Capítulo O16


Hoy he conocido a Taehyung. Es un chico extraño pero muy amistoso que tuve la suerte de que sea mi vecino. Me ayudó con las cosas de la casa y se ofreció ser una especie de guía para mi. Intuyo que seremos muy buenos amigos.

Narra Taehyung


Habían pasado días desde el incidente en el parque. Y luego de ordenar mis pensamientos y mis sentimientos, llegue a la conclusión de que no estaba enojado realmente con Lalisa. La amaba demasiado como para hacerlo.

Pero habia que admitir que realmente se había enojado conmigo sin razón alguna. Y eso si me molestó mucho. ¿Porque a mi, que siempre la apoye, ayudé e incluso hice que todo pasara a segundo plano para centrarme en ella? Yo no merecía ese trato. Y quería que Lalisa se diera cuenta. Sabía que Lalisa no estaba acostumbrada a distanciarse conmigo, por lo que haría dos cosas. 1) reparar las cosas conmigo. Y de ser así estaría muy feliz, porque significaba que yo le importaba.
2) me ignoraría y nos alejaríamos para siempre. En ese caso lo entendería, pero no me rendiría. Su vida sería miserable y triste sin mí, y yo era mas feliz con ella a mi lado. Así que de una u otra forma la obligaría a que se diera cuenta de eso. Porque eramos el uno para el otro, incluso aunque se lo negara a sí misma.

Uno de mis fuertes era manipular a la gente. Pero no me sentía mal por ello. Yo quería que Lalisa se diera cuenta de su error y viniera a buscarme, para así inconscientemente volver a mí y estar a salvo del peligro que la abordaba siempre. Y del cual yo voluntariamente me ofrecía a deshacerme de ellos. Era su protector, su salvador. Quería todo de ella y quería que fuera mío. Y así sería.

Ese día la puerta a plena mañana no dejó de sonar y sonar. Miré por la mirilla. Era Lalisa. Sonreí viendo su insistencia. Sin embargo decidí torturarla un poco más, así que la ignoré y volví a lo mío. Yo merecía algo más que un simple perdón y un abrazo, lo tenía muy en claro. Merecía que ella realmente tomara conciencia del abismo al que me arrastraba de tan sólo saber que mis sentimientos no eran correspondidos. No podía ser así de egoísta. No podía mirarme y sonreirme pretendiendo que no era lo más hermoso que habia visto en la vida. Ni tampoco tratarme bien, abrazarme o darme un beso en la mejilla. No sin darme algo más.

Aquel día llame a Christopher Park y le dije que le dejara un mensaje a Lisa de que ese día comenzaría a trabajar en el restaurante. Me pareció el momento perfecto para hacerlo, porque me vería y no sabría que hacer. El me dió el Ok y comencé a hacer planes en mi cabeza.

Entré a mi cuarto en un intento de despejar mi mente y coloqué al conejo que tenía en una jaula sobre una madera. Se veía asustado e indefenso. Cuando lo sujeté del cuello se desesperó aún mucho más y chilló mi corazón comenzó a acelerarse inevitablemente y sin esperar mas, lo atravesé con un cuchillo y le saqué la vida para que no siguiera sintiendo dolor. Acto seguido sujeté 4 clavos y un martillo para luego colgarlo sobre la puerta de mi cuarto.

Sus ojos sin vida me juzgaron desde su posición y su pelaje manchado de sangre fresca me retó con altanería. Medí desde mi punto el objetivo con el cuchillo y lo fijé. Hice un amague. Uno, dos, tres. Y finalmente lancé, hundiendo el filo en su dulce e inocente ojo.

Sonreí con emoción. Tiro perfecto.

[...]

Ingresé al restaurante más temprano de lo que acordé con el bastardo de Park y fui directamente a su oficina sin preguntar. Abrí la puerta y entré. Ahí estaba él, sentado, fumando y hablando con su esposa por teléfono. Su mirada fue de alarma al verme, pero aún así siguió hablando con su mujer y yo lo dejé hacerlo. Era lo mínimo que podía hacer por esa chica luego de haberse tirado las jovencitas de medio pueblo.

Una vez que terminó me miró con un interrogante en su cabeza. Yo sonreí.

--Tanto tiempo sin verte, comenzaba a extrañarte.

--Kim. ¿Qué quieres?

--Lalisa llegará en unos cinco minutos máximo. Necesito que me des esos delantales ridículos que usa tu gente y que nos pongas de meseros a ambos. No quiero trabajar en la cocina ni limpiando ¿se entendió?

--El mesero atiende y limpia.--aclaró--si no limpias tendré que darte menos del sueldo normal.

--Aquí yo digo cuanto sueldo me darás y cuanto no.--corté de tajo--solo dame el ridículo uniforme antes de que me arrepienta de darte una oportunidad. ¿Acaso quieres que le dé las fotos a tu esposa? Estaría encantado de ver como todos aquí te condenan.

El apretó sus manos formando dos puños y rechinó entre dientes al oirme. Casi creí que estaba a punto de golpearme así que lo mire retador esperando que lo hiciera. Un golpe que, sin embargo, nunca llegó. Tragó duro y asintió con la cabeza. Sonreí. Patético y cobarde.

--Sigueme.

Él me hizo un ademán y lo seguí por detrás como cual perro faldero. Me llevó a una puerta que decía "solo personal autorizado" y ambos ingresamos. Me dió un uniforme que consistía de un pantalón negro y una camisa blanca. El me miró de arriba a abajo y asintió.

--Ese será de tu talla.

Asentí con la cabeza y me dirigí al baño más cercano para cambiarme.

Una vez que salí esperé a que Lalisa llegará mientras comenzaba a atender gente. Muchos me preguntaron si era nuevo ahí y mi excusa perfecta fue decir que me habían asignado otros turnos. Muchas chicas me coquetearon e incluso una abuela que ya estaba a un paso del otro mundo me sujetó el brazo y apretó para ver si tenía musculos. Fue extraño, pero me dió igual. Todo lo que no fuera Lalisa me daba igual.

De repente detrás de mí sentí que alguien tapaba mis ojos. Sonreí complacido. Con tan sólo sentirla a unos pasos de mí podía oler su aroma a vainilla, así que la reconocí de inmediato sin necesidad de verla. Me di media vuelta alejando sus suaves manos de mi rostro y la observé. Tan bonita como siempre, y como el peor de mis martirios.

--Llegué.--me dijo sonriente. Yo le correspondi el gesto a duras penas y la miré de pies a cabeza notando que ya llevaba el uniforme puesto.

--Genial.--dije, aunque se notó bastante mi tono seco, porque Lalisa tambaleó su sonrisa--tengo que ir a atender otras mesas, con permiso.

Contuve mucho mis ganas de sonreír, sobre todo al ver como se quedaba pasmada en su lugar en respuesta por mi actitud. No se esperaba esa reacción. Y sabía que la culpa comenzaba ahcer estragos en ella una vez más.

El resto del día ambos seguimos trabajando. A veces chocando miradas y otras rozando partes de nuestro cuerpo de forma inevitable por ir y traer platos. De la forma que fuera no importaba realmente, nunca intercambiamos palabras.

Cuando ya empezaron a ser cerca de las 10 de la noche, comenzamos a limpiar las mesas para luego cerrar el local e irnos. Éramos los únicos ahí ya que Park dejo que nosotros cerraramos para que tuviera la oportunidad de hablar con Lalisa. No tenía opción tampoco. Amaba ver su mirada de rencor al ver que yo le daba indicaciones.

Bajé la guardia con ese imbécil creyendo que era un cobarde de primera. Pero irónicamente, ese fue mi error.

Porque para mi mala suerte nada salió como lo planeé: Lisa ni siquiera se despidió, solo se limitó a mirarme con pena en su mirada para luego salir por la puerta. No me molesté en seguirla. Al parecer ella se sentía intimidada por mi cuando me ponía duro con ella. Internamente me prometí bajar un poco la guardia.

Sin embargo mi mis pensamientos pasaron a segundo plano rapidamente, porque de golpe, oí un grito. Mi cabeza giró a 90 grados justo en dirección hacia donde oí el mismo y deje de hacer lo que estaba haciendo para correr hasta ahi, una manzana más adelante.

Lisa.

A medida que comencé a acercarme, el corazón comenzó a latirme más y más fuerte. Una figura grande y trabajada sostenía del cabello a Lalisa. Era un ladrón. Este no espero ni dos segundos y, por simple diversión,le dió una bofetada al rostro que resonó en toda la instancia. Acto seguido sonrió arrojándola al suelo como si de un saco de papas se tratara. Tomó su cartera de inmediato al verme, pero no huyó. Sonrió de una manera tan cínica que todo mi cuerpo reaccionó en respuesta.

La ira comenzó a aparecer en mi cuerpo y comenzó a acumularse en la zona de mi pecho. Mi respiración se comenzó a ser pesada y no era exactamente por la maratón que acababa de hacer. Aproveché que el tipo estaba concentrado en el bolso de Lalisa y corrí hasta él. De un segundo a otro rodeé con mis manos su torso formidable, para luego arrojarlo al suelo con toda la fuerza que pude emplear.

Rápidamente intenté quitar la navaja que tenía bajo mi bota para herirlo pero falle gravemente en el proceso, porque el hombre sujetó mi brazo y lo torció sin dudar dos segundos.

El grito que salió de mi garganta fue tanto que sentí como mis cuerdas vocales se dañaban. Entré la distorsión de mis pensamientos y mi vista pude notar que Lalisa se levantaba con lágrimas en los ojos y siendo un manojo de nervios. Al verme comenzó a llorar más fuerte. Intenté salir de ahi, pero me dieron media vuelta de espaldas al suelo y me atestaron un puñetazo en la nariz, rompiéndomela y provocando que saliera sangre de una manera alarmante al mismo tiempo que un dolor comenzaba a expanderse por toda la zona.

--¡Para! ¡Por favor!--rogó Lalisa, entre sollozos desconsolados--¡Déjalo! ¡No le hagas daño!

El hombre gruñó y vociferó mostrando su cuchillo hacia Lalisa, casi con egocentrismo.

--¡Cállate de una vez! ¡Cállate o juro que te callaré yo mismo, zorra! Y tú, niño bonito...--bramó comenzando a colocar el cuchillo en mi cuello--este es tu fin. Para que veas que nadie, ni siquiera una escoria como tú, puede amenazar a Park y salir ileso.

Luego de decir eso, le dedicó su atención total a Lalisa que volvió a gritar que me soltara. Y justo en el momento que ví que bajo la guardia, actué rapido y con mi extremidad sana saque el cuchillo que guardaba y lo clave en su rodilla.

El grito que esbozó fue incluso peor que el mío. Me dio ira saber que los vecinos lo único que sabían hacer era cerrar cortinas y asegurar puertas. Asi que viendo que el hombre cayó al suelo adolorido, sujeté del brazo a Lalisa sin pensarlo y ambos salimos corriendo hacia el restaurante. Ignoré completamente el dolor que se extendía por mi cuerpo y corrí con ella por las frías y desoladas calles de la manzana.

Me paré en seco viendo que la alarma se activó en elrestaurante, dándome a entender que habían entrado a robar ahí también. Dejé de caminar junto a Lalisa y me quedé varado sin poder creerlo. Todo fue planeado. Era un maldito robo. Y no sólo eso, querían asesinarme.

Park tuvo el valor de hacerlo.

Y lo iba a pagar muy caro.

--T-Taehyung tenemos que ir al h-hospital.--dijo llorando Lalisa, viendo que me quedaba en una especie de congelamiento.

Apreté los puños comenzando a hiperventilar. La resolución cayó a mi tan rapido como un balde de agua fría en la cabeza. Y de pronto reaccioné, comenzando a caminar.

--Vamonos.--ordené con voz ronca y dificultosa. Lalisa comenzó a ayudarme a caminar en el trayecto. Tenía muchas punzadas de dolor esparciendose por todo mi brazo, pero ignoré aquello y me decidí a seguir aferrandome a su pequeño cuerpo.

--¿E-estas bien?--preguntó la chica a mi lado. Su cuerpo no dejaba de temblar.

No musité palabra alguna.

Sólo un hombre tenía la responsabilidad de esto. Y su nombre no dejaba de repetirse en mi cabeza como un disco rayado. 

Christopher Park.

Mi mandíbula se endureció y mis dientes se apretaron tanto que creí que iba a romperlos.

Ahora sí, ya no tenía ninguna duda de lo que iba a hacer.

Iba a matarlo.

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Mil perdones, no lo corregí porque quería actualizar la historia. Espero que les haya gustado, las quiero<3

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