Visita catorce.
Al momento que daba un largo sorbo de su café, sintiendo como el líquido calentaba de una manera agradable su interior, Dipper charlaba con Bill.
Aunque no lo pareciera por sus rasgos serenos, el castaño estaba hablando con un tono de voz más animado, y el otro estaba notando esa enorme diferencia, de vez en cuando tallando sus ojos para comprobar que eso no era un sueño.
Sólo Dipper hablaba con felicidad en sus sueños, y que lo hiciera en persona le hacía creer que los sueños en verdad se pueden volver realidad.
—Y es por eso que me gusta investigar casos paranormales o que son fuera de la realidad —confesó al finalizar su relato de las veces en las que en Gravity Falls, Oregón, donde sus tíos vivían, conocía cosas que eran extremadamente raras al ingresar a sus bosques. Y aunque Bill decía que seguramente eran alucinaciones, Dipper afirmaba que no lo eran.
—Deberías invitarme a ir allá para ver si es cierto lo que dices —le dijo a su lado, compartiendo la misma mesa que de costumbre, pero ahora había movido la silla de enfrente hacia donde estaba el castaño.
Bill estaba sonriendo todo el tiempo, escuchando con atención las aventuras que vivió el castaño. Ya era de noche, aproximadamente las 8:00pm, y la clientela se estaba reduciendo. Dipper en la mañana le había dicho por mensaje de texto que estaría ahí más tarde de costumbre debido a los largos trabajos que le encargaban en donde estudiaba, y el rubio decidió ir por él en cuanto terminó, como ya se estaba empezando haciendo costumbre entre ellos. Le resultaba un progreso que al castaño ya no le empezara a incomodar que pasara por él a su casa, ni que su hermana o madre hicieran comentarios acerca de ambos.
Bill ciertamente sospechaba que algo pasaba dentro del castaño, ya no veía que sacara sus garras como lo hacía en días anteriores.
—Tal vez debería de hacerlo —lo pensó, dejando la taza de café encima de la mesa. Luego se giró un poco para tener al rubio de frente, un poco inseguro de lo que diría después—. Me gustaría que fueras, ahora que lo pienso —admitió, con un brillo adornando el color de sus iris.
A Bill sus palabras le tomaron por sorpresa, por lo que se apartó un poco de él. Tenía ambas cejas alzadas mientras analizaba detenidamente todo el rostro angelical del chico, queriendo encontrar la mentira disfrazada.
Sí, definitivamente este no era el Dipper que conocía.
—¿Q-Qué? ¿Dije algo malo? —preguntó el menor, jugando nerviosamente con sus manos y bajando su mirada.
—Oh, no, no, no —negaba rápidamente, tomando sus manos para que volviera a mirarle a los ojos—. No dijiste nada malo, lo que dijiste fue perfecto. Eres perfecto —se arrepintió de decir lo último cuando sintió como Dipper se removía incómodo en su silla y también como el color carmín adornada sus mejillas—. ¿Puedes esperarme un poco? Tengo que revisar algo en la cocina —se excusó, parándose de inmediato y liberando las manos que antes tenía apresadas.
Dipper no tuvo ni tiempo de contestar, ya que Bill se había ido por detrás de la barra y entre las enormes puertas de madera que daban al interior de la cocina.
—Susan, necesito ayuda —buscó con la mirada a la mujer de cabello gris, encontrándola segundos después en una de las esquinas del lugar, sacando condimentos de una caja.
La mujer dejó de sacar cosas en cuanto le vio llegar, y antes de que le preguntara que cómo le estaba yendo con cierto castaño, su ceño se frunció ante la desesperación poco característica de esos ojos ambarinos.
—¿Qué pasó?—preguntó confundida.
—Es Dipper, no sé qué le está pasando —empezó, perdiendo su mirada en cualquier punto que no fueran los ojos de la mujer—. Primero, ayer me pidió un café dulce en lugar de uno amargado, y hoy mismo me pidió lo mismo. ¡Un café dulce!
—¿Y luego?
—Luego ya no me grita, ya no me habla feo, ni me mira como si fuera la peor persona del mundo —enumeró con sus dedos, teniendo un conflicto emocional.
Susan rió, palmeando su hombro un par de veces.
—¿Y eso es malo? —continuó con sus preguntas, queriendo sacar la razón por la cual Bill se veía tan perdido.
—Es que no quiero ilusionarme más de lo que ya estoy —murmuró, enfocando su mirada en los ojos ajenos en busca de ayuda—. Porque al final de todo esto —puntualizó a su entorno—, sé que no estará a mi lado.
Ella sonrió enternecida, dando un corto paso al frente para invitarlo a un abrazo, rodeando su cuerpo. Bill lo correspondió, esperando el consejo que conseguiría por parte de esa sabia mujer que consideraba como su madre.
—Sí tanto estás preocupado de lo que crees que pasará en el futuro, ¿por qué no apresuras las cosas e intentas hacerlo hablar? —se separó un poco de él para mirarle—. Desconoces cómo se siente él. Tal vez lo que siente por ti es lo mismo que tú sientes por él.
—Eso ya sería un milagro, lo dudo mucho.
—Por algo se hacen llamar milagros, querido—le comentó con diversión—. Ahora te estás quedando corto de tiempo, ¿sabes? Quedan menos de dos semanas y siento que él también está igual de confundido que tú. Así que, te recomiendo que empieces a hacer algo al respecto.
—¿Hacer qué? Ya lo he hecho todo pero parece que nada funciona, es como una roca.
—Una roca que se está ablandando.
—Las rocas no se puede ablandar —le dijo el rubio, y antes de que Linda Susan estuviera a punto de decirle que no se lo tomara tan literal, y además de darle un zape, se contuvo al notar la sonrisa de seguridad que estaba apareciendo en su rostro—. Gracias.
—Ahora ve por él, que parece que lo estás dejando solo más tiempo del debido—advirtió, y Bill asintió, dándole un sonoro beso en su mejilla y alejándose casi corriendo de la cocina.
En todo el tiempo en el que el rubio estuvo desaparecido, Dipper repasaba en su mente que fue lo que provocó que el barista reaccionara así, desde la primera anécdota hasta lo último que le dijo. ¿Fue porque lo invitó al pueblo? ¿Era así de horrible la idea de viajar juntos?
Soltó un suspiro, ocultando su rostro entre sus manos queriendo desaparecer ahí mismo. Notaba ese cambio en él mismo, estaba actuando menos conflictivo con Bill, ¿será por eso? ¿Debía volver a actuar como la primera vez que se conocieron para que Bill tuviera de nuevo ese interés en él? ¿Acaso... estaba perdiendo el interés?
Antes de que fuera a saltar en sus conclusiones, el sonido de la silla a su lado rechinar le hizo volver a la realidad. Bill había vuelto. Se sintió feliz al tener al rubio de nuevo a su lado y la sonrisa que portaba le resultaba contagiosa.
—Lo siento, se estaban... Quemando las galletas—excusó.
—No huele a quemado —añadió el menor, estremeciéndose ante la adorable risa que dejó salir Bill. Espera, ¿desde cuándo consideraba las risas de Bill como algo adorable?
—Será porque sigues con tu resfriado y no puedes respirar bien, ¿necesitas de nuevo mis cuidados especiales? Se nota que disfrutaste mucho mi compañía ahí en tu habitación—comentó, sonriendo socarrón.
Dipper se sonrojó, no iba a admitir que era verdad.
—Ojalá tú fueras el que se enfermara, la situación de tenerme en tu casa cuidándote será algo horrible para ti —contraatacó, queriendo sonreír burlesco más su orgullo no se lo permitiría, por lo que se limitó a sacarle la lengua un tanto infantil.
—Tenerte en mi casa sería el mejor regalo del mundo—ronroneó, tomando la mano ajena, la cual estaba posicionada encima de la mesa.
—No puedes estar tan seguro de eso—alzó una ceja, bajando su mirada a la radiante sonrisa que aún seguía presente en el rostro de Bill.
—¿Por qué no?—canturreó—. Sí eres capaz de hacerme algo, te traería a la cama conmigo para que nunca escaparas de mis gérmenes.
—Eso es asqueroso—retuvo las ganas de sonreír, girando su rostro a un lado.
Bill estiró su mano libre para tomar de su mentón con delicadeza, haciéndole girar lentamente. Y en ese preciso momento, el corazón del castaño empezaba a adoptar un ritmo acelerado, los ojos del rubio no estaban precisamente sobre sus ojos, y fue casi inevitable para él hacer lo mismo, dejando que su mirada volviera a caer en la sonrisa ajena que de a poco se estaba volviendo nula.
El rubio se tuvo que inclinar un poco para dar con la estatura del otro, dejando que sus respiraciones cálidas se entremezclaran y notó como la cabeza de Dipper se ladeaba un poco.
Estuvo a poco espacio para cortar la distancia, aún con su mirada fija en los labios rojizos de ese joven que le traía como loco. Podía oler el aroma confortante del café provenir de su boca, y eso lo estaba tentando demasiado a probarlo.
Dipper empezó a reaccionar, sabiendo a que rumbo estaba yendo esa situación. Y una pequeña parte de él hizo que sus sentimientos acerca del rubio entraran en juego. Ahora mismo estaba terriblemente cerca de Bill, y sus nervios aumentaron a su punto máximo. En verdad quería hacer eso, más no se sentía preparado. Algo le decía que aún no era el momento y que debía pensar las cosas.
Es decir, antes le parecía irritante, ¿por qué ahora se está sintiendo atraído a él?
—Se está haciendo tarde—susurró, separándose repentinamente, retirando su mano de la de Bill que estaban en la mesa y por igual la que traía en su mentón.
Bill sintió como el hechizo que traía consigo fue desapareciendo, haciendo que su cabeza despejara todas las ideas de lo que quería hacerle al menor. Asintió un par de veces, reincorporándose en su asiento, resistiéndose las ganas de largar un puchero.
Dipper estaba rojo hasta las orejas. Tomó sus cosas con una velocidad que Bill considero inhumana, y luego se dirigió a la salida sin siquiera mirar atrás.
—¡E-Espera! —exclamó el chico desde la mesa—. ¿No quieres que te lleve a casa?
—Eh... Hoy no, gracias—agradeció sin darle una última mirada en cuanto salió hecho una bala del local.
Bill se recargó en la mesa, procesando la información. Casi lo besaba.
Casi lo besaba por su maldito impulso. Soltando un gruñido, se dio un golpe en la cabeza.
—¡Soy un idiota!—gritó, asustando a unas ancianas que estaban en unas mesas alejadas de la suya—. ¿Por qué quise hacer eso? ¿Por qué? ¡¿Por qué?!
Su jefa había visto todo desde la barra de pedidos, un poco descontenta.
—Cuando quería que apresuraras las cosas, no me refería a eso —suspiró con cansancio, viendo como el rubio recostaba su cabeza sobre la mesa teniendo un enorme crisis existencial.
—
Holaaaa, ya que me lo solicitaron mucho pues les traigo otro capítulo de Bill el batista y Dipper el amargado ya no tan amargado
Estoy pensando hacer una fanfic Omegaverse, y ya tengo el trama, sólo falta escribirlo JAJAJAJA</3
Nuevamente gracias por leer, por sus comentarios bien bellos y los votos bien recibidos♡
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