La Caída De Un Gran Imperio #1

Capítulo uno

Sam Wilson se despertó temprano esa mañana fría para correr un poco. Le encantaba la soledad de Washington DC a estas horas de la mañana, donde no había casi nadie en la calle. Le encantaba la sensación del frío mientras trotaba delante del monumento a Lincoln.

Esa paz que tenía Sam se le fue arrebatado por otro hombre. Mucho más grande y alto que él. Pasó por él a una velocidad considerablemente rápida y dijo "por la izquierda".

A Sam le mosqueó que dijera eso. Más bien le molestó la chulería con la que lo dijo, como si el propio Sam fuera un abuelete que le estaba estorbando. Se juró a sí mismo que la próxima vez que pasara por su lado (porque estaba 100% seguro de que lo haría) le intentaría adelantar, y se convertiría en una carrera.

Pero no fue así, cuando le vio por el rabillo del ojo le gritó que no lo dijera, y el otro hombre volvió a decir que por la izquierda. Sam intentó adelantarle pero aquel hombre ya le llevaba un buen trecho.

Al principio pensó que era imposible, pero se le pasó por la cabeza que tal vez aquel hombre era el conocido Capitán América. Aunque tal vez no lo fuera.

Sam, completamente agotado, dejó de correr y se dirigió al pasto, sentándose debajo de un árbol.

-    Acabaste muy pronto – dijo la persona sentada a su lado con un bloc de dibujo en su regazo.

-    Había competencia – consiguió decir entre respiraciones Sam. – Emma, ¿has traído agua?

Emma se colocó un mechón de su pelo negro detrás de la oreja antes de pasarle una botella de agua bien fría. Sam se bebió toda el agua de un trago.

-    Gracias – le sonrió Sam y Emma no dijo nada, sino que continuó dibujando.

Sam se quedó recostado sobre el árbol mientras recuperaba el aire perdido y minutos después, apareció su contrincante de carrera.

-    ¿Necesitas otro médico? – preguntó nada más acercarse a los dos.

-    Necesito otros pulmones – respondió Sam, quien aún le costaba respirar. Emma levantó la mirada del dibujo para mirar a Sam con una sonrisa, después miró al otro hombre. – Tío, en media hora has corrido unos veinte kilómetros.

-    Entonces he ido lento – dijo el otro hombre.

-    Ah, ¿sí? Eso debería darte vergüenza amigo. Ya estás dando otra vuelta. – Sam se giró hacia Emma con una sonrisa y esta se la devolvió. – ¿Ya la has dado? Sí, imagino que sí.

-    ¿En qué unidad estás? – preguntó el hombre mirando el colgante.

-    Está en la cincuenta y ocho de para rescate – respondió Emma. Sam asintió.

-    Pero ahora trabajo para los veteranos – habló Sam.

El hombre asintió.

-    Sam Wilson – se presentó Sam. Ellos dos chocaron las manos y Sam se levantó.

-    Steve Rogers. – Los ojos de Emma se abrieron sorprendidos. Dejó la libreta en el suelo y se levantó.

-    Emma – se presentó ella quedando al lado de Sam y con una sonrisa coqueta. Sam, por un momento, la miró mal.

-    Ya me lo había parecido – masculló Sam. Y Steve agrandó la sonrisa.

-    Debiste flipar al volver a casa después de la descongelación – comentó Emma, volviéndose a colocar un mechón de pelo detrás de la oreja.

-    Cuesta acostumbrarse – se encogió de hombros Steve. – Ha sido un placer.

Steve empezó a alejarse, pero la voz de Sam le paró:

-    Es la cama, ¿verdad?

-    ¿El qué?

-    La cama. Es muy blanda – se explicó mejor Sam. – Cuando volví de allí dormía en el suelo. Una roca como almohada; como un cavernícola. Y ahora estoy en casa, tumbado en mi cama y es igual que...

-    Tumbarse en una nube. Sientes que te hundes y te engulle – terminó la frase Steve. Sam asintió. – ¿Cuántos?

-    Dos reemplazos.

-    ¿Echarás de menos los viejos tiempos? – le preguntó Emma a Steve.

-    Bueno... – Steve se quedó pensando. – Esto no está tan mal. La comida es mejor, antes lo hervíamos todo. Internet es útil y muy práctico. Me voy poniendo al día leyendo sobre ello.

Sam y Emma asinitieron.

-    Avatar de James Cameron – dijo Emma.

-    Marvin Gaye 1978. La banda sonora de Trouble Man – segundos más tarde dijo Sam. – Todo lo que te has perdido en los últimos años embutido en un solo álbum.

Steve asintió y se sacó una libreta, para apuntar la película y la banda sonora.

-    Lo apuntaré en mi lista – comentó Steve.

Después de apuntarlo, le vibró el móvil. Lo miró y suspiró.

-    Alerta de misión. Bueno, el deber me llama. – Se guardó el móvil y estrechó la mano con Sam, después con Emma. – Gracias por la carrera, si es que a eso le llamas correr.

Emma se rió.

-    Oh, ¿con que esas tenemos? – Sam levantó las cejas.

-    Esas tenemos – se rió Steve.

-    Cuando quieras pasarte por los veteranos y hacerme quedar de fábula delante de la chica de recepción. – Sam hizo señas con los ojos a Emma. – Dame un toque.

-    Lo tendré presente – asintió Steve.

El sonido de un motor apareció, y un coche deportivo apareció, aparcando al lado de la acera. Se bajó la ventanilla y una mujer pelirroja miraba atentamente al trío.

-    Hola jóvenes – fue lo que dijo la mujer. – ¿Sabéis dónde está el Smithsonian? Me han enviado recoger un fósil.

Steve caminó hacia el coche y decía "muy graciosa".

Sam se quedó mirando a la pelirroja y esta la devolvió la mirada. Fue el turno de Emma de enfadarse con Sam. Se giró y empezó a caminar de vuelta al árbol a seguir pintando.

Bella inspiró con calma, sintiendo el balón entre sus manos. Unos le pidieron que se diera prisa y ella rodó los ojos. Lo tiró sobre su cabeza y lo golpeó, con la palma abierta. La pelota sobrevoló el campo de su equipo y traspasó la red improvisada (o sea, imaginaria). Otro agente del equipo contrario la golpeó, y una agente con el pelo negro bien corto  remató.

El balón pasó limpiamente la red y tocó el suelo: Era punto para el equipo contrario.

Ese equipo vitoreó, pero los vítores acabaron pronto.

La puerta de la sala de entrenamiento del cuartel general de SHIELD se abrió silenciosamente. Nadie lo escuchó, y tampoco escuchó el repiqueteo de los tacones en el suelo. Aquella persona entró en la sala y se aclaró la garganta.

-    Así que, ¿estaban entrenando? – dijo la voz femenina.

En ese momento, los diez agentes (cinco en cada equipo) en la sala, dejaron lo que estaban haciendo para mirar al suelo (incluso hubo algunos que se pusieron a hacer flexiones, para aparentar que estaban entrenando).

-    Oh vamos chicos, si queríais jugar al vóley ball, deberíais haberlo pedido.

-    Lo sentimos señorita Agreste – dijeron como niños pequeños.

-    Hay una misión. Y no encuentro a Anne-Marie ni a Brock.

Todos los que estaban en la sala se fueron por patas excepto por Marinette y Bella.

-    Marinette, cuando un chico y una chica se gustan mucho pues-

-    Cállate Bella – dijo Marinette cerrando los ojos y poniendo una cara de asco.

Bella rodó los ojos.

-    No le comentaré esto ni a Furia ni a Hill. Y ahora puede irse.

-    Me iré y no porque me lo pidas tú, sino porque yo quiero – fue lo único que dijo Bella antes de irse por la puerta.

Las manos grandes y callosas de Rumlow agarraron las piernas de Anne-Marie con más fuerza. Dio dos pasos hasta que la espalda de ella tocó la pared.

Anne-Marie mordía los labios de él con gusto, y Rumlow se ocupaba de que ambos llegaran rápido. Cuando Anne-Marie no le mordía los labios, gemía en voz baja en su oído; ya que eso calentaba a Rumlow.

Cuando ambos llegaron, Brock se separó de la pared y Anne-Marie apoyó los pies de nuevo en el suelo. Brock solo tuvo que levantarse los pantalones mientras que ella tuvo que recoger la ropa del suelo.

Cuando ambos estuvieron presentables, salieron de la sala de la limpieza y tomaron el mismo camino. Se encontraron con Bella.

-    Se te ve el pajarito – dijo ella sin dejar de mirar al frente. Rumlow corrió a mirar si era verdad y cuando vio que tenía la cremallera subida, fulminó con la mirada a Bella.

Anne-Marie se reía simplemente de él.

-    Hay una misión para el equipo STRIKE. – les dijo Bella. – Os están esperando.

Océano Índico.

-    Objetivo la plataforma móvil de lanzamiento de satélites Estrella de Lemuria – dijo Brock mostrando unas imágenes al equipo STRIKE, al capitán, y a la Viuda Negra. – Fueron asaltados por unos piratas hace 93 minutos.

-    ¿Exigen algo? – preguntó el capitán.

-    Dos mil millones – respondió Brock.

-    Demasiada cantidad, incluso para un robo – dijo Anne-Marie con los ojos entrecerrados, mirando la pantalla.

-    ¿Por qué tanto? – preguntó segundos después el capitán.

-    Porque es de SHIELD.

-    ¿Cuántos piratas?

-    Son veinticinco. Mercenarios dirigidos por este tío – mostró la imagen de un hombre calvo.

-    ¿Hay rehenes?

-    Sí. Entre ellos se encuentran dos operarios: Jasper Sitwell y Jena Withmore.

-    ¿Qué hacen ellos en un sitio como ese? – dijo el capitán para sí mismo. Brock y Anne-Marie compartieron una mirada pero se quedaron callados. – Bien, yo peino la cubierta, Nat para los motores y espera instrucciones, Rumlow peine la popa y busque rehenes, métalos en las cápsulas salvavidas y lléveselos. Vamos.

-    STRIKE, ya habéis oído – llamó Rumlow a su equipo.

El capitán se acercó a Natasha y empezaron a hablar. Mientras tanto, el equipo STRIKE se iba colocando los paracaídas.

La puerta del jet se abrió y el capitán saltó, al vacío.

-    ¿Llevaba paracaídas? – preguntó un miembro del equipo STRIKE.

-    No, iba a pelo – respondió Rumlow.

-    Que hijo de puta – dijo Anne-Marie, al otro lado de Rumlow.

Una vez que todos los integrantes del jet tuvieron el paracaídas listo, saltaron del jet, al vacío. Poco después, se abrieron los paracaídas. Anne-Marie iba justo por detrás de Rumlow. Y cuando este mató a uno de los piratas, a ella le faltaba poco para tocar el suelo.

El capitán y la Viuda Negra desaparecieron rápidamente.

-    Nos dividiremos en dos, unos limpiarán la popa y otros ayudarán a los rehenes – mandó Rumlow mientras el equipo STRIKE se quitaba los paracaídas.

Rumlow junto con su círculo cercano fue a por los rehenes. Anne-Marie, junto con otros tres agentes, fueron a limpiar la popa.

Anne-Marie iba detrás del primer agente, y miraba a todos lados, vigilando su propia espalda. Cuando aparecieron los primeros piratas, ella fue la primera en abrir fuego contra ellos. Los cuatro agentes de STRIKE se dispersaron, para acabar con los nuevos piratas que se acercaban.

Anne-Marie se apoyó sobre una pared, a cubierta, mientras recargaba su arma. Cuando uno de los piratas se acercó a ella, fue rápida en cogerle de cuello y estamparle en la pared. Le quitó el arma que llevaba en sus manos y un cuchillo de su bolsillo en la pierna. Se lo colocó en el cuello y le miró fieramente.

-    ¿Quién os ha dicho que atacarais este barco?

-    ¿Qué? – dijo sin comprender aquel hombre con acento extraño. – Lo hicimos porque quisimos.

-    Chico, vais a morir todos. ¿Por qué no lo sueltas ya?

El hombre se quedó callado y eso agotó la paciencia de Anne-Marie, quien acabó por rajarle el cuello. Le dejó resbalar por la pared hasta caer al suelo; muerto. Levantó su arma y salió de su escondite.

Había bastantes cuerpos tirados en el suelo. Los otros tres agentes de STRIKE estaban merodeando por ahí, y cuando encontraron a Anne-Marie, empezaron a  caminar; rumbo a los rehenes.

Para cuando los cuatro agentes llegaron, los rehenes salían por un pasillo. Jena Withmore, con su pelo azul en una trenza, fulminó con la mirada a Anne-Marie. Se podía ver que el odio entre las dos era bastante grande. Rumlow se acercó a Anne-Marie, y se quedó a su lado.

Sonó una explosión, y el equipo STRIKE se preparó. Pero al ver al capitán, y más tarde a la Viuda Negra, bajaron las armas.

La vuelta al Triskelion fue demasiado tensa. El capitán fruncía el ceño, Natasha no se acercaba a él (por lo que debió ocurrir alguna discusión entre ellos dos).

Triskelion, cuartel general de SHIELD.

-    ¿Lo tienes? – le preguntó la mujer de pelo largo y negro. Sus ojos azules miraban fijamente a la pelirroja.

La pelirroja, conocida mundialmente como Viuda Negra y para su círculo era Natasha o simplemente Nat, asintió. Levantó la mano y le entregó el pendrive. Ese pendrive que casi le costaba la vida al capitán y a ella misma (e incluso puede que su relación de amistad también).

Marinette, con una sonrisa, le dio las gracias.

Viuda Negra se alejó de allí, y Marinette empezó a caminar, rumbo al despacho de Nick Furia.

Bella estaba apoyada sobre la pared, al lado de la puerta de la cafetería. Tenía entre sus manos un café, y bebía de él con pequeños sorbos. Raven, quien también estuvo jugando con ella al vóley ball con anterioridad, se comía un bollo que había pillado de la cafetería.

Las puertas del pasillo se abrieron y apareció el capitán Rogers, con cara de enfadado. Pasó de largo a las dos jóvenes (sin siquiera mirarlas). Bella, después de tragar el café, habló:

-    Caray. Sí que va enfadado el capitán.

-    Yo solamente puedo imaginármelo en la cama – habló Raven, quien después hizo el sonido de una tigresa. Bella rodó los ojos.

-    ¿Y por qué será? – preguntó Raven después de una pausa.

-    He oído que está enfadado con Viuda Negra. – Volvió a beber de su café. – Y me apuesto cinco pavos a que va a hablar con Furia en estos mismos momentos.

-    No puede evitar mentir, ¿verdad? – fue lo primero que dijo el capitán Rogers nada más entrar en la oficina de Nick Furia.

En ella se encontraba solamente Nick Furia, quien estaba sentado en su silla.

Cuando el capitán llegó hasta su escritorio, la puerta se abrió. Ninguno de los dos se giró para ver quién era.

Los tacones de Marinette repiquetearon por la sala hasta que llegó a colocarse al lado de Nick Furia. Ella les sonrió, para que continuaran hablando. El capitán levantó una ceja, mirando a Nick Furia.

-    No mentí. La agente Romanoff tenía una misión distinta – respondió simplemente.

-    Que usted no se dignó a comunicar – le echó en cara el capitán.

-    Yo no estoy obligado a hacer nada.

-    Los rehenes podrían haber muerto.

-    Envíe al mejor soldado de la historia para asegurarme de que eso no pasara.

-    Un soldado confía en el resto, eso conforma un ejército. No es un puñado de tíos que pegan tiros.

Nick Furia se levantó.

-    La última vez que confié en alguien me quedé sin un ojo. – Ambos hombres se quedaron mirando a los ojos del otro.

-    Oiga, Nick no le envió a esa misión para que se sintiera incómodo. La agente Romanoff se siente cómoda con todos – fue la primera vez que habló Marinette. El capitán miró solo por un segundo a la mujer antes de volver a centrar su misión en Nick Furia.

-    Yo no puedo dirigir una misión cuando parte de mi equipo tiene su propia misión.

-    Se denomina compartimentación – dijo Nick Furia. Marinette sonrió por aquello. – No importa si alguien desvela un secreto porque nadie los conoce todos.

El capitán asintió.

-    Excepto usted.

-    Se equivoca conmigo – dijo simplemente Nick furia. – Yo comparto. Soy así de generoso.

Nick Furia caminó fuera de su oficina, seguido del capitán y de su mano derecha, Marinette.

-    A la sala de Insight.

-    El capitán Rogers no tiene el acceso permitió a esa sala – habló una voz robótica.

-    Anulación de Furia, Nicholas J.

-    Confirmada.

En ese momento el ascensor empezó a bajar.

-    ¿Sabe? – empezó a hablar el capitán. – Antes solían poner música.

-    Ya. Mi abuelo manejó un trasto como estos durante cuarenta años. Trabajaba en un edificio bonito. Le daban buenas propinas. De noche volvía a casa con sus billetes de un dólar dentro de la fiambrera. Saludaba con un "hola" y le respondían con un "hola". El tiempo pasó y el barrio se hizo peligroso. Saludaba con un "hola" y le respondían con un "¿Qué pasa contigo?". Y el abuelo sujetaba la fiambrera con más fuerza.

-    ¿Nunca le atracaron?

Nick se rió.

-    Siempre estaba el matón que le decía: ¿qué llevas ahí?

-    ¿Y él qué hacía?

-    Se lo enseñaba. Los billetes arrugados y una magnum veintidós cargada.

El capitán sonrió.

Nick Furia y Marinette miraron fuera de los cristales del ascensor y cuando el capitán levantó la mirada; se asombró.

-    Sí, lo sé. Todos son un poco más grandes que una veintidós.

Marinette sonrió.

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