16. Chico sexy.


—Oye, ¿sabes qué?

—¿Qué?

—Estaba haciendo cuentas y estoy seguro de que ya ha pasado más de un mes desde la última vez que vomité.

—¿En serio? —Junmyeon preguntó con una sonrisa que hizo brillar su mirada. Yixing asintió—. Me alegro mucho por ti.

—Yo también —Yixing dijo con una sonrisa y se acarició el vientre cariñosamente.

Junmyeon lo observó por un instante y regresó su mirada al frente. Como era temprano no había mucho tráfico y pronto estarían en casa de Yixing. Era una lástima, la verdad era que habían empezado a gustarle los embotellamientos siempre y cuando Yixing estuviera a su lado.

—¿Qué? —Yixing preguntó al ver que sonreía en silencio.

—Nada, solo pensaba —Junmyeon suspiró y relajó el rostro—. ¿Te imaginas al bebé?

—Anoche soñé con ella, en mi sueño era una niña, se la pasaba todo el día durmiendo, en serio dormía muchas horas seguidas y yo tenía que despertarla para darle su biberón, pero siempre sucedían cosas y no lograba prepararlo y entonces la bebé se dormía de nuevo. Creo que en todo mi sueño nunca logré alimentarla. Desperté con el cargo de conciencia.

Junmyeon sonrió de nuevo.

—¿Y cómo era?

—Como un bebé normal; con su carita redondita, mejillas grandes y ojos como los tuyos, pero más grandes.

—¿Se parecía a mí?

—Creo que sí —Yixing dijo frunciendo su ceño—. Pero solo fue un sueño, ya vas a ver que cuando nazca será idéntica a mí.

La sonrisa de Junmyeon se ensanchó.

—Eso espero —murmuró.

Yixing lo miró frunciendo el ceño de nuevo y su mirada se encontró con el tablero del auto.

—Tienes un piloto encendido —señaló, en parte para no pensar en las palabras de Junmyeon.

—Sí, apareció hoy, ha estado intermitente, mañana lo llevaré al taller.

—¿No sabes qué es?

—¿Tu mala vibra? —Junmyeon bromeó mientras se estacionaba.

Yixing le dio una mirada de pocos amigos y salió del auto. Junmyeon lo siguió y lo vio levantar el capó.

—¿Qué haces? —le preguntó con preocupación al notar que acercaba una de sus manos—. Ten cuidado.

Yixing lo miró luciendo claramente ofendido. Junmyeon no dijo nada más y se limitó a observarlo. Yixing se quitó la sudadera marrón que llevaba encima y puso una mano sobre el capó mientras se inclinaba hacia el motor. La camiseta interior que vestía no tenía mangas y dejaba a la vista sus brazos que parecían tan fuertes. Una suave brisa sopló, removiendo un poco su flequillo y la tela de su holgada camisa.

Junmyeon observó atentamente su atractivo perfil. Solía olvidar que a pesar de su estado, Yixing era un hombre muy masculino. Era delgado, pero sus hombros eran anchos, sus brazos y cuello eran largos y del grosor perfecto; nada exagerado, solo lo suficiente para ser perfecto. Su rostro era muy bien parecido, la forma de su frente, sus cejas, sus ojos rasgados, su nariz y sus labios rosáceos, en los que se dibujaba una sonrisa torcida que... ¿por qué estaba sonriendo de esa manera?

—¿Estás pensando en que si no estuviera embarazado, y si fuera mujer, sería la chica sexy que sabe de autos? —Yixing preguntó con una mirada incitadora que iba de maravillas con esa sonrisa que tiraba de su comisura izquierda.

Dios. Junmyeon tragó con esfuerzo.

—No sé qué tanto sabes de autos —respondió suavemente, luchando por sonar indiferente, aunque no escuchaba su voz, solo el latido de su corazón, que de pronto parecía haberse multiplicado—, pero definitivamente eres un chico sexy, aún estando embarazado.

La sonrisa de Yixing desapareció lentamente, mientras su ceño se pronunciaba.

—¿No se supone que estás casado?

—Casado, no ciego —Junmyeon replicó—. ¿Puedes repararlo?

Yixing negó pareciendo contrariado.

—No tengo herramientas, llévalo al taller.

Junmyeon asintió y lo vio tomar su sudadera.

—¿Puedo pasar?

Yixing lo observó por un instante. La mitad de su ser quería que se marchara y lo dejara en paz y la otra mitad ansiaba que se quedara. Finalmente asintió y marchó dentro del edificio con Junmyeon siguiéndolo a poca distancia.

Al entrar, Yixing se quitó los zapatos, fue directo al sofá de tres plazas y se recostó ahí mientras Junmyeon ocupaba el sofá de una plaza.

—¿Te sientes cansado?

Yixing asintió.

—Empieza a pesar mucho, me cansa la espalda.

—Lo siento.

—No es tan malo —Yixing bostezó y se acomodó sobre los cojines. Empezó a acariciarse la panza y sonrió.

—¿Se mueve? —Junmyeon preguntó, Yixing asintió—. ¿Puedo tocar?

—Ven.

Junmyeon se acercó sintiéndose nervioso, se sentó en el suelo junto a Yixing y acercó su mano para que este la dirigiera al lugar correcto.

Hola, bebé —Junmyeon le habló a su hijo al sentirlo patear bajo su mano.

Yixing intentó relajarse, siempre que Junmyeon se acercaba demasiado o lo tocaba se ponía muy nervioso.

—¿Crees que esté dormido?

—Seguramente —Yixing musitó intentando no tropezar con su brillante mirada—. El doc dijo que los bebés duermen como veinte horas al día.

—¿Aún así patea mucho?

—Sí —Yixing respondió—, tal vez sueña que es un futbolista o karateca.

Posó su mano sobre la de Junmyeon y la movió sobre su vientre, hacia donde sentía al bebé moverse. Ninguno dijo nada más y entre ellos se construyó un pacífico silencio. Minutos después, al alzar su mirada, Junmyeon notó que Yixing se había quedado dormido.

Se quitó el saco, lo puso en el sofá de al lado y volvió a poner su mano sobre el vientre de Yixing. Su hijo empezó a moverse bajo su mano y Junmyeon sonrió enternecido, se acurrucó contra el sofá, apoyando su cabeza en el borde y acarició el vientre de Yixing de un lado a otro, pronto volvió a sentir a su hijo.

Mientras lo observaba dormir se permitió fantasear con una vida junto a él. Imaginó que nunca más volvería a cenar solo y que al volver a su casa su hijo correría a recibirlo. Fantaseó con tener a Yixing entre sus brazos, besar sus labios que en ese momento estaban entreabiertos y parecían tan apetitosos. Sonrió y apartó la mirada, sí que era un acosador.

Mientras fantaseaba con su futuro, sus ojos notaron la libreta que descansaba entre las revistas. Fue por ella y luego volvió al lado de Yixing, tal vez no debería estar hurgando entre sus cosas, pero la curiosidad que sentía por él era incontenible. En las primeras páginas habían apuntes de alguna clase de matemáticas, luego habían algunas hojas en blanco, en una habían dibujos de frutas con diferentes expresiones en sus rostros, en otra había un plano poco formal de una casa, habían listas del supermercado, de muebles, de deudas y también la lista con sus propios defectos que había visto el otro día, aunque habían algunos cambios; ahora había una línea al centro de la página y otra arriba, a cada uno de los lados había escrito signos: negativo y positivo.

Bajo las que debían ser sus virtudes estaban: sonrisa encantadora, muy inteligente, divertido, buen cocinero, sus ojos brillan cuando el bebé se mueve, no se queja de mí, ni de mis costumbres, es amable, paciente y sensible, me hace sentir especial.

El corazón de Junmyeon se puso a latir enloquecido. Dioses, ¿qué acababa de leer?

Cerró la libreta, se apresuró a devolverla a su lugar y observó el rostro tranquilo de Yixing. Acercó una mano, quiso tocar una de sus delgadas mejillas, pero se contuvo, si despertaba y lo encontraba acariciándole el rostro seguro le daría una paliza.


Cuando Yixing despertó, un rato después, Junmyeon seguía sentado en el suelo, ya no llevaba puesto el saco y todavía tenía la mano sobre su vientre.

—¿Se movió? —preguntó mientras miraba la hora en su móvil.

—Ha estado moviéndose mientras dormías.

Yixing respiró profundamente.

—Te dejaré tocarlo luego, ahora deja que vaya al baño.

Junmyeon apartó la mano de inmediato y lo vio marcharse. Yixing al parecer no tenía la costumbre de cerrar las puertas, así que Junmyeon tuvo que apartar su mirada. Aunque su curiosidad lo dominó de nuevo. Lo vio lavarse los dientes y mojarse el rostro.

No quería espiarlo, pero le provocaba tanta curiosidad; cualquier movimiento de Yixing, por mínimo que fuera, le resultaba muy interesante. Cuando volvió a la sala, Junmyeon se puso de pie.

—Tengo que irme ya —anunció mientras se ponía el saco.

—¿Tan pronto? —Yixing preguntó mirando el reloj en su pared, apenas eran las cuatro de la tarde.

—Sí, tengo que ir a... un lugar.

Yixing asintió pareciendo un poco decepcionado.

—Gracias por traerme y por todo —dijo suavemente.

—Es un placer —Junmyeon respondió en un tono similar.

Yixing asintió y se obligó a no preguntar. Lo que tuviera que hacer no era de su incumbencia, aunque sintiera tanta curiosidad. Junmyeon notó su gesto y no pudo seguir reprimiendo las ganas de acariciarle una mejilla.

—Si necesitas algo, cualquier cosa, llámame.

Yixing asintió de nuevo. La sorpresa lo había paralizado, los dedos de Junmyeon sobre su mejilla le provocaban un suave cosquilleo.

Yixing —Junmyeon musitó acercándose todavía más.

Yixing abrió la boca, pero no pudo formular una palabra, estaba completamente fuera de batalla. Una suave exhalación escapó de sus labios. 

Junmyeon no se contuvo más; acabó con la poca distancia que los separaba, inclinó su rostro, cerró sus ojos, presionó sus labios sobre los de Yixing y se encomendó a todos los dioses que conocía. Rezó porque su atrevimiento fuera bien recibido.



🌸

Gracias por leer!

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