Scott Lang #3
Capítulo dos: Addison no está.
Scott cogió su coche esa mañana silbando una canción que había escuchado el día anterior en la radio.
Abrió la puerta del piloto, entró y cerró detrás de sí. Metió las llaves en el contacto y arrancó el coche. Pasó una mano por detrás del asiento del copiloto para girarse y poder mirar atrás para así salir del aparcamiento sin chocar con el coche de atrás. Salió del aparcamiento y se dirigió a su trabajo.
Había pasado ya un año desde que ocurrió esa "guerra civil" entre los superhéroes. A la prensa y a la población le encantaba denominar "guerra civil" a lo que ocurrió en el aeropuerto de Berlín, aunque Scott no lo veía así. Después pasó un tiempo en una cárcel en medio del océano (ni siquiera pasaron una semana ahí dentro), apareció el Capitán para rescatarlos y fueron a Wakanda, donde tenían asilo (asegurado por el mismísimo T'Challa) sin que la ley les persiguiera –solo hay dentro. En el resto del mundo eran vistos como fugitivos–.
Había que admitir que Wakanda estaba bien, buen clima, gente carismática y se vivía bastante bien. Pero eso no quitaba el hecho de que estaban aislados del mundo, que eran perseguidos (bueno, eso no fue una gran novedad para Scott) y que no podían salir de allí.
Bueno, esa última parte no era del todo cierta, sí, podían salir de Wakanda cuando quisieran (por ejemplo, Clint, Ojo de Halcón, se marchó después de estar un mes en Wakanda. Quiso regresar con su familia para llevársela a un lugar seguro y se lo permitieron) pero, ¿a dónde podían ir? En todos lados los buscaban.
Scott aguantó cuatro meses allí. A cada día que pasaba, Scott echaba de menos a su hija, Cassie, sus amigos e, incluso, echaba de menos a la familia Pym -nunca creyó que diría eso-.
Antes de que Sam contactara con él, Scott tenía un trabajo estable en Industrias Pym (más el plus de ser Ant-Man) y podía ver a Cassie dos fines de semana al mes. No era la mejor vida pero era su vida, la había reconstruido y, así, estaba bien.
Pero luego llamó Sam y la idea de ayudar al Capitán América era tan irresistible que no pudo decir que no. Aunque tampoco se arrepentía de la decisión que tomó, ayudar al Capitán América fue una buena decisión. ¿Las consecuencias? No tan buenas.
Después de esos cuatro meses decidió volver a San Rafael, donde se había instalado el nuevo edificio de Industrias Pym (ya que el otro había acabado... Ni siquiera Scott sabía dónde había acabado el otro edificio). Tendría, de nuevo, el trabajo y Hank podría encubrirle. A ojos del resto de compañeros su nombre oficial era Josh Robbins –decidió ese apellido porque fue el primer lugar donde había trabajado después de salir de San Quentin–.
Además que estaba cerca de San Francisco –casi 40 minutos en coche–, y podía pasarse a ver a Cassie sin problemas.
El problema era que no sabía dónde iba a vivir. No podía comprar su piso a su nombre, y si cambiaba su nombre lo más seguro era que le acabaran pillando. Podía irse a vivir con Luis, pero quién sabe, seguramente ya lo tenían fichado (al igual que a Dave y a Kurt). Pero después se le ocurrió irse a vivir con alguien a quien hacía mucho tiempo que no veía pero, ¿a quién? En el instituto hablaba con muchos, sí, pero no tuvo muchas relaciones cercanas (excepto Luis y su pandilla, claro).
Luego se acordó de Addison Baker, a quien sí consideraba una amiga (o, al menos, vieja amiga, ya que perdieron el contacto con el tiempo). Además, ella también se juntaba con la pandilla de Luis. Buscó dónde vivía ahora Addison y encontró que no se había alejado mucho de San Francisco, estaba en un pequeño pueblo, Mill Valley, entre medias de San Francisco y San Rafael.
Cuando se presentó delante de su puerta, quedó impresionado. Addison había cambiado, muy poco, pero había cambiado. El pelo rubio lo tenía más largo y tenía puestos algunos mechones detrás de sus orejas. Tenía la cara más madura, estos... ¿10 años? la habían sentado bien. Los ojos azules brillaban de sorpresa al verle.
Ella también parecía asombrada, seguro que no esperaba encontrarse a Scott delante de ella después de diez años sin haberle visto.
Scott no pudo estar más contento cuando ella aceptó tenerle en su casa. Hablaron sobre lo que habían hecho durante todo este tiempo. Addison no había hecho mucho, no había ido a la Universidad y había ido directamente a trabajar, normalmente en bares y cafeterías. Aunque tuvo una época que trabajó de dependienta en tiendas de ropa. Sus padres decidieron dejarla de hablar ya que ella no quiso continuar con sus estudios.
Y él le contó sobre la cárcel y los trabajos que pudo encontrar cuando salió de ella (se rió de su experiencia en Baskin Robbins), también le contó cómo estaba Cassie y poco más pudo contarle.
A Scott no le gustó mentirla, pero no le contó sobre Ant-Man. Hank y él hablaron y decidieron que lo mejor sería no revelar la identidad de Ant-Man. No le mintió sobre su trabajo, le dijo que era informático en Industrias Pym (aunque no dijo la relación de Industrias Pym y Ant-Man).
El viaje hasta Industrias Pym era tan solo de media hora por lo que no le hacía falta despertarse muy pronto.
Aparcó el coche en uno de los parkings del subsuelo, más escondido. Le dio unos buenos días al guardia –como cualquier otro día–. Subió en ascensor directamente hasta el pasillo donde estaba el despacho de Hank.
Hank y Hope llevaban trabajando desde hace dos años (bueno, Hank llevaba trabajando más tiempo) en el nuevo traje de la Avispa, que iba a ser para Hope. Hope estaba realmente emocionada por ello, iba a seguir los pasos de sus padres y convertirse en una superheroína.
La relación de Scott y Hope había dado muchos giros desde que se conocieron en 2015. Al principio ella no le soportaba, después casi le cae bien para después pasar a ser un lío (y su padre, Hank, les pilló el primer día). La cosa se quedó allí, su relación, en esos omentos, aún estaba por calificar. Cuando Scott se armó de valor para preguntarle si quería estar en una relación, ella le dijo que no.
Decir que no le dolió sería mentir pero tampoco le dolió tanto. Quedaron como amigos (o personas que casi se caen bien, como bien diría ella) y la cosa se acabó ahí. Aunque, cuando Scott entró por primera vez en Industrias Pym después de lo de Berlín ella fue la primera en abrazarle.
No pudo rebelarles dónde había estado todo este tiempo debido a que aún había Vengadores ahí. Debía mantenerlo en secreto por su seguridad y la familia Pym lo entendió. Cuando Scott se fue, Bucky estaba en criogenización y Steve estaba con él y, Wanda y Sam también estaban. Como habían pasado seis meses, Scott no sabía cómo estaban las cosas, si habían cambiado mucho o no.
Su trabajo en Industrias Pym era ser informático, pero es verdad que ayudaba con el traje de la Avispa y había otras veces que tenía que utilizar el traje de Ant-Man para hacer pequeños trabajitos que consistían en acabar con el malo de turno (normalmente un enemigo de Hank o de la empresa Pym).
Hank había vuelto más o menos a trabajar en la empresa (únicamente para el traje de la Avispa) y Hope asumió el mando de la empresa (según la revista Forbes, estaba entre las 50 mujeres más influyentes y poderosas del año pasado y este año parecía ir en el mismo camino. Su padre estaba orgullosísimo de ella) después de lo que ocurrió con Darren Cross.
Tardaron bastante tiempo en crear las nuevas instalaciones y decidieron no alejarse mucho de San Francisco por todas aquellas personas que tenían su trabajo en la antigua instalación.
Cuando las puertas del ascensor se abrieron, salió al pasillo y caminó hasta el final, donde estaba el despacho de Hank. Llamó dos veces antes de entrar –no esperó a que le dejaran entrar, entró directamente–. Vio a padre e hija discutir en el escritorio del primero. Scott estaba tan acostumbrado que los pasó de largo y se fue a la máquina de café para prepararse uno.
Había dos tipos de taza: grande y pequeña –Scott no sabía por qué–, así que tras pensárselo, se encogió de hombros y cogió una taza pequeña. La puso debajo de la máquina y pulsó el botón que ponía "capuchino" y esperó a que se hiciera el café. La máquina empezó a verter leche y después café y Scott veía como la taza se llenaba y la máquina no paraba de verter café. Scott intentó quitar la taza para que dejara de derramarse café fuera de la taza, pero se quemó con el chorro que la máquina soltaba y quitó con rapidez la mano, llevándose por delante la taza.
Todo el café se expandió por la mesa y Scott cogió todas las servilletas para intentar tapar el desastre que había ocurrido en un minuto. Como la máquina de café no paraba de soltar café, Scott cogió una taza grande –Scott ahora entendía por qué había dos tipos de tazas– y la puso debajo del chorro y, justo en ese momento, la cafetera dejó de echar café.
Scott no quiso fulminar con la mirada a la cafetera porque era una máquina, aunque fue una tentación. Pulsó de nuevo el botón de "capuchino". Como tenía las manos empapadas del café que se había caído, fue a coger una servilleta pero se dio cuenta de que se habían acabado todas las servilletas -ya que las utilizó para secar el desastre-. Así que discretamente se secó las manos en el mantelito que había cubriendo toda la mesa.
En su defensa, hoy es el primer día que había dos tipos de taza.
Con café en mano, se acercó a ellos. Dejó el café sobre el escritorio y se sacó un sobre de azúcar del bolsillo, lo abrió y se echó el azúcar en el café.
El despacho que tenía Hank era bastante pequeño, tenía un escritorio con su ordenador, detrás del escritorio había grandes ventanales que daban a un lago. En la pared izquierda estaba una mesa alargada con la cafetera –y el desastre de Scott– en la pared derecha había un cuadro bastante grande y debajo de él había una planta en una maceta –aunque tenía pinta de ser una planta falsa–. Tenía un ascensor que llevaba a la planta donde estaba guardado todo lo relacionado con lo de Avispa.
- Te digo que el traje ya está listo para probar, Hank – dijo Hope. Tenía las manos apoyadas sobre el escritorio y estaba inclinada hacia delante para intimidar a su padre. – Así que déjame probarlo.
- No, Hope – se negó el padre. – Aún faltan más pruebas.
Y ahora tocaba el duelo de miradas. Scott miraba a Hank, después a Hope y luego volvió a mirar a Hank. Era como mirar la bola en un partido de tenis.
- ¿Habéis terminado ya? – preguntó Scott.
Padre e hija le fulminaron con la mirada.
Scott se lo tomó como un no.
- Haremos más pruebas – declaró Hank. – Puedes esperar unos meses más.
- No, porque tienes miedo de que ocurra algo y no va a ocurrir nada – negó Hope. – Todos los cálculos están bien, ha pasado todas las pruebas de seguridad. Le hemos hecho ya todas las pruebas. Ahora solo falta que alguien lo pruebe.
- Y ese alguien no serás tú – le cortó Hank.
Hope levantó las manos al aire, exasperada. Se alejó unos pasos del escritorio. Se quedó al lado de la máquina de café y cuando vio el desastre que había montado Scott, se giró para fulminarle con la mirada. Scott se escondió detrás de su taza.
- Podría probarlo yo – se ofreció Scott después de haberle dado un sorbo a su café.
Hope le fulminó con la mirada, de nuevo. Si las miradas pudieran matar...
- Es un traje para chicas, Scott – Hope fue quien habló primera.
- No sería lo más raro que me he probado – se encogió de hombros Scott.
- Venid – dijo Hank, ignorando la conversación.
Hank se levantó de su silla y empezó a caminar hacia el ascensor privado que tenía su despacho. Hope se fijó en la cafetera y en el desastre y se giró para mirar a Scott, Hank también le fulminó con la mirada. Scott se hizo el loco mirando el cuadro.
Tecleó una contraseña en el marco del ascensor y las puertas se abrieron. Hank entró y detrás de él, Hope y Scott. Hope estaba de brazos cruzados, aún seguía enfadada. Hank parecía olvidar por completo la anterior pelea y Scott lamentaba no haber traído su café consigo. El que no había derramado, claro.
- Dejando el tema del traje aparte – habló Hank rellenando el tenso silencio del ascensor. – Scott, tienes un trabajo.
En ese momento las puertas se abrieron en otro piso. Scott salió primero seguido de Hope y Hank. Hank caminó hasta donde estaba un ordenador y ellos dos lo siguieron.
Aquí se guardaba el traje de Avispa y el de Ant-Man cuando tenía que ser reparado o mejorado –aquí fue donde intentó convertirse en grande–. La habitación era mucho más grande que el despacho de Hank. Ocupaba toda la planta y por lo menos podía medir la mitad del edificio de Industrias Pym –por eso pudo entrar cuando se volvió gigante–. Las paredes, al igual que el suelo, eran blancas. Había escaleras para subir a los niveles superiores a ambos lados de la sala. En la pared de fondo había un escritorio gigante, con múltiples pantallas de ordenador. Algunas de esas pantallas mostraban vídeos en directo de la instalación, como la entrada, parking y laboratorios principales (a Hank le encantaba tener sus propios medios para vigilar las cosas, es decir, hormigas con cámaras)
- Parece que HYDRA está intentando replicar el suero de Ant-Man – dijo Hank. – Desde que Mitchell Carson salió de Industrias Pym con la fórmula de Darren no hemos vuelto a saber de HYDRA ni de él mismo. Como fue él quien presentó a HYDRA a Darren, creo que él tiene que ver algo con eso.
- ¿Y qué propones? – le preguntó Scott.
- HYDRA se está escondiendo al sur de San Francisco, concretamente en el condado de San Mateo.
En una de las pantallas apareció una foto de una fábrica abandonada con las paredes grises.
- En un edificio abandonado – afirmó Hope viendo las fotografías satélite del lugar.
- Aparentemente – asintió su padre. – Te infiltrarás en la base mañana. Irás acompañado de las hormigas. Llevarás explosivos para volar el sitio y ocurrirá lo mismo con el antiguo edificio de Industrias Pym. Desaparecerá.
- Normalmente solemos planear esto con más tiempo, Hank – dijo Scott.
Realmente no le importaba hacer la misión mañana, pero últimamente todo lo que hacía con el traje iba con más tiempo de antelación; iba más preparado.
- Lo sé – le dio la razón Hank. – Pero están muy cerca de conseguir el suero. Y cuando se enteren de que el sujeto debe tener un traje que lo proteja del suero, será el fin para nosotros, por no decir del mundo. Así que cuando antes mejor.
Todos habían oído hablar de HYDRA. No solo cuando se descubrió que HYDRA estuvo desde siempre infiltrada en SHIELD hace tres años o así, sino también por la historia del Capitán América y los Comandos Aulladores en la Segunda Guerra Mundial.
Y eso le llevó a pensar en Wakanda, donde actualmente estaba el capitán. ¿Estarán bien? Al menos en las noticias no salía de Wakanda y el capitán.
- Déjame ir con él – dijo Hope, sacando de sus pensamientos a Scott. – Así pondremos a prueba el traje.
- No – se negó Hank. – No pienso llevarte a una misión sin haber probado el traje antes aquí.
Hope bufó pero no volvió a presionar. Ella entendía por qué su padre se negaba a dejarla probar el traje, por lo que le pasó a su madre hace muchos años. Pero, aún así, ella quería convertirse en una superhéroe como sus dos padres.
El resto del día se lo pasaron en esa sala, repasando el plan. Hope yendo y viniendo ya que tenía que hacer juntas y reuniones con la empresa y Hank explicándole a Scott todo lo que se sabía de.
Cuando Scott salió del parking de Industrias Pym, no sabía a dónde ir. Hoy había salido más tarde de lo normal, eran las seis y media. ¿Volvía a la casa? Mañana iba a tener la misión, así que debería ir y descansar pero, le aburría quedarse allí encerrado toda la tarde y noche solo, porque Addison estaba trabajando. Pensó en ir a casa de Cassie, pero normalmente solía ir por la noche, y con el traje de Ant-Man. De esta forma, Paxton no se enteraba (que era poli y estaría obligado a detenerle si le viera). Podía ir a ver a Luis y los otros, pero el viaje de cuarenta minutos a San Francisco tampoco le apetecía.
Finalmente decidió visitar el bar donde trabajaba Addison, The Station. Había ido algún par de veces a verla cuando salía más tarde de lo normal, así que, decidió ir hoy también. Aparcó en frente del bar, cerró la puerta en cuanto salió. Pasó delante del gorila –que no le miró mal porque ya le había visto entrar varias veces– y entró al bar. Scott miró en la barra, pero no estaba. Después, se paseó por las mesas pero ninguna camarera que vio era Addison.
¿Por qué había faltado Addison a trabajar?, se preguntó a sí mismo Scott.
Salió del bar, confundido. ¿Qué le había pasado a Addison? En los seis meses que había estado viviendo con Addison ella nunca faltó a trabajar. Ni un solo día.
A Scott le impresionó porque cuando se conocieron, en el instituto, ella solía hacer muchas pellas.
La primera vez que conoció a Addison fue en la casa abandonada donde la pandilla de Luis se juntaba. La verdad es que nunca oyó hablar de esa casa donde se reunía la gente que hacía pellas (aunque sí que es verdad que él hacía pellas).
Addison parecía ser el tipo de chica bastante calmada y que prefería estar ajena a todo. Muy pasota. Pero si te acercabas a ella y la hablabas, podía ser una chica muy habladora y siempre muy divertida. Por eso, fue inevitable el flechazo que sintió por ella.
Scott habló con Luis para que él la preguntara si ella estaba por Scott. Le decepcionó saber que no lo estaba, eso fue lo que le dijo Luis. Se acordaba de ese día. Estaban en una fiesta, Scott veía cómo Luis le preguntaba eso a Addison y lo próximo que sabía era que ella estaba llorando y se alejó de ahí. Scott se acercó a Luis y este se encogió de hombros. ¿Lo has oído? Le dijo Luis y él asintió, porque había visto cómo ella se alejaba llorando. Le dolió un poco. No era la primera vez que le decían que no –o que le decían que no a un amigo para que se lo dijeran a él– pero esta, sin duda, era la primera vez que alguien lloraba porque el preguntara –bueno, Luis– si sentían algo por él. Había recibido muchos "no", le habían gritado, le habían tirado vasos con bebida dentro a la cara pero nunca habían llorado.
Y después, cuando acabaron el instituto, Addison empezó a distanciarse del grupo. A Scott le dolió, ya que era una buena amiga y aunque ella no estuviera por él, quería seguir a su alrededor. Conoció a Maggie el último año del instituto y conectaron muy bien, como dos piezas del mismo puzle.
Vio a Todd en la puerta y se acercó a él para peguntarle por su amiga.
- ¿Has visto a Addison?
- ¿Addison? – preguntó Todd. – No ha venido hoy a trabajar.
- Qué raro – suspiró Scott pasándose la mano por la cara.
- ¿Sabes si está mala o algo?
- No – negó Scott. – Cuando me fui de casa la vi bien. Bueno, estaba durmiendo.
- ¿Vives con ella? – le preguntó Todd.
Scott asintió.
- Entonces creo que deberías saber esto – empezó Todd y Scott frunció el ceño, ¿qué debía saber? – No sé si será casualidad o no pero hace dos días una mujer vino preguntando por ella.
Eso no pintaba bien.
- ¿Qué?
- Una mujer pelirroja vino y me preguntó por ella. Le dije que sí trabajaba aquí y entró – continuó Todd. – Ayer también vino pero no entró al bar, solamente se quedó sentada en su coche al final de la calle.
- Espera – le paró Scott. – ¿Has dicho pelirroja?
Todd asintió, un poco irritado porque le hiciera preguntas estúpidas.
- ¿Cómo era la mujer? – le preguntó pero continuó hablando sin esperar su respuesta. – ¿Tenía el pelo ondulado y por debajo de los hombros? ¿Parecía rusa?
- Sí, sí y sí – asintió Todd.
Scott maldijo y se alejó de él para entrar en su coche.
- Pues si la ves, dila que al jefe no le va a gustar que falte – le gritó Todd.
Volvió a entrar en el coche y arrancó, salió del aparcamiento, esta vez rumbo a casa.
Le habían encontrado. Scott había sido muy estúpido al creer que viviendo con alguien con quien no hablaba desde hace mucho tiempo no le iban a encontrar. Esa espía que estaba en los Vengadores, Natasha Romanoff, le había encontrado y había seguido a Addison hasta su trabajo.
¿Y si también la había seguido hasta casa y aprovechó cuando él no estaba para atacar? ¿Y si la iba a utilizar para llegar hasta Scott y obligarle a decir dónde estaba el resto?
O tal vez Addison se encontraba mal y no avisó en el trabajo de que iba a faltar. O a lo mejor estaba en el hospital. A Scott le gustaría pensar que ocurrió eso.
Llegó a casa, aparcó en doble fila y salió de su coche.
Subió las escaleras de dos en dos y abrió la puerta y llamó a Addison. Encendió la luz pero antes de cerrar la puerta se fijó en la puerta. En el marco de la puerta, a la altura de la cerradura, había marcas de que alguien había forzado la puerta. Podía ser Natasha o un ladrón cualquiera. Scott la cerró con fuerza y se giró para escanear el salón. El salón estaba igual que esta mañana, por lo que supuso que un ladrón cualquiera no fue. Eso solo dejaba a Natasha.
Volvió a llamar a Addison.
El silencio que reinaba en la casa le ponía los pelos de punta. Era como si hubiera pasado algo, algo malo. ¿Natasha había entrado y se había llevado a Addison? ¿Y si Addison había tenido que ir al hospital y no se encontró en ningún momento con Natasha? Scott ya se esperaba el peor de los escenarios.
Pasó por la cocina y tampoco estaba ahí. Había una taza de café en la encimera. Scott sujetó la taza y vio que estaba fría. La fue a dejar, pero la taza se cayó al suelo. La taza se hizo añicos. Scott no se esperó a recogerla –tenía más cosas importantes que hacer, como encontrar a Addison– y salió de la cocina. Entró en el pasillo y, de nuevo, el sentimiento de que algo malo había pasado volvió. Caminó hasta el final, donde estaba la habitación y el alma se le cayó a los pies.
La bolsa donde escondía el traje estaba ahí, fuera de su escondite. Pero eso no era lo peor. Lo peor era que estaba abierta. Scott se acercó lentamente, no quería acercarse, no quería saber lo que ya se suponía: que el traje no estaba ahí.
Scott abrió la bolsa y, en efecto, el traje no estaba.
Natasha había robado el traje y se había llevado a Addison. Había descubierto dónde se escondía y se llevó a Addison como rehén.
Scott volvió a maldecir por su error. No debería haber acudido a Addison y haberla puesto en peligro de esta forma. Debería haberse quedado en Wakanda donde no ponía en peligro a nadie, y menos a Addison.
La puerta del baño estaba cerrada, ¿y si Addison se había escondido? Se acercó con pasos grandes hasta la puerta e intentó abrirla, no pudo. Llamó varias veces, pero no obtuvo respuesta.
- ¿Addison? – Scott volvió a llamarla. – ¿Addison estás ahí?
Silencio.
Scott volvió a llamar a la puerta, cada vez más nervioso. Se alejó un poco de la puerta y le dio una patada, seguida de otra y de otra. Después se tiró contra la puerta, su hombro llevándose todo el golpe –el cual, ahora mismo, no le importaba–. Volvió a darle otras dos patadas hasta que la puerta cedió y se abrió de par en par, chocando con la pared del impulso.
Lo que vio le revolvió el estómago.
Encima del retrete había ropa doblada. Scott se acercó, cogió la ropa y la desdobló. Era la ropa de Addison.
Natasha no había robado el traje. Addison se lo había puesto y había encogido.
- ¿Addison? – volvió a llamarla, esta vez menos seguro.
Miró por todo el suelo, buscando a Addison, pero no la veía. Cogió la otra prenda de ropa y la sacudió, pensando que tal vez ella estaría ahí, pero no estaba. Salió del baño y dejó la ropa tirada por el suelo, se acercó a la cama y buscó dentro de la bolsa. Allí no encontrar nada, la tiró al suelo. Con manos frenéticas palpó toda la cama, tiró al suelo la sábana bajera y volvió a llamar a Addison –y a quién le importaba si hubiera gritado su nombre en un intento de encontrarla–, después buscó por las dos mesillas –y a quién le importaba si en su intento frenético de encontrarla hubiera tirado todo al suelo, cenicero y alarma rompiéndose–, después casi se cae en el revoltijo de sábanas que había en el suelo y también tiró de ellas para buscar a Addison.
Buscó por el resto de la casa: cocina, salón y terraza. Pero no encontró a Addison por más que gritara su nombre o revolviera todo.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top