20. Mangos.


—Hola.

Junmyeon observó la sonrisa de Yixing y su mirada llena de calidez. ¿Desde cuándo lo recibía con tanta amabilidad?

—Hola —lo saludó también y le ofreció la bolsa con mangos.

Yixing la tomó mientras su sonrisa se ensanchaba y se apresuró hacia el interior.

—No te los comas todos —Junmyeon le advirtió—, deja al menos dos para la tarta.

Yixing asintió, ya estaba en el fregadero lavándolos.

Los secó y los puso sobre un tazón. Luego se sentó en el comedor para pelarlos. Junmyeon se sentó frente a él.

—¿Cómo te sientes hoy?

—Bien —Yixing lo miró brevemente y le obsequió otra sonrisa—. Gracias por preguntar.

Junmyeon lo observó maravillado, lo había visto sonreír de esa manera antes, pero nunca había sido una sonrisa dedicada a él. Al parecer, eso de estar soltero tenía sus ventajas.

—¿Quieres que empiece a hacer la tarta ya o...?

—En la tarde.

Junmyeon asintió, contento de que Yixing lo quisiera ahí todo el día, y miró alrededor.

—¿Te gustaría tener más plantas?

—Sí, pero ya no me caben —Yixing murmuró con un toque de desilusión.

—¿Has pensado en mudarte?

—¿Sabes lo difícil que es encontrar algo disponible en esta zona?

—No.

—Mucho.

—Ya... y si encontraras algo tal vez un poco más grande, ¿te mudarías?

Yixing miró alrededor y frunció el ceño.

—¿Para qué quiero un lugar más grande? ¿Para más plantas?

Junmyeon sonrió.

—Aquí solo tienes una habitación.

—¿Y...?

—El bebé necesita espacio.

—Cabe en mi habitación.

—Sí, mientras sea un bebé, pero cuando crezca un poco más necesitará su propio espacio... y tú el tuyo.

Yixing alzó su mirada, pero cuando sus ojos se encontraron con los de Junmyeon, sus mejillas empezaron a tornarse tan rojas como las flores de Hathor.

—Me preocuparé por eso después —respondió apartando su mirada.

Inicialmente Junmyeon no comprendió la razón de su sonrojo, pero cuando se percató de las posibles implicaciones de necesitar un espacio para sí mismo, sus propias mejillas también adquirieron color.

Solo esperaba, a pesar del bochorno, que Yixing deseara compartir su intimidad con él tanto como él lo deseaba.


🌸


Junmyeon buscó la receta en internet para estar seguro de no saltarse ningún paso y se puso manos a la obra.

Desde el sofá, Yixing lo observó pelar y partir los mangos, conteniendo el impulso de acercarse para robarle un poco. Dejó de mirar a los tentadores mangos y miró al tentador hombre. Se veía lindo con el delantal puesto, esa camiseta que llevaba puesta también le quedaba bien y lo hacía lucir más joven y menos inalcanzable.

Junmyeon intentó ignorar que Yixing tenía su mirada fija sobre él y se concentró en lo que hacía, aunque no pudo evitar pensar que Yixing lo observaba de la misma forma en que observaba los mangos.

—Yixing, ven —lo llamó suavemente.

Yixing se sorprendió con la disposición con la que sus piernas abandonaron la sala de inmediato para acudir a su llamado.

—¿Si?

—Abre la boca —Junmyeon le pidió acercándole un trozo de mango.

Yixing abrió la boca de inmediato e intentó no enloquecer al sentir los dedos de Junmyeon rozando sus labios.

—Guardé un poco para ti —Junmyeon anunció, ofreciéndole un pequeño tazón que había mantenido oculto de sus ojos hambrientos.

Yixing lo tomó con una gran sonrisa y Junmyeon continuó con lo suyo, aunque cada poco se veía interrumpido por Yixing, que se aseguró de meterle a la boca la mitad de los trozos de mango que había en el tazón.

Cuando por fin la mezcla estuvo lista la vertió en un recipiente engrasado para llevarlo al horno, lo dejó ahí dentro y ajustó el tiempo. Se dispuso a lavar todo lo que había ensuciado mientras esperaba, pero el cuenco en donde había preparado la mezcla había desaparecido de la encimera.

Buscó a Yixing con la mirada y lo encontró en el sofá comiéndose con los dedos los restos de la mezcla.

—¡No te comas eso!

—¿Por qué? —Yixing preguntó con confusión—. ¿Quieres?

—No, y deja de comértelo, la tarta no va a tardar tanto —Junmyeon advirtió caminando hacia él para arrebatarle el trasto.

Yixing se levantó del sofá abrazando el cuenco y Junmyeon tuvo que corretearlo por la sala para poder quitárselo, aunque no lo logró.

—Está rico —Yixing aseguró—, pruébalo.

—No.

—Prueba —Yixing insistió tomando un poco de la mezcla con su dedo para ofrecérsela a Junmyeon.

Junmyeon alejó su rostro con un gesto de desagrado, pero Yixing empezó a perseguirlo, hasta que Junmyeon no tuvo más opción que ceder. Se detuvo y tomó un poco de la mezcla con su propio dedo, pero en lugar de llevarla a su boca la embarró en el labio inferior de Yixing. Se inclinó sobre él para chupar lentamente su labio y lo escuchó jadear.

—Sabe horrible —murmuró sobre sus labios con una divertida sonrisa.

Yixing arrugó su entrecejo y lo empujó.

—No es cierto —murmuró con las mejillas encendidas—. Tú qué sabes.

Junmyeon aprovechó su conmoción para quitarle el trasto y lo llevó al fregadero.

Yixing regresó al sofá y encendió el televisor para distraerse del beso que Junmyeon le había dado. Estuvo pasando los canales por un rato mientras fantaseaba con lo que podría haber ocurrido si la deliciosa mezcla hubiera sido del agrado de Junmyeon.

Yixing estaba tan callado que Junmyeon empezó a preguntarse si no habría cometido un error al besarlo, o tal vez solo debió dejar que se comiera la mezcla. Puso a escurrir el último cubierto y secó sus manos antes de volver a la sala. Yixing tenía la mirada fija en la televisión en donde se reproducía una película de piratas.

Se sentó a su lado y se inclinó hacia su oído.

Cupido me ha flechado, la riqueza me da igual, solo ha de consolarme mi marino audaz jovial.

Yixing abrió mucho sus ojos y se giró hacia Junmyeon. Su voz era más bella que la de las sirenas. Dioses, la vida era tan injusta, ¿por qué le habían otorgado tantas virtudes a un solo hombre? Yixing quiso protestar al respecto, pero sus rostros estaban tan cerca... Miró sus labios y todas sus protestas se desvanecieron; de pronto todo lo que deseaba era que lo besara, pero, aunque se acercó un poco más, Junmyeon no lo besó.

—¿Quieres salir conmigo? —le preguntó en cambio con una voz suave y extremadamente seductora.

A Yixing le costó un poco de trabajo encontrar su propia voz.

—¿No es muy pronto...?

Junmyeon se giró para mirar el reloj que colgaba de la pared y luego regresó su brillante mirada hacia él. 

—No, si nos vamos ya tendremos tiempo suficiente para comprar palomitas y ver los avances.

Junmyeon esperó por su respuesta con una mirada expectante. Yixing intentó no hacerlo, intentó mantener un gesto serio, pero al final no pudo evitar sonreír.

—Idiota —murmuró y mordió su labio inferior ansiosamente, consciente de que su rostro entero se había acalorado.

—Yixing, no hagas eso, por favor —Junmyeon murmuró observando sus labios—. ¿Y entonces? ¿Quieres?

Yixing soltó su labio inferior y observó los de Junmyeon.

—Sí.

—¿Sí qué?

—Quiero salir contigo.

—¿Y también quieres ir al cine?

Yixing tragó con esfuerzo sintiéndose atrapado.

—La verdad es que no tengo muchas ganas de salir hoy.

—De acuerdo.

Yixing asintió y, siguiendo el ese impulso que hacía vibrar todo su ser en anticipación, posó una mano sobre la mejilla de Junmyeon y lo atrajo para besarlo.

Como muestra de que nunca sabía cuál sería el próximo paso de Yixing, Junmyeon se sorprendió; no había esperado que este lo besara. Aunque no iba a negar lo encantado que estaba de recibir sus lentos roces que sabían ligeramente a la mezcla de la tarta.

De pronto, Yixing se separó y cubrió su boca.

—Disculpa... yo...

—Puedes besarme cuando quieras —Junmyeon ofreció en un tono de voz que erizó por completo a Yixing.

Sintiéndose excitado de pronto, Yixing lo empujó hacia el respaldo del sofá y se inclinó hacia él para besarlo de nuevo. Junmyeon permitió gustoso que Yixing experimentara con él por algunos minutos. Después de varios besos Yixing le otorgó un respiro y lo miró con ojos lujuriosos. El último beso había incluido leves roces de su lengua que tenían a Junmyeon completamente enajenado.

Yixing suspiró y se alejó, pero Junmyeon lo persiguió para continuar. Ahora era Yixing quien se encontraba contra el respaldo, pero la victoria de Junmyeon apenas duró unos segundos antes de que Yixing lo empujara bruscamente y huyera del sofá.

Junmyeon, muy confundido, lo observó correr hasta el sanitario y luego lo escuchó vomitar.

Bueno, la racha de un mes se había perdido.


—Ah, qué asco —Yixing murmuró todavía de rodillas frente al inodoro. Tiró de la cadena y al ponerse de pie notó que Junmyeon lo había seguido.

—¿Estás bien?

Yixing asintió mientras se enjuagaba la boca.

—Lo siento —murmuró avergonzado.

Junmyeon le sonrió con calidez.

—No pasa nada.

Yixing tomó su cepillo y lo llenó de pasta dental.

—¿Por qué las cosas saben bien cuando entran, pero tan mal cuando salen? —preguntó mientras se cepillaba.

—No lo sé, tal vez porque están revueltas con los jugos gástricos —Junmyeon murmuró pensativamente—. Te dije que no te la comieras.

—Cállate, tú me echaste la sal.

Yixing le dio una mirada de reproche, como si en realidad hubiera sido su culpa, y terminó de lavarse. Se miró los ojos llorosos en el espejo y también lavó su rostro, cuando pareció conforme con su imagen lo miró a través del espejo.

—Sí que eres acosador.

—Es que me gustas mucho —Junmyeon dijo con seriedad.

Yixing temió que los nervios lo pusieran a vomitar de nuevo, cuando estuvo casi seguro de que no sucedería salió del sanitario y volvió a la sala con Junmyeon siguiendo sus pasos de cerca.

—Bueno, ya hay más espacio para la tarta —anunció acariciándose el enorme vientre para intentar calmar a su hija que había empezado a moverse mucho—. ¿Le falta mucho?


🌸

Gracias por leer!

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