Steve Rogers #7
Capítulo 7: 2000-2013.
- ¿No dijiste que íbamos a estar en tu casa?
- Así es, pero creo que deberíamos ir antes a un sitio.
- ¿Tiene que ver con la década del 2000?
- Ajam.
Steve te llamó al timbre de tu casa sobre las 10 y media, tú bajaste vestida con unos jogging y una chaqueta negra de Adidas (algo cómodo para pasarlo en tu casa). Steve llevaba puesto una chaqueta azul marina junto con unos vaqueros. Te saludó con su brillante sonrisa y dos besos. Empezasteis a caminar por Times Square agarrados de la mano.
- ¿A dónde vamos? ¿Hay que coger la moto?
- Así es. Hay que ir al distrito financiero, en Manhattan.
Steve asintió y empezó a caminar más rápido hacia donde estaba su moto. La moto te dio menos miedo en este viaje. Fue pasar tus manos por su cintura para agarrarte a él y sentirte segura.
Steve zigzagueó por la carretera hasta Manhattan, un total de veinte minutos fue lo que tardasteis en llegar al distrito financiero. Steve aparcó en frente de una plaza pequeña donde había unas cuantas fuentes, placas enormes con distintos nombres y varia gente pasando el rato allí. Steve se paró en una para leer lo que decía una de las placas.
- Son nombres de personas.
- Así es. – asentiste. – El 11 de septiembre de 2001 se produce un atentado terrorista justamente aquí. En las torres gemelas, este atentado con otros dos ha causado la muerte de casi 3000 personas.
Steve frunció el ceño y te miró, parecía triste e impotente.
- En la década del 2000 se producen bastantes atentados terroristas: en Nueva York, Londres, Madrid, Bombay, Bali... Pero se encuentra al jefe de la célula terrorista, Al Qaeda, y se le ejecuta en el acto.
- ¿Quién?
- Bin Laden. Murió en el 2011. – Steve te apretó imperceptiblemente la mano antes de hablar.
- ¿Era esto lo que querías mostrarme?
Asentiste. – Esto es parte de la década del 2000. Ya podemos irnos, o, ¿prefieres quedarte aquí un poco más?
- Prefiero volver, - respondió Steve emprendiendo la marcha de vuelta a su moto.
Volviste a agarrarte a su cintura de regreso a tu casa.
Subisteis las escaleras hasta tu piso (un segundo), abriste la puerta y entraste tú primero. Cuando Steve entró, cerraste la puerta con llave y te giraste hacia él. Steve estaba inspeccionando todo, desde el color crema de la entrada de tu casa con una mesilla de madera oscura a juego hasta lo que podía llegar a ver de la cocina negra y el salón de color blanco.
Le cogiste de la mano ya que veías que él no se iba a mover. Le llevaste hasta el salón, él se sentó en el sofá negro, te arrastró con él y acabaste a su lado sentada.
- ¿Entonces hoy, qué vamos a hacer? – preguntó observando toda la decoración blanca y negra del salón.
- Pues tenía pensad hacer una maratón de películas, luego pedir comida, y después por la tarde jugar a un par de videojuegos. Ese era el plan.
- Me gusta – sonrió Steve. Movió los pies. – ¿Puedo?
- ¿Qué? – preguntaste sin saber qué decía, luego miraste sus pies, y te diste cuenta. – Por supuesto que te puedas quitar las zapatillas Steve, estás en tu casa.
Steve sonrió agradecido mientras se las quitaba y las colocaba en una esquina del salón.
- No me gusta nada las zapatillas. Prefiero estar descalzo. – te explicó.
Encendiste la televisión y pusiste la TNT, que estaba echando Big Ban Theory.
- ¿Esto qué es? – preguntó Steve mirando cómo una chica bajita, rubia y tetona se ponía a hablar con un hombre que llevaba camisa de cuello alto y que su pelo parecía una peluca.
- Es una serie; Big Ban Theory. Trata de cuatro chicos que son unos frikis, y bueno te cuentan su vida. – le explicaste, Steve no se enteró muy bien. – Son como los pardillos formando un equipo. Es divertida la serie.
Te levantaste del sofá para acercarte a la mesa de comedor a coger los numerosos folletos que había en ella. Volviste a sentarte al lado de Steve y dejaste los folletos en su regazo. Él no te miró (ya que estaba concentrado en la serie) , pero su mano agarró la tuya. Leonard dijo algo sarcástico lo que hizo que Steve se riera, después miró su regazo y luego a ti, confuso.
- ¿Y estos papeles qué son? – dijo cogiendo uno de ellos con la mano que no estaba sujetando la tuya. - ¿Comida china? – leyó.
- Así es. – dijiste. – Vamos a elegir uno de esos restaurantes para comer desde casa. O mejor... elegimos un plato de cada uno y así pruebas toda la comida. ¿Te parece?
Steve asintió. Se leyó todos los menús que había de comida china, tailandesa, japonesa, italiana y del Domino's Pizza. Después te devolvió los papeles, que los dejaste sobre la mesita. Te levantaste, y te acercaste a la estantería que estaba al lado de la televisión.
- Empecemos, ¿qué película prefieres ver antes? ¿Toy Story o Titanic? – le preguntaste. Steve pareció pensárselo.
- ¿Titanic?
- Buena elección. – cogiste la caja de la película de Titanic y lo metiste en el DVD. Después encendiste la televisión, ya estaba empezando la película. Te tiraste al lado de Steve en el sofá, casi acabando encima de él. Pero en seguida te levantaste. - ¡Faltan las palomitas!
Saliste corriendo a la cocina. Viste la bolsa de palomitas que habías preparado con anterioridad y lo metiste en el microondas dos minutos y veinte segundos.
- ¿Paro la película? – gritó Steve desde el salón.
- ¿Acaso sabes hacerlo? – le preguntaste, también gritando.
Hubo un silencio antes de que Steve respondiera: - Touché.
El microondas pitó y sacaste rápidamente la bolsa para colocarla en el cuenco (que también habías preparado). Abriste la bolsa y echaste todas las palomitas en el cuenco. Saliste al salón y te sentaste al lado de Steve, colocando el cuenco entre vosotros dos.
La película llevaba cinco minutos ya. Cogiste un puñado de palomitas y Steve también cogió una para probarlas. 195 minutos después, un bol de palomitas vacío y las ganas de llorar retenidas, la película se acabó. Miraste a Steve, a ver si él estaba llorando, pero él te devolvió la misma mirada.
- Estoy intentando no llorar. – hablasteis a la vez. Luego os reísteis.
Miraste la hora en tu reloj, era la una menos cinco.
- ¿Quieres ver la otra? – le preguntaste. Steve asintió, mientras dejaba el bol sobre la mesita y se estiraba.
- Dime al menos que tiene un buen final. – habló.
- Por supuesto, - te reíste.
Te levantaste del sofá, cambiaste el DVD de Titanic por el de Toy Story y volviste al sofá, apoyada en Steve. Steve pasó uno de sus brazos a tu alrededor.
Steve pareció un niño feliz durante los 81 minutos que duraba la película. Cuando ya estaba por acabar la película, la paraste para poder elegir qué comer.
- ¿Qué te gusta del menú?
- Creo que el arroz tres delicias y el rollito primavera, - respondió Steve mirando el menú, indeciso.
- Si quieres, te puedes quedar a cenar y pedimos pizza, y ahora solo comida china, japonesa y tailandesa.
- Me parece bien. – sonrió Steve.
- Genial. Ahora elige de la comida tailandesa.
- Es difícil de elegir, todo parece raro y exótico. – habló Steve mientras leía el folleto. – Pero creo que elijo Ped Dang*. Si es que se dice así.
Te reíste.
- Y de la comida japonesa vamos a pedir sushi. – le dijiste. – A mi no es que me guste mucho pero, debes probarlo.
- Me parece bien, - asintió Steve.
Le diste al play a la película para que Steve la terminara de ver. Tú te fuiste a la cocina, donde estaba el teléfono fijo y fuiste llamando a cada restaurante.
Cuando volviste al salón, la película ya había acabado. Te sentaste al lado de Steve y él te obligo a quedar como habías estado antes viendo la película.
- ¿Podemos ver ahora Big Ban Theory? – te preguntó esperanzado. Tú le sonreíste y cogiste el mando para cambiar. Pusiste TNT, pero, Big Ban Theory ya no estaba.
- Son las dos y cuarto, podemos ver otra serie que también está genial.
- ¿Cómo se llama? – te preguntó Steve mientras cambiabas de TNT a Fox.
- Los Simpsons. Son unos seres amarillos muy divertidos. – le explicaste brevemente antes de que se pusiera la Fox.
20 minutos más tarde (y como te habían prometido los de los restaurantes) había tres personas con rasgos asiáticos en la puerta con bolsas de comida. Le pagaste a cada uno lo suyo, cerraste la puerta y volviste a entrar al salón, dejando las bolsas encima de la mesita. Después cogiste el bol de palomitas vacío y te lo llevaste a la cocina. De la cocina trajiste dos platos con cubiertos luego volviste al salón donde Steve estaba olisqueando las bolsas.
- Huele bien, - habló.
Sacaste todos los tapers de comida que había en las bolsas y luego dejaste las bolsas en el suelo.
- ¿Y estos palillos por qué nos lo dan? – preguntó Steve cogiendo los palillos de la mesa.
- Eso se utiliza para comer, - le explicaste.
- ¿Cómo? – preguntó. Cogiste el otro par e palillos que había en la mesa y te los colocaste. Abriste la tapa de uno de los tapers, donde estaba el Ped Dang. Cogiste un trocito de pollo con los palillos y te lo llevaste a la boca.
Steve se quedó sin habla.
- Enséñame a hacer eso. – habló él. Tú te reíste mientras le colocabas los palillos correctamente. Steve hizo lo mismo que tú, cogió un pequeño tozo de pollo y se lo llevó a la boca. Pero, se le cayó antes al plato. Steve maldijo y tú te reíste por lo adorable que era.
- Por eso traje cubiertos, - le pasaste un tenedor. – Y bien, ¿qué quieres probar primero?
Steve se lo pensó mientras se comía el trocito de pollo que se había caído en su plato.
- Quiero probar primero el sushi. – respondió después de meditárselo.
Asentiste. Destapaste la bandejita dónde habían colocado el sushi. Steve, al ver lo que era el sushi, frunció el ceño.
- ¿Eso es el sushi?
- Ajam. – dijiste mientras te echabas uno en el plato (el más peueíto9. Steve hizo lo mismo que tú y se cogió otro. – Pruébalo tú primero.
- No, tengo miedo. Los dos a la vez, - habló él infantilmente. Tú te reíste.
- Está bien. Una, dos y tres.
Ambos os lo metisteis a la cara, y no sabías quién tenía de los dos pero cara. Os lo acabasteis tragando, y después de que Steve bebiera un poco de su vaso de agua, habló:
- Eso estaba muy asqueroso, - frunció el ceño. Bebiste un poco de tu vaso para que se fuera el sabor. Misión imposible.
- Lo sé.
- ¿Entonces por qué lo pediste? – preguntó mirándote a los ojos.
- Porque quería que lo probaras. Y lo has hecho. Y no te ha gustado.
Steve se rió.
- Dime por favor que lo otro está mucho más rico.
- ¿El arroz tres delicias y el rollito primavera? Es lo mejor que hay en el mundo. – afirmaste.
Steve se echó un poco de arroz tres delicias mientras tú te echabas un rollito de primavera y el otro se lo dabas a él. Luego cogiste el taper de arroz y te echaste un poco en el plato. Luego cogiste el de Ped Dang y te echaste otro poquito.
- Nunca había probado el Ped Dang. – dijiste mientras te comías un trozo. – Pero hay que admitir que está buenísimo.
- Y esta salsa, ¿cuál es?
- Salsa agridulce. La puedes echar por encime del arroz o del rollito.
- ¿Y el rollito cómo se come? – preguntó.
- Pues mira, se parte en dos – cortaste el rollito de arriba abajo, - y después haces los cachos más pequeños. Luego coges la salsa y la echas.
Le quitaste de las manos el mini bol donde estaba la salsa, te echaste un poco por encima del rollito (muy poco porque tampoco te gustaba mucho). Steve hizo lo mismo ue tú solo que se echó la salsa en el arroz en vez de en el rollito.
Terminasteis de comer, os habías acabado todo el arroz y el pollo. Entre los dos, recogisteis un poco el salón y después volvisteis a sentaros en el sofá.
- ¿Quieres ver una última película?
- ¿Cuál? – preguntó Steve.
- Se llama Avatar. La película es del mismo director de Titanic. – Steve asintió interesado.
- Me parece bien.
Te levantaste del sofá y pusiste la película de Avatar en el DVD. Luego volviste al lado de Steve y le diste al play. 2 horas y 42 minutos después, Avatar se acabó.
- Bien, pues ahora vamos a jugar a un videojuego de bailar, para bajar todo lo que hemos comido, aunque a ti no te hace falta, - le dijiste mirándole de arriba abajo. Steve se rió.
¿Por qué tenía que ser tan musculoso y atractivo Steve? ¿Por qué?
Te levantaste del sofá y te estiraste. Encendiste la Wii y pusiste el Just Dance 4 (era el más nuevo que tenías). Cogiste tu mando rosa y le diste el blanco a Steve.
- ¿Cómo se coge? – preguntó. Se lo colocaste, justando también la correa.
- Para bailar no tienes que tocar ningún botón, ¿vale?
- ¿En serio me vas a obligar a bailar?
- Exacto. – le sonreíste y le guiñaste un ojo. – Pero te dejo elegir una canción primero.
Fuiste pasando todas las canciones hasta que se quedó con la de Jailhouse Rock de Elvis Presley (la única que él conocía). Steve se eligió el muñeco que llevaba una chaqueta de cuero y tú la que iba con pantalones de color rosa. Los muñecos empezaron a mover las caderas y las manos al ritmo de la música. Acabasteis la canción contigo sujetando su pierna y haciendo como si fuera una guitarra.
- ¡Me toca! – gritaste. Cambiaste de canciones hasta la de Asereje (la que siempre solías bailar). - ¿Qué muñeco eliges?
- La de rosa mismamente – se encogió de hombros.
El baile empezó bien, como uno normal y corriente. El baile estaba lleno de movidas de caderas (y no podías parar de reír cuando veías a Steve moviendo las caderas "seductoramente"), a mitad del baile las dos muñecas se pusieron en fila india. El personaje de Steve pasó los brazos por la cintura de tu personaje y tu personaje bajó y luego volvió a subir. Steve y tú os separasteis y luego fue al revés: Tu personaje pasaba los brazos alrededor del otro y era Steve quien tenía que bajar y subir.
Después de eso estuviste toda la canción riéndote por lo que Steve te ganó (tan solo por 100 puntos)
- Te toca elegir una canción. – le dijiste a Steve.
Después de varios minutos, Steve eligió Gangnam Style.
- ¿En serio Steve? – te quejaste. Él se rió.
Te elegiste al hombre y a Steve no le tocó otra más que elegir a la mujer. Le diste a empezar y en seguida los muñecos empezaron a bailar. Tú ya estabas bastante cansada (y eso que solo habíais bailado 3 canciones). Por la mitad de la canción el muñeco de Steve se agachó y se metió entre las dos piernas de tu personaje. ¿Y qué hizo Steve? Exactamente lo mismo. ¿Y cuál fue el resultado? Tú sentada en su espalda sin parar de reírte. Steve no quería levantarse ya que no te quería tirar y que cayeras al suelo, aunque acabaste cayendo igualmente.
Steve se acercó a ti para ver si estabas bien.
- ¿Estás bien?
- Sí, sí que lo estoy. – terminaste de reírte.
- ¿No te has hecho daño?
- No, he caído bien. – estabas tumbada de espaldas, Steve estaba encima de ti viendo si estabas bien y ¿desde cuándo estaba tan cerca Steve?
Steve unió vuestros labios en el beso más de todos los que os habíais dado. Te quitaste el mando de la Wii para poder colocar tus manos en su cara. Abriste un poco la boca y vuestras lenguas se encontraron. Steve giró su cara un poco hacia la derecha y tú hacia la izquierda, después se separó de golpe.
- ¿Qué pasa? – preguntaste rápidamente. Abriste los ojos y viste que Steve tenía el ceño fruncido.
- He notado algo. – dijo confuso.
Te devanaste los sesos por saber a qué se refería. ¿Cómo que ha notado algo? ¿La lengua? ¿Tus dientes? Hasta que te diste cuenta.
- ¿Te refieres a esto? – le preguntaste y luego sacaste la lengua. El piercing con dos bolitas negras que tenías en la lengua salió a la luz.
- Sí. Eso. – respondió. – Es... raro.
- ¿Nueva experiencia? – preguntaste y Steve asintió.
Pasasteis el resto de la tarde con besuqueos y con videojuegos (los otros dos que tenías: el Mario Kart y al Super Mario Bros, que conseguisteis llegar al nivel siete). Luego pedisteis dos pizzas del Domino's Pizza.
- Esto es lo mejor que hay en este mundo, - suspiraste. Llevabas dos trozos de pizza y ya casi te habías llenado.
Steve estuvo completamente de acuerdo contigo.
- Y, ¿qué más ocurre en la década del 2000? – preguntó Steve.
- Pues, es la primera vez que hay un presidente negro en Estados Unidos.
- ¿Cómo se llama?
- Barack Obama. También ocurre el desciframiento del genoma humano. Y, Michael Jackson, el rey del Pop muere por una intoxicación.
- ¿Eso es todo lo que ocurrió?
- Claro que no. Ha ocurrido montón de cosas más pero no te las puedo decir todas. Al igual que en las otras décadas que no te lo he contado todo.
Te levantaste del sofá para recoger una de las cajas de pizza que ya estaba vacía y llevarla a la cocina.
- Así que, 90 años, ¿eh? – empezaste a hablar mientras caminabas de vuelta. Steve sonrió monamente y se encogió de hombros. – Creo que eres demasiado mayor para mí. Ya sabes, como solamente tengo veinticinco años.
Steve te miró fijamente, evaluando si ibas en serio o no. Cuando estuviste lo suficientemente cerca de él te tiraste encima de él, acabando sentada en sus piernas
- Qué pena que no me importe tu edad, - le sonreíste. Steve pasó uno de sus brazos por tu cintura, visiblemente más relajado.
*Pollo asado al jengibre.
Y este es el final de la Mini Historia de Steve. ¿Y cuál es la próxima? De Tony Stark. Y aquí os dejo la sinopsis:
Una semana. Solo bastó una simple semana de trabajo en Industrias Stark para que tu vida diera un giro de 180 grados. ¿Qué si te arrepentías de aceptar el trabajo? No, por supuesto que no te arrepentías.
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