Thor #1

Capítulo Uno: Welcome to your life

Hoy te despertaste con las sábanas pegadas al cuerpo. Las pateaste para poder quitártelas de en medio.

Lo único que entraba por la ventana abierta de tu habitación era calor. Aire caliente, calor y luz. Eso era lo malo de Nuevo México, donde vivías. Te levantaste de tu cama y caminaste hacia el único baño de tu casa.

Te quitaste toda la ropa y entraste en la ducha, a quitar los restos de sudor y así empezar un nuevo día.

Tu turno de camarera en el bar empezaba dentro de una hora y media, así que tenías tiempo de sobra. El agua no es que estuviera muy fría, pero lo agradeciste. Saliste de la ducha y te secaste con una toalla de color arena. Saliste del baño y recogiste la ropa de tu trabajo para volver a entrar en el baño.

Te echaste una crema hidratante y después te pusiste todo el uniforme. El uniforme consistía en una camiseta de manga corta de color negro, con unos pantalones largos de color negro y unos zapatos de color negro. Ah, y también tenías un delantal negro.

Para no pasar calor (nótese la ironía).

Te hiciste una coleta alta y saliste del baño. Entraste un momento en tu habitación para coger el bolso y saliste al salón. Ahí dejaste el bolso y después te adentraste en la cocina. Empezaste a prepararte el café, y mientras la cafetera hacia su labor del día, sacaste un vaso y le pusiste un hielo.

Cuando la cafetera terminó de hacer café, lo vertiste sobre el vaso con hielo y voila, ya tenías tu café con hielo mañanero.

Te lo bebiste sin prisas, y cuando te lo terminaste, lo dejaste sobre la pila y saliste de tu casa, con tu bolso. Cerraste la puerta detrás de ti, bajaste los escalones de tu porche y entraste en tu coche (que estaba aparcado en frente de tu casa).

Era un cuatro por cuatro Land Rover bastante antiguo. Tardaste un poco en arrancar, pero al final lo conseguiste y saliste del parking, rumbo a tu trabajo.

Eras camarera. Y no, no era un buen trabajo. Pero como no habías estudiado, los trabajos que podías hacer eran de este tipo. Y tampoco te quejabas; te gustaba tu trabajo. Y mucho.

El motivo por el que no habías podido estudiar era porque apenas tenías dinero cuando llegaste. Solamente pudiste obtener dinero para el alquiler de un mes y fue una suerte encontrar un trabajo en menos de un mes.

Eso fue hace ya más de tres años.

Durante esos tres años habías conseguido una casa, trabajo, aprendiste a conducir (además tenías un coche) y a cocinar. Habías aprendido un montón de cosas en estos tres largos años.

Las personas con las que te juntabas eran muy amables y agradables. Te habían tratado bien desde que viniste a Nuevo México. Habías viajado desde muy lejos, y como Nuevo México no te desagradó (aunque hiciera un calor horrible), decidiste quedarte aquí a vivir.

No tardaste mucho en llegar a tu trabajo, y de milagro tu camioneta no se queda en medio de la carretera.

Apagaste el motor y te bajaste de la camioneta. Empezaste a caminar hasta la entrada de trabajadores, que se encontraba a uno de los laterales de la tienda (que daba a un callejón sin salida). Entraste en la tienda y dejaste el bolso en el cuarto de los empleados. Después entraste en la cocina (saludaste a los dos cocineros que había dentro) y de ahí entraste por la puerta que daba cara a la barra.

-    Buenos días – saludaste al camarero que había detrás de la barra. Él, bastante atareado, solo pudo sonreírte brevemente. Era Martin, un gran amigo tuyo.

Martin fue quien te había ayudado en estos tres años. Fue él quien te ayudó a encontrar el trabajo. Todo lo que tenías y habías conseguido era gracias a él.

Saliste de la barra (no sin antes haber cogido una libreta y un boli para apuntar los pedidos) y te fuiste acercando a las mesas con una sonrisa.

Tenías el turno de mañana, por lo que hasta las seis de la tarde no estarás en casa.

Volviste a la barra para dejar ahí los pedidos y esta vez recogiste una cafetera, para ir por las mesas que necesitaban café.

Estaban los clientes de siempre (los que te llamaban por tu nombre) y luego había algún que otro cliente nuevo. Destacó una mesa. Eran cuatro, y conocías a tres de los que estaban en ella. Eran Jane Foster, con el pelo liso y de color largo, Erik Selvig, un hombre ya mayor,  y Darcy, que llevaba gafas y tenía el pelo de color oscuro. Eran personas que ya habían venido varias veces a la cafetería. El cuarto miembro, estaba de espaldas a ti. Era un hombre, de hombros anchos, espalda definida, y pelazo rubio y largo. Sí que destacaba aquí, en Nuevo México.

Jane, miraban un poco impresionados al hombre gigante. Te acercaste a ellos, hasta estar en frente.

-    Buenos días chicos. Veo que venís con alguien nuevo. ¿Es de la facultad?

Darcy se rió.

-    No, no lo es.

-    Ah, está bien. ¿Necesitáis algo más?

-    Necesito más de ese elixir que porta – el rubiales te miraba a la cara.

Frunciste el ceño, mientras que Jane te miraba rendida y Darcy se reía.

-    ¿Perdona? – preguntaste confundida.

-    Va a necesitar una taza nueva. Se le ha caído sin querer – respondió esta vez Jane. Miraste abajo para ver que el suelo estaba limpio; alguien lo había recogido ya. – Y quiere más café.

-    Sí, claro – se mofó Darcy.

-    Ahora mismo-

-    Un momento – cortó el rubiales. Frunció el ceño mientras miraba con atención tu cara.

¿Acaso tenías algo en la cara?

-    Yo te conozco – terminó por decir.

-    ¿Qué? – preguntaste confusa. ¿Cómo te iba a reconocer?

-    Perdónale – dijo Selvig. – Es nuevo aquí y-

-    Y delira a menudo – dijo la otra chica con gafas. Se reía de la situación. La otra mujer, con el pelo liso, la miró mal.

Te quedaste callada, sin saber qué decir.

-    Entonces creo que deberíais llevarle al hospital – dijiste mientras vertías un poco de café en las tazas de Jane, Selvig y Darcy.

-    Viene de allí – sonrió Darcy y Jane la volvió a mirar mal.

Parpadeaste, un poco impresionada.

-    Te has equivocado...  – dijiste, sin saber cómo se llamaba.

-    Thor, dice llamarse Thor – rodó los ojos el doctor Selvig.

Te reíste brevemente.

-    ¿Cómo el dios de la mitología nórdica? – ninguno dijo nada por lo que negaste con la cabeza. – En un momento vuelvo con la taza.

Te giraste y empezaste a caminar de nuevo a la barra, parando en algunas mesas para rellenar tazas. Entraste en la barra y te agachaste para coger una taza nueva, para el nuevo cliente. Cuando te levantaste te encontraste a Thor apoyado sobre la barra. Tu corazón casi se para del susto.

-    Vaya, me has asustado – le dijiste mientras dejabas la taza en la barra. Después cogiendo la cafetera y rellenando la taza de café.

-    Sé que te conozco de algo – dijo Thor. – Y pienso averiguar de qué.

-    Está bien pero, nunca te he visto por aquí.

-    ¿Cómo te llamas? – preguntó mientras agarraba la taza y se la bebía de un trago.

-    Ana – sonreíste. – ¿Te suena de algo el nombre?

Después de meditarlo, Thor negó con la cabeza.

-    Te estás equivocando. No me conoces de nada – volviste a negar.

-    Dicen que una especie de satélite aterrizó en el desierto – decía un hombre en la barra.

-    Sí, nos hemos divertido un buen rato – habló otro. – Hasta que alguien ha hablado a los federales.

-    Pesaba un montón; nadie podía levantarlo. Han dicho que era radioactivo, pero yo lo he agarrado con las manos.

-    ¿Dónde está? – le preguntó Thor, agarrándole del hombro.

-    Unos 80 kilómetros al oeste – le dijo el hombre con barba y que llevaba una gorra.

-    Necesito que alguien me lleve – te hablaba Thor, aunque tú seguías trabajando.

Thor repitió eso varias veces. Se fue de la barra para volver a su mesa. Viste como Jane negaba con la cabeza, y más tarde, Thor desaparecía de la cafetería.

Qué cosa más rara.





Ese día saliste bastante cansada. Eran las seis de las tarde y el sol aún seguía dando calor. Te pasaste la mano por la frente, para intentar aliviar un poco el calor. Llegaste a tu furgoneta, abriste la puerta y entraste en ella. Dejaste el bolso a tu lado antes de ponerte a arrancar el coche. Cosa que tardaba mucho.

En el momento que el motor de la furgoneta ronroneó miraste hacia arriba y ahí, en medio de la calle, te encontraste a Thor, quien parecía un poco perdido. Te acercaste a él, que estaba en la entrada del parking.

-    ¿Perdido? – le preguntaste.

-    Necesito ir a un sitio. Pero no tengo el transporte.

-    Anda sube – rodaste los ojos. Thor caminó hasta la puerta del copiloto y consiguió entrar. - ¿A dónde es?

-    Unos 80 kilómetros al oeste.

-    Y bien Thor, ¿de dónde crees que me conoces? – iniciaste una conversación.

-    No lo sé.

-    ¿Tal vez de dónde vengas?

-    No lo sé. Dudo mucho que vengas de allí – respondió y tú te mordiste la lengua.

-    ¿Entonces qué haces aquí?

-    Mi padre me desterró de donde vengo.

-    Ah – apretaste más el volante. – ¿No vienes por algún otro motivo?

Thor negó con la cabeza.

Bufaste.

El resto del camino lo pasasteis en silencio, ninguno de los dos habló. Cuando llegasteis, a lo alto de una colina ya era de noche. Al fondo habían creado como una especie de campamento, y había muchos hombres armados y vestidos de negro vigilando y controlando todo.

Y de verdad que te arrepentías de llevarle. Mañana iba a ser un largo día de trabajo y sin tus horas de sueño necesarias, lo ibas a pasar mal. Además que le estabas llevando a la boca del lobo; pero era su decisión y poco podías hacer.

-    Hasta aquí el viaje. Espero que encuentres lo que andabas buscando.

-    Lo haré. Y una vez que lo tenga en mi poder, Jane y sus amigos sabrán que digo la verdad.

Asentiste.

-    ¿Tú me crees?

Te quedaste un momento en silencio, y finalmente negaste con la cabeza.

-    Cuando vuelva con el Mjolnir lo próximo que haré será averiguar quién eres y de qué te conozco.



Espero que os guste este primer capítulo y aquí tenéis los personajes elegidos:

Pierre Peyrebonne de @EstoileNoire
Leyla Evans de @jaaz-riggs12
Hela Shultz de @_efecto_mariposa_
Gala Ross de Baby_A_1
Sisa Astor y Bruno Astor de @PauBerrezeuta
Charlotte Sellers* de @MisteryGlowGirl
Eni Valentine's de @ennlangdon
Marylin Frye de @Russ_13
Cassandra Braginsky* de @EleonoreLGRosemonde

*No tendrá 19, sino 16.
*No tendrá 19, sino 17. Además que no controla bien su mutación.

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