte pero tú fuiste más rápida.
Le cogiste de las muñecas y conseguiste colocar su brazo izquierdo en su espalda. Con el brazo derecho no fue así, ya que se te escapó la mano. Tony te empujó hacia atrás, tú tenías agarrada su muñeca derecha pero no conseguiste inmovilizarle completamente. Te empujó hasta que quedaste en la pared. Colocó su mano en tu cara y se acercó completamente a ti.
En un momento estabas intentando inmovilizarlo y en el otro él tenía sus labios sobre los tuyod y tu mano se quedó en la suya, inerte. No reaccionaste hasta que pasó su lengua por tus labios. En ese instante, soltaste su brazo que estaba detrás de él (pensó que ibas a continuar el beso por lo que te sujetó la cara con las dos manos) y empujaste su pecho con tu antebrazo. Se separó de ti completamente, le esquivaste y pulsaste el botón, para que volviera en funcionamiento el ascensor.
Pasaste la mano para quitar la huella del beso de Tony (¿o era que lo querías conservar?) y después volviste a bajar la mano. Apretaste ambas manos convirtiéndolas en puños.
Las puertas se abrieron más pronto de lo que esperabas y salisteis al laboratorio. Tú caminaste más rápido para poder alejarte de él. Ahí estaban Nick, María y Steve, quien seguía con su uniforme. Se veía que no había dormido en las cuatro horas que tú pudiste dormir. Nick se acercó a ti.
- Se ha despertado, - te hizo saber. – Está bastante agitado, así que le aconsejo que no entrara todavía.
- Quiero hacerlo ya. – Notaste la mirada fija de Stark en ti, pero la ignoraste. – Steve puede entrar también.
Steve, cuando oyó su nombre, se despegó del cristal y se colocó a tu lado. Listo para entrar. Furia debatió ente si dejar que entrarais o no. Finalmente cedió. Te dio un pinganillo para que pudieras hablar con él si ocurría algo. Aunque él igualmente iba a estar detrás del cristal polarizado.
La primera en entrar fuiste tú. Abriste la puerta blanca y diste tres pasos dentro de la sala. Steve te siguió de cerca y cerró la puerta detrás de sí.
Bucky, no despegó la mirada de vosotros dos, que acababais de entrar a la sala. Los dos médicos que estaban sentados a ambos lados de él, se levantaron y salieron de la habitación. Dejando sus asientos libres.
Steve fue el primero en acercarse a él y sentarse a su lado. Tú te acercaste más despacio a él, observándolo. Tenía los brazos atados con correas a la camilla (no era una camilla de metal, era más como una camilla de hospital). Le habían quitado la ropa con la que estaba congelado y le pusieron una bata.
Cuando te sentaste en la otra silla, Steve habló lentamente.
- Buck, ¿te acuerdas de mí?
- Yo no soy Buck, - habló con voz monótona. Parecía perdido.
El Capitán compartió una mirada contigo.
- Pero sí te conozco, - dijo. Estaba mirando a un punto fijo en el cristal, probablemente recordando las cosas.
- ¿Qué ocurrió después de lo de Washington? – hablaste por primera vez.
- Huí. – respondió después de una pausa. – Pero me volvieron a encontrar.
Ibas a preguntarle otra cosa, pero alguien habló por el pinganillo, y no fue Furia.
- Sal de ahí - habló Tony. - No es seguro.
Fulminaste con la mirada el cristal pero no dijiste nada.
Después de esa amena conversación con él tú saliste de la sala, dejando solos al Capitán y su amigo.
Afuera del laboratorio, Tony te estaba esperando.
- Quiero hablar contigo un momento. – habló él cuando te vio salir.
Caminó hasta el ascensor y, aunque no quisieras ir con él, lo hiciste igualmente. Caminaste despacio hasta entrar al ascensor.
Tony pulsó un número de planta aleatorio. Esperó a que el ascensor se moviera para volver a bloquearlo; así estaríais solos.
- Siento haberte encerrado en el ascensor. – se disculpó. – Ha sido inapropiado y ha estado fuera de lugar.
- También te deberías disculpar del beso, - le recordaste, de brazos cruzados.
- Ah vamos, no pienso hacer eso, - se negó. – Tienes que admitir que tú también lo querías.
- ¿Cómo? – preguntaste sin creértelo.
- Admite que tú también lo deseabas, - se acercó a ti varios pasos. Os quedasteis mirando a los ojos. Tuviste que levantar un poco la mirada ya que él era un poco más alto que tú.
- No- pero él te cortó.
El se acercó un poco más a ti, haciendo que no pudieras terminar la frase. Tú fuiste la que dio el último paso para que vuestros labios se tocaran. No querías hacer eso, te querías alejar de él (¿mentira?). Puso su mano en tu cara, su pulgar rozaba tu mejilla. Su otra mano se enganchó en tu cintura, para acercarte más a él. Colocaste tus manos en su cuello, mientras volvía a pasar su lengua por tus labios.
Cuando os separasteis, él esbozó una sonrisa (esa sonrisa que aborreciste desde el primer momento. Pero que también te gustó).
- ¿Todavía no lo vas a admitir? – te susurró, mordiéndote el labio inferior. Pero solo respondiste con otro beso.
ADVERTENCIA: Los capítulos serán muy largos jeje. Los otros no tendrán 10.000 palabras pero tampoco tendrán 1000.
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