LCDUGI #5

Capítulo cinco.

Marinette cruzó la calle rápidamente y entró en el café de la esquina, con el pelo negro tapándole la cara debido al viento. Una vez que se colocó el pelo, miró a su alrededor. Las mesas estaban repletas de gente vestida de traje, o familias. Pero ninguna era una cara conocida.

¿Quién iba a citarla allí?

Al final, en una mesa de la esquina (donde no había ventanas y estaba un poco oscuro) había una figura pequeña vestida con una chaqueta negra. Marinette, con el ceño fruncido, se acercó con pasos rápidos a esa mesa. Cuando se colocó en frente, no podía creer quién era:

María Hill.

Sí, aunque Marinette pudo ver a la agente durante la operación de Nick Furia, no habló con ella ni nada. Se tuvo que ir antes a su casa ya que no aguantaba nada.

- ¿María? – la llamó. Esta levantó la mirada de su café con el ceño fruncido.

Marinette se sentó en frente de ella, con los brazos cruzados.

- ¿Fuiste tú la que puso ese papel en mi oficina?

Ella asintió.

- ¿Y por qué?

- Eres una de las pocas personas en las que él confía.

- ¿Él?

- Nick Furia.

Marinette frunció el ceño, confusa.

- Nick no murió, Marinette – le dijo seriamente María. – Intentaban matarle, por eso pareció que moría en la sala de operaciones.

- Pero, ¿cómo? – preguntó confusa. No entendía qué estaba ocurriendo.

- Nick se dio cuenta de que algo no estaba yendo bien – la explicó. – Pero esto no puede salir a la luz, ¿me entiendes? Absolutamente nadie debe hacerlo.

Marinette asintió, comprendiéndolo.

- Pero lo solucionaremos – intentó tranquilizarla María.

- ¿Quiénes? – preguntó confusa.

- Nick, un pequeño grupo en el que confía, tú y yo. Y también confía en el capitán.

- ¿Nadie más? – preguntó Marinette 'pero María Hill negó con la cabeza.

- Si confiamos en alguien incorrecto, perderemos nuestra oportunidad Marinette.

Marinette asintió.

- El proyecto Insight no debe ver la luz nunca – le explicó claramente María Hill.


Anne-Marie salió de la cafetería y se acercó a la puerta de la oficina de Nick Furia. Cogió el mango de la puerta y con lentitud abrió la puerta.

Qué estúpida, pensó Anne-Marie mientras entraba dentro del despacho y cerraba detrás de sí la puerta. Se acercó hasta el escritorio, analizando cualquier cosa que sus ojos veían.

El escritorio estaba recogido. Había una pila de informes ordenada en el centro, el ordenador estaba en el lado izquierdo y la lamparita en el lado derecho apagada. Anne-Marie abrió los cajones del escritorio para ver aún más papeles. Después cogió la papelera que estaba debajo del escritorio y se animó al encontrar varios papelitos rotos. Los colocó sobre el escritorio y se pasó más de cinco minutos haciendo el puzle que eran los 16 trozos de papel.

Reúnete conmigo en el café de la esquina a las 11:00.

No había nada más. Anne-Marie los volvió a meter en la papelera y a esta la dejó en el suelo, donde estaba. Salió del despacho y fue rumbo al ascensor. Pulsó la tecla y esperó a que las puertas se abrieran. Cuando lo hicieron, salió del ascensor Marinette.

- Hola agente – saludó la mujer más mayor. – ¿Sabes dónde está Isabella?

- Sigue en la cafetería – le respondió Anne-Marie.

Anne-Marie entró en el ascensor y pulsó la tecla de la planta baja. Antes de que se cerraran las puertas, Jena entró corriendo en el mismo ascensor y pulsó una tecla diferente.

Marinette caminó hasta la cafetería, entró y se dirigió a la mesa donde se encontraba sola Isabella con su móvil. Cuando Marinette se sentó en frente de ella, Isabella levantó la mirada.

- Has tardado poco, ¿no?

- Fui a tomarme un café en la cafetería de en frente.

- Podrías habértelo tomado aquí, ¿no? – preguntó Isabella.

- Quería tomarme un café que al menos tuviera sabor – se rió Marinette. – Los de aquí han perdido todo.

- En eso tienes razón – asintió Isabella.

- Isabella, tengo que hablar contigo de algo importante. ¿Quieres venir a mi despacho?

- Por supuesto – asintió Isabella. – ¿Es algo importante?

- Algo así – respondió Marinette.

Ambas amigas se levantaron de sus asientos y salieron de la cafetería. Caminaron los pocos metros que separaban la cafetería del despacho de Nick Furia y entraron. Marinette cerró la puerta detrás de sí.

- Asegure el despacho – mandó Marinette y el despacho se oscureció.

Isabella se sentó en el sofá que había en esa sala. Estaba bastante preocupada y temerosa de lo que podría decir su gran amiga. Marinette se sentó en su asiento, y unió sus manos.

- Isabella – comenzó a hablar Marinette. – Algo está ocurriendo aquí. Cosas que no cuadran y sin sentido.

- ¿Qué tipo de cosas? – le interrumpió Isabella.

- Cosas que han causado la muerte de Nick Furia – respondió Marinette. – Algo se ha apoderado de SHIELD. Alguna otra organización maligna o algo así. Todo eso bajo nuestros ojos.

- ¿Cómo? No lo entiendo – Isabella tenía el ceño fruncido.

- Lo sé. Yo tampoco lo entendía al principio, pero ahora sí. –Marinette apretó sus manos. – Hay que hacer algo, Isabella.

Isabella se quedó callada.

Marinette se levantó de su sitio para colocarse al lado de Isabella.

- ¿Estás de mi lado? – le preguntó Marinette.

- Por supuesto que sí – asintió Isabella.

- Pero... – a Marinette le costó decir esto. – No creo que Pierce esté de nuestro lado.

- ¿Cómo? – los ojos de Isabella se agrandaron.

- Isabella, Pierce esconde algo muy importante que el mundo no puede saber.

- Eso es... – Isabella no encontraba las palabras. Marinette podía ver que sus ojos empezaban a aguarse. – Imposible. Pierce me contaría todo, él no puede... él-

- Esa es la realidad Isabella – le terminó de decir su amiga. Ella también sufría por Isabella. Porque realmente tenía que doler que tu pareja fuera alguien malvado.

Isabella se echó a los brazos de Marinette para que esta no la viera llorar. Marinette le acarició la espalda para tranquilizarla.

- No puedes decirle a nadie sobre esto – le comentó Marinette. – Yo no debería habértelo dicho pero eres mi gran amiga; no debería esconderte esas cosas.

- ¿Quién más sabe sobre esto? – le preguntó Isabella.

Marinette negó con la cabeza.

- No confío en nadie más. Nick me lo contó a mí – respondió Marinette negando con la cabeza.


- ¿Qué ha ocurrido para que tengas que venir en el mismo ascensor que yo? – le preguntó amargamente Anne-Marie a Jena.

- El capitán está armando jaleo en el ascensor número dos – respondió Jena sacando su pistola y quitando el seguro. El ascensor se paró y las puertas se abrieron. – Y yo me bajo aquí.

Jena empezó a correr como loca por el pasillo. Había recibido una misión mientras estaba en la cafetería por lo que tuvo que marcharse inmediatamente. El final del pasillo (donde se encontraba el ascensor número dos) estaba completamente vacío y sin agentes.

- Necesito agentes en la planta trece – ordenó Jena.

- Afirmativo – le dijo Jasper por el pinganillo. – Ya van para allá. El ascensor no funcionará.

Jena suspiró mientras levantaba el arma, sin dejar de apuntar a las puertas de metal del ascensor.

Sabía perfectamente que en una pelea de cuerpo a cuerpo contra el capitán iba a perder ella. Es más, no iba a tener ni una oportunidad para vencerle. Tal vez con una docena de agentes era mucho más probable ganarle.

Las puertas se abrieron y Jena reaccionó rápidamente apretando el gatillo varias veces. El capitán consiguió defenderse con su escudo y volver a cerrar las puertas. El capitán hizo algo y el ascensor empezó a descender: Había cortado los cables.

En ese momento cinco hombres armados aparecieron.

- Llegan tarde, el capitán está descendiendo.

- Pero han paralizado el ascensor – dijo uno.

- Ha cortado los cables idiota – respondió Jane.

- Entonces no habrá descendido ni dos pisos – dijo otro agente.

- Reagruparos en dos grupos e id a las dos plantas. Se quedará atrapado allí – les dijo Jena. Ambos grupos empezaron a bajar las escaleras. El grupo en el que iba Jena bajó solo una planta y bingo, ahí estaba el capitán intentando salir.

El capitán, al ver a los agentes, volvió a cerrar las puertas.

- Está atrapado entre el piso 13 y 14 – dijo Jena por el intercomunicador.

- Enviaré a más agentes – dijo Jasper.

Sonó como si unos cristales rompieran por lo que Jena frunció el ceño.

- Ha saltado del ascensor – te dijo Jasper.

- Que hijo de puta – masculló Jena para sí misma. - ¡A la planta baja! ¡Vamos!

Empezó a correr hasta llegar a la puerta de las escaleras, su equipo la seguía los talones y los que estaban en la planta trece también bajaron los trece pisos que había hasta llegar a la planta baja.


Anne-Marie salió del Triskelion y se dirigió a la otra acera, donde había una cafetería. Entró y analizó todo el local. No veía a nadie conocido ni que llamara la atención. Se dirigió a la barra donde había un hombre limpiando un vaso.

- ¿La puedo ayudar en algo? – preguntó el hombre.

- Sí, sí que puedes – dijo Anne-Marie, apoyando el codo sobre la barra. – Verás, hace como media hora ha entrado una mujer con el pelo largo y negro. De ojos azules. ¿Te suena?

El hombre negó con la cabeza.

- Iba vestida con un traje negro y una camisa blanca – Anne-Marie volvió a intentar. – Parecía una agente.

- ¿Cómo de la CIA o un agente secreto? – interrumpió el hombre y Anne-Marie asintió. – Entonces sí que me suena haberla visto.

Anne-Marie se quedó callada, esperando que el hombre continuara.

- Entró hasta el fondo del local. – Hizo una seña. – Y se sentó en una mesa donde había alguien.

- ¿Quién? – preguntó Anne-Marie.

- No lo sé – el hombre se encogió de hombros. – Iba con una capucha, como para pasar inadvertido.

Anne-Marie se alejó de la barra y bufó.

- Espero haberte sido de ayuda – dijo el hombre y Anne-Marie empezó a caminar hacia la salida.

- La verdad es que no lo fue – dijo sin mirar atrás.


- ¿En serio que tu hermana estaba aquí? – le preguntó Raven a Bella; quien asintió.

- Me dijo que le entregara una nota a Marinette.

- ¿Por qué?

Bella se encogió de hombros.

- ¿Y leíste lo que ponía?

Bella negó con la cabeza.

El turno de Raven se había acabado; había estado toda la noche y toda la mañana de servicio, así que se merecía un buen descanso. Bella, en cambio, todavía tenía que quedarse. Simplemente acompañaba a su amiga al parking.

Estaban en la recepción, cuando unos cristales sonaron. Ambas levantaron las miradas al cielo para ver como una figura bastante pequeña caía desde el cielo e impactaba contra el suelo. Esa figura bastante "pequeña" era nada más ni nada menos que el capitán Rogers.

Raven frunció el ceño mientras que Bella no sabe qué está pasando.

El capitán se levantó rápidamente y empezó a correr. Varios agentes bajaron las escaleras y empezaron a seguirme, aunque el capitán ya les llevaba mucha ventaja.

- Creo que vuelvo a trabajar ya – dijo Bella. Os despedisteis con un movimiento de brazo y Raven caminó sola hasta el parking.

Raven entró en su coche de color negro y condujo hasta la salida del Triskelion.

¿Por qué iba el capitán a tirarse desde una ventana? Todos esos agentes... ¿por qué le estaban persiguiendo? ¿Qué había hecho? Sí, estaban ocurriendo cosas raras e inexplicables aunque eso no es motivo para ir a por él... ¿O sí? Estaban intentando matar al capitán Rogers... como lo hicieron con Furia.

Después de esos pensamientos, Raven cambió de ruta y en vez de ir a su casa, hizo una parada donde estuvo ayer. Salió de su coche para ver la moto del capitán ahí aparcada. Subió los escalones de dos en dos hasta llegar a la planta del capitán. En ese momento, el capitán salía de su casa.

Cuando el capitán vio Raven, la agarró del brazo y se puso un dedo en sus labios, indicando que se mantuviera en silencio. Bajó hasta la planta baja, aún sin dejar de agarrarla. Cuando la soltó, habló.

- ¿Qué está ocurriendo? – preguntó Raven. El capitán salía de la recepción de su edificio y buscaba algo. Cuando lo encontró, empezó a caminar hasta eso.

Sin haber recibido una respuesta, Raven le siguió. Le sorprendió ver que Steve se paró en frente de su coche. El capitán se giró y miró a Raven.

- Sube al coche – ordenó.

Sin rechistar, Raven hizo lo que la ordenaron, entrando en el asiento del piloto y él en el del copiloto.

- ¿Qué está ocurriendo? – Raven volvió a preguntarle.

- Una docena de tíos han intentado matarme en un ascensor. La única salida era esa.

Abriste los ojos porque no te lo esperabas.

- ¿Sabes quién mandó esa orden? – preguntó Raven.

- No lo sé. Pero sé que el equipo STRIKE no es de los buenos.

Raven asintió.

- ¿Dónde quieres que te lleve? – preguntó Raven arrancando el coche.

- Al hospital de ayer – respondió Steve.

Raven salió rápidamente de allí y no tardó mucho en quedar en frente de la puerta del hospital.

- Ahora vuelvo – dijo Steve antes de salir del coche.

Rodeó el coche y entró dentro del hospital.


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